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OSAMA BIN LADEN: Washington necesitaba silenciarlo y silenció también la muerte de varios SEAL

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Como sucede casi siempre, años después hay noticias que confirman lo que algunos «conspiranoicos» decíamos desde un principio. Por ejemplo, que en el derribo de las Torres Gemelas de NY y el ataque al Pentágono estaban involucrados (además de los locales) los servicios secretos de Arabia Saudita e Israel. En esta ocasión, se confirma que uno de los helicópteros de la «Operación Gernónimo» se estrelló o fue derribado (por lo que debíó haber muchos muertos, tal como dijeron los vecinos que vieron los cuerpos humeando), y que muy sorprendentemente los miembros del comando de los SEAL que intervino no fueron condecorados con corazones púrpura tal como es habitual en estos casos (alguna fuentes hablan de una sorprendente cadena de muertes entre sus miembros) así como que el objetivo era matar a Bin Laden y no capturarlo, que se buscó silenciarlo. Los dejo con la nota publicada por el diario español El Mundo. JS

Lo que la CIA no tuiteó: cómo vivieron los vecinos de Bin Laden la noche en la que lo mataron

 

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En esta casa se escondía Bin Laden en Abbottabad, con vecinos y periodistas ese 3 de mayo. REUTERS

Milagros de Internet. Sohaib Athar es un informático pakistaní que tiene en twitter la cuenta @ReallyVirtual. Se autodefine como «un consultor de tecnologías de la información que está escapando de la rutina diaria (‘rat race’, una expresión difícil de traducir) en las montañas con sus ordenadores portátiles». Anoche tenía 7.098 tuits, y seguía a 352 personas.

Hasta ahí, todo normal. Lo curioso es cuando se observa quiénes son sus seguidores: @Niemanreports, la revista y web de noticias de periodismo de las becas Nieman de la Universidad de Harvard; el gestor de hedge funds John Brynjolfsson; y Rosental Alves, el director del Centro Knight de Periodismo del campus en Austin de la Universidad de Texas.

Y es que Athar tiene 54.200 seguidores. O sea, casi 8 por cada tuit. Una cifra muy respetable. Y más para alguien que tuitea para quejarse de la atención telefónica de su banco, el tiempo en Islamabad y en Abbottabad… y poco más.

Además, la popularidad de Athar está cayendo. Hace cinco años, sus seguidores pasaron de 750 a 86.000 en cuestión de horas, según un estudio del Instituto Poynter, una organización estadounidense especializada en el estudio de los medios de comunicación (y que no le sigue en Twitter). ¿Cómo fue posible? Porque Athar tuiteó en directo al raid de Osama bin Laden. Estaba despierto y lo oyó todo.

Hoy no queda ni uno solo de aquellos tuits. Tampoco los de otros internautas de Abbottabad que estaban despiertos y que interactuaron con Athar comentando las explosiones, las sirenas, los ruidos de los helicópteros y, al final, de los cazas. No queda ningún comentario de S S (@smedica), una estudiante de Medicina que vive en Abbottabad y que también oyó la operación; ni de Mohsin Bashir, que también oyó la explosión y que preguntó a la gente del barrio en el que vivía Bin laden que qué había pasado. Ni de los tuits de la web de defensa @terminalpkx, que citó a altos mandos del Ejército de ese país diciendo que en Abbottabad no había pasado nada esa noche.

Todos esos tuits se los ha tragado la Tierra. Ninguno de los internautas que aquella noche estuvo en la red social ha vuelto a tocar el tema. Ni un comentario, ni una referencia. La vida sigue igual. Athar ha sido invitado en el festival South By Southwest (SXSW), una especie de ‘Davos hipster’ dedicado a las nuevas tecnologías y a la cultura pop que se celebra todos los años en Austin, y ha dado algunas entrevistas, pero nunca ha entrado en detalles. ¿Osama? ¿Osama qué?

Estos tuits son el cuestionamiento más serio de la versión oficial del Gobierno de Estados Unidos de la muerte de Bin Laden. Por una razón: no ponen en duda los aspectos técnicos, tácticos, éticos, o de inteligencia del operativo militar. No. La duda que crean es de índole médica: ¿son los militares pakistaníes sordos? ¿Todos, o solo los que estaban en Abbottabad aquella noche?

