Un criticón escuchando 678 de coté

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Escucho 678 mientras trabajo. Solamente miro de tanto en tanto la tele, de reojo. Detesto que el locutor diga muuuuuchas veces que a Morales lo difaman «por pensar distinto», una mentira alevosa que se utilizó hasta la saciedad  durante el alfonsinismo. A nadie lo difaman ni lo persiguen ni lo torturan ni lo desaparecieron por pensar distinto, sino por actuar, lo que (ahora si) es muy distinto.

Decir esa pavada es ponerse en la antesala de la teoría de los dos demonios.

Palma habla de la solidaridad confundiéndola con la beneficencia, siendo que son dos cosas muy distintas. Pero nadie le dice nada. Y eso que están Mocca y Nora Veiras, casi siempre muy solventes. Y Dorio, un capo, siempre de buen humor y aportando enfoques novedosos (Por cierto, ayer estuvo Pablo Llonto, siempre claro como un arroyo de montaña. Ojalá lo inviten más seguido. O mejor todavía: lo pongan como panelista).

Se ve que entre bueyes no hay cornadas.

La salida del pirómano uxoricida que fue baterista de Callejeros me parece indefendible. La ley es clara. Solamente se puede salir así después de haber cumplido la mitad de la pena y a Eduardo Vázquez le dieron treinta años hace unos días. Me parece  tan indefendible como el carnaval de asesinos seriales de la dictadura a los que se les concede el beneficio de la prisión domiciliaria y no la cumplen porque nadie vigila que la cumplan y a los que, para mi incomprensiblemente, no se le pone la tobillera que si se le encaja a pequeños narcos y ladrones de gallinas.

Mocca, y sobre todo Cabito, reconducen las cosas: Hay que discutir los derechos humanos de todos los presos. Ley pareja, nadie se queja. O pa’ todos la cobija o pa’ todos el invierno. Puede cambiarse la ley y dejar salir a todos los presos en situaciones análogas. Pero eso no sucede ahora. Ni ahí.

Me voy a hacer las compras a lo del chino Oscar (piedritas para los gatos, lavandina, vino, un pecaminoso chorizo colorado) y cuando regreso están charlando de Lanata y Morales El Bueno… Me encantó cuando, creo que el lunes, la gallega Veiras puso en duda lo que dijo el baladrón de Lanata: que fue periodista antes del golpe militar: ¿cuantos años tenía entonces? ¿14? ¿15? Yo, a esa edad, hacía «La Voz del Chanta» con Guillermo Pagés Larraya, Carlos Ocampo y mi hermano Luis. Pero no por eso me atrevo a decir que ya era periodista… pero si que le tomaba el pelo a diarios, revistas, agencias y periodistas.

Me distraigo. Vuelvo a atender cuando Dorio habla de la importancia de la fraternidad (la utiliza como sinónimo de solidaridad, con lo que le contesta elípticamente a Palma… que hubiera dicho bien si decía beneficencia en lugar de solidaridad, una bella palabra cargada de historia y significado que no me parece prudente dejar que se utilice de trapo de piso) y de que todos paguemos impuestos. Algo que a nadie le gusta pero que es imprescindible.

Me llama Oscar Travi por la presentación del «Mi Mensaje» mañana en San Justo. Se termina el programa. Despacho las últimas dos notuelas. Me voy a casa.  


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