HIPERINFLACIÓN. El gobierno busca generarla deliberadamente para someter a los trabajadores
… y seguir alimentando la ilusión de la dolarización.
¿No la ven venir? Es tan evidente, tanto, que me pregunto como tantos todavía no se han dado cuenta. «La casta», concepto que comenzó a usar el muy progresista partido Podemos español y del que Milei se apropió, cambiándole el sentido, ahora revela el auténtico, hasta ahora oculto, embozado como un asaltante de caminos: la casta somos (casi) todos. Para empezar, todos los que no votaron a Milei, y me atrevo a decir que gran parte (quiero creer incluso que la mayoría) de los votantes de Milei. Dicho de otro modo, no somos «argentinos de bien» y merecemos ser castigados de modo de que los que no perezcamos, nos acostumbremos a doblar las rodillas y a soportar un proceso de sistemática destrucción de nuestros derechos como trabajadores y ciudadanos.
Milei lo dijo claramente. Quiere retrotraer la Argentina a las épocas anteriores a la Ley Saenz Peña, el voto universal (masculino) y obligatorio, o mejor aún a antes de 2010, antes de los festejos por el primer centenario de la nación, cuando gobernaban Quintana o Figueroa Alcorta, todo el poder estaba en manos de la oligarquía agroganadera, y los trabajadores e inquilinos casi no tenían más derecho que el recientemente conquistado descanso dominical.
¿Puede hacerse eso sin matar? La experiencia de entonces indica que no, como demostraron las luchas obreras, en gran medida encabezadas por los verdaderos anarquistas. muchos de los cuales perdieron la vida en distintos episodios, algunos de los más sonados ocurridos durante el gobierno radical de Hipólito Yrigoyen.
Lo evidente es que con la venia de Milei, hermano del «amigo del alma» de Macri y quien nos endeudó por todo un siglo y fue echado a instancia del FMI por timbero (con «la nuestra»), el gobierno busca desencadenar una hiper que, además de licuar muchas deudas, convierta al peso en un «excremento». Lo intentó denodadamente antes del balotaje y sigue intentándolo ahora pulsando todas las palancas y resortes del vituperado Estado.
Que de salirse con la suya habrán de reducir a un Ministerio de Colonias teledirigido desde Washington y ¡oh sorpresa! también desde Israel.
Milei y sus aliados querían encaramarse en su cima para destruir todo lo que garantize los derechos ya conquistados, que no sólo tienen rango constitucional sino que forman parte de tratados internacionales suscriptos por Argentina.
Artemio López lo explica dando datos concretos y concluye en que intentan «debilitar la resistencia social al deterioro, para introducir reformas» muy difíciles de revertir. Sobre todo, si se las corona con una dolarización.
Se avecina una catástrofe social provocada

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) informó que la pobreza fue del 40,1% en el primer semestre de 2023. Esto representa una suba de 3,6 puntos porcentuales respecto del mismo período de 2022 (36,5%). Por su parte, la indigencia ascendió al 9,3%, lo que marca que si se proyectan los números de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) a todo el país, la pobreza alcanzó a 18,5 millones de personas. De ese universo, 4,3 millones son indigentes, es decir, no llegan a cubrir con sus ingresos una canasta básica alimentaria (CBA).
Los últimos datos publicados muestran que los niveles de pobreza continuaron en ascenso luego de la baja registrada a partir de 2021, tras el pico del 42% que se alcanzó en el segundo semestre de 2020 a raíz de las restricciones generadas por la pandemia del coronavirus.
Además, el dato de pobreza del primer semestre resultó más alto que en los períodos previos a la pandemia (cuando se registró un pico del 35,2% en el segundo semestre de 2019, al finalizar la gestión de Mauricio Macri-Cambiemos).
Esta situación tan grave es probable que haya empeorado en el segundo semestre de este año y la pobreza se acerque al 45, mientras la indigencia supere los 12 puntos.
Sin embargo, este panorama grave, que para negarlo muchos suponen “errores de medición”, se agravará mucho más.
En el gráfico de apertura ven una proyección optimista del IPC esperado durante el año 2024 tras el lanzamiento del plan de ajuste neoliberal tradicional anunciado por el ministro Caputo.
Es muy difícil imaginar los niveles de pobreza e indigencia que impactarán sobre la sociedad con picos inflacionarios de 380% anual y ahora adicionalmente desempleo al alza.
Falta completar la corrección de ingresos que se implementarán vía paritarias, jubilaciones, pensiones, planes y asignaciones complementarias, pero ningún mecanismo de transferencia de ingresos a los hogares habrá de acercarse siquiera a los niveles de aumento de precios previstos.
Si consideramos que los salarios llevan un atraso acumulado promedio de 30% respecto a los niveles de inicio del año 2016 y que al desagregar salario informal el deterioro se duplica y que este deterioro se observó con un promedio anual de inflación general entre enero del año 2016 y noviembre del año 2023 del 46,59%, es de imaginar lo que sucederá aun manteniendo el mismo módico ritmo de actualización de ingresos de ese lapso –cosa que no sucederá y será peor– con índices generales de inflación 8 veces mayores.
Por caso, el dirigente radical Martín Lousteau dijo en mayo de 2022: “Cada vez que la inflación nos come un 1% del poder adquisitivo, hay 230 mil pobres nuevos”.
“Esa sentencia es verdadera, según lo muestran diferentes proyecciones realizadas sobre la EPH”, dijo Chequeado, corroborando los dichos del exministro hacedor hace más de una década de la ya famosa resolución 125 contra “el campo”.
Es fácil imaginar entonces que el impacto de esta crisis provocada será muy grave y al igual que en el año 2001 tendrá en segmentos medios (plenos y bajos) su epicentro espectacular, pero no el más dramático.
Como siempre, la crisis hundirá muy especialmente a los niños indigentes, que hoy ya representan el 20% del tramo de 0 a 10 años.
Pero siendo tan cruel el panorama, cabe preguntarse por qué el Gobierno busca promover estos efectos catastróficos.
Al respecto señala Naomi Klein en su libro Doctrina del shock: “El economista liberal Milton Friedman perfeccionó la estrategia: ‘Esperar a que se produjera una crisis de primer orden o estado de shock y luego vender al mejor postor los pedazos de la red estatal a los agentes privados mientras los ciudadanos aún se recuperaban del trauma, para así lograr que las ‘reformas’ fueran permanentes”.
Las crisis provocadas son un clásico en el país y esta vez no es la excepción. Se trata de debilitar la resistencia social al deterioro, para introducir reformas que lo perpetúen.
En eso está el gobierno que encabeza formalmente Javier Milei y en términos reales ordenan el FMI y los fondos de inversión –en especial BlackRock– bajo la sagaz capitanía del “Messi de las finanzas”, haciendo las gambetas a que nos tiene acostumbrados en estos partidos decisivos.
Encuentros “a cara de perro” del poder económico local e internacional, contra niños y ancianos que emocionan en su desarrollo, aunque todos y en especial los demiurgos neoliberales, conozcamos el resultado antes de que se dé la puntada inicial, estimados lectores de PERFIL.
*Director de Consultora Equis.
la devaluación, además de destrozar las economías familiares, deprecia tremendamente el valor de los activos argentinos en dólares. lo he dicho en otros lugares, el futuro que pretenden para argentina es conseguirse otra ucrania. cuando milei se vaya, el campo argentino, el petróleo, el litio, y todo bien argentino va a ser de black rock.
Convengamos que el campo, argentino no es. O podrá serlo, pero cual la diferencia en que lo administren los garcas antipopulares que los manejan ahora o que lo haga blackrock?