DESAPARECIDOS. Dura respuesta de Estela de Carlotto a una ofensiva «mafiosa» en defensa propia
Lo que este despacho no dice, lo dijo Estela en otras entrevistas: que esta ofensiva gubernamental «mafiosa» se produce en momentos en que están planteados varios juicios contra empresarios que fueron cómplices manifiestos de los militares exterminadores de la dictadura cívico-militar. Baste recordar no sólo que Milagro Sala está presa mientras está libre y momentáneamente a salvo de juicios el octogenario Carlos Pedro Blaquier, protagonista de «El apagón de Ledesma», el secuestro de unas 400 personas de las que desaparecieron 55, de los cuales 33 eran trabajadores del ingenio Ledesma, de su propiedad. Y que según dijo en su momento Raúl Guglielminetti, Franco Macri dejó una vez diez automóviles 0 km. con las llaves puestas frente al comando del Primer Cuerpo de Ejército, en Campo de Mayo, para que los utilizaran los «grupos de tareas». Lo que hace el macrismo es en defensa propia. JS
Es una provocación, una persecución», enfatizó
Estela de Carlotto: Las cifras de desaparecidos difundidas son parte de «una campaña de bastardeo»
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La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, cuestionó hoy (ayer) la publicación de un informe de la Secretaría de Derechos Humanos que estimó en 7.010 los desaparecidos entre 1973 y 1983, y sostuvo que su publicación forma parte de «una campaña de bastardeo y desprestigio». «Quieren hacernos quedar como mentirosas, inventoras de historias. Se han atrevido a decir que nuestros hijos están vivos en el exterior disfrutando de 40 años de ausencia cuando los propios asesinos dijeron que eran 45.000 entre muertos y desaparecidos y las Naciones Unidas registraban más de 15.000», dijo Carlotto por la mañana al ser entrevistada por las radios 10 y Provincia.
Salió al paso así a un comunicado firmado por el secretario Claudio Avruj, que, ante el pedido de una «Asociación civil Ciudadanos Libres por la Calidad Institucional», estimó la cantidad de desaparecidos y asesinados durante la última dictadura y en los años precedentes al golpe de Estado a partir de la asunción de su tercera presidencia por Juan Domingo Perón.
Dicha asociación, apelando al derecho de acceso a la información pública, pidió que se diera a conocer la cantidad de desaparecidos desde el gobierno constitucional de Héctor Cámpora, en 1973, hasta la recuperación de la democracia, en 1983.
El documento de la Secretaría de Derechos Humanos, obviando la efimera presidencia de Cámpora y el interinato del presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Lastiri, dijo que de acuerdo a sus registros hubo «7.010 desapariciones forzadas y 1.561 asesinatos sin mediar desaparición forzada, lo que hace un total, para ambos períodos, de 8.571 víctimas de terrorismo de Estado», aunque aclaró seguidamente que el conteo «no debe considerarse definitivo» ya que «se siguen recibiendo nuevas denuncias».
«Las estadísticas nosotros las hacemos en base a nuestra propia información porque jamás los asesinos declararon el tema sino que siendo juzgados y condenados quedan en silencio», apuntó Carlotto, que denunció que «esto es una provocación, una persecución, dándole respuesta a un grupo desconocido de abogados que le piden información sin una justa demanda».
Carlotto también cuestionó la celeridad con la que el Gobierno dio respuesta al pedido de la ONG «Ciudadanos Libres» y recordó que “han pasado 40 años, esta gente antes no preguntó nada y ahora empieza a preguntar, y el Estado urgentemente le responde cuando a nosotros nos tardan años en darnos una respuesta satisfactoria”.
Tras decir que quieren que vuelvan a sus casas y dejan de «perseguir a los jóvenes» (en referencia a los niños apropiados, ya adultos), Carlotto destacó que «El Nunca Más lo quieren para nosotras, para que nunca más hablemos» porque el Gobierno «le tiene miedo a los organismos de derechos humanos».
«Nos tiene miedo. Miedo de que perturbemos sus proyectos y planes» dijo, y agregó que las Abuelas «estamos fastidiadas, dolidas y perturbadas» ante lo que consideran «un proyecto tan siniestro de destrucción (en el que) quienes pueden molestar, tienen que ser destruidos», y adelanto que denunciarán esta situación «ante las Naciones Unidas, Amnistía Internacional y ante quien nos quiera escuchar».
«A nosotras no nos van a destruir, hemos luchado contra una dictadura y todavía caminamos y seguimos recuperando a nuestros nietos», siguió diciendo, y reclamó «dar respuestas sobre nuestros hijos enterrados donde no sabemos, y sobre los nietos vivos que todavía nos faltan recuperar en vez de informar a grupos de abogados cómplices».
Además, pidió al Gobierno que, “en vez de investigar cuántos son, que nos ayuden a encontrar a los desaparecidos, no a sacar una estadística».
«Muchos están enterrados en todo el país, queremos encontrarlos a ellos y a sus hijos apropiados, que ya son hombres», agregó.