Porque, si no, ¿cómo puede explicarse que se estrellara un helicóptero a 1.300 metros de distancia de la Academia General del Ejército de ese país, y que varias docenas de militares entraran en una vivienda que había sido construida como una fortaleza a tiro limpio y volando las puertas, sin que ninguno de los 3.000 cadetes y 1.000 instructores y administrativos del centro se enteraran? ¿Qué tipo de explosión – cuando, se supone, los SEAL volaron la aeronave, para evitar que cayera en manos de los pakistaníes – puede ser oída a seis kilómetros de distancia pero no a 1.300 metros?

Son algunas de las dudas insolubles de la Operación Geronimo, el nombre -criticado por racista, ya que Geronimo era un jefe apache- del plan para asesinar a Osama bin Laden. Hay más dudas, desde luego. En la versión oficial -y en las oficiosas de los periodistas Peter Bergen, asesor de la película ‘La noche más oscura’, y de Mark Bowden, autor del best-seller ‘Black Hawk Derribado’- hay helicópteros invisibles al radar y helicópteros enormes que no pueden pasar desapercibidos. Hay soldados estadounidenses patrullando por el barrio – o sea, a las puertas de la Academia Militar del Ejército de Pakistán -explicando en urdu y pashto a los vecinos que no salgan a la calle. Hay un apagón de luz misterioso en esa sección de Abbottabad, en la que viven sobre todo familias de altos mandos militares de un país controlado por las Fuerzas Armadas. Hay un cadáver que se lanza al mar pero del que nunca se han mostrado fotos para no horrorizar al mundo (curiosamente, EEUU exhibió como piezas de caza a los hijos de Sadam Husein, tanto después de muertos como tras la autopsia que se les practicó).

Y también están las versiones alternativas, que son básicamente la misma: la muerte de Bin Laden fue acordada entre EEUU y Pakistán -que tenía al terrorista en una especie de arresto domiciliario financiado por Arabia Saudí-. Una vez que Washington descubrió a Osama, Islamabad no pudo mantener el engaño por más tiempo. Y lo que siguió fue un juego de traiciones múltiples.

Ésa es la teoría del veterano periodista de investigación y Premio Pulitzer Seymour Hersh, que ahora acaba de publicar un libro al respecto con el apoyo de la que fue corresponsal del ‘New York Times’ en Afganistán durante 12 años, de 2001 a 2013, Carlotta Gall. En su libro, Gall insiste en que Pakistán protegió a Bin Laden, pero que también le fue cortando progresivamente el acceso al resto del mundo.

Mientras la CIA retuitea la versión desinfectada de la operación, una búsqueda por Internet para exhumar los tuits borrados da esta otra imagen, muy diferente, de cómo fue aquella noche.

12:58 de la madrugada, hora local. Helicóptero rondando por Abbottabad (es raro).

 

1:05 de la madrugada, hora local. «Vete, helicóptero, antes de que saque mi matamoscas gigante :-/»

 

1:09 de la madrugada, hora local. «Una gran explosión ha hecho temblar las ventanas en Abbottabad Cantt. Espero que esto no sea el principio de nada malo:-S».

Abbottabad Cantt es el nombre coloquial que recibe ‘Acantonamiento Abbotabad’, una base militar situada en las afueras de la ciudad, y también el barrio en el que se encuentra, una zona de chalés ocupada por familias de clase alta, muchos de ellos ex militares, donde se encontraba la vivienda de Osama bin Laden. El ‘Acantonamiento Abbottabad’ es parte del complejo de la Academia Militar de Pakistán (PMA, por sus siglas en inglés), en la que residen unos 3.000 cadetes y 1.000 instructores y personal administrativo, agrupados en cuatro batallones.

La casa en la que estaba Bin Laden estaba a 1.300 metros de la PMA.

 

1:44 de la madrugada, hora local «@m0hcin todo en silencio después de la explosión, pero un amigo que está a 6 kilómetros también la oyó… el helicóptero ha desaparecido también«.

 

1:46 de la madrugada, hora local: «Parece que mi matamoscas gigante ha funcionado!»

1:48 de la madrugada. «@m0hcin La poca gente que está online a estas horas de la noche dice que uno de los helicópteros no era pakistaní».

