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11-S. Admiten que la CIA y el servicio de inteligencia saudí estuvieron implicados, pero dicen que fue un accidente (1ª nota)

Desde el infausto 11 de septiembre de 2001 hubo quienes manifestamos vehementes sospechas acerca del protagonismo de al menos un sector de la inteligencia estadounidense, pues forzosamente tenía que haber existido una complicidad interna para que se pudieran perpetrar tamaños atentados terroristas. También clamaba al cielo la participación de agentes de inteligencia saudíes (la mayoría de los acusados de secuestrar los aviones utilizados tenían esta nacionalidad) y parecía  lógico que el saudí Osama bin Laden tuviera partidarios entre esos espías, a pesar de lo cual el gobierno de Bush hijo y su vice Dick Cheney arremetieron de inmediato, tal como estaba planeado,  contra Afganistán, Irak, Libia y Siria, donde su ofensiva (en abierta complicidad con los supuestos autores de los atentados) se empantanó gracias al apoyo ruso e iraní al valeroso ejercito nacional laico.

Por fin, un cuarto de siglo después, se admite que tanto la CIA como el GIP saudí estuvieron involucrados…  aunque se alega que fue involuntariamente… lo que tiene un asombroso paralelismo con lo que ocurre en Argentina donde hay quienes sostienen que la SIDE vigilaba a quienes habrían terminado por perpetrar los atentados a la Embajada de Israel y la DAIA-AMIA burlado sus controles… todo sea para seguir acusando sin la menor prueba a Irán y Hezbolá y no investigar a los mercenarios locales que colocaron y detonaron las bombas.

Parece calcado, un modus operandi.

Porque lo mismo que a la prensa y los grande medios de los Estados Unidos no parece importarles que un sector de la CIA haya podido ayudar al derribo de las torres gemelas y el ataque al Pentágono, los diarios y grandes medios de Argentina fingen demencia cual osos suecos ante la evidencia de que las bombas fueron colocadas y detonadas por policías mercenarios que gozaron de un extendido encubrimiento en el que –además del gobierno de Carlos Menem– participaron activamente Israel y los sionistas locales.

¿Que ha cambiado para que ahora y no antes comience a ventilarse la obvia participación de agentes de inteligencia saudíes en los atentados del 11-S, lo que no ocurrió siquiera cuando hace cuatro añosn quedó claro que el periodista opositor Kamal Kashogi había sido asesinado en el consulado saudí en Estambul por orden del príncipe heredero Mohammed bin Salman, hombre fuerte de la casa real saudí?

Disculpen una pregunta tan larga, pero lo que ha cambiado es que la Arabia Saudí ha hecho un armisticio con su acérrimo enemigo, Irán, gracias a la mediación china,  se ha integrado al grupo Brics y ha comenzado a aceptar como pago de su crudo al (RMB) o rebminbi (moneda de pueblo) que es como se llama oficialmente lo que casi todo el mundo llama yuanes.

Quien se va del dólar arriesga el pescuezo. Si no, que lo digan desde el más allá Sadam Hussein y Muammar Gadafi.

………….

POR BRANKO MARCETIC / JACOBIN

En un oscuro archivo judicial, decenas de ex agentes del FBI sostuvieron que una operación ilegal de la CIA en territorio estadounidense facilitó los ataques del 11-S. Debería ser una bomba por lo mucho en que los ataques del 11 de septiembre siguen moldeando la cultura y la política exterior de Estados Unidos, pero no lo es: lo sucedido sigue siendo silenciado.

Un archivo judicial recientemente desenterrado ofrece una posible luz sobre las preguntas que siguen haciéndose sobre los ataques y sus secuelas y, sin embargo, es ignorado por el establishment y los medios de comunicación.

Reportado por primera vez por el editor adjunto de Rolling Stone, Seth Hettena, en Substack SpyTalk.Co, el proyecto de medios dirigido por el veterano ex reportero de seguridad nacional de Newsweek Jeff Stein, las posibles respuestas surgen de la declaración jurada que firmó en 2016 el veteano agente de la DEA Don Canestraro, en calidad de miembro de la comisión de investigación que asistió a las declaraciones de los prisioneros acusados de ser miembros de Al Qaeda y encerrados en la cárcel de Guantánamo.

La declaración de Canestraro describe los hallazgos hechos sobre la complicidad saudí y de la CIA en los ataques del 11-S, que colisionas frontalmente con la historia dada al público por los gobiernos y grandes medios.

Seth Hettena
El más conocido de sus dos libros,

 

 

 

 

 

 

 

Ello surge de la información surgida de docenas de entrevistas que Canestraro le hizo a ex ex funcionarios del FBI y la CIA que integraron dicha comisión y funcionarios del gobierno federal. La  la declaración de Canestraro establece una secuencia de hechos que sugieren que una fallida operación interna de la CIA (ilegal, puesto que CIA no puede operar en territorio estadounidense) explica el fracaso de la contrainteligencia para evitar los ataques. Es más, sugiere que hubo un encubrimiento concertado para ocultarlo, del que resonsabilizó al gobierno de George W. Bush.

Don Canestraro tenía un cuarto de siglo en la DEA cuando hizo su declaración.

Canestraro describió el testimonio de numeros agentes de inteligencia, mienbros de la citada comisión investigadora y funcionarios del gobierno federal que coinciden en apreciar que los ataques podrían haberse evitado. Varios ex agentes del FBI puntualizaron que, a pedido de la CIA, sus jefes les habían prohibido compartir información sobre los secuestradores de aviones con el resto del Bureau.

La CIA sabía por escuchas telefónicas que dos de los secuestradores, Nawaf al-Hazmi y Halid al-Mindhar, tenían múltiples visas de entrada que los dejaban viajar a los Estados Unidos, dijo un ex agente, pero no se lo informó al FBI. Otros dos agentes ratificaron que la CIA retuvo información sobre la conexión de dos de los secuestradores con quien había planeado el bombardeo de al-Qaeda en octubre de 2000 contra el USS Cole, información que, de haberse conocido, habría permitido al FBI investigarla.

Uno de estos agentes, identificado en la declaración como CS-12, recordó una reunión con la CIA en la que se les mostraron fotos de tres presuntos terroristas, dos de los cuales resultarían ser los futuros secuestradores al-Hazmi y al-Mindhar. Cuando CS-12, preguntó si se habían emitido alertas a los pasos fronterizos a fin de que notificaran su ingreso al país, se les dijo que no.

Cuando ese mismo agente se encontró tiempo después con una mensaje electrónico que anunciaba a que los dos secuestradores habían ingresado al país, se le ordenó borrarlo de inmediato.

Un ex alto funcionario del FBI le dijo a Canestraro que la CIA tapó la noticia de que los secuestradores habían entrado a los Estados Unidos en 2000. ¿Por qué lo hizo? Ese mismo funcionario afirmó que la agencia estaba tratando de reclutarlos a ambos. CS-12 relató su frustración cuando al participar de una conferencia en la sede del FBI, se les ordenó dejar de buscar a al-Mindhar.

Otros testigos le dijeron a Canestraro que la CIA estaba empeñada en infiltrarse en al-Qaeda. Eso incluye no sólo a dos ex agentes especiales del FBI, sino también al asesor principal de contraterrorismo de Bush, Richard Clarke, puntualizó Canestraro. Clarke le dijo que antes del 11 de septiembre el subdirector de la CIA, Cofer Black, le confió que la agencia carecía de fuentes de inteligencia humana en el grupo terrorista, y que estaba decidida a remediarlo infiltrando Al Qaeda con informantes.

Canestraro también incluyó a un ex funcionario de la CIA que había trabajado en la estación de la agencia «Osama bin Laden», encargada de vigilar y combatir al líder terrorista, quien le dijo que había una enorme presión de la dirección de la CIA para contar con fuentes humanas dentro de Al-Qaeda.

Estas acusaciones coinciden con teorías sobre el período anterior al 11 de septiembre que han flotado durante mucho tiempo, incluyendo a Ray Nowosielski y el libro que John Duffy y el propio Nowosielski publicaron en 2018, The Watchdog’s Didnát Bark: The CIA, NSA and the crimes of the War on Terror (Los perros no ladraron: La CIA, la NSA y los crímenes de la Guerra contra el Terror). De manera similar, a partir de las reclamaciones de ex funcionarios y agentes, señaló Hettena, quizá compartiendo fuentes con Canestraro, Nowosielski y Duffy habían argumentado antes que en un fallido intento de reclutamiento de la CIA había facilitado los ataques.

Amigos en Lugares Altos

La declaración jurada de Canestraro también parece iluminar el papel del gobierno saudí, cuya complicidad en los ataques fue confirmada en 2017 el año pasado en un informe desclasificado del FBI fechado en 2017 y recientemente desclasificado. Según las fuentes de Canestraro, dado que la CIA está legalmente impedida de hacer operaciones de inteligencia en el territorio de Estados Unidos, le encomendaron la tarea a sus colegas del servicio de inteligencia saudía, llamado General Intelligence Presidency (GIP), con el que la CIA tenía una relación muy estrecha.

Así fue que el ciudadano saudí Omar al-Bayoumi ayudó a los dos futuros secuestradores, al-Hazmi y al-Mindhar, a establecerse en los Estados Unidos. El año pasado se reveló que al Bayoumi era un agente de la GIP y contó con generoso financiamiento para ello, proporcionado por la Embajada Saudí en Washington, a cargo del príncipe Bandar Bin Sultan Alsaud, de estrecha relación con la familia Bush. Al Bayoumi se había relacionado con ellos presentándose como partidario de Al Qaeda, con el objetivo de convertirlos luego fuentes de la CIA en el interior de la organización terrorista.

Este habría sido el contexto el contexto en que se celebró la reunión de los tres en un restaurante de Los Ángeles, a la que siguió la extraordinaria asistencia que al Bayoumi les prestó después a los futuros secuestradores: les ayudó a obtener vivienda, cuentas bancarias y licencias de conducir, firmó a su contrato de alquiler como garante y les prestó el dinero para el depósito y el primer mes de alquiler. Clarke le dijo a Canestraro que haber verbalizado esta secuencia le valió una airada llamada telefónica del entonces director de la CIA, George Tenet, quien no negó los hechos.

La CIA no logró reclutar a al-Hazmi y al-Mindhar. En cambio, ellos y otros diecisiete operadores de al-Qaeda lograron secuestrar cuatro aviones comerciales y los usaron para llevar a cabo el peor ataque terrorista en suelo estadounidense, matando a casi tres mil personas. Si el testimonio de  Canestraro es veraz, la CIA ayudó inadvertidamente a causar el desastre que estaban tratando de prevenir con su intento de hacerse de fuentes humanas dentro de Al-Qaeda.

La cubierta-Up

Lo que siguió fue un encubrimiento concertado entre la CIA, los jefes del FBI y los peces gordos de la  administración Bush. Un ex agente del FBI dio fue de que el Bureau recibió a presiones diplomáticas (N. del E.: entiendo que se refiere del Departamento de Estado) para no investigar los vínculos sauditas con los ataques; otro, encargado de investigar, ratificó que no se entrevistaron a sauditas y reveló que un despacho del FBI anterior al 11-S que daba información sobre el grupo que iba a secuestrar los aviones no había sido distribuido. Un agente lo encontró y le dio la novedad al subdirector de Contraterrorismo, Pasquale D-Amuro, quien le dio un ascenso al agente. Ni el agente ni D-Amuro volvieron a mencionar el tema.

Este encubrimiento se extendió a la Comisión investigadora del 11-S, en teoría empeñada en llegar al fondo de los fallos de inteligencia que permitieron el ataque. Clarke le dijo a Canestraro que Philip Zelikow (foto arriba), el director ejecutivo de la comisión, había sido elegido específicamente por la entonces asesora de Seguridad Nacional (y luego secretaria de Estado) Condoleezza Rice para evitar daños a la administración Bush bloqueando la línea de investigación de la Comisión sobre la conexión saudí.

Condoleezza Rice, encubridora en jefe. O casi (Foto de David McNew)

Un ex investigador de la comisión encargado de investigar específicamente ese mismo asunto alegó que Zelikow limitaba el número de testigos que podía entrevistar y bloqueó sus  intentos de obtener documentos. Zelikow lo despidió junto a compañeros por haber obtenido a través de canales no oficiales un anexo secreto de la investigación del Congreso que conten, que reveló informes de la CIA sobre la complicidad de los sauditas. Lo que demostró que se trataba de difuminar la investigación de la comisión sobre el papel saudita.

(Continuará)

 

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2 comentarios

  1. Hola
    Llegar hasta el fondo es explicar la termita y la caída vertical de las dos torres, o nos faltó descubrir alguna ley física respecto de la cercanía del cielo en algunos edificios.

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