CAMBIEMOS – Ex empleada del GCBA denuncia serios casos de corrupción en las entrañas del PRO
La becaria del Conicet Dolores Lussich tuvo que ganarse el pan en las entrañas del GCBA durante la gestión PRO. Puntualmente, en la Unidad de Proyectos Especiales que dirigía Paula Uhalde, la que fuera denunciada por Página/12 de arreglar licitaciones. Después de un año, Lussich lo denunció en una carta en su Facebook personal que se viralizó y terminó generando entrevistas radiales, como ésta que le hicieron en una radio cordobesa, que recomendamos también. Más abajo, la carta original de su blog, de obligatoria lectura para entender qué es el PRO y qué nos puede deparar si gana la Alianza que integra. El grupo Sushi, un poroto.
Un año en el PRO
Me sentiría mal si llegamos al 22 de noviembre y no puedo contarlo. Durante el 2013 trabajé para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y quiero contar lo que viví. Quiero que lo sepan los votantes del PRO, tienen que saber lo que están votando. Tienen que saber que les mienten.
Lo primero que hay que decir es que entré a trabajar en una “Unidad de Proyectos Especiales”, me costó mucho entender que era eso, hasta que en un momento entendí que era humo. Me acababa de recibir y necesitaba la plata. La unidad estaba a cargo de Paula Uhalde, que había trabajado en Coca-Cola Latinoamérica, así que el lugar tenía como una onda Disney Channel. Ese tipo de gente es el PRO –no vienen de militar en política, de hacer voluntariado social, vienen del empresariado y del “sálvese quien pueda”– Mucha gente joven, con poca cultura política, y con un discurso de pragmatismo vs. “ideología” Se trata de hacer por hacer. Tenían: algunas referencias en un intendente colombiano y dos o tres nociones sobre la ciudadanía, con eso les alcanzaba para sostener un monstruo digno de Cris Morena que ocupa dos pisos en un edificio del centro.
Habían inventado un ministerio de la ciudad, que depende directamente de Larreta. Es decir, inventaron una instancia de Gobierno, que se mantiene con la plata de los contribuyentes, que no se dedica a nada en particular y que no figura en la conformación de ministerios tradicionales de la ciudad. Esta unidad sólo se sostiene en el deseo del PRO de hacer campaña desde instancias de gobierno. Toda la onda era muy managing, las reuniones de after office en terrazas de microcentro, donde esta camada de la “nueva política” contaba cómo había estado el brain storming en el think tank. Cuando les pregunté cuales son sus estrategias políticas me contestaron que, cómo no vienen de la política, en realidad no tenían, pero que estaban armando grupos de discusión con distintos especialistas, para ir armando algo. O sea, no tienen idea de lo que harían si fueran gobierno nacional. Por eso proponen un “cambio” sin contenido.
En horario laboral, nos mandaban a reclutar vecinos para las elecciones en las mesitas con globos, a hablar con las personas casa por casa y hacer propaganda del PRO. En la oficina de “construcción barrial” tenías a un dirigente que supuestamente era peronista, que aparecía cada tanto en la oficina, pero en realidad se la pasaba en Tequila con su amigote que también trabajaba ahí. Un día yo había comentado que estaba haciendo un doctorado en Filosofía y Estudios de Género y que me gustaría contactarme con personas que estuvieran trabajando la temática. El dirigente me dijo que todo eso era un bolazo, que las minas son tremendas y que él, como abogado, siempre defendía a los golpeadores. Ah bueno, vos sos el enemigo, le dije. Este era el hombre a cargo de la construcción territorial.
Su unidad lo que hace es ir cada tanto a un barrio y pintar una esquina, que antes estaba abandonada. La pintura la sacan de donaciones de empresas y el trabajo lo hacen los mismos vecinos. O sea, ellos llevan las banderas del PRO, leen un discurso y se sacan una foto que mandan a la prensa. Yo era parte del equipo que escribía las gacetillas para la prensa. Era un archivo formato y lo rellenábamos con los datos de cada esquina y algún línea del discurso (que también escribíamos nosotros) A mí me habían contratado para hacer el anuario. Se gastaron miles y miles de pesos en hacer un libro que contara lo que habían hecho en dos años, nada digno de mención, más que un par de proyecciones de cine argentino al aire libre. Esto lo usaba la jefa como carta de presentación para seguir escalando adentro del PRO.
El resto del tiempo nos la pasábamos buscando lugares para hacer los encuentros de referentes del partido donde se bajaba línea del PRO. También tenían el proyecto de “ciudad verde” donde empezaron lo de la separación de la basura, que está muy bien, y castraron un par de perros en un evento en Lugano.
Lo más triste de todo era la pata “cultural”. Básicamente arman unos muñecos horribles, de los personajes de la historieta argentina, como Mafalda o el Linyera y los ponen en algún lugar de la ciudad, en un acto donde Larreta habla y todos se sacan fotos para el diario. Mientras tanto recortan el presupuesto para los ministerios de asistencia social, cierran centros culturales y oficinas de defensa y contención a personas que sufrieron abusos sexuales. Toda esa idea de los monigotes dando vueltas por la ciudad siempre me pareció tan apuntada hacia al turismo, tan una pátina de cultura, tan de esa mentalidad que mira para afuera indignada porque Buenos Aires no es Miami, N.Y., Paris o Barcelona. Además, sólo piensan en Buenos Aires. El país: “si te he visto no me acuerdo”.