Carlotto dijo que la de 30.000 desaparecidos «es una cifra estimativa» y que «este informe es vergonzoso, nos humilla. Las Naciones Unidas registran más de 15 mil (desaparecidos) , ¿por qué no les preguntan a ellos?”, cuestionó la titular de Abuelas y añadió que, “felizmente, no perdemos las fuerzas y vamos a seguir. No sé de dónde han salido esas cifras y de dónde vienen las respuestas porque nunca se dio una cifra así», concluyó.
En el mismo sentido se pronunció un ex secretario de Derechos Humanos, que acusó a su sucesor (tras un breve interinato de Horacio Pietragalla), Claudio Avruj. «Provoca a las víctimas de la dictadura» con el propósito de «generar un descrédito hacia una bandera que fue la de 30 mil detenidos desaparecidos», dijo por los micrófonos de Radio 10.
Una polémica renacida
Y hablando de secretarios de Derechos Humanos, es de recordar que una polémica similar tuvo lugar en 2009 cuando quien entonces ocupaba el cargo nombrado por Néstor Kirchner, Eduardo Luis Duhalde, polemizó con la ex senadora Graciela Fernández Meijide, quien tiene un hijo desaparecido, integró la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) creada por el presidente Raúl Alfonsín y presidida por escritor insigne, Ernesto Sábato.
Al promocionar su libro «Historia íntima de los derechos humanos en la Argentina» Fernández Meijide dijo entonces que criticar «la teoría de los dos demonios» era incurrir en un «chiquitaje» y que la cifra de 30.000 desaparecidos era «un mito» y aún peor, «una mentira».
Este es su texto:
«Le escribo esta carta pública a la madre de un detenido-desaparecido y a la integrante por muchos años del Movimiento de Derechos Humanos. Lo hago no como Secretario de Derechos Humanos de la Nación, sino como compañero de las luchas antidictatoriales. Por esta razón rompo mi norma de conducta de no polemizar en torno a un tema tan grave e inconmensurable como son las consecuencias del genocidio sufrido.
«La opinión pública está acostumbrada a esfuerzos por disminuir la dimensión de la tragedia argentina, normalmente en boca de epígonos del terrorismo de Estado como Mariano Grondona o Cecilia Pando. De igual modo escuchamos cada tanto voces negacionistas del Holocausto que sostienen que no fueron seis millones los judíos inmolados por el nazismo, sino un número inferior como si la aberración criminal fuera una cuestión aritmética.
«Distinto es su caso porque por historia usted no integra los cuadros de la barbarie.
«Bastaría ver el regocijo que sus declaraciones han producido en quienes justifican el obrar del terrorismo de Estado para advertir las consecuencias enormemente graves de sus dichos que parten de un error esencial: el creer que existe algún registro fehaciente de la dimensión del crimen masivo de lesa humanidad perpetrado por las Fuerzas Armadas argentinas y sus socios civiles.
«El único registro fehaciente de la cantidad de víctimas asesinadas, su identidad y destino final solo está en poder de los asesinos. De aquellos que mientras pregonan que su accionar fue «justo y en defensa de la patria» ocultan todo dato, sabiendo que su proceder fue abiertamente criminal.
«Bien sabe usted que no hay un censo nacional completo sobre el número de víctimas y que éste es irremisiblemente aproximativo.
«Usted como integrante de la CONADEP conoce el enorme esfuerzo que durante el lapso de los sólo ocho meses de vida de la Comisión se realizó para recibir testimonios de familiares de víctimas que accedieron a convertir en denuncia su dolor. Era el comienzo de la recuperación de la democracia, con los asesinos caminando por las calles y en libertad.
«Concluido el trabajo de la CONADEP y finalmente depositado el fondo documental en la entonces Subsecretaría de Derechos Humanos, algunos familiares continuaron haciendo sus denuncias aunque ya no estaba la motivación de expresarse ante la Comisión. La euforia que precedió al juicio de los ex Comandantes dio paso a la decepción más absoluta con el dictado de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los posteriores indultos que aseguraron la impunidad de los criminales por más de 20 años.
«¿Tenía acaso sentido que los familiares de los detenidos -desaparecidos que no habían hecho su denuncia ante la CONADEP concurrieran a seguir haciéndolo ante un Estado que protegía a los criminales? Cuando 20 años después las leyes de la impunidad fueron derogadas y declaradas inconstitucionales, ya era tarde. Muchos de los padres de las víctimas habían fallecido o la resignación ante lo inevitable había mermado sus fuerzas para hacer su denuncia.
«A ello se suma que en alguna zona del país, aún en democracia, parte de los peores represores continuaron teniendo poder: como Bussi institucionalmente en Tucumán o Benjamín Menéndez fácticamente en Córdoba, prolongando la cadena de temor. En otras provincias como Chaco, Misiones o Salta donde poblaciones campesinas fueron víctimas del terrorismo de Estado, su condición de marginados sociales no favoreció su acceso a la Justicia.
«Recién a partir del año 2004 con el fin de la impunidad, al amparo de las políticas públicas de Memoria, Verdad y Justicia, se incrementó el cotidiano goteo de nuevas denuncias que sigue hasta el presente.
