Rey Juan Carlos I. Su familia quiere que abdique
03/03/2012
Crece la presión para que el rey Juan Carlos abdique

La abdicación del rey Juan Carlos I es una posibilidad que su misma familia comenzó a sopesar cuando el monarca cumplió los 65 anys, en 2003. La misma presión se repitió cuando llegó a los 70 anys, en 2008, y volverá a reaparecer el año que viene cuando el Borbón se ponga ya en la ralla de los 75 años. La idea principal de la reina Sofia y de su hijo Felipe es no llegar a la situación de la monarquía británica donde la reina Isabel II, impertérrita ante todas las presiones familiares, ha cerrado la puerta a su primogénito Carlos, el ex marido de Lady Di, y nadie sabe hasta donde quiere llegar: si a la muerte, o que en un momento dado su mente ya no funcione sea necesario obligar la a ceder sus poderes al hijo o ya al nieto directament.
Hasta ahora, el rey español ha sabido superar las presiones familiares y las de algunos aliados mediáticos de Sofia teniendo que ceder, eso sí, algunos espacios públicos a su hijo Felipe para que vaya aprendiendo, pero siempre bajo su batuta. A veces, la Casa del Rey anuncia el programa de activitades de los príncipes de Asturias, pero otras las oculta sin que nadie sepa lo que están haciendo. Desde que Juan Carlos y Sofia viven separados, aunque no se ha llegado a hablar nunca de divorcio, la reina, Felipe y Letícia son los encargados de asistir a las citas con las monarquías extranjeras (bodas, entierros, etc). También es ya habitual que sea el hijo quien acude a los actos de toma de posesión de los presidentes de las repúblicas latinoamericanas.
Las enfermedades del rey como excusa
Las enfermedades de Juan Carlos –como la última colocación de una protesis en la rodilla, son también ocasiones en que la madre y el hijo intentan poner sobre la mesa la posibilidad de la abdicación, sin otro resultado que el de aumentar la irritación del monarca, que pudo apreciarse públicamente cuando, molesto con las insinuaciones que habían aparecido en algunos medios de comunicación, el año pasado, el rey se dirigió a unos periodistas para decirles que «ya se ve que me queréis ver en una caja de pino». Por descontado, que el enfado era más con su círculo familiar que con los informadores.
El enfrentamiento de Juan Carlos con sus yernos, primero con Jaime de Marichalar y después con Iñaki Urdangarin, por los negocios que ambos habían comenzado a crear aprovechando su pertenencia a la familia real, así como las relaciones extramatrimoniales del rey –que son tema de murmuración permanente en todas las familias reales europeas–, han provocado de hecho su aislamiento en La Zarzuela, que ha ido convirtiendo en un verdadero búnker en el cual ya no deja entrar a nadie excepto a su hija mayor, Elena, que curiosamente, habría sido su heredera si el no hubiera presionado a los redactores de la Constitución de 1978 para que se mantuviera la prevalencia del sexo masculino en la sucesión al trono, cosa que seguramente acabará lamentando.