Tony Pentimalli es un analista político estadounidense comprometido con la democracia, la justicia económica y la equidad social, cuyas notas se pueden seguir en Facebook y BlueSky (@tonywriteshere.bsky.social). Aquí ofrecemos dos, la primera del 27 de mayo y la segunda más reciente, ambas lapidarias tanto con Trump como con Musk, y coincidentes con lo que veníamos adelantado acerca de la imparable decadencia del imperio norteamericano y el apresuramiento tontarrón de Musk al agitar la más que probable participación de Trump en encuentros sexuales con ninfas adolescentes en la isla caribeña de Jeffrey Epstein (de lo que luego se arrepintió, borrando su tuit) ya que eso no parece sorprender a nadie.  Está claro que, al menos en lo inmediato, el principal perjudicado será Musk y hasta es probable que Trump lo dejé K.O.

Estados Unidos al borde del abismo

El proyecto de ley «Hermosa» de Trump es una sentencia de muerte para la democracia

POR TONY PENTINMALLI / THE WILD REED

Sincerémonos: esta no es una pelea más en Washington. Es del tipo de la adviertes lo que se viene o miras hacia atrás y te preguntas cómo pudiste no verlo. Trump y los suyos lo llaman «Un proyecto de ley grande y hermoso». ¿Hermoso? Por favor. Es un arma cargada, y apunta a las entrañas de la democracia estadounidense. Esta monstruosidad de 1.100 páginas se aprobó en la Cámara de Representantes el 22 de mayo, por un voto, 215 contra 214. El presidente de la Cámara de Representantes Mike Johnson, Elise Stefanik, Jim Jordan lideraron la carga, y en el Senado, Josh Hawley, JD Vance, Marsha Blackburn, Ron Johnson hacen todo lo posible para aprobarlo. ¿Trump? Ni siquiera finge mantenerse al margen. Exige: «Envíenme este proyecto de ley a mi escritorio LO ANTES POSIBLE».

Aquí es donde las cosas se ponen serias, y quiero que lo escuchen claramente.

Primero, destripa los tribunales. Contiene una disposición que impide a los jueces federales ejecutar sentencias de desacato contra el poder ejecutivo a menos que se depositen enormes, gigantescos bonos financieros.  ¿Quién tiene esa cantidad de dinero? No los estadounidenses comunes ni los grupos de base. Entonces, si Trump decide ignorar una orden judicial, ¿qué pasa? Los tribunales pueden mantenerse en sus trece, pero no pueden detenerlo. Incluso las sentencias de la Corte Suprema se complicarán y retrasarán.

Segundo, abre la puerta a la interrupción de las elecciones. El proyecto de ley aumenta los poderes de emergencia presidenciales, permitiendo que Trump use la carta de la «crisis» para ralentizar, interrumpir o impugnar las elecciones. No cancela directamente la votación, pero es el andamiaje legal para asfixiar el sistema hasta que apenas funcione.

Tercero, pone a todas las agencias bajo el control de Trump. Gracias a la Orden Ejecutiva 14215, todas, incluso las que se supone deben mantenerse neutrales, tendrán que seguir las interpretaciones legales de Trump. Ciencia, medio ambiente, salud pública, regulación financiera: todas reportaran a un solo departamento.

En cuarto lugar, convierte la lealtad en el precio de un empleo público. A través del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), la gente de Trump podrá supervisar, evaluar y depurar a los funcionarios públicos que no les gustan. No se trata de un problema de rendimiento; es simple y llanamente una purga política.

En quinto lugar, afectará duramente a la comunidad LGBTQ+. El proyecto de ley prohíbe que Medicaid y CHIP cubran la atención médica de afirmación de género para cualquier persona, sin importar su edad. Esto no sólo es cruel, sino fríamente calculado.

En sexto lugar, amenaza tus derechos a protestar, a expresarte y a organizarte. La ampliación de los poderes de vigilancia permite al gobierno rastrear disidentes, monitorear la actividad en línea y marcar a quienes considere amenazas potenciales. ¿VPN? (1) No se menciona directamente, pero los poderes son tan amplios que los grupos de libertades civiles advierten que podría incluir  las comunicaciones cifradas. Si a esto le sumamos purgas más rigurosas del padrón electoral y normas de identificación más estrictas, será un sistema diseñado para mantener a las personas marginadas fuera de su participación política.

Ian Bassin, cofundador de Protect Democracy, va directo al grano: «Este proyecto de ley no solo amplía la autoridad presidencial, sino que reestructura los controles y equilibrios fundamentales de nuestro sistema. Otorga al poder ejecutivo poderes que ningún presidente moderno ha tenido jamás, creando las condiciones legales para un gobierno autocrático».

Llevo años escribiendo sobre política pero lo que está sucediendo ahora me aterra.

Imaginen a María, una profesora de Chicago, publicando una foto de una marcha por el clima. ¿Esa publicación? Marcada, registrada, rastreada. Samuel, un científico federal, publica una investigación que deja mal parado a Trump. ¿Su trabajo? De repente, bajo revisión. ¿Alex, un adolescente trans de Tennessee? ¿Su atención médica? Cortada de la noche a la mañana. Esto no es teórico; es el mundo que este proyecto de ley está modelando ahora mismo.

Y aquí está el truco: este proyecto de ley no infringe la ley: La reescribe para que Trump no tenga que infringirla.

Ya lo hemos visto en Hungría, Rusia, Turquía. Los autoritarios no necesitan tanques en las calles. Solo necesitan gente cansada y distraída dispuesta a hacer la vista gorda.

Algunos de ustedes estará pensando: «Tony, los tribunales lo detendrán». Pero no lo harán. Algunos de ustedes pensarán: «Aquí no puede pasar». Bueno, les digo: ya está pasando.

Este no es un titular más. Esta es la lucha de nuestro tiempo.

Tenemos que despertar. Tenemos que resistir. Y, sobre todo, tenemos que actuar: llamen a sus senadores, saturen sus oficinas con llamadas, apoyen a la ACLU (2), protejan la democracia, una causa común. Compartan este mensaje. Sal y hazte notar. El sistema no se salvará solo.

Depende de nosotros.

¿Y la historia? La historia recordará lo que hicimos, o lo que dejamos de hacer, cuando todo estaba en juego.

Elon Musk: Implosión bajo el peso del ego, la adicción y la traición.

Hay una amarga y retorcida ironía jugando en los titulares de hoy. Elon Musk, el llamado visionario que una vez se autoproclamó heredero de Edison, Tesla y Steve Jobs todos a la vez, ahora está desnudo, despojado de su mito, una figura hueca debatiéndose bajo el peso de las adicciones, la arrogancia y la traición política.

Las revelaciones del New York Times, Rolling Stone y otros grandes medios aterrizan como un trueno. El consumo de drogas de Musk no fue ocasional ni recreativo. Fue sistemático, crónico y extremo: Ketamina a niveles tan altos que dañaron su vejiga, un efecto del consumo sostenido. Píldoras de Adderall apiladas en una caja diaria de «medicación», junto con éxtasis y hongos psicodélicos. Musk, el hombre en el que se confiaba para dirigir Tesla, SpaceX, Starlink y ejercer una vasta influencia política, capotó.

Imaginen si el jefe de cualquier otra compañía de Fortune 500 estuviera expuesto a la combinación de tranquilizantes, anfetaminas y alucinógenos en una rutina diaria. Imaginen si controlara miles de millones en contratos del gobierno, tecnologías aeroespaciales sensibles, o tuviera línea directa con el presidente de los Estados Unidos. Sería un escándalo nacional del más alto nivel. Pero con Musk, la historia siempre estuvo oculta gracias a su personalidad mediática: el caos de Twitter, el multimillonario que publicó memes, la narrativa del «genio excéntrico» difuminó todo lo demás.
Pero no se equivoquen, esto no es sólo una crisis de celebridades. Es una crisis de gobernanza, poder y responsabilidad.

Y es aquí donde aparece la traición política.

Musk no salió de la órbita de Trump porque su régimen de repente reveló una desconocida fibra moral. Después de todo, Musk invirtió casi $ 275 millones en la reelección de Trump, y se convirtió en un portavoz suyo. Como si esto fuera poco tuvo un papel clave en el avance de la agenda brutal de la administración: recortes masivos de ayuda exterior, minimizar la investigación del cáncer pediátrico,  destripar la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, y despedir a altos funcionarios del área de la seguridad nuclear.

El equipo de Trump estaba feliz de montar en el tren Musk, sin importar lo imprudente o destructivo que fuera.

Lo que no podían tolerar era una falta de respeto.

Musk, ahora estamos aprendiendo, comenzó a chocar con altos funcionarios dentro del régimen de Trump. Con el secretario de transporte Shawn Duffy; con el senador Marco Rubio, e incluso con el círculo más próximo a Trump. Creyó que su riqueza y estatus lo ponían por encima y lo eximía de ingresar a una estructura de poder que sólo se inclina ante una cosa: la lealtad al trono.

Así que ahora, la máquina se está moviendo para enterrarlo.

No se trata de responsabilizar a Musk por el costo humano de su influencia política: se estima que 300 mil muertes, en su mayoría de niños, no se hubieran producido sin los recortes hechos por DOGE. No se trata de las promesas incumplidas, el vaporware (3), la explosión del Cybertruck (4), o las repetidas fallas de cohetes en SpaceX. No se trata de proteger al público de un multimillonario cuyo juicio se ha visto nublado por una sorprendente variedad de drogas. Se trata de castigar a Musk por deslealtad personal y recordar al mundo que en la corte de Trump, nadie es intocable.

Esto debería alarmar a todos los estadounidenses, no sólo por lo que dice de Musk, sino también por lo que dice del sistema en el que vivimos.

El almizcle (5) no está cayendo porque el sistema funciona. Está cayendo porque el sistema lo está rompiendo, como suele romper a cualquiera que sobreestima su independencia. No se trata de ética o justicia. Se trata de dominio, jerarquía y venganza.

Y aquí está la última advertencia. Aunque la fortuna política de Musk colapse, no debemos permitir que se rehabilite, resucite como narrador de una supuesta verdad.

Es probable que Musk filtre pronto detalles lascivos sobre el comportamiento de Trump. Podrá  exponer pequeñas reyertas, corrupción, la grotesca toma de decisiones a puertas cerradas. Pero eso no lo absolverá. No borrará las consecuencias mortales de las políticas que financió, aplaudió y ayudó a ejecutar.

No importa lo fuerte que Musk se revuelva contra sus antiguos aliados, debemos tener siempre presente que no es una víctima, no es un genio incomprendido, no es un héroe caído. Es quien provocó incendios junto a los pirómanos, y ahora, con su imperio derrumbándose, su reputación por el suelo y sus adicciones al descubierto, se está consumiendo por las mismas llamas que ayudó a encender.
Debemos ver el espectáculo. Debemos informar cada novedosa verdad que se produzca. Pero nunca, nunca debemos confundirlo una redención.

NOTAS

1) Una VPN, o Red Privada Virtual (Virtual Private Network), es una conexión segura y cifrada que permite a los usuarios acceder a Internet de forma anónima y privada. Funciona creando un túnel cifrado entre el dispositivo del usuario y un servidor de la VPN, enmascarando la dirección IP del usuario y cifrando su tráfico de internet.

2) La ACLU (Unión Estadounidense por las Libertades Civiles), es una organización sin fines de lucro y no partidista que defiende los derechos fundamentales garantizados por la Constitución de los Estados Unidos.Trabaja en los tribunales, en las legislaturas y en las comunidades para defender y preservar las libertades civiles de todos los ciudadanos.

3) Término que se refiere a productos, por lo general de hardware o software que son anunciados al público, pero que nunca se lanzan o se retrasan indefinidamente.

4) Pickup eléctrica de tamaño completo, con un diseño único y futurista, fabricada por Tesla Inc. Se caracteriza por su estructura de acero inoxidable resistente a abolladuras y rayones, así como por su capacidad de albergar hasta 6 pasajeros y una amplia capacidad de carga.

5) Es una sustancia de fuerte olor que se utiliza en perfumería. En slang se refiere al olor de los genitales sin higienizar.