DE NARVAEZ. Colorado sinvergüenza

El colombiano efedrínico haciéndose el langa ensaya a volverse rojillo ma non troppo. ¿Irá debajo de Ricardito? Del ridículo no se vuelve.

 

Un día, De Narváez, que hasta entonces había sido un neoliberal «apolítico», un rojizo orangután con pretensiones de gorila, por pura conveniencia, se declaró peronista. Por conveniencia, muchos gorilas y muchos ex peronistas entregados en cuerpo y alma al capitalismo depredador, como el Cabezón Duhalde, hicieron como que le creían. Tuvimos que hacer saliva y tragarnos el escuerzo de que el colombiano que llamaba y era llamado por el «Rey de la efedrina» se presentara… como peronista (estaba el antecedente de que mucho antes lo había hecho Eduardo Amadeo) y quisiera sacar chapa de descamisado con un raid consumista de compras de trajes, objetos y libros que fueron del General. Por las dudas, puso unos pesos en un restorán temático llamado precisamente «El General», dónde después, como es su inveterada costumbre (recordar los centenares sino miles de despidos de Casa Tía) dejó a los trabajadores en la estacada.

Hoy este colombiano hijo de checos y amigo del narco Uribe analiza cambiar tantos símbolos justicialistas por las espigas, pluma y martillo del rojo, rosado escudo de la exangüe Unión Cívica Radical. Imposibilitado de postularse a la presidencia de la nación, analiza llevar como candidato a la primera magistratura a Ricardito Alfonsín, alías «El clon».

Sin ponerse colorado.

Como decía el general: «El ridículo es ese lugar del que no se vuelve».

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