PRÓCERES: Jaime Stiuso e Ibar Pérez Corradi, arietes de la lucha contra la diktadura

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La Nación nos toma por pánfilos. Para despistar, envía a su periodista más bisoña y angelical a una entrevista concertada con el espía que vino del norte y que ha regresado a mover los hilos de los servicios locales a través de la incombustible Silvia Majdalani, la de la cara de acero, la misma que trabaja en la sede de la AFI de la calle 25 de Mayo y le cuida las espaldas a Gustavo Arribas, el amigo y socio del presidente Macri, que se la pasa atendiendo sus negocios en Brasil y viajando.

El diario de los Saguier y los Mitre ha resuelto convertir al contrabandista serial de todo tipo de equipamientos y sustancias, Antonio Horacio Stiuso, en un héroe de la cruzada que tiene como objetivo darle sucesivas manos de bleque a Cristina Fernández de Kirchner y seguidamente encarcelarla, de modo que no pueda ser candidata a nada. Lo hace después de haber secundado al gobierno en hacer igual tarea con Ibar Pérez Corradi, el acusado de haber ordenado el mal llamado «Triple crimen de General Rodríguez», en alusión a la localidad dónde aparecieron los cadáveres.

Ibar-Perez-Corradi-profugo-justicia_CLAIMA20160112_0333_28Una digresión: Las negociaciones sicalípticas que mantuvo con el gobierno a fin de intercambiar con el una prisión cinco estrellas y la manutención de su familia por acusaciones contra funcionarios del gobierno anterior llegaron al absurdo cuando Pérez Corradi declaró que fue el mismo Sebastián Forza al que todo indica mandó matar quien le dijo que «La morsa» era Aníbal Fernández, a despecho de que los investigadores de buena fe, como Ricardo Ragendorfer, no tengan dudas al señalar que el portador del apodo pinnípedo es Julio Posse, un ¿ex? agente de la SIDE y confidente de la DEA que fungía de guardaespaldas de Forza.

Volvamos a Stiuso, la cándida Agustina López da crédito a la especie de que fue Néstor Kirchner quien presentó a Stiuso y Alberto Nisman, cuando ambos (como narro en «El Caso Nisman: Secretos inconfesables») se conocen desde fines de los ’80, cuando Nisman cubría las espaldas de los militares asesinos que habían desaparecido a Iván Ruiz y José Díaz, dos de los incursores del cuartel de La Tablada, quienes se habían rendido saltando desde los calabozos en llamas frente a las cámaras de RTVE y diversos reporteros gráficos. Y, sin embargo, no le repreguntó nada cuando Stiuso, sin sonrojarse, dijo que nunca conoció a Kirchner. Es más, la pobre Agustina llegó a preguntarle a Stiuso cual Heidi rediviva si alguna vez hizo alguna intercepción telefónica ilegal… que es lo mismo que preguntarle a la Cicciolina si alguna vez se prostituyó… Faltó que le preguntara si alguna vez instaló cámaras de video en hoteles de todo tipo, desde el Alvear a Spartacus… y que «Jaime» perjurara que jamás.

Stiuso considera que (luego de que él se negara a atender sus angustiados llamados) la muerte de Nisman era «inevitable», sin embargo, y contra toda evidencia descartó luego que se hubiera suicidado y afirmó sin más que lo asesinaron. Y no que lo hubieran hecho sus socios del Mossad en el redituable negocio de la seguridad privada (en el que también participa Sergio Szpolsky) como parecería lógico si en verdad lo hubieran asesinado… sino el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, que resultó, lejos, el mayor perjudicado por la muerte del fiscal.

Stiuso dejó claro que cuenta con el apoyo de la CIA al decir que estuvo «asilado» en Estados Unidos, que lo habría protegido de la persecución del gobierno de CFK, algo de lo que no había dudas desde que Washington jamás contestó a los requerimientos de este.

Capítulo aparte son sus alusiones a un «servicio de inteligencia paralelo» al servicio del anterior gobierno, en transparente alusión al tándem informal establecido entre su teórico segundo, al abogado Fernando Pocino, y el entonces jefe del Ejército, teniente general César Milani, una alianza que se formó luego de que Cristina perdiera todo atisbo de confianza en él y de que Edward Snowden revelara que la National Security Agency tenía intervenidas las comunicaciones personales de 35 primeros mandatarios del mundo, comenzando por Ángela Merkel y Dilma Roussef, lista que obviamente la incluía.

Por último y un mensaje cifrado que aún no se decodificar, Stiuso se jactó de su protagonismo en la captura del llamado «Rey de la Efedrina», Mario Roberto Segovia, a quien un domingo se llamó tres veces desde un celular perteneciente a Francisco De Narváez ¿lo recuerdan? Aquel colombiano pelirrojo que alguna vez derrotó electoralmente al mismísimo Néstor Kirchner.

Moraleja

Esto nos recuerda que hay triunfos electorales que, aunque dañinos, son efímeros. Ojalá (Dios lo quiera) pero no dejemos todo en manos de Él, que muchas veces, sino todas, suele ser prescindente. Recordemos aquellos sabios dichos que nos instan a la unidad en procura de objetivos superiores. No sólo el previsible «los hermanos sean unidos…» de Fierro sino también el «Vinieron los sarracenos / y nos molieron a palos / que Dios ayuda a los buenos / cuando son más que los malos», con que se lamentaron Don Rodrigo y sus partidarios tras la derrota de Guadalete. Don Julián y los partidarios de Ágila que se habían pasado al enemigo dejándolos en inferioridad numérica fueron tras la victoria pasados a degüello por los «moros», que con buen criterio, desconfiaban de ellos. Los «moros» eran más cultos que los cristianos y conservaban las enseñanzas de la antigüedad. Por ejemplo, que «Roma no paga traidores». Tiempo al tiempo, no se trata ahora de acusar, sino, simplemente, de anotar. Ya llegará el momento de recordar las felonías. Ahora se trata de tender la mano a todos los que se opongan a la entrega de nuestra nación al extranjero.

Luego de la nota de La Nación completa, un sorprendente bonus track (o yapa):

Stiuso: «Los Kirchner tenían servicios paralelos que les armaban carpetazos»

 

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El ex espía habló con La Nación, en su primera entrevista desde que regresó al país. Foto: Agustín Marcarian

POR AGUSTINA LÓPEZ

Es domingo por la mañana. Un hombre llega a un bar en la calle Echeverría, en Belgrano. Se sienta a la mesa del fondo, a la izquierda del salón, en una silla que mira a la puerta de entrada. Viste ropa informal: jeans, zapatos y campera deportiva. Abre el diario Clarín y le pide al mozo dos medialunas de manteca, un café con leche y agua sin gas. Se pasará la siguiente hora leyendo minuciosamente las noticias, con los anteojos apoyados en la punta de la nariz. Antonio «Jaime» Stiuso parece un hombre común y no un ex agente temido por políticos, jueces y empresarios.

LA NACION lo identificó y se acercó hasta su mesa, y aunque al principio se rió ante la propuesta de hacerle algunas preguntas y fue terminante («no hablo con la prensa, sólo con la Justicia«, dijo) finalmente accedió. Cuando vio el teléfono celular en la mesa, reaccionó: «¿Por qué me graba?». Recién se tranquilizó cuando esta cronista guardó el teléfono. Se fue aflojando de a poco, a medida que se sucedían las preguntas: «¿Cómo está?», «¿Cuándo volvió?», «¿Cómo se siente?». Se permitió entonces algunas respuestas más concretas, las primeras a la prensa tras su regreso al país, en febrero pasado. Afirmó que está «tranquilo» ahora que la ex presidenta Cristina Kirchner «perdió su poder», porque, dijo, ni él ni su familia sufren más amenazas. Señalado por armar «carpetazos» contra opositores durante el kirchnerismo, dijo que en esos años existió un «servicio de inteligencia paralelo» que se ocupaba de esa tarea y del cual, sostuvo, él no era parte.

Su rostro luce casi igual a su identikit, difundido por el entonces ministro Gustavo Béliz en 2004: el mismo corte de pelo, algo más canoso y delgado, ojeroso y con un ojo caído. A su alrededor nadie lo reconoce: es un hombre más leyendo el diario. Es difícil no pensar si él habrá observado detenidamente a cada uno de quienes cruzaron la puerta del bar.

Durante años su relación con el matrimonio Kirchner se mantuvo en buenos términos. El ex presidente habría presentado a Stiuso y Nisman para que trabajaran codo a codo, aunque el ex agente ahora lo niega. Una serie de escándalos relacionados con Cristina en 2014 le valió la acusación de que era él quien filtraba esa información y le costó su pase a retiro.

Lamenta la muerte de Nisman, aunque cree que el desenlace final del fiscal era inevitable: «En las escuchas que tenía como evidencia involucraba al Gobierno», sostiene; las acusaciones contra el kirchnerismo son parte de la estrategia judicial que prepara. Relajado, se rió en varias oportunidades y esquivó muchas de las preguntas con habilidad. Después de todo, según él mismo afirma, la suya «es una profesión que nunca se abandona».

-¿Cómo está?

-Bien, muy tranquilo ahora.

-¿Cuándo volvió al país?

-Volví después del cumpleaños de Cristina (19 de febrero). Estuve en Estados Unidos con asilo por todas las amenazas que recibimos tanto yo como mi familia. Amenazas de muerte del gobierno anterior.

-¿A qué se dedica ahora?

-Trabajo en mi empresa, que tengo desde el 97 y en la que siempre trabajé.

-¿Se puede dejar de ser servicio?

-No, es una profesión que nunca se abandona.

-¿Qué opina de la causa AMIA?

-Que las cosas no se hicieron bien. Fíjese que en todos los países del mundo en que hubo ataques terroristas la situación se manejó de otra manera, acá nunca se pudo esclarecer nada porque los gobiernos siempre trataron de tapar las cosas, de sobornar jueces, presionar funcionarios.

-¿Qué le parece el memorándum con Irán?

-El gobierno anterior quiso hacer creer que los iraníes no tuvieron nada que ver, que la culpa recae en los sirios. ¿No le parece raro que Timerman haya negociado este memorándum en Alepo (Siria), en donde los sirios supuestamente sólo auspiciaron el encuentro?

-¿Qué le pasó a Alberto Nisman?

Lo mataron. Yo podría haber terminado como él. Hubo persecución, lo amenazaron muchas veces, tanto a él como a mí, amenazaron a su familia.

-¿Y por qué siguió adelante entonces?

-Porque era su trabajo y porque el no seguir adelante no implicaba que viviera. En las escuchas que tenía como evidencia involucraba al Gobierno, de una forma u otra habría sido lo mismo. Él antes de denunciarlo ya lo había comentado con algunos periodistas, se sabía.

-¿Y usted por qué se salvó?

-Porque no pudieron encontrarme, me fui a tiempo.

-Es decir que fue el gobierno de Cristina el que lo mandó a matar.

-Y sí.

-¿Sospecha de la figura de Lagomarsino?

-Yo sospecho de todos.

-Usted fue el último al que llamó Nisman, pero nunca lo atendió. ¿Por qué?

-Porque no escuché el teléfono, estaba en vibrador.

-Nisman y Arroyo Salgado fueron aliados de Cristina. Sin ir más lejos, Arroyo Salgado fue quien le sacó la bombacha a la hija de Herrera de Noble. ¿Qué pasó?

-Eso no tiene nada que ver, ellos cumplían con su trabajo. Yo también he sacado peines de casas para tratar de identificar a los hijos de desaparecidos. Alberto era un persona muy inteligente, muy bueno en lo que hacía. Él investigó lo que pidieron, encontró evidencias contra el Gobierno y las hizo públicas.

-¿Cree que se va a esclarecer la muerte de Nisman?

-Creo que en algún momento se va a saber. A Alberto le aplicaron el relato después de fallecido, trataron de desmerecer todo lo que estaba haciendo. Ahora que ya no están en el poder, el relato se cae.

-Se decía que usted les armaba los «carpetazos» a Néstor y a Cristina en contra de los opositores…

-Eso es mentira, yo no armaba ningún carpetazo, yo no entiendo de política, yo hacía otras cosas: me ocupaba de cosas exteriores, de inteligencia, contrainteligencia, terrorismo. Los Kirchner no utilizaban la SIDE porque tenían sus servicios paralelos, con gente que investigaba para ellos y les armaba sus propios carpetazos.

-¿Quién estaba a cargo de ese servicio de inteligencia paralelo?

-Lo declararé cuando me cite la Justicia.

-¿Oscar Parrilli?

-Parrilli es un payaso, no podía manejar nada.

-¿Conoció a Néstor y a Cristina?

-A ella la vi una sola vez, a él nunca lo conocí.

-Las escuchas pasarán de nuevo a la AFI. ¿Qué opina de eso?

-Que es lo mismo. No es un agujero negro, como todos dicen. El sistema funciona así: hay una central que graba las conversaciones, la pinchadura se pide por orden de la Justicia a las compañías telefónicas, que las desvían a la «ojota» (la oficina de intercepciones).

-¿Usted nunca pinchó teléfonos ilegalmente?

-Hay que tener un equipo especial. No contábamos con ese equipo, que sí lo tenía este servicio de inteligencia paralelo que manejaba Cristina.

-¿Qué opina de la detención de Pérez Corradi?

-Me parece que es un peón. Al verdadero rey de la efedrina, Mario Segovia, lo detuve yo en 2008 y ahí estalló el tema de la mafia de los medicamentos. De todos modos, a mí nunca me pasaron la orden de que lo busque a Pérez Corradi.

-¿Cree que Aníbal Fernández está implicado?

-(Se encoge de hombros.) Lo que tenga que decir lo diré en la Justicia.

-Se dice que fue usted quien informó del dinero de José López y que por eso lo encontraron.

-No, yo no tengo nada que ver. Ahora saltan todas estas causas porque Cristina ya no tiene el aparato del Estado y no puede seguir silenciando.

-¿Por qué lo removieron de la SI?

-Quisieron hacer creer que yo era el demonio y que con mi salida se transparentaba todo. El problema fue que empezaron a aparecer las denuncias en contra de Cristina y eso la molestó; a través de los medios hizo recaer en mí una serie de acusaciones.

-¿Qué sabe usted de Cristina para que se haya ensañado tanto?

-Pregúntele a ella.

-¿Cambió la situación con la creación de la AFI?

-La AFI sigue siendo lo mismo que antes era la SIDE, pero con gente de Cristina que ahora supongo que será gente de Macri. Me sacaron a mí y a muchos que estábamos desde hacía tiempo para poder poner a su gente.

-¿Conoce a Aníbal Fernández?

-Lo vi en un par de oportunidades. En una con Alberto (Nisman), que él nos estaba grabando. Aníbal era uno de los que más querían, junto con Cristina, que vuelva al país para asesinarme. Ahora que están fuera del gobierno no me vino a visitar. Nadie me vino a visitar. Ellos pensaron que iban a ser eternos, ya no tienen poder, no tienen el aparato del Estado.

-¿Cristina no tiene poder?

-¿A usted le parece que sí? Ya está, ahora sólo es una mujer loca, sin fuerza, sin el aparato del Estado.

BONUS TRACK (o YAPA)

 

Post scriptum : No conozco de nada a Abel Reynoso excepto saber que es peronista; que conoció al General y escribió un libro sosbre sus experiencias con él; también ue la compañera Marra me ha enviado algunos videos; que es el padre de un ex agente de la DEA homónimo, raleado de esa agencia luego de cometer un sincericidio ; que es kirchnerista y acérrimo defensor de Cristina (como explicó Guillermo Moreno que somos los varones peronistas de las mujeres ídem) y que suele grabar videos casi a diarios, como éste directamente relacionado con la reaparición de Stiuso.

Don Reynoso es muy cristinista, sí, pero también muy crítico, mucho mas que la compañera Marra. Compruébenlo aquí con un video que tiene apenas unos pocos días. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice. Escúchenlo.


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4 comentarios

  1. Respecto del video de Abel Reynoso tengo una discrepancia desde el inicio:
    los gobiernos K NUNCA tuvieron el «poder absoluto» aunque fueran gobierno. El «poder real» siempre conservó su poder de fuego (sobre todo el mediático), y mucho más cuando se le sumó el que vino «de afuera». De lo contrario no se explicaría esta contraofensiva revanchista que trajo el macrismo y la «ayuda» recibida para llegar al gobierno.
    En todo lo demás podríamos coincidir.
    Gracias por la nota.

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