CLASES DE PERIODISMO: Dicen que un condenado por encubrir un secuestro extorsivo salió con Juliana Awada y con Florencia Macri
CLASES DE PERIODISMO: Dicen que un condenado por encubrir un secuestro extorsivo salió con Juliana Awada y con Florencia Macri
Juliana Awada y Florencia Macri compartieron un novio secuestrador
Nicolás Barlaro, condenado por su rol en el secuestro de Ariel Strajman, fue pareja de la esposa y luego de la hermana del Presidente. Lo que dice la biografía de Juliana.
Se llama Nicolás Barlaro, estuvo tres años preso por participar de un secuestro y fue novio de dos mujeres que hoy son parientes políticas: Juliana Awada y su cuñada Florencia Macri. Sí, la esposa y la hermana del actual Presidente.
Como revelo en la biografía no autorizada “Juliana”, la actual primera dama se recibió de bachiller en un colegio inglés de Belgrano, el desaparecido Chester. Dos ex compañeras de ella en esa institución confiaron que la adolescente Awada novió con Barlaro por esos tiempos, cuando andaba por los 15, a fines de los años ’80. Lo ratificó una tercera fuente, un amigo de la primera dama.
Barlaro por entonces aún no había cometido ningún delito. Era un joven de Belgrano que hacía trabajos de relaciones públicas para distintos boliches y discotecas, y en uno de esas noches festivas de baile y música ensordecedora conoció a Juliana. “El pibe repartía entradas”, recuerda una de las ex compañeras de Awada.
En cambio, la relación de Barlaro con Florencia Macri es posterior: empezaron a noviar a fines del 2005 y se separaron años después. A él luego se lo vio al lado de la modelo Chloé Bello, ex de Gustavo Cerati y amiga de Florencia.
En el año 2004, la Justicia le dictó tres años de prisión al novio de Juliana y Florencia por su rol en el secuestro de Ariel Strajman dos años antes. Lo culparon por encubrimiento. La propia Florencia había sufrido un secuestro en abril del 2003. A su vez, a Mauricio Macri lo privaron de su libertad en 1991. Y Abraham Awada, el padre de Juliana, vivió lo mismo en el 2001.
¿Está al tanto Mauricio del antiguo noviazgo de su esposa con el mismo hombre que luego sería pareja de su hermana? Las fuentes consultadas en el PRO se sorprendieron con la inesperada pregunta. Nadie atinó a responder.
No conozco a Franco Lindner. Me enteré de su existencia hace una década por un comentario de un gran periodista, Rogelio «Pajarito» García Lupo. Que me dijo, consternado: «Que cosa, acaba de aparecer una biografía de Cooke cuyo único propósito parece ser afirmar que era cocainómano, y que como estaba gordo y era diabético, (su esposa) Alicia Eguren se entretenía con jovencitos». John William Cooke, a quien Perón cuando temía que lo mataran nombró su heredero político a todos los efectos, es a mi juicio y el de muchos el mayor prócer del peronismo luego del General y de Evita, por lo que entendí que aquella «biografía no autorizada» tenía un propósito difamatorio, tanto de Cooke como de su esposa, una mujer de agallas que fue secuestrada y permaneció hasta su fin en la ESMA sin doblegarse.
Para su desgracia, Lindner, un cultor del periodismo amarillo de estrecha relación con Jorge Fontevecchia, también escrachó a Héctor «El Pájaro» Villalón, un oscuro personaje que, sin embargo, se las ingenió para ser el principal negociador entre Irán y Estados Unidos cuando se produjo la crisis derivada de la toma de la embajada gringa en Teheran por parte de los jomeinistas, en noviembre de 1979. Lo hizo al punto de afirmar que Perón le había espetado en la cara que era un estafador. Villalón amenazó con hacerle juicio, y la editorial Sudamericana, aquilatando que su pupilo era un chantapufi que había descripto aquella supuesta escena sin tener fuentes, retrocedió en chancletas y retiró el libro del mercado, algo verdaderamente insólito.
En el ínterin, Lindner, me había llamado por telefono, desesperado, para ver si podía salir de testigo a favor suyo ante la querella con que lo amenazaba Villalón. Lo hizo porque yo ya había escrito mucho sobre Villalón en la primera edición de «Narcos, banqueros y criminales».
Poco después, también me llamó Juan Gasparini, alarmado porque Villalón lo había emplazado a desdecirse de lo que había narrado en su “Manuscrito de un desaparecido de la ESMA. El libro de Jorge Caffati» acerca de su participación en el secuestro, en París, del CEO de la Fiat, Luchino Rivelli Beaumont. Según Gasparini, era inminente que Villalón me demandara por lo que había publicado. Le respondí que eso no era posible porque prácticamente todo lo que yo había escrito sobre él (que estaba vinculado a la CIA y era cómplice de la dictadura genocida, entre otras muchas cosas) me lo habia contado él mismo Villalón por teléfono (jamás nos conocimos personalmente, pero le gustaba llamarme desde San Pablo) e incluso me había mandado dos sobres con documentación respaldatoria.
Villalón nunca me demandó. Tampoco demandó a Gasparini.