Había un pibe en mi equipo que vino una semana y no lo vi nunca más. Una compañera, que había sido secretaria de la jefa me explicó: ese pibe entró porque le debían un favor a Patricia Bullrich. Entonces le dan un puestito, un sueldo y un escritorio, pero no tiene que venir. Entonces me pregunta ¿Vos sabés cuantos contratos hay acá? ¿Sabés si todos vienen? O sea ellos, los que se llenaban la boca contra la corrupción, tenían las prácticas más corruptas. Si esto pasa en este nivel, no me quiero imaginar lo que tejen en la cúpula. Los sueldos eran ridículamente altos. Lo que me explicó mi compañera es que a muchos la jefa les decía: yo te contrato, vos cobrás tanto y a fin de mes me das tres lucas de ese sueldo a mí.
El resto de la plata se iba en remeras de colores para los eventos, la banda de música para la presentación de lo muñequitos del cómic, etc. Además, la usaban para irse en grupo a Colombia para hacer estudios sobre este referente en “Construcción Ciudadana” que es básicamente la idea de que lo que hay que hacer es dejar de sostener la presencia del Estado para que sea el vecino mismo el que deje de “quejarse” y logre un “cambio” Como si los problemas de nuestra sociedad, –con gente viviendo en la calle– fueran de “actitud” Como si alguien eligiera ser pobre. Neoliberalismo en versión new age. Lo peor es que es muy seductor.
En un lugar puedo entender que para muchos de mi generación, que crecieron en democracia y tuvieron su adolescencia en los noventa, este discurso tiene mucho sentido. Hacerse cargo del Otro, del que necesita, parece una molestia. En una reunión, en un departamento en Libertador, una vecina se quejaba de las plantas que se habían puesto en los camino de la bicisenda en Zona Norte. Le parecía que tal planta no tenía nada que ver con el lugar. Eso sí que es tener las prioridades claras.
Ahí también escuché que a Macri lo habían hecho entrar en la política las quejas de sus amigos. Decían que no podían cambiarle el encordado a las raquetas de tennis por el cepo a las importaciones. El pibe que nunca había sido aceptado por sus compañeros del colegio Newman, al que nunca dejaron de ver como un “nuevo rico” ahora tiene la oportunidad de “pertenecer” y no va a descansar hasta probarles a los Newman que puede ser uno de ellos.
Cuando dejé de trabajar ahí, porque me salió una beca doctoral en el CONICET, leí una nota Página 12 que contaba la denuncia que le hizo una comunera socialista a Paula Uhalde porque una empleada que había sido parte del comité para seleccionar las licitaciones ahora no sólo las presentaba, sino que las ganaba. Esto está legalmente prohibido.
En la nota de Werner Pertot de Página 12 del 23 de febrero del 2015 cuenta que a una comunera socialista “rastreó cinco licitaciones en las que Uhalde (la ex empleadora) le adjudica una licitación a una ex empleada antes de esa fecha. Las licitaciones son:- Una primera, adjudicada el 30 de mayo de 2014, para la producción integral del evento de cierre del Paseo de la Historieta por un total de 200 mil pesos. – Otra licitación el 23 de junio de 2014, por 35.500 objetos de publicidad por un total de 429.500 pesos. Eran para promocionar la campaña de “Ciudad Verde”.- Una tercera, del 8 de julio de 2014, por 220.560 volantes por un millón 236 mil pesos. También formaban parte de la campaña “Ciudad Verde”.- Una cuarta, del 15 de julio de 2014, donde se le adjudica a la ex empleada por 150 mil pesos la entrega de remeras de la campaña “Ciudad Verde”.- Por último, la quinta licitación, del 18 de julio de 2014, para adquisición de más prendas de vestir que decían “Ciudad Verde” por un monto de 10 mil pesos.”
Cuando leí eso ya me había ido hacía tiempo, pero de alguna fue uno de los detonantes para este escrito. Por otro lado, no sorprendió leerlo. La única vez que tuve que pasar por la parte de tesorería se quedaron con 1.200 pesos míos y me bicicletearon durante meses. Estaban organizando un evento y me encargaron el regalo para los asistentes. En el caos de la organización compré unos vinos y los pagué de mi bolsillo. Finalmente, nunca me devolvieron la plata. Es decir que yo, con mi sueldo, pagué el vino que se tomaron el rabino Bergman, Ivan Petrella, y cia. Cada vez que iba a tesorería me pedían que les detalle un ítem diferente. Me pedían que le diga a la bodega que ponga “cajas de galletitas y chocolates” en la factura porque no podían rendir alcohol en el gasto público. Sino podés comprar vinos con la plata del Estado ¿para qué le pedís a tu empleado que los compre? Finalmente nunca me lo pagaron.
Por lo menos no entré en esa secuencia corrupta donde detallan un gasto por otro, con plata que viene de los trabajadores y ciudadanos. Por supuesto la denuncia a Uhalde está archivada y desde hace meses que no se mueve. O sea que todos los argumentos de campaña del macrismo son mentira. No sólo no son la anticorrupción, sino que son la corrupción misma. Tampoco son los abanderados de la “independencia de los poderes” porque las denuncias contra ellos se cajonean. Trabajé un año para estas personas, y no tienen la capacidad ni los recursos para gobernar un país sin hundirlo, endeudarlo y venderlo. Tampoco tienen una preocupación social legítima. No les interesan los que menos tienen. Con su discurso light de pastor de la new age, se llenan la boca con palabras como “juntos”, “diálogo”, “valores” y después votan en contra todas las leyes que se proponen. Es imposible que estuvieran en contra de todas esas iniciativas (que ahora defienden en su campaña) Está claro que para ellos lo partidario está por encima de la gestión del bien común y eso es consecuente con su formación. Todos ellos vienen del mundo empresarial, para ellos el Otro es la competencia. Lo que hay que hacer no es colaborar, sino competir y sacar una tajada más grande. El 22 de noviembre lo pensaría dos veces antes de entregarles el país