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LULA LIBRE. Todavía no hay que cantar victoria / La clave: Las Fuerzas Armadas / Necesidad un frente amplísimo

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El calificado autor duda que la absolución de Lula no pueda revertirse porque en el complot que lo condujo a la cárcel sin ninguna prueba y en el Lava Jato que le sirvió de pretexto y falso marco hubo demasiados protagonistas y ahora tendría que ser el  Supremo Tribunal Federal (STF, Corte Suprema) el que tendría que derribar el ìdolo con pies de barro, el juez Sergio Moro, inflado por los grandes medios, dejando en evidencia que se trata de un bandido y gran parte del poder judicial su cómplice. Y Cannabrava pone el dedo en la llaga al señalar que una de las claves, quizá la principal,  la clave está en las Fuerzas Armadas y en lo poco que se ha estudiado el proceso por el cual dejaron de ser nacionalistas para subordinarse al Comando Sur de los Estados Unidos con sede en Miami**. Porque si algo está claro es que Brasil está gobernado por el alto mando, siendo el capitán Bolsonaro apenas una fachada para que no sea tan evidente. Para derrotar a esa derecha blindada, concluye, no alcanza con la unidad de las izquierdas, es necesario construir un frente muy amplio con el objetivo prioritario de recuperar la soberanía nacional.

Luego de la nota, unos comentarios míos. JS

¿Termino el calvario judicial de Lula?

 

POR PAULO CANNABRAVA FILHO*

El resurgimiento de Lula como protagonista en el escenario político, después de largos cinco años, tuvo repercusión en todo el mundo. No podía ser de otro modo. En todas partes se reconoce a Lula como víctima del mayor escándalo judicial del siglo.

Escándalo muy diferente de otros casos en que hubo error judicial, aquí se trató de la utilización de la justicia para fines políticos y de enriquecimiento personal.

Pero son muchas las incógnitas que aún nublan el «affaire Lula» así como son muchas las interpretaciones apresuradas e inconsistentes sobre los últimos acontecimientos jurídicos que envuelven al ex presidente.

Vamos por partes.

El primer hecho fue la decisión aislada del ministro del Supremo Tribunal Federal (STF) Edson Fachin, el lunes 8 de marzo, de considerar nula las sentencias contra el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva proferidas por la corte de Curitiba, presidida por el juez Sérgio Moro, por no ser esta la instancia debida. En suma, el ministro acogió precisamente lo que solicitaban los abogados de Lula.

Lula no podía ser juzgado en Curitiba porque los crímenes de que le acusaban habrían sido cometidos en São Paulo y sin ninguna relación con los hechos acaecidos en Petrobras, objeto exclusivo de la Operación Lava Jato, llevada a cabo por el juez Sérgio Moro, en Curitiba.

Por decisión del juez Fachin, el proceso contra Lula ha sido encaminado hacia una corte de Brasilia, la capital federal, corte que recibe todo lo que fue arrollado contra Lula anteriormente. Quiere decir que Lula sigue rehén de la Justicia que podrá, en caso de que acepte la denuncia, condenarlo o declararlo inocente en primera instancia y aún cabe interponer recursos. Pero solo podrá volver a prisión si fuera condenado en segunda instancia, un proceso de por lo menos dos años. La fiscalía general recurrió la sentencia y el recurso fue negado. El mismo Fachin encaminó para que su decisión sea ratificada por la plenaria de la Corte.

Como se trata de una cuestión técnica, no hay como volver atrás en esa decisión.

Llevó tres años que ese Habeas Corpus fuera resuelto. Lula quedó 580 días preso ilegalmente, luchando por probar su inocencia. No había pruebas contra él, pero había «convicción» de los jueces y fiscales de que él era un criminal que debía ser mantenido en la cárcel.

Lula y sus abogados confían que ahora tendrán un juicio justo.

Una vez libre, Lula pudo hacer un pronunciamiento público poniéndose como el protagonista de la oposición al gobierno. Habló como un estadista insuflando esperanzas en amplios sectores, tanto del campo institucional como del popular, huérfanos y sujetos a la masacre cotidiana propiciada por el gobierno militar de ocupación.

El resurgimiento de Lula como sujeto político alteró completamente el escenario prelectoral de 2022. Lo que obliga tanto a la derecha como a la izquierda a evaluar sus planes y candidaturas.

Lawfare e impudicia

El segundo hecho, transcurrió en el 2º Grupo de la Suprema Corte del país el día siguiente a la decisión del ministro Edson Fachin. Allí se empezó a juzgar el pedido de suspensión del juez Sérgio Moro por improbidad administrativa y, por lo tanto, inepto para juzgar a Lula, lo que implicaría invalidar toda la Operación Lava Jato.

Esto es lo más grave, pues lo que se cuestiona es todo el aparato judicial y político del Estado, incluyendo la elección presidencial de octubre de 2018. Elecciones que, denunciamos, fueron, como ya se verá, una farsa y un fraude.

El ministro Gilmar Mendes, relator del caso, demostró que desde 2013 los fiscales y los operadores de la Operación Lava Jato actuaron como en un Estado totalitario y en muchas ocasiones violaron la legislación vigente.

Fue el caso, por ejemplo, de que se plantaron escuchas ilegales a la oficina de los abogados defensores de Lula o la misma presidencia de la República, con el objetivo de obtener pruebas contra el reo. Eso de escuchar a los abogados jamás se ha visto, anula el derecho de defensa, dijo el Mendes.

Otro ejemplo: la prisión coercitiva de Lula, cuando bastaba una simple intimación para que compareciera a declarar en el juzgado.

Todo eso fue hecho para mantener a Lula fuera de las elecciones presidenciales de 2018. Y se hizo con la complacencia de la suprema corte, constató el relator.

A esos y otros hechos se han sumado siete tera bits de intercambio de mensajes por celular entre los operadores de Lava Jato y el juez Sérgio Moro. Dada a público parte de esas grabaciones transformó la Operación Lava Jato en el mayor escándalo judicial del siglo. Quedó clara no solo la parcialidad del juez, sino también su actuación como conductor de un grupo operacional que fue parte de un proyecto de conquista del poder político y enriquecimiento personal.

Ese juicio fue interrumpido por un pedido de vista al proceso, cuando el tema estaba virtualmente empatado con dos votos a favor y dos en contra. Los ministros son cinco. El desempate quedó en manos del ministro Nunes Marques, quien pidió más tiempo para analizar los autos, puesto que fue ha sido nombrado recientemente por Jair Bolsonaro, el capitán que ocupa la presidencia en el gobierno militar de ocupación. El resultado, por lo tanto, es una incógnita.

Además, un pedido de vista puede tardar mucho tiempo. El pedido de vista anterior, hecho por Gilmar Mendes, tardó un año.

Si la corte acepta que Moro actuó con parcialidad e interés personal, se anula todo el proceso que fue transferido de la corte de Curitiba para la Corte de Brasilia. Entonces sí, Lula habría sido declarado inocente.

Pero hoy es válido dudar que sea cierto que ha terminado el calvario judicial de Lula.

Conociendo los antecedentes históricos de la Corte, lo dudo.

Un complot ramificado

La cuestión es muy compleja. Comienza por tener que aceptar que Sérgio Moro es un bandido, después de haber sido consagrado como héroe nacional incluso por los propios jueces que integran el STF. El héroe que acabó con la corrupción. Esa es la imagen que los medios de comunicación forjaron y que la Corte tendría que destruir.

Ocurre que Lula no fue objeto de un complot puesto en marcha en 2018 por la mera voluntad de un mero juez de provincias. Hubo una gran concertación que envolvió a los poderes judicial y legislativo, más las fuerzas armadas.