«En consecuencia tomar los registros parciales de la CONADEP y los posteriores a la Secretaría de Derechos Humanos como registros totales, es tan falaz y mentiroso como reducir el número de desaparecidos a la cantidad de restos óseos localizados, que apenas superan el número de 1000.
«Lo dicho vale para explicar la parcialidad de la identificación lograda hasta el presente a través de las denuncias de los familiares. Tampoco ha servido la cuantificació n de los familiares presentados, reclamando el beneficio de las leyes reparatorias, puesto que no todos los desaparecidos dejaron herederos forzosos y que parte de aquellos familiares rechazaron reclamar la indemnización hasta que no se supieran quienes fueron los autores del crímen y fueran condenados y los restos de su familiar fuera hallado.
«Lo dicho explica por qué las cifras que usted utiliza son parciales y que por otra parte jamás fueron ocultados, puesto que usted las halló en la información on line del Estado argentino y obran también en la última edición del Nunca Más.
«Concluido este aspecto cabe adentrarse en el número de 30.000 detenidos-desaparec idos convertido en consigna permanente no sólo del Movimiento de Derechos Humanos sino de vastos sectores sociales. La cifra no es arbitraria y es el producto de diversas variables:
«a) La cantidad de sitios clandestinos de detención y exterminio, en todo el país, que superan el número de 500.
«b) Las estimaciones sobre el número de prisioneros que hubo en los grandes centros de detención y exterminios como la ESMA, Campo de Mayo, La Perla, el Batallón de Tucumán, el Circuito Camps, El Olimpo, El Atlético, etc., ya que ellos solos superan con creces el número actual registrado en la CONADEP y la Secretaría de Derechos Humanos.
«c) La estimación en torno al número proporcional de Habeas Corpus presentados en el país.
«d) El número de integrantes de las estructuras militares afectadas a la represión ilegal durante todo el periodo dictatorial que superan los 150 mil hombres, activos a la caza de sus víctimas.
«e) Los propios dichos de los militares previo al golpe de Estado, de que sus relevamientos efectuados con anterioridad, desde las escuelas hasta las fábricas, que indicaban en más de 30.000 las personas a eliminar (ver por ejemplo los dichos de un militar en la carta del escritor Haroldo Conti desaparecido el 5 de mayo de 1976, escrita previa al golpe y dirigida a Roberto Fernández Retamar de fecha 02 de enero de 1976).
«f) Los informes de la Embajada Norteamericana al Departamento de Estado, haciendo constar que en el año 1978 los jefes de la dictadura argentina informaron a la DINA chilena que las víctimas alcanzaban ya el número de 22.000. Debe recordarse que la dictadura continuó en su labor represiva ilegal de secuestros y asesinatos por cinco años más con posterioridad a ese informe y que aquella cifra de 22.000 correspondía a solo los dos primeros años de la dictadura.
«Todo ello hace que la cifra de 30.000 no sea ni arbitraria ni caprichosa. Aunque es lamentable reducir la dimensión de la tragedia argentina a un problema contable.
«El carácter masivo, criminal y abyecto no se mide por un resultado aritmético, al menos para los que creemos que cuando se asesina un hombre se está asesinando a la humanidad.
«No puedo dejar de referirme a sus expresiones de que contrariar la teoría de los dos demonios es un problema de ‘chiquitaje’ . Aquella perversa teoría no iguala como pareciera la responsabilidad de la violencia popular al terrorismo estatal, sino que en la medida en que sostiene que la violencia popular fue anterior a los crímenes de Estado, en definitiva se convierte en la teoría de un solo demonio, el de los sectores populares.
«Así se tergiversa, se miente y se oculta la verdad histórica de que a partir del Bombardeo de la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 con sus 300 muertos, con los sucesivos asaltos al Estado y la proscripción política, con los fusilamientos de junio de 1956 y la Masacre de José León Suarez, con las cárceles llenas de presos políticos, con la aplicación del Plan CONINTES, con los asesinatos de militantes populares desde Felipe Vallese en adelante hasta llegar a la Masacre de Trelew, se generó una masiva, sistemática y criminal represión al pueblo argentino que se prolongó hasta la propia génesis del asalto al poder el 24 de marzo de 1976.
«Por último, dice usted que los juicios a los militares no van a ninguna parte. Ello es un verdadero despropósito: la condena de las Juntas, de Camps, Menéndez, Bussi, Etchecolatz y tantos otros, no solo sirven para recuperar a la Justicia como una actividad fundante del Estado: ha servido para que la condena social al terrorismo de Estado sea irreversible y de encarnadura al «Nunca Más». Felizmente todos los días se avanza en los centenares de causas judiciales en trámite, con aporte de nuevas pruebas.
«Es triste comprobar que usted pretenda ignorar todas estas circunstancias, aunque seguramente sus afirmaciones le asegurarán un buen éxito editorial para el libro que ha escrito.»
FUENTE: http://memoria.telam.com.ar/noticia/carlotto—es-una-campana-de-bastardeo-_n6927
capaz el hijo de meijide era servicio y tuvo que autodesaparecerse despues de cumplir su tarea
Cristian, no digas boludeces. Era un militante de 17 años.