POLÍTICA. De cómo el corazón prevalece sobre el cerebro
Leo esta nota del catalán que asesoró fugazmente a Cristina y no sé si se trata de una genialidad o de una verdad de Perogrullo, pues ya hace mucho que Jaime Bateman Cayón, fundador del Movimiento 19 de Abril (M-19) colombiano (una especie de montoneros chévere), subrayaba una y otra vez que se trataba de llegar y ganar el corazón de las gentes. Ustedes diran (como yapa, les dejo unas frases de Bateman). JS
«Creo más en la pasión que en la ideología, o que en la teoría; es más, sólo cuando una ideología se vuelve apasionada, sentida como su propia carne, se transforma en fuerza real. De lo contrario las ideologías son meros divertimientos de academia.»
«Aún más, trabajo con la absoluta certeza en la eficacia de la transmisión de la pasión. Yo no creo que se pueda hacer una revolución —nunca se ha hecho— sin desatar los sentimientos y afectos más profundos de la gente.»
«En este paseo de la revolución, la pasión es la gran palabra, es verbo, y tú sabrás qué es eso…»
«Porque el amor es la certeza de la vida. Es la sensación de la inmortalidad.»
LO QUE DICE ESTE SUJETO es puro forraje chéguevarista…Vamos…
Al comienzo de los 80, una colega mexicana le hizo una entrevista a Bateman –no sé si para el diario El Día o el Uno más Uno– que estaba en la selva, del que solo recuerdo una sola cosa: el jefe guerrillero confesó que se hacía los rulos con un lápiz. Semejante confidencia espantó a los exiliados argentinos, ya fueren guerrilleros o reformistas, socialdemócratas o populistas. Pero al tipo no se le podía negar ni entereza ni desfachatez, y encima era de los trópicos sudamericanos, donde se combatía cantando boleros. De hecho, los nicas y los farabundos se asombraban de los argentinos porque combatían sin abrir la boca ni putear al enemigo,
Los cambios no los hacen los pobres. Para bien o para mal, los hacen los humillados. Y los únicos humillados capaces de levantarse y gritar son los educados, alimentados, vestidos, sanos.
Los «errores de cálculo» son consecuencia directa de no atender esta cuestión, precisamente, porque la pobreza es algo objetivo, que puede medirse, manipularse, odiarse, dormirse o celebrarse, mientras que los sentimientos, como sentirse humillado, son inconmensurables y caprichosos, no necesita de razones objetivas para aflorar y no siguen ninguna regla en su desarrollo.
Los humillados pueden hacer oír su indignación y volcar sus votos a la ultraderecha más rancia, como en España, o hacerse matar en las plazas de Buenos Aires y Rosario y después anotar el 60% de los votos a Menem, Lopez Murphy y Carrio como en la Argentina del 2003.
¿Alguien duda que es más fácil manipular sentimientos que cosechar reciprocidad e identificación entre aquellos objetivamente beneficiados por la política?.
Para inducir sentimientos de adhesión ya no hace falta ni una sólida moral de respaldo ni un compromiso inquebrantable como en algún otro momento, basta con fabricar una buena cuenta de «capital simpatía» mediante artilugios mediáticos o granjas de trolls. Quizá por eso los publicistas están en alza y la política en extinción.
Lástima, porque no pienso hacerme publicista,
Coincido con algunos conceptos de los comentarios precedentes.
Me parece que lo más importante es la ideología. Si además se intenta aplicarla con pasión, mucho mejor.
Estimo que este boletín y sus colaboradores y yo tenemos una ideología completamente diferente de la de Macri y los miembros de su gobierno (es una manera de decir…) y demás miembros de Cambiemos en el país, pero no hay duda de que le ponen pasión a las políticas que hacen o una decisión apasionada.
Los dos bandos pueden actuar con pasión, o los dirigentes de solo uno de ellos o los de ninguno de los dos, pero la ideología de uno sirve para buscar un objetivo y la del otro el objetivo contrario.
Entonces, podemos preguntarnos: ¿Qué es más importante, las ideologías o la pasión?