El general (Eduardo Dias da Costa) Villas Boas, acaba de confesar en un libro autobiográfico, que en 2018, cuando era comandante del Ejército él y todos los miembros del estado mayor suscribieron un comunicado al Supremo Tribunal Federal apostillando que no admitirían la victoria de Lula sobre el candidato de las fuerzas armadas. La realidad es que el entonces presidente del STF, Días Toffoli, le garantizó a Villas Boas que Lula seguiría preso y que el tribunal no tocaría en la Ley de Amnistía. Fue un pacto que resultó en la contratación del general para actuar como asesor del presidente de la corte.

Sabían que si Lula participaba no existía la menor chance de victoria de Bolsonaro y su minúsculo partido.

¿Qué cambió?

Ahora, la polarización entre Lula y Bolsonaro, es decir, con los militares, se repite. Lula admitió que es candidato y Bolsonaro está en campaña desde el primer día en que pisó en el Palacio do Planalto. Yo me pregunto: ¿se deshizo el pacto? Se expusieron los poderes legislativo y judicial, enfrentando la ley y la opinión pública para evitar la polarización entre Lula y Bolsonaro. ¿Ya no vale más lo pactado? ¿Qué cartas tendrán escondidas?

Los militares son un gran problema. Los generales retirados están alborozados. Las asociaciones de oficiales retirados, que en 2018 anunciaban que si ganase Lula habría golpe o guerra civil, ahora manifiestan su inconformidad. “El lugar del ladrón es en la cárcel… tirar la Operación Lava Jato a la basura ha sido un puñetazo en la cara de la nación”. Ese es su pensamiento básico. Para ellos Lula es una criatura deplorable.

Los militares conquistaron el poder a través de una operación de inteligencia ejecutada a lo largo de más de una década. Una operación de inteligencia que contó con ayuda de los servicios de inteligencia estadounidenses y de la Cambridge Analytica, que además de recursos y tecnología, trasladó a Steve Bannon para asesorar en la campaña electoral urdida por los militares. Participaron grandes grupos empresariales que aportaron recursos para manipular la opinión pública a través de las redes sociales, por una parte, y por la otra amenazando a sus empleados con que de ganar Lula se quedarían sin trabajo. Se lo mire por donde se lo mire hubo abuso del poder económico y participación extranjera en una farsa electoral.

Asumieron el poder «legitimados» por el voto. Al día siguiente eran 500 los militares a integrar el gobierno; hoy son cerca de ocho mil. El poder real lo ejerce una junta militar con generales en servicio y retirados y el alto mando participa de las decisiones. Tomaron el poder por 40 años, el tiempo que según ellos es necesario para arreglar al país.

Clave: las Fuerzas Armadas

La cuestión militar está sin ser estudiada en las universidades y lejos de ser entendida por los liderazgos políticos. Hubo un distanciamiento difícil de ser trabajado. La animosidad de ambas partes dificulta el entendimiento. Ese es el punto nodal del asunto. Cómo lograr que las fuerzas armadas cumplan su papel constitucional de guardianes de la soberanía.

Porque los militares abdicaron de la soberanía en todos los frentes. En el frente de la defensa, al someterse al Comando Sur de los Estados Unidos, y en el frente económico al imponer a la nación la dictadura del capital financiero y el pensamiento único.

Abdicaron de la dignidad, también, al protagonizar ahora, una necropolítica en lugar de enfrentar la pandemia de Covid-19. Estamos llegando a 300 mil muertos, tres mil muertos al día, un récord que colocó el país en el epicentro mundial del virus.

Lula candidato

Robaron la elección de Lula. De eso no hay duda. Por eso defendemos que Lula tiene todo el derecho de ser candidato y disputar en igualdad de condiciones las elecciones de 2022.

Liberado, Lula habló a la nación como un estadista. Mostró que está preparado. Era lo que faltaba en el escenario político. Protagonismo. Salir de la defensiva y asumir la vanguardia, proactiva, asertiva. Un mandato claro para las izquierdas: asumir el papel protagónico de organizar y educar a las masas. De llevar la verdad al pueblo, francamente. De colocar las cosas en su debido lugar.

Lula sabe que un Frente de Izquierda difícilmente conduzca por si mismo a la derrota del gobierno militar de ocupación. La figura de Bolsonaro es electoralmente fuerte, y en sus manos está la máquina gubernamental que siempre cuenta, además, claro, de las amenazas de los militares. Para enfrentar eso es necesario un frente más amplio, muy amplio.

Un frente de izquierda claro, desde ya, debe estar organizado dentro del frente amplio, dando contenido ideológico al combate político. La prioridad que debe vertebrar al frente amplio es vencer a este gobierno y restaurar la democracia y la soberanía nacional.

………………….

*Editor de la revista virtual Diálogos del Sur. Inició sus actividades como periodista del diario El Tiempo en 1957, trabajó como reportero en importantes diarios de Brasil, como Correo de la Mañana, La Nación, Folha de Sao Paulo. Ejerció la función de director en la TV Gazeta y en la Radio Marconi. Fue editor en los diarios El Nacional, en Bolivia y Expreso en el Perú y, corresponsal en América Latina de las agencias internacionales Prensa Latina, France Press y director regional de Inter Press Service. Elaboró y coordinó la ejecución de importantes proyectos de comunicación para organizaciones internacionales, gobiernos y ONGs en diversos países de nuestra América. Es autor de varios ensayos y libros con ediciones en Europa, Argentina, Perú, México, Panamá y Brasil. Desde 1988 es director de la Nueva Sociedad Comunicación Ltda., empresa de consultoría en el área de comunicación social y marketing cultural. Es socio fundador y actual presidente del consejo de la Apijor -Asociación Brasileña de la Propiedad Intelectual de los Periodistas Profesionales- e integra el consejo director de la Abap -Asociación Brasileña de Amnistiados Políticos.

**Un gran misterio que nadie me ha explicado hasta el presente: El gran profesor Luis Alberto Moniz Bandeira, hace unos 17 años, en vísperas de las elecciones presidenciales que Lula ganaría por primera vez, me dijo que ganara quien ganara, tendría que tener en cuenta que las Fuerzas Armadas brasileñas eran nacionalistas, y cuando hacia ejercicios en la Amazonia, y uno de los bandos era el azul y el otro el rojo, a nadie se le escapaba aunque no se proclamara en voz alto, que uno de los bandos era el ejército brasileño y el otro una conjunción internacional vertebrada por el ejercito colombiano con un fortísimo apoyo yanqui. ¿Qué pasó desde entonces para que las FF.AA. brasileñas se subordinasen mansamente (al menos, no han trascendidfo públicamente acciones de resistencia) al Comando Sur, su virtual enemigo de entonces?

Esta misma perplejidad me produce comprobar con que impunidad se movilizan y muestran en Madrid expresiones políticas del franquismo más descarnado, que lindan con el nazismo exterminador, con absoluta complacencia de una justicia cada vez mas justificadora del genocidio (en la guerra civil española y la posguerra, fueron desaparecidas y/o asesinadas un mínimo de 150 mil personas, además de los caídos oficialmente en combate, que fueron muchos más) teniendo en cuenta que en 1999 participé en Sevilla junto a mi recordado amigo José Luis D’Andrea Mohr, de un encuentro enntre militares españoles en actividad de talante democrático y argentinos ex detenidos-desaparecidos.

De la misma manera, todavía no entiendo como Evo Morales y García Linera pudieron descuidar tanto la formación y la vigilancia (ambas cosas son necesarias) sobre los cuadros militares bolivianos, al punto de ni una miserable compañía, no digamos ya un regimiento, salió a la calle a enfrentar a los golpistas.

La necesidad de contar con Fuerzas Armas imbuídas espíritu patriótico y dispuestas a defender el territorio argentino, su población recursos, la existencia de una Argentina soberana (es decir, gobernada por las mayorías populares) clama al cielo.

 


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