Presidenta jauretchana
Por largo tiempo, el forjismo argentino ha sido devaluado incluyéndolo dentro de populismos variados con equivalencias directas: actos masivos, ciertas mejoras económicas y poco más. No faltan quienes, intentando lo mejor, sostienen que para qué zambullirse en la obra de aquellos hombres de estas tierras cuando Antonio Gramsci ya explicó, desde Europa, concepciones similares.
Y si el gran revolucionario italiano es insoslayable para el pensamiento político moderno, el forjismo debería ser inevitable para quien anhele un calce profundo en los pueblos del Sur del continente y un desarrollo estable y dinámico de la economía regional. Cristina, como Néstor Kirchner, así lo entendió y eso se trasluce en pensamientos y políticas. En el decir y el hacer.
¿Cómo y porqué? Básicamente, ambos jefes de Estado han indicado la necesidad de desplegar políticas activas para salir de la crisis. Esto es, utilizar el potencial del Estado para disparar una actividad económica que por si misma, pese a la perorata liberal, no logra articular políticas de gran envergadura que desplieguen la Nación.
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