AMIA: Las acusaciones contra Irán no resisten el menor análisis
No hay la menor prueba de que Irán haya tenido algo que ver con los atentados contra la embajada de Israel ni la AMIA. Lo que si hubo en ambos, y desde un primer momento, fueron burdos intentos de involucrar a Irán efectuados por los mismos que se dedicaron a manipular las supuestas camionetas-bomba. Si uno, en lugar de tratar de identificarlos y detenerlos, se pone a creerles a los asesinos…
Por suerte, aunque se mostraron muy interesados en culpar a Irán, los asesinos fueron muy zafios. Y es por ello que nadie menciona el anónimo que dejaron en una iglesia protestante inmediatamente después del bombazo en la Embajada de Israel, ni el hotel donde dijo domiciliarse quien dejó la supuesta Trafic-bomba en un estacionamiento próximo a la AMIA. Y es que ambas maniobras dan vergüenza ajena.Al igual que las falsas acusaciones contra el comisario Juan José Ribelli y su grupo de policías-delincuentes, las acusaciones contra Irán fueron elaboradas y erigidas trabajosamente -como es fácil comprobar- con la complicidad de Clarín y La Nación y son tan falsas como aquellas.
Su “investigación” es tan falsa y amañada como la del ex juez Juan José Galeano (del que Nisman fue estrecho colaborador) pero como dice dedicarse a la “conexión internacional” y en nuestro medio son abrumadora mayoría los supuestos periodistas de investigación que no quieren mirar más allá de sus narices, puede decir casi cualquier cosa sin peligro de ser contradecido. Y quienes señalan la falsedad irreductible de sus planteos y lo llaman “fiscal israelí en comisión” se desacreditan a si mismos al pretender que no hubo ni árabes ni policías argentinos involucrados y postular… que ambos atentados fueron pergeñados y ejecutados exclusivamente por israelíes y judíos sionistas.
Este cálculo fue correcto durante años, pero en los últimos tiempos se ha angostado hasta volverse intransitable. Brasil lo entendió así y resolvió acudir en auxilio de Irán y su derecho a desarrollar la energía nuclear siempre que sea con fines pacíficos.
Un crimen con el que no debemos ser cómplices ni por acción ni por omisión.