Estos episodios, y la censura a dar cuenta de ellos por parte de Clarín, merecieron un jugoso artículo de la periodista Alejandra Varela (a la que tampoco tengo el gusto) en su ya discontinuado blog lalogiadelosescritoressuicidas
En el año 2007 me enteré que editorial Sudamericana había decidido retirar de la venta el libro “Cooke” del periodista de Editorial Perfil Franco Lindner. Le comenté esta situación bastante poco habitual a la editora de Clarín con la que trabajaba en ese momento y se interesó en hacer una nota sobre semejante noticia . Le entregué el material que pueden leer a continuación que jamás se publicó sin que mediara una explicación al respecto. Tampoco hubo comentarios por esos días sobre un hecho francamente insólito. Me parece interesante recuperar hoy un texto que vuelve a tener cierta actualidad.
(Por Alejandra Varela). Esa fascinación por convertir los hechos de la historia (la que se escribe con mayúscula y la inmediata que se digiere y consume bajo el nombre de noticias) en materia literaria, en un texto tan disfrutable en su lectura como una buena novela, le costó cara a Franco Lindner.
Su libro “Cooke, el heredero maldito de Perón” fue retirado de la venta por Editorial Sudamericana debido a la querella presentada por el empresario Héctor Villalón al sentirse agraviado por el modo de ser retratado dentro de esta historia.
Villalón es un empresario argentino radicado en Brasil. Su itinerario político despierta el interés literario: perteneció a Tacuara, a las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y su nombre se mezcla tanto en el entorno menemista como en la guerrilla de los setenta. Fue la conexión entre Juan Domingo Perón y el gobierno cubano en los años del exilio del general en España. Encargado de organizar el ala combativa del movimiento peronista, consigue, gracias a John William Cooke, la explotación oficial del tabaco cubano en varios países de Europa como un modo de financiar el proyecto político peronista que, por ese entonces, tenía la simpatía y el apoyo del gobierno de Cuba. En varias publicaciones, firmadas por Pacho O’Donnel y Rogelio García Lupo, entre otros, se menciona que Perón le escribe a Fidel Castro denunciando que el importante beneficio económico generado por este negocio jamás llegó a sus manos ni a su movimiento. Muchos afirman que éste habría sido el origen de la fortuna de Villalón.
Pero Lindner convierte estos datos en una escena donde el mismísimo general increpa a Villalón y descarga sobre él el insulto de “estafador”. La vehemencia dramática de Lindner no le gustó nada a Villalón quien se negó a leer esta historia como una novela y pidió pruebas. Hizo uso de su talento para la querella. Y para eludir a la justicia.
Señalado como el artífice del secuestro del Presidente de la Fiat-Francia, Luchino Revelli-Beaumont en 1977 y mencionado en varias investigaciones sobre el lavado de dinero en los años del menemismo, Villalón se presenta como una figura astuta para liberarse de los cargos que pesan sobre él y temible a la hora de enfrentar sus acusaciones. Por esta razón, tanto el autor como los editores de Sudamericana, decidieron resolver el asunto extrajudicialmente.
“Ir a juicio iba a costarle mucho dinero a la editorial y yo no podía garantizarles que íbamos a ganar”, explica Lindner. “Si bien contaba con testigos para fundamentar mi afirmación se trataba de fuentes orales que no sabía si me iban a responder al momento del juicio porque, en la mayor parte de los casos, habían hablado off the record”
El mismo autor considera que “el libro no tuvo mucha repercusión. Si hizo una tirada de 5 mil ejemplares y se vendieron 2 mil. En términos económicos no tenía sentido ir a juicio por 3 mil ejemplares.”
Existe un acuerdo entre las partes que determina que, en caso de reedición, se deberá suprimir o modificar el párrafo mencionado pero para Lindner se trata de un capítulo cerrado: “todo esto me desgastó mucho y perdí interés”.
Juan Gaspari*, autor de “Manuscrito de un desaparecido de la ESMA. El libro de Jorge Caffati”, agrega que al desencadenarse este conflicto recibió una llamada del abogado de Villalón interesado por conocer la suerte que corría su defendido en dicha publicación. También le confesó que estaba en la mira Pacho O’Donnell por su biografía ”Che. La vida por un mundo mejor”, donde también se cuentan las andanzas de Villalón entre Cuba y Puerta de Hierro. Lo cierto es que ninguno de estos libros tuvo que ser retirado del mercado como ocurrió con el material de Lindner.
Villalón encontró en ese texto cierta vulnerabilidad y, finalmente, logró su cometido.
Los episodios relatados por Lindner se repiten en numerosas notas y libros de investigación periodística pero tal vez en este caso la construcción narrativa le dio fragilidad a un texto que no pudo defender por sí mismo su solvencia documental frente al deseo ficcional del autor.
Comentario:
Hola Alejandra
A veces tengo la sensación que la historia es, del algún modo, como esos cubos de juego infantil, donde unos van dentro de otros, o, siendo el día de la Madre, sería más pertinente el ejemplo de las mamushkas; dentro del marco de esa historia «macro» se tejían, se tejen, se tejerán los hilos invibles que construyen su trama, con las grandezas y miserias.
Te felicito por tu escritura, comienzo a seguir tu blog.
Nota
- En la actualidad, FL es jefe de Política de la revista Noticias.
** Gaspari es el verdadero apellido de Juan Gasparini.