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PERVERSIONES. El procesamiento de Gils Carbó y la inversión de la UIF

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Abogado y jurista, Claudio Javier Castelli, «Chuni» para sus amigos, hizo un breve comentario sobre el procesamiento de la Procuradora Alejandra Gils Carbó y describió su último día de trabajo en una Unidad de Información Financiera (UIF) que con el macrismo se dedica a cuidarle las espaldas a los bancos lavadores de dinero procedente de actividades ilícitas y de la evasión de impuestos.

Iba yo a hacer un comentario sobre la publicación del teléfono de la hija de Gils Carbó por el CIJ de la Corte Suprema y Ricardo Roa, comisario político de Clarín, pero me voy a abstener por la sencilla razón de que trabajé brevemente con ella en la sección Investigaciones Especiales de Télam y lo tuve a Roa brevemente como jefe -responsable- en la organización político-militar Descamisados en la época en que ésta se estaba fusionando con Montoneros. Y me abstendré porque su proceder, en ésta y en otras circunstancias, me produce arcadas.

Los dejo con Castelli:

Roa: De la guerrilla al «periodismo patrullero» (Asís dixit).

Sobre el procesamiento de Gils Carbó: Compañeros: La juridicidad neoliberal está a tono con la posverdad, el derecho complejiza fenómenos ficticios. Los hechos no le importan a la mafia de Comodoro Py. Son los juristas nazis, que florecen en esta época. Los juristas del nazismo fueron famosos por su ignominia, por su ingeniería simplista, banal y brutal. Pero además es una injustica, y a esto hay que decirlo. Son los «juristas» del poder económico, al servicio de la mentira y la difamación. Honestamente no creo que pueda sostenerse, tiene que haber alguien, que haya leído un código, y alguna ley. No es ni siquiera necesario la dogmática, palabra que ahora molesta. Son dogmáticos los juristas del poder. Basta inventar, imaginar hechos, conexiones, y agregarles, citas, y ya parece suficiente un fallo. Infames.

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Compañeros, el viernes fue mi último día en la UIF. Llegué a las 16, subí al último piso, y desde allí, hasta la PB, me despedí de todo el mundo. Con el único, que quería tener una charla a solas, era con el Director de Análisis, Lucas Rebursin, histórico de la UIF, en cuyo casamiento estuve. Fue despedido en la gestión de Pepe (Sbatella) y volvíó con mucha bronca y resentimiento. Le recordé, que cuando lo despidieron fue hasta mi oficina, llorando y gritando, y me reprocho: «vos los apoyás». Nunca aprobé su despido, es más recuerdo haber refunfuñado mucho con Mariana, y, si mal no recuerdo, hablé con Pablo Chena. Con él, siempre tuvimos largas discusiones sobre el lavado de activos. Para él, el lavado es una operación concreta, preeminentemente proveniente del narcotráfico. Para mí, es un delito económico, con componentes macros, que son económicos, políticos y sociales, pero donde los flujos financieros ilícitos, las relaciones mafiosas de poder, el esquema de una sociedad capitalista absolutamente desigual, son el dulce, donde la mosca -el caso concreto- queda estampado. En mi visión,  los bancos deben tener una estricta supervisión. Para él, con esa supervisión los bancos dejan de ser rentables. En un mundo manejado por los bancos él se preocupa, por la rentabilidad de los bancos. En mi visión, la fuga de divisas, es en un 90% ilícita, para él,  como para Mariano Federici (quien reemplazó a Sbatella al frente de la UIF) es una forma de defender los ahorros y no debe ser controlada, a pesar de que en gran medida somos pobres por ese capital fugado, que nunca retorna ni paga impuestos.

Rebursin: Pobrecitos los banqueros.

 Rebursin me dice «Vos tenés una visión macro, jurídica», y yo le digo «y vos tenés una visión de economista». «No soy economista, soy licenciado en administración», me dice. El  máximo investigador del lavado de activos en el país es un licenciado en administración. No es que no pueda serlo, Ocurre que tiene la visión de un licenciado en administración, no la de un economista, un contador, o un abogado que ve los flujos financieros ilícitos. Rebursin dice que las UIF se crearon por el lavado de dinero proveniente del narcotráfico. Le digo que eso es lo que difunden los yanquis para la gilada; que las UIF se crearon por el enorme flujo de capital financiero sin control que fluye por el mundo al que los yanquis quieren meterle mano. Que no fue el narcotrafico la causa determinante, aunque haya contribuido.

Levantó la voz para decirme, que lo habían echado cuando se negó a firmar un informe «falso» contra Clarín -no sé si no era papel prensa-. Le repetí que consideré injusto que lo despidieran, pero que yo venía ahora, a su despacho, a decirle lo mismo que el me dijo a mí: «Y vos los apoyás» a estos tipos que destruyeron el sistema de control de lavado de dinero del país, para beneficiar a los bancos.

Se puso rojo, siguió gritando -hoy es la estrella de la UIF, nadie le contraviene su visión-. Finalmente se serenó. En ningún momento perdí la calma. Le di la mano, y le deseé mucha suerte… para las causas penales que iban a llegar contra la UIF, por el incumplimiento de su función específica. Volví, saludé mis compañeros más íntimos, recogí mis petates, y marché a la calle. Habían pasado trece años y meses de mi ingreso a la UIF.


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