 

1:48 de la madrugada. Ata ul Mohsin: «@reallyvirtual. Gracias por el link, hay gente que dice que la explosión se produjo cerca de la zona residencial de la carretera de Kakul. Ojalá no sea verdad». La carretera de Kakul es la que lleva a la PMA.

2.02 de la madrugada, hora local: «Dado que los talibán (probablemente) no tienen helicópteros y que están diciendo que no era «nuestro», la cosa puede ser complicada #Abbottabad».

2.10 de la madrugada, hora local: «El helicóptero/OVNI fue abatido cerca del área de Bilal Town, y hay noticias de una llamarada. La gente dice que puede que fuera un dron».

 

2.11 de la madrugada. Muhammad Waqas Iqrar: «@ReallyVirtual: Se confirma que fue derribado, no un fallo técnico».

2.15 de la madrugada. «@smedica la gente está diciendo que no fue un fallo técnico y que fue derribado. Yo lo oí volar en círculos 3 ó 4 veces por encima de mí. Parecía tener un plan».

 

2.19 de la madrugada. S S «3-4 veces es muy poco. Llevo oyendo helicópteros volando desde la 1 menos 25 de la madrugada. ¡Puede que 10 ó 12 veces!»

2.20 de la madrugada, hora local. «@smedica Deben de haber sido más veces. Yo empecé a darme cuenta de los helicópteros cuando el ruido empezó a ser irritante. ¿En qué parte de Abbottabad estás tú?».

 

2.22 de la madrugada, hora local. S S «@ReallyVirtual Cerca de la carretera de la PMA, y también oí la primera explosión como a la 1 menos 25 de la madrugada. ¿Dónde vives tú?

 

2.23 de la madrugada, hora local. «@smedica Vivo cerca del Auditorio Jalal Baba».

 

2.23 de la madrugada, hora local. Athar retuitea dos tuits de la web pakistaní especializada en defensa e inteligencia @terminalpkx: «Un mayor del 19 FF CO del #Ejército de #Pakistán dice que el incidente en #Abbottabad fue solo un accidente y no es un «ataque«».

«El mayor también dice que no se disparó ningún misil y que eso son exageraciones«.

FF son las siglas de Frontier Forces, es decir, la unidad del Ejército pakistaní encargada de defender la frontera Noroeste del país, que limita con Afganistán. Su cuartel general también está en Abbottabad.

3.39 de la madrugada, hora local. «Y ahora, un avión está sobrevolando Abbottabad…»

 

8.02 de la mañana hora local. «Un taxista dice que el Ejército ha acordonado la zona del accidente y está registrando las casas».

 

8.10 de la mañana, hora local: «Otro rumor: dos helicópteros que seguían al que se estrelló eran ‘Cobras’ extranjeros, y se fueron». Según la versión oficial de EEUU, los dos helicópteros que llegaron a Abbottabad eran UH-60 Black Hawk adaptados para ser indetectables al radar. Tras ellos, iban dos CH-47 Chinook, que aterrizaron en el lecho de un río seco por si había alguna emergencia. Uno de los Chinook tuvo que volar hasta la casa de Bin Laden para recoger a los SEAL cuyo helicóptero se había estrellado al aterrizar.

Esa teoría presenta dos interrogantes. El primero: ¿Por qué EEUU usó helicópteros adaptados para ser indetectables al radar en una operación que se iba a llevar a cabo en una ciudad y junto a una gigantesca base militar en la que el ruido de los rotores de los aparatos iba a despertar a todo el mundo? Y el segundo: ¿Por qué los dos helicópteros de rescate no estaban modificados para ser indetectables, y encima eran Chinook, unos gigantes de la era de la Guerra de Vietnam con dos hélices que, más que ‘invisibles’, son imposibles de ocultar?

El uso de helicópteros AH-1 ‘Cobra’ parece improbable porque solo la Infantería de Marina (los ‘Marines’) los emplea, y esa arma no estuvo involucrada en la operación de Bin Laden. Además, los ‘Cobra’ son helicópteros artillados, de ataque, que no tiene utilidad en una acción de este tipo. Y en el caso de que hubieran sido necesarios, el AH-64 Apache es mucho más moderno y eficaz.

12.41 de la tarde, hora local: «Vaya, soy el que blogueó en directo el raid de Osama sin saberlo».

 


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