VACUNAS. UN ESCÁNDALO GLOBAL: «Un patrón de comportamiento de casta con claras connotaciones de clase»

Una mirada desde la izquierda marxista. La ilustración que presenta esta nota –es increíble tener que aclararlo– es una humorada, una chanza, en respuesta a esta otra foto:

 

La caja de Pandora

 

POR FERNANDO ROSSO / LA IZQUIERDA DIARIO

Los hechos son archiconocidos por todos y todas: las declaraciones de Horacio Verbitsky reconociendo la existencia de un sistema de vacunación irregular del que se benefició; la espontánea expulsión del ministro de Salud, Ginés González García, y el conocimiento de una lista de vacunados que hizo pública la gestión de la nueva ministra Carla Vizzotti en la que están desde Eduardo y Chiche Duhalde, pasando por ministros y otros funcionarios, hasta uno de los empresarios más poderosos de Mar del Plata.

El escándalo abrió una caja de Pandora en torno a la distribución de la vacuna que afecta fuerte al Gobierno nacional, pero que se extiende a distintas administraciones en todo del país y también a empresas privadas de medicina prepaga.

La crisis puede abordarse a dos niveles: por un lado, considerando las consecuencias para la disputa política inmediata, y, en segundo lugar, como manifestación de problemas de carácter sistémico.

Para abordar la primera cuestión recolecté opiniones de consultores y analistas políticos con diferentes perspectivas.

“El conflicto ha sido y sigue siendo duro para el Gobierno”, le dijo a Del otro lado Ricardo Rouvier, titular de la consultora homónima. Para Rouvier “se quebrantó la confianza, la credibilidad que vincula a un Gobierno con la opinión pública. Esto confirma la caída del prestigio de la política en el colectivo social en general, cosa que viene ocurriendo desde hace años y que se agravó a partir de la crisis del 2001. Hoy la situación está en evolución, no sabemos cuáles son las derivaciones del incendio, si se apagó con la decisión presidencial de prescindir del ministro de Salud o si quedaron brasas”. Sin embargo, Rouvier cree que “nadie de la oposición que alienta el incendio puede capitalizar esto. No hay figuras públicas adversarias al oficialismo que puedan absorber esto como una ganancia”.

La socióloga Analía del Franco (directora de la consultora que lleva su nombre) tiene una hipótesis un poco más optimista para el Gobierno y cree que será probablemente confirmada con una encuesta que está en proceso: “Esto no va a repercutir en la integridad y la imagen del presidente Alberto Fernández, y yo tomo ese dato como un nivel de confianza importante para la gente. Tendrá efecto en lo que tiene que ver con la gestión de la vacuna. Pegó en uno de los aspectos mejor evaluados que tenía el Gobierno. Va a impactar en el tema de las vacunas, en menor medida en la gestión de la pandemia —que es mucho más que las vacunas—, pero en relación a la imagen del propio presidente no va a tener ningún impacto negativo o será escaso”. Del Franco cree que “dos cuestiones ayudan a esto: una es la composición de imagen positiva que tiene el presidente (de persona honesta, recta y de gestión), y en segundo lugar también colabora el hecho de su decisión de sacar inmediatamente al principal responsable de esta situación. Si es suficiente o no, se verá. Sobre todo cuando se viene de una situación en la que estaba en duda quién toma las decisiones; en este caso no hubo titubeo. Quedará un manto de dudas sobre la gestión de las vacunas”. Del Franco no cree que esto sea determinante o una bisagra para la perspectiva electoral, aunque le dé más voz y visibilidad a la oposición.

Levemente distinta es la opinión de Gustavo Córdoba (director de la consultora Suban Córdoba): cree que “hay un grado de afectación a la imagen del Gobierno, a la reputación del presidente y a la credibilidad en el contexto de la campaña de vacunación. El procedimiento de falta de transparencia, el sentido de la oportunidad y la baja credibilidad en que la lista difundida por el Gobierno sea la definitiva hacen que el sentimiento de descreimiento siga incrementándose. Para peor, en un mal contexto y con una muy mala estrategia de defensa. Se observan varios errores del Gobierno: el intento de clausura unilateral de esta crisis que no hace más que agrandarla. La salida de Ginés González García, el intento de introducir la idea de que Alberto Fernández había sido nominado al Premio Nobel de la Paz, como también la idea de “terminemos con esta payasada”, hablan a las claras de que no hay un control sobre la agenda de discusión de este tema. La opinión pública tiene altos niveles de descreimiento; los tenía antes de este episodio. Y este hecho involucra a toda la dirigencia, más allá de que la afectación más fuerte puede recaer sobre el Gobierno nacional. En todas las provincias hay un sentimiento de enojo que cuestiona el enfoque de privilegios que un sector de la dirigencia política argentina (nacional, provincial y municipal) cree tener. Finalmente, Córdoba coincide con Rouvier en el hecho de que puede haber un daño electoral al Gobierno, pero no se ve “de ninguna manera que esto sea aprovechado por la principal fuerza opositora en términos electorales”.

El editorialista del diario La Nación y conductor del programa Odisea Argentina, Carlos Pagni, considera que “lo que sorprende es la sorpresa” porque “el centro de vacunación para privilegiados que salió a luz solo reproduce el modo habitual en que el Estado asigna el acceso a sus prestaciones. Cualquier persona humilde del conurbano sabe que si se está en relación con algún puntero oficialista todo llega antes: la comida, la vacante en la escuela, la cama del hospital, la seguridad, ¿también la vacuna? Es una privatización de lo público a favor del que tiene el poder que es ancestral. Solo que en el mundo de los pobres se toma como natural. En otros segmentos resulta más escandaloso. Pero no tanto: se ha vuelto cosa de todos los días que para obtener justicia –o impunidad— haya que tener un gestor en los tribunales, además de un abogado. Síntesis: en lo estructural, estamos ante un caso más de clientelismo. Clientelismo vip”. Para Pagni “se da por sentado que existe una clase política que tiene derechos superiores al resto de la sociedad. Ahora, gracias al vacunatorio de Ginés, se sancionan con retroactividad conductas que habían pasado desapercibidas. En algunos casos, ni se sancionan: nadie bajó del avión al ministro (Martín) Guzmán. Se vacuna con arbitrariedad y se penaliza con arbitrariedad. Va a ser interesante advertir cómo cierran, si es que cierran, las heridas que se abrieron en el entorno de Alberto Fernández”. El columnista estrella de La Nación cree que “es difícil determinar qué efecto electoral tendrá este escándalo. Con una sinceridad autoincriminatoria, un dirigente peronista me dijo: ‘De nosotros no se espera corrección en los métodos. Se espera que haya vacunas’. El Gobierno había adoptado este eje de campaña. ¿Podrá sostenerse esa estrategia? ¿Quedó estropeada? Difícil saberlo ahora. Lo relevante es que Alberto Fernández tenía dos estrategias electorales: vacunación y acuerdo con el FMI. En este momento ambas tambalean”. Por último, Pagni no cree que haya habido conspiración alguna en las declaraciones de Verbitsky: “Solo egocentrismo. El disfrute de ser un integrante del círculo del poder”.

El error y el método

Winston Churchill decía que “la guerra es sobre todo un catálogo de errores garrafales”. A veces también la crónica de la política puede narrarse a través de sus errores. Pero hasta en el error hay método.

La cuestión esencial no radica en la falta en sí misma o en las disculpas posteriores, sino en la estructura y la dinámica que le dan contexto. Encapsular la foto del error para evitar que se vea la película del sistema puede ser un recurso para la pequeña disputa política, pero no explica el hecho y oculta sus causas.

El “vacunatorio vip” de Ginés González García es un caso extremo y burdo, pero que forma parte de una práctica de privilegios más generalizada y hasta constitutiva del sistema. En la lista que presentó el Gobierno, entre los que dicen que son «estratégicos» sobran algunos y faltan otros, y hay varios que no son ni estratégicos ni esenciales, sino todo lo contrario. Algunos demasiado jóvenes que están incluidos y otros bastante grandes que no. En la Ciudad de Buenos Aires se hizo un reparto arbitrario de las vacunas que incluyó a clínicas y hospitales privados que anunciaban la aplicación “exclusiva” para sus socios. Esta “privatización de lo público” (Pagni dixit) o punterismo de cuello blanco en beneficio de las empresas muchas veces es menos cuestionada. En otras provincias se conocieron múltiples “colados” y en varios países del mundo (Perú, España, Chile o Portugal) se produjeron escándalos similares. En Brasil se llegaron a aplicar vacunas con… aire. Quizá porque todavía el aire es gratis.

La teoría del error encapsulado jamás explica por qué nunca se yerra para el lado de un obrero de la construcción, un colectivero o una empleada doméstica; siempre se «yerra» para el lado de un empresario, un funcionario o un influyente. No hay un mero error ahí, hay un patrón de comportamiento de casta con claras connotaciones de clase. Sí, aunque no explica las relaciones sociales fundamentales y la casta no es una clase, igualmente existe y opera como una “nomenklatura” con beneficios y una vida de privilegios más parecida a los disfrutes del poder que al promedio de la sociedad. La “autonomía relativa” del Estado muta hacia la independencia impune del funcionario, y en un momento actúa “casi sin darse cuenta”.

Pero estos pequeños o medianos privilegios se inscriben en un mundo construido sobre el gran privilegio.

Un mundo en el que el 95 % de las aplicaciones de dosis de las vacunas está concentrado en tan solo diez países (informe de la OMS, diciembre de 2020). Países como Canadá tienen diez vacunas por habitante. Las patentes y la propiedad intelectual no son nada más que la apropiación privada por parte de multinacionales de un bien común, como lo es el conocimiento científico y técnico que se ha ido acumulando durante décadas producto de múltiples investigaciones en universidades, hospitales o centros de investigación financiados centralmente con dinero público. La propiedad monopólica se guía por la ganancia privada. Y el resultado es un sistema anárquico e irracional, todo lo contrario a la cooperación internacional para la producción y planificación imprescindibles en función de las necesidades sociales.

Por eso hasta los Médicos Sin Fronteras exigen que “no haya patentes médicas y que las vacunas, medicamentos y diagnósticos para el covid-19 lleguen realmente a todas las personas”.

Hay que mirar el árbol de este escándalo que protagonizan esencialmente integrantes de la casta política, pero también entender el bosque que le da de comer.

Publicaciones Similares

Un comentario

  1. Luego de la recopilación que hace la nota sobre encuestadores y periodistas y operadores políticos llega la propia (la del autor) reflexión. Y alli se marca que no hay un error sino un patron de comportamiento. Bien, eso es parte (quizas la parte mas global o general) de la explicación y es un ounto valido en esta discusion. Pero en lugar de asumirse como la parte mas general, se la asume como el corolario que se va a expresar y al seguir ese camino el autor deriva en este punto que no es conclusión, sino callejo sin salida: «Pero estos pequeños o medianos privilegios se inscriben en un mundo construido sobre el gran privilegio.–»
    Aha. Es cierto . Y??
    Tomar un hecho particular en un semanario político y terminar con reflexione mas propias de un ensayos es el error recurrente de esta izquierda. Hay otros que no son de izquierda y comenten otros errores recurrentes como referir todo a la fortaleza del enemigo y a la (siempre contraria) relacion de fuerzas. Amigo Juan ,coincidira usted conmigo que la discusión política necesita de otras ideas y otras frescuras no cree?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *