PARANOIAS. El sindrome Pachter causa estragos: primero fue Teresita, ahora contagió a su marido

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Perseguidos​

En casi cualquier país, a un extranjero que ataca inmisericordemente a su gobierno sin cesar y que encima moviliza a la embajada de su país de nacimiento so pretexto de que la han amenazado sólo porque ​alguien (yo) antes sus embates expresa que «estamos bajo fuego», o es expulsada o se la interna en un psiquiátrico u otra institución que impida que siga haciendo daño. Aqui, país generoso, sigue en libertad e injuriando y difamando sin cesar mientras se queja de que la atacan. Como el ladrón que huye gritando «¡Al ladrón!».

Primero fue la belga Teresita Dussart (siempre funcional a la derecha republicana de los Estados Unidos y a los halcones de Israel) y ahora es su marido , el periodista Gustavo Espeche, con quien nunca tuve ni un si ni un no, que en lugar de procurarle asistencia psicológica a su media naranja, se hace eco de sus embustes y sucumbe a su paranoia, sintiéndose, también él, perseguido. Parece que el síndrome Pachter (por Damián, alías Bambi, al que una garganta profunda le informó de la muerte de Nisman antes que la supiera nadie y que luego le diagramó un raje a Israel so pretexto de sentirse observado) es muy contagioso.

Lo cierto es que esto va pareciendo una película de zombies. Lean la carta que Espeche ha dirigido a los directivos de la agencia Télam, donde ambos trabajamos. Compadezco a Patucho Álvarez, habiendo tantas cosas útiles que hacer, tener que perder el tiempo explicando que uno no había nacido cuando murió Gardel y que no, que no lo asesinó. ¿Que a Gardel no lo asesinaron? ¿Qué importancia tiene? A Nisman tampoco y hay quienes inventan comandos mixtos de sicarios compuestos mitad de pasadaran iraníes, mitad de sebines venezolanos, todos entrenados en Cuba. Y lo lanzan sin aportar prueba alguna y sin que se les mueva un pelo de las cejas. ¡En la nota principal de la edición dominical del diario de mayor circulación nacional!

Por el mero placer de hablar macanas y embarrarlo todo.

Estimado Sr. Presidente del Directorio de Télam, Santiago Álvarez.

(cc: Sres. Aragón y Emaldi)

Me dirijo a usted por este medio, como trabajador de la empresa Télam, para consultarle si el señor Juan José Salinas, también empleado en esta empresa, tiene autoridad o atributos para determinar la seguridad, el bienestar o la tranquilidad de quienes nos desempeñamos en la misma, y por lo tanto también a determinar si podemos ser “molestados” de alguna manera.

Quizás mi pregunta lo sorprenda, por lo que lo pongo al tanto de la situación: Desde hace quizás más de un año, Salinas ha publicado en varios medios –no en Télam- una serie de inexactitudes, injurias y calumnias sobre mi esposa, Teresa Dussart de la Iglesia, periodista belgo española corresponsal en Argentina del diario belga La Libre Belgique y directora de un blog de periodismo independiente, a quien él la ubica en su ya numerosa lista propia de espías y conspiradores enemigos del país, según su criterio.

Sobre este tema, el Reino de Bélgica ya ha manifestado oficialmente su inquietud a la Cancillería Argentina, ya que la situación no sólo afecta a una ciudadana belga sino que supone que ese país ejerce el espionaje.

Al margen de las acciones legales decididas por mi esposa al respecto, lo que me atañe como periodista y empleado de Télam es que últimamente me ha involucrado en sus textos públicos con nombre y apellido y mi cargo en Télam. Además del perjuicio profesional que puede causarme –casi 40 años de carrera- estar envuelto en las acusaciones que él formula, sus textos contienen una velada amenaza o advertencia sobre mi tranquilidad o seguridad en Télam.

Luego de ventilar cuestiones de índole privada –como dónde nos conocimos con mi esposa- sostiene que la presencia de ella implica que “estamos bajo fuego” (no aclara estrictamente quiénes) e indica que está casada desde hace dos años con Gustavo Espeche Ortiz, jefe de la Sección Turismo de Télam.*

Es decir, me deja expuesto ante cualquiera que pudiera creer sus palabras y tomar al pie de la letra la situación de beligerancia que sostiene, ya sea de fuera o dentro de la Agencia.No obstante, en un artículo posterior asegura que a mí, en Télam, nadie molesta ni molestará”.

Esta garantía de que no se me molestará, me da a entender que él tiene la potestad de determinar lo que pase, al menos en Télam, respecto de mi tranquilidad, bienestar o seguridad, según el nivel de la posible molestia que puediera sufrir. Si él puede garantizar que no se me molestará, también puede decidir lo contrario.**

Es aquí donde retomo mi consulta inicial hacia usted (y/o las personas del Directorio a quienes giro copia de esta carta):

¿Tiene Salinas injerencia en el sector Seguridad de Télam? ¿Puede él dentro de la empresa garantizar mi tranquilidad, y por lo tanto también cumplir la velada amenaza y quitarmela y hacer que me “molesten”? Porque quien da seguridad, puede también dar inseguridad, especialmente si es acertado el documento que lo sindica como PCI (Personal Civil de Inteligencia) del Batallón 601 de Inteligencia durante la dictadura, en la categoría “Apoyo y Proc.”, como lo denunciaron varios medios desde 2007, entre ellos la Revista 23, que en 2010 dio a conocer una larga nómina de informantes del Ejército durante la dictadura, que incluía a Salinas.***

Por supuesto quedo a su entera disposición para dialogar sobre el tema. Desde ya, por esta dirección de correo o en persona. Me encuentro en Télam de lunes a viernes, de 16 a 22, 8º piso, interno 0819.

Agradezco su atención y también sus respuestas.

Envío este mail con copia al vicepresidente del Directorio, Santiago Aragón, y al director vocal Alberto Emaldi.

Giraré copias posteriores a mis jefes directos, Fabián Rodríguez y Luciano Peralta, y a la representaci​ón gremial.

Atentamente.

Gustavo Espeche Ortiz​ ​

Agencia de Noticias Télam​ ​

Editor Jefe Sección Turismo(0054-11) 4339-0300 int. 0819cleardot.gif

  • Como ya expliqué repetidamente, tuve la desgracia de conocer a Teresita porque Espeche -al que conozco hace mucho- me la presentó diciéndome que quería hablar conmigo de la causa AMIA. Ellos vinieron hacia mi, no yo hacia ellos. Fueron ellos los que me contaron que se habían conocido bailando, y que se habían casado. Los llevé a cenar al café de los sabaleros (kirchneristas) de Barracas, soporté su virulento odio a Cristina y su gobierno y al día siguiente le devolví sus zapatos de baile, que había olvidado en mi auto.

** Como es obvio y evidente por múltiples motivos que no vienen ahora al caso, no tengo ningún poder especial en Télam. Simplemente veo que el gobierno de CFK jamás ha perseguido a ningún periodista en la agencia y no veo por qué habría de hacerlo ahora… excepto que Teresita pase a la acción directa y su marido la asista.

*** Es así como procede la pareja de bailarines: te acusa de las peores cosas, calumniosas e injuriantes… y al mismo tiempo se declara perseguida. ¿No es genial?


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4 comentarios

  1. Esa situación de beligerancia…esas frases terroristas….que lo pario mendieta…estamos bajo mierda mas que bajo fuego

    1. Acá no se trata de ser valiente o cobarde, sino sólo de ser sensato. Espeche se ha casado con una furibunda detractora del gobierno nacional, que comulga con las políticas más agresivas y facciosas del complejo militar-industrial-financieron de los Estados Unidos y aliado en el Cercano Oriente. Está en su derecho. Pero a partir de ello no puede declararse perseguido cuando nadie lo persigue: simplemente señala aquel hecho. Como dije: el sindrome Pachter causa estragos.

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