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A MODO DE EDITORIAL. Leña y mondongo, el ajuste sin fin y la interna del peronismo

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Soy del barrio de Montserrat, llamado así en honor a la vírgen negra de Cataluña, la moreneta. Durante la colonia gran parte de su población era afroamericana por lo que era conocido como «el barrio del mondongo» porque era esto lo que mayormente comían los esclavos. Vivo en un barrio en el cual, justicia poética, cada vez hay más morochos, negros, mulatos y zambos provenientes de distintos confines la patria grande (y algunos, pocos, de Senegal y Nigeria).  No sea cosa que quienes tanto hacen para retrotraer a la Argentina a fines del siglo XIX y principios del XX se les vaya la mano y nos dejen en aquellas épocas en que no había tendido eléctrico y se cocinaba a leña.

Estos pensamientos me asaltaron luego de leer esta nota referida la interna justicialista con cierta distracción hasta llegar a esto:

«Los movimientos sociales dicen que en los barrios del conurbano bonaerense se respira un olor distinto. El crecimiento de la pobreza, la reducción de las changas y la desolación en las áreas inflamables donde nada sobra genera una nueva atmósfera, como si entre la tierra, el plástico y la leña se estuviera cocinando un nuevo caldo social.

«En la tercera sección electoral, el histórico bastión del kirchnerismo, los líderes territoriales identifican dos fenómenos recientes. El primero tiene que ver con los aumentos de tarifas que se hacen imposibles de pagar. Con facturas que oscilan entre los 100 mil y los 200 mil pesos, cada vez hay más gente que paga para colgarse de la luz. En municipios del conurbano sur, los vecinos rechazan las intimaciones de Edesur para regularizar las deudas por el servicio y deciden contratar a personas que los enganchan a la red. Pagan entre 5 mil y 35 mil pesos, según la calidad del trabajo, por resolver un ítem clave para la supervivencia, que se lleva cada día una porción mayor de sus ingresos.

«En los últimos años, la tendencia era otra. A partir de la regularización que se había propiciado a partir de la creación del Registro Nacional de Barrios Populares que impulsaron las organizaciones sociales y aprobó el Congreso durante el gobierno de Cambiemos, Edesur había instalado medidores en los barrios y la gran mayoría de los vecinos se propuso evitar atrasos en los pagos. La nueva temporada de tarifazos que inauguró La Libertad Avanza detonó la ecuación y forzó una regresión. Cada vez son más los que deciden colgarse de la luz.

«La otra novedad de la dinámica económica remite a lo más básico: es el aumento de la venta de cuajo en los barrios carenciados. Dos veces por semana, una camioneta recorre las calles para ofrecer a 1500 pesos el estómago de vaca o cordero, la forma menos costosa de acceder a proteínas animales que reemplazan a otros cortes de carne que hoy resultan inaccesibles. Los dirigentes sociales dicen que es fácil advertirlo porque el paso de la camioneta coincide con la propagación del fuego en los hogares. Como se trata de un corte que necesita hervirse durante más de una hora para ser guisado, los vecinos hacen fuego con leña para no gastar la garrafa de 10 kilos, que hoy oscila entre 8500 y 12 mil pesos en provincia de Buenos Aires. Son costumbres antiguas, hijas de la pobreza, que regresan en un contexto en el que, según el INDEC, la pobreza afecta a 52% de la población a nivel nacional, casi 25 millones de personas, y 52,8% en el Gran Buenos Aires, 8.437.209 personas».

Me parece claro que el peronismo debe terminar con su interna con la mayor rapidez posible y abocarse a representar a «los condenados de la tierra», los aplastados por el ajuste sin fin de Milei, Caputo y Szturzenegger. No tiene otra razón de existir, y si la ignora, no sólo dejará huérfanas y desamparadas a las víctimas del sistema, sino que se convertirá en el acaso principal sostén del sistema, tal como pretenden los Pichettos (que en esto acuerdan con los chetos) y los Morenos, que han intervendo las principales consignas del peronismo original por «Patria y Colonia» y «Braden y Perón».

Hace casi un siglo fueron los radicales galeritas los que iniciaron la imparable licuefacción pútrida del radicalismo que Alfonsín intentó contrarrestar. Del mismo modo y con mejores resultados, Néstor Kirchner y Cristina evitaron hasta ahora para el peronismo el final hediondo en que esta sumido el radicalismo.

Leía esta nota sobre la interna del peronismo que termina con la opinión de Juan Grabois:

«Axel debería apoyar sin dudar un segundo a Cristina para el PJ Nacional porque ella se merece el reconocimiento de la fuerza que revitalizó y la gratitud de los dirigentes que promovió (…) Cristina debería garantizar el pleno respaldo del PJ al gobierno de Axel, porque Axel tiene que sostener el gobierno en la provincia más grande y compleja del país, además de afirmarse como una de las máximas referencias del trasvasamiento generacional».

Coincido.

 

 

 


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