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PORTUGAL – REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES. Cuando un ejército represor se dio vuelta como un guante y liberó a los pueblos oprimidos por una dictadura fascista

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Hace 46 años, el 25 de abril de 1974, luego de casi medio siglo de gobiernos conservadores-fascistas, el ejército portugués, un ejército colonialista, que había luchado contra las guerrillas independentistas de Angola, Mozambique y Guinea-Cabo Verde, se dio vuelta como un guante y derrocó a la dictadura fascista sin derramar una gota de sangre. Lo que posibilitó la independencia de aquellas colonias. A pesar de los avatares, esa semilla quedó y hoy Portugal tiene el que quizá sea el gobierno más progresista* de toda Europa. Y es que Portugal era también, a su vez, una colonia de Gran Bretaña y de la OTAN. El líder más connotado fue  el teniente coronel Otelo Saraiva de Carvalho quien escogió esta canción, Grandola, vila morena, de José Afonso, popularizada por Amalia Rodrigues, prohibida por la dictadura por «comunista», como canción emblemática que al ser emitida por la radio Renascenza (católica) dio comienzo al golpe antidictatorial. Merece la pena ser escuchada. La ofrezco en dos versiones, ambas a mi juicio hermosas, y adjunto luego una pequeña, acaso trivial, anécdota personal.

Me fui de la Argentina en un buque que hizo escala en Lisboa justo cuando la revolución comenzaba a ser derrotada (pero nosotros no lo podíamos saber) a fines de noviembre de 1976.  No lo podíamos creer: era una ciudad roja, llena de carteles de muchos partidos, todos rojos. Me enamoré de la ciudad y dos años después fui con Gaby a recorrerla con unas pocas monedas, en plan ultragasolero. Después de disfrutar de la Alfama, el Tajo y el castillo de San Jorge quisimos ir a O Porto… pero tomamos un tren equivocado que nos dejo en Santarem. Bueno, en la estación de Santarem, porque la ciudad estaba mucho más arriba, en la cima de una montaña. Fue entonce cuando un blindado del ejército, un carrier que iba para un cuartel situado allá nos paró sin que le hiciéramos una seña y se ofreció a llevarnos. ¡Qué buena onda! No podíamos creer que militares de uniforme de combate verde oliva se comportaran así. Y cuando le dijimos que éramos argentinos, se deshicieron en elogios al peronismo y los montoneros. Una vez en la cima, nos echamos a dormir en una plaza dentro de nuestras bolsas de dormir. En un momento, se me pasó por la cabeza que nos iban a afanar (las cinco monedas que teníamosl) y que desde adentro del saco, no me iba a poder resistir, así que me levanté y nos fuimos a dormir a un vetusto hotel sobreviviente de (ahora) hace un siglo, de la belle epoque, llamado… «Hotel Argentina».
Sirva este recuerdo como homenaje a los miltares portugueses liderados en la clandestinidad por Otelo Saraiva Carvalho, que pasaron de ser represores colonialistas a libertadores de su pueblo… sin derramar sangre.
Lo que demuestra que no está escrito en el cielo que los militares han de ser reaccionarios y de derecha, digo, como si no alcanzara con los ejemplos de San Martín, Perón, Velazco Alvarado, Torres y Chávez.

 

Nota

  • Término absurdamente vilipendiado por algunos mazorqueros de pacotilla, que al parecer se encabritan con el padre de Mafalda pero nunca se sabe bien a qué corno se refieren puesto que en el siglo pasado el mayor exponente del progresismo fue Julio Argentino Roca, a su vez exterminador de los aborígenes que no le rendían pleitesía.

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