Que no se ofendan los ancianos resistentes; la primera vez que vi a Bombita Rodríguez cursé una breve pero profunda depresión («tanta sangre y pasión para que ahora nos tomen pa’l churrete») pero la segunda ya me empezó a gustar y hoy es uno de mis mayores ídolos, junto a Inodoro Pereyra, la Tortuga D’Artagnan y Guillermo Aquino. Tengo para mi que cuando no podemos reírnos de nosotros mismos y nuestros infortunios, comenzamos a morir.
Nadie es peronista
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POR GABRIEL FERNÁNDEZ / RADIO GRÁFICA / LA SEÑAL MEDIOS
Transitamos de nuevo y con más dedicación el libro Sin árbol sombra ni abrigo del amigo Teodoro Boot. Entre tantas narraciones bien entrelazadas, vale destacar algo. La investigación sobre el golpe del 55 es completa, profunda y veraz. Lo que más llama la atención es constatar que los golpistas impunes en los alzamientos previos a la asonada definitiva luego protagonizarían ejes represivos tras el golpe de 1976. Ahora que se acerca el 24 de marzo, vale evocar: dos décadas después los mismos nombres reaparecieron en el horizonte argentino al frente de campos de concentración, grupos de tareas, cargos públicos. Vale el subrayado para comprender el valor del impulso a los enjuiciamientos a lo largo de las décadas recientes. Y, por supuesto, insuflar al análisis el trasfondo articulado en el plan económico dictatorial luego desplegado por las administraciones liberales.
A lo largo de las páginas de Sin árbol, sombra y abrigo se evidencia esa sensación potente que suele preocupar al argentino bien nacido: durante largos períodos se palpa la sensación de que nadie es peronista. El movimiento más importante del país y uno de los más voluminosos del mundo, queda invisibilizado y todas las voces, desde las surgidas en los espacios comunicacionales hasta las que se escuchan en el almacén, el café y el transporte público de pasajeros, dan cuenta de una ajenidad profunda.
Lo curioso es que esa aparente mayoría está configurada por quienes no ven lo que tienen ante las narices mientras que la mayoría genuina se desplaza, lúcida, en silencio, por calles y pasillos oscuros con el objetivo de retomar las formas democráticas en nuestro país. Queda bien descripto en la obra, además, que por muchos aires que nos demos sobre Unidad, Solidaridad y Organización, nuestra querida Resistencia, nuestro andar cotidiano, se han asemejado mucho a la Armada Brancaleone.
Teo lo plasma con un humor singular.