Si hay dónde se sintetiza la concentración global de riqueza es en esta piedra negra con la que tenemos que lidiar.
El CEO de Blak Rock, Larry Fink
POR FERNANDA VALLEJOS
Sólo tres fondos -Black Rock, Vanguard y StateStreet- son accionistas dominantes del 88% de las principales 500 empresas estadounidenses.
Black Rock, probablemente el principal tenedor de deuda local, es también el fondo de inversión más grande del mundo.
Black Rock posee oficinas en 30 países y clientes en más de 100. A fines de 2019 administraba una impresionante cartera de 7,43 billones (millones de millones) de USD, cifra que supera la suma de las economías de Alemania y Francia y que multiplica por más de 14 el PIB local.
A su vez, Black Rock, controla más de 2.700 fondos de inversión de distinto tipo, de los que el 65% son ‘inversores institucionales’, como por ejemplo los fondos previsionales de empleados públicos y privados de varios países.
Black Rock también se cuenta entre los principales accionistas de todas las grandes petroleras, excluida Total, y en el top ten de los accionistas de siete de las diez productoras de carbón más grandes del mundo.
Black Rock no sólo administra activos, también se sienta a ambos lados del mostrador. A través de Black Rock Solutions trabaja con gobiernos, bancos centrales y grandes empresas en distintos rubros, con lo que monitorea un caudal de activos muy superior al que administra.
Black Rock lidera lo que se denomina ‘shadow banking’, por no pertenecer al grupo de bancos tradicionales, los que, a diferencia de los fondos, son sujeto de mayores regulaciones.
Laurence «Larry» Fink, su CEO, tiene una capacidad de lobby superior a la de la mayoría de los países y presidentes.
Black Rock abrió oficinas en el país a comienzos de 2019. Recientemente, frente a la inminente reestructuración de la deuda, se asoció con Fidelity, el fondo que semanas atrás trabó el intento de reestructuración de un bono de la provincia de Buenos Aires».
La actuación coordinada de los fondos se hace evidente cuando distintos acreedores se organizan bajo los mismos agentes de asesoría jurídica, como es el caso de la unión de Black Rock y Fidelity.
Los nombres se repiten. Es el caso de Dennis Hranitzky, el abogado que colaboró durante quince años con Paul Singer en su disputa contra Argentina y que actualmente trabaja con un grupo de veinte fondos acreedores.
No hará falta ser un lector muy atento para, en las próximas semanas, descubrir en la prensa hegemónica la capacidad de lobby de los bonistas. No sólo en las notas de opinión y las opinadas, sino en la voz de parte de la clase política, como pasó durante el 2do gobierno de CFK.
Argentina está sentada en la mesa de negociaciones con el poder financiero internacional. Como dijo el ministro Guzmán, en la Cámara de Diputados, «nosotros ya elegimos». Estamos del lado del pueblo argentino. Es el lado del que debería estar todo hombre y mujer de nuestro país.