EMBAJADA DE ISRAEL / 5. Un posible control remoto / Continúa la danza de los muertos / “Vivos” preparan una farsa

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Estoy viendo el video del que se habla en el texto, hecho por la Embajada de Israel. Le hacen decir al actor Oscar Martínez que hubo 29 muertos. ¡Cuanto descaro! ¿Dónde estan los siete que faltan, Israel? Sostengo que los muertos se inflan adrede, para disimular que a la hora del bombazo, muchos de los que trabajaban en ella, incluido el servicio de seguridad en bloque, se habían ido, al igual que el policía que debía estar en la puerta. Va a comenzar el acto y recién enviaré esto al aire cuando termine, así aprovecho para comentarlo. Aunque lo escuche mientras sigo escribiendo. Con atención flotante.

Aparece un tipo que dice, en nombre de las víctimas, que “todo está dicho” respecto a este bombazo… cuando Israel ni siquiera se digna, no ya presentarse en la causa y colaborar con el esclarecimiento, sino siquiera ponerse de acuerdo con Argentina sobre cual fue el número de muertos. Sin  embargo, el orador se permite apretar a los ministros de la Corte.

Luego habla el enviado de Israel, Yuval Rotem. Dice que estaba en el consulado de israel en NY, que lo llamó un periodista le advirtió que algo pasaba y que se comunicó con la “sala de situación” en Jerusalén, y que todavía allí no sabian nada; que llamó a la embajada y como nadie contestaba, llamóa a la casa del embajador Shefi, donde lo atendió su hija, que le dijo que su padre había almorzado allí y que lo habían venido a buscar de urgencia, sin decir por qué. Y que entonces él volvió a llamar a la Sala de Situación, en Israel. y les dijo que suspendiean los francos y convocaran a todos pues había pasado algo terrible. Y más adelante dice que “desde un primer momento” supieron (los servicios secretos israelíes, al que sin duda perteneció y debe seguir perteneciendo) que el atentado había sido planificado, organizado y financiado por Irán y ejecutado por Hezbolá.

Más tarde y de movida, el embajador Sztulman dice que “la investigación de Nisman probó sin dudas la culpabilidad de Irán y de Hezbolá”. Lo dice con total impunidad. Se ve que nadie ha leído el famoso dictamen de Nisman, tan insustancial y vacuo como la acusación que levantó contra CFK y Timerman.

Tanta clarividencia me anonada. Como dijo Néstor Kirchner refiriéndose a la AMIA: el encubrimiento comenzó antes que las explosiones.

No lean esta nota sin leer previamente la anterior.

Aquí están las entregas anteriores:

PRIMERA NOTA: http://pajarorojo.com.ar/?p=22557

SEGUNDA NOTA: http://pajarorojo.com.ar/?p=22612

TERCERA NOTA: http://pajarorojo.com.ar/?p=32353

CUARTA NOTA:http://pajarorojo.com.ar/?p=32516

EMBAJADA DE ISRAEL / 4. La presunción de Fayt: 97 cajas de sanitarios y bolsas de Klaukol descargadas por Juan José Dorronsoro / Un testimonio clave: el de Rubén Sedarri / La falsa pista iraní que sembraron los asesinos / Dalila Dujovne y la verdadera pista iraní que nadie quiso seguir

 

Si la declaración de Rubén Sedarri –corroborada por otra personas que se encontraban en el comercio de sanitarios de la esquina de Córdoba y Libertad, junto a la principal sinagoga de Buenos Aires (ver capítulo anterior)- parece haber sido el principal testimonio existente en los alrededor de 250 volúmenes del expediente judicial por el atentado a la Embajada de Israel, el aporte que el mendocino Enrique Fabián Sánchez hizo hace apenas dos años debe tomarse con pinzas pero de ninguna manera desechado sin más, puesto que es complementario con aquel.

Sedarri narró una escena en la que todo parece indicar que un hombre con marcado acento hebreo (como dijo en principio) o árabe (como su interrogador le hizo admitir) hizo detonar la bomba colocada dentro de la Embajada de Israel (la Historia Oficial sobre la supuesta Ford F-100 bomba no resiste el menor análisis, pero eso es harina de otro costal) mediante un control remoto.

A ojo de buen cubero, la distancia entre dicha esquina y el palacete en el que tenía su sede la Embajada de Israel del otro lado de la ancha avenida 9 de Julio ronda los 700-800 metros.

La declaración de Sedarri ante la policía bonaerense produjo tanta conmoción en el gobierno del presidente Carlos Menem que fue conducido a la Casa Rosada para que la repitiera en presencia del ministro del Interior, José Luis Manzano, el jefe de la Policía Federal, comisario Jorge Luis Passero, el embajador de Israel, Itzhak Shefi y el juez federal de San Isidro, Roberto Marquevich, un comisario y dos subcomisarios de La Bonaerense.

Y que después debió repetirla el Departamento Central de Policía y en la Brigada de Investigaciones de Tigre, en esta ocasión ante un alto agente de la SIDE.

En cambio, Enrique Sánchez hizo su presentación, llena de gráficos y fotos que en principio poco y nada parecen aportan al esclarecimiento de quiénes y cómo volaron la embajada, patrocinado por un abogado desprestigiado por su afición a las presentaciones delirantes y/o sin fundamentos. Esas descalificaciones parecen haber tiznado al propio Sánchez, ya que su presentación de 69 páginas incluye a su término un detallado certificado de su buena salud mental junto con fotocopias de su DNI y de un permiso de tenencia de armas de uso civil.

Sánchez y Sarwer se presentaron ante la Corte no para criticar lo actuado por los fiscales Canevari y Nisman -recientemente fallecido- sino, por el contrario, para  ratificar y ampliar el vaporoso dictamen de éste sobre el atentado a la AMIA, puntualizando que el mismo tiene una “conexión directa” con el anterior, contra la sede diplomática israelí.

Lo hicieron presentándose como furibundos antikirchneristas (Sarwer se dice peronista) y reivindicando anteriores presentaciones de Waldo Wolff, ex vicepresidente de la DAIA , ex arquero de la reserva de Atlanta, diputado nacional por la alianza PRO-Cambiemos, que también es ciudadano israelí y reservista de su fuerza armada. Wolff suele pasar largas temporadas en Israel y tiene acceso directo al primer ministro, Benjamin “Bibi” Netanyahu.

También dieron por acreditado que Nisman fue asesinado y en ningún momento pusieron en duda la temblequeante Historia Oficial que sostiene que ambos atentados fueron cometidos con sendas camionetas-bomba.

Al grano: Enrique Sánchez dijo que desde 1987 supo de la relación entre las Industrias Metalúrgicas Pes Carmona (IMPSA) y la estatal saudí JIP (Jeddah Islamic Port; en castellano Puerto Islámico de Yeda), que era accionista de IMPSA. Y que desde comienzos de los años ’90 supo que ambas empresas eran socias, porque así se lo contó el ingeniero Keim (cuyo nombre “de pila” parece ser Rolando Gustavo) su profesor en el Colegio Industrial “Emilio Civit” de Maipú, Mendoza. Keim –siguió diciendo- le habló también de “proyectos relacionados con armas y tecnología nuclear” que eran “secreto de Estado”. Sánchez agregó, un tanto misteriosamente, que él había viajado “al extranjero” para hacer averiguaciones sobre autopartes de submarinos nucleares y tanques de guerra (en aquellos tiempos la Armada y el Ejército impulsaban sendos proyectos, ambos en sociedad con la Thyssen y otras empresas alemanas) en el marco de una política cuyo operador era el presidente Menem. También no está de más recordar que el presidente Menem, a través del Ministerio de Defensa, había encomendado a poco de asumir a su lejano primo Monzer al Kassar –el principal sospechoso de haber instigado el atentado– la venta de siete submarinos y tanques de guerra.

http://edant.clarin.com/diario/1998/06/02/t-00601d.htm

“En 1998 fui becado por IMPSA en el sector Mantenimiento Eléctrico ubicado en la Planta 2, sobre el carril Rodríguez Peña, que actualmente forma parte del Parque Industrial”, continuó diciendo Sánchez. “En mi caracter de becario pude trabajar en todos los sectores de esa planta, incluso en las de acceso restringido, y particularmente en “la sala limpia, destinada al desarrollo nuclear y a ensambles de reactores nucleares”, sala que “siempre estuvo oculta” incluso “en las presentaciones institucionales de la empresa” en las que se la camuflaba como “nave de ajuste y montaje”.

Tanto en la planta 2 como en la 1, que era “otro lugar de fabricación y ensambles”, Sánchez dijo haberse topado en repetidas oportunidades con “visitas provenientes de Arabia Saudita”.

Explicó luego que una vez que finalizó su beca, en octubre de 1989, IMPSA le ofreció empleo en el sector Ingeniería (donde trabajaban unas 250 personas). Tiempo después de estar allí, dijo, ingresó al subsector Grúas de puertos y equipos (30 personas), dependiente de aquel, como proyectista junior en el área de Electricidad y electrónica.

Fue mientras trabajaba allí, recordó Sánchez, que se produjo el atentado a la Embajada de Israel.

Los visitantes

A comienzos de esa década, explicó, se había ofrecido como guía de fines de semana para los visitantes extranjeros, labor en la que tuvo “la oportunidad de trabajar para varios proyectos, por ejemplo los de puertos de Malasia y los de Shangai y Ningbo, en China, y Jeddah, en Arabia Saudita.

Días antes del atentado, continuó recordando, visitaron la planta un  grupo de 16 chinos, y otro de 5  saudíes del JIP a los que ofició de guía. Ambos utilizaron el mismo transporte, a cargo de Roberto del Barco padre. Los árabes fueron atendidos personalmente por Enrique Pes Carmona y por el gerente de contratos de IMPSA, Diego Grau.

Fue en estas circunstancias –siguió recordando Sánchez– que se enteró que el JIP “era el financista para todos los proyectos de grúas de puerto en Oriente y Asia”. También “se corrió la voz que dentro de ese grupo se encontraba Monzer al Kassar (foto) y gente de Hezbolá”. Sánchez puntualizó que dentro del grupo supo que también había un argentino, pero en principio se abstuvo de dar nombres, si bien más adelante el mismo escrito habrí de admitir sus sospechas, sin dar razones, de que sólo pudo haberse tratado, o de Luis D’Elía (sin reparar que los vínculos de éste con Irán y Hezbolá fueron muy posteriores) o del ingeniero Antonio Horacio Stiuso, por entonces segundo del sector de Contrainteligencia de la SIDE, a cargo de Jorge Lucas. Y todavía más adelante en el escrito, Sánchez concentró sus sospechas en Stiuso.

Sánchez dijo que pudo enterarse entonces, cuando la visita de los saudíes, Al Kassar, un miembro de Hezbolá y el misterioso argentino, que los visitantes también habían recorrido otras dos empresas del Grupo IMPSA, ICSA (Ingeniería en Computación SA) y José Cartellone SA, firma especializada en la construcción de minas, que manejaba por ello gran variedad y cantidad de explosivos.

Respecto a esta última visita, dijo recordar que “estaba relacionada con inversiones para la obra del dique Potrerillo, en la Provincia de Mendoza, que varios años después se sustanció”. Por lo que conjetura que los visitantes, con ese pretexto, bien pudieron hacerse allí de los explosivos utilizados para volar la embajada.

Sobhi Tufaili, socio y posible acompañante de