Gustavo Vera, el Espartaco trucho
Por Hernán Jaureguiber
Siempre pareció un muchacho gris. Mezcla de trostkista y de vigilante, el muchacho se movió por todos los espacios de la política de izquierdas y reinvindicaciones populares. Nunca permaneció en ninguno de ellos ya sea porque el espacio se disolvía o porque al tipo no le daban la suficiente bola y se rajaba tratando de llevarse consigo alguna experiencia acumulada para intentar construir-destruir en la siguiente etapa. Se lo vió en asambleas, en rejuntes electorales etc. Y en ninguno consiguió el protagonismo que buscaba. Vale aclarar que, como es habitual, el muchacho se presenta como un tipo sin grandes ingresos, un laburante (deberíamos saber su ocupación), y que por pura nobleza de alma se entrega a la lucha por los desposeídos, al contrario de los otros politiqueros burgueses que lo hacen por un cargo electoral o de los otros. Pues bien, tanto dió vueltas el muchacho rubio que además de engordar y dejar de ser muchacho, recaló entre los obreros textiles esclavizados. Raudamente se constituyó en su líder, aunque de hilos y costuras no supiera nada, al igual que de otros tantos temas que aborda con sanata envidiable hasta por Fidel Pintos.
En fin, allí llegó y allí se quedó, en la Alameda, un lugar en donde algunos recurren para que los dejen de currar los explotadores y los empiece al explotar mediáticamente el númen de Floresta. Puede ser posible que en dicho lugar, algunos pobres individuos encuentren refugio, pero lo que mas trasciende es el trabajo de Figureti. Bien digo trabajo, porque el muchacho que otrora decía no buscar puestos políticos en el estado, encontró un buen trabajo administrando la ONG La Alameda, que nadie le disputara en su manejo, sin riesgo de derrota electoral. El capanga, que no manejará los grandes fondos de un Sindicato o de una Dependencia estatal, pero para sus pretensiones económicas alcanza sin tener que fatigarse en sus laburos anteriores. Digamos, encontró su lugar en el mundo, su quinta. Pero desde allí, cada tanto, intenta proyectar su figura mediáticamente con alguna reyerta que promueve entre explotados. Si señor, entre los que dice proteger y los otros, quienes se cagan a palos alimentados por las directivas del Espartaco trucho, que recibe algún que otro magullón para mostrarle a Chiche Gelblung. Porque si algo le fascina a este muchacho son las cámaras de TV. Cómo las vedettes de bailando por un sueño, no sabe que hacer para que le den bola y allí dar su monserga trotska, de opositor de todo y contra todo, aquel perfil que despuntaba sin éxito entre asambleas y grupetes inconclusos. Pero lo que resulta vomitivo es que su interés por ganar escena lo llevara a la infamia sin retorno de denunciar al Dr. Raúl Eugenio Zaffaroni y nada menos que prácticamente presentarlo como proxeneta. Si total, denunciar ante la cámara es fácil y gratuito. Cuanto mas groso es el denunciado mas bola y rédito te dará. Y si no te dá rédito directo, al menos lo será indirecto, pues alguna recompensa o consideración recibirás de los verdaderos beneficiarios de tu canallada.
Rubio es. Ahora también Gordo. Una buena cirugía y un crucifijo lo dejan como buen aspirante a un espacio que hasta ahora no tenía rival. El daño ya lo hizo, como también ya consumó sus engaños. Lo que debemos apuntar como experiencia, es que entre los desposeídos también hay canallas que suelen ser la punta de lanza para estropear una construcción seria. Ejemplos recientes no nos faltan, cuando vemos que el disgusto por el crimen de Mariano Ferreyra se llevó a Nestor Kirchner, y que muy cínicos los Altamira, etc. se subieron al cadáver del joven para sacar ventaja.
Y como el parricida, que metido como Astiz entre nuestras madres, provoca una herida enorme a todas nuestras reivindicaciones.
Aprendamos a cuidar lo mejor que tenemos de canallas, alcahuetes y trepadores, que suelen ser iguales o peores que los enemigos principales del proyecto Nacional y Popular.