LA MÚSICA DE LA HORA: ¡A galopar!”

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Paco Ibañez cantó ayer en París y no se puso remilgoso: Opina que hay que destruir ya al Estado Islámico, ese Frankenstein creado por la CIA, Arabia Saudita, Qatar y Turquía. Así, luego de decir que en las instancias que se viven “las palabras (solas) no sirven”, terminó con el “¡A galopar!… hasta hundirlos en el mar”, de Rafael Alberti. Francia, hasta ahora un estado vasallo de los EE.UU. comienza a darle la razón a Vladimir Putin, que dijo ayer “que a los terroristas los perdone dios, mi trabajo es hacer que se reúnan rapidamente con él”. Por cierto, ¡A galopar! viene muy bien para los argentinos: Tenemos pocas horas por delante para convencer a vecinos, amigos y familiares de la gravedad de esta encrucijada, aun más grave que la de aquel otro 20 de noviembre, hace 170 años, cuando la Confederación se opuso valientemente a los imperios de entonces. Por eso, compañeros, ¡A galopar! (cliquear para escuchar)

Paco Ibáñez, canciones para días de guerra

El cantautor brindó su poesía con ánimo combativo en el Palau en un recital con alusiones a los atentados de París

 

​JORDI BIANCIOTTO​ / EL PERIÓDICO​

Jueves, 19 de noviembre del 2015 – 16:53 CET

La tragedia de París sobrevoló el miércoles el Palau, en el Festival del Mil·lenni, cuando Paco Ibáñez inició su recital con dureza, cantando ‘Nocturno’, con ese texto de Alberti que habla del advenimiento de la sangre, la rabia, el odio y la venganza, ante lo cual “las palabras entonces no sirven, son palabras”. Y cuando siguió con ‘Le temps des cerises’, en francés, canción del siglo XIX vinculada a la Comuna de París. “Dedicada a Francia y a todos”, anunció.

De la oscuridad al tiempo de las cerezas, del terror al amor breve, y un Paco Ibáñez esculpido en piedra, milenario y de negro, apenas iluminado por media docena de focos, con aquella estética del cantautor según la cual la escenografía es, casi siempre, una frivolidad. Antes de abordar ‘Balada del que nunca fue a Granada’, de nuevo Alberti, se quejó de la iluminación que entraba a través de la cristalera del rellano. Concentración. Encajando pensamientos entre canción y canción, pidió no caer en el racismo y miró al pasado musulmán en ‘Abenámar y el rey Don Juan’, invitando a cantar al público, entre el que se vio a un fan fiel, Pasqual Maragall. “¡Queremos más!”, gritó un asistente. “¿Más qué? ¡Cuidado con los ‘mases’!”, replicó el cantautor.

INTENSIDAD

Cantó en gallego (‘Que ocorre na terra’, de Antonio García Teijeiro) y euskera (‘Zure tristura’, de Imanol y Xabier Lete; la tradicional ‘Pello Joxepe’) e invitó sucesivamente al guitarrista Mario Mas, muy fino en ‘Si tú vienes a la romería’; a Joxan Goikoetxea, el “Johann Sebastian Bach del acordeón”; al saxofonista Gorka Benítez y al contrabajista Horacio Fumero. Cómplices de una voz rebajada en volumen respecto a los días de ‘Paco Ibáñez en el Olympia’, pero que sigue transmitiendo una intensidad que viene de muy adentro.

Recital con su fondo de clase de literatura, de León Felipe a Neruda a través de Alfonsina Storni y su cercano José Agustín Goytisolo, a quien visitó en ‘El lobito bueno’, ‘Me lo decía mi abuelito’ y ‘Palabras para Julia’, antes de unos bises que abrió con otro guiño a Francia, la encantadora ‘Les copains d’abord’, de Georges Brassens, arropado por todos los músicos, rumbo a ‘A galopar’. “Una canción de lucha, un himno de guerra”, dijo. Poesía para tiempos duros.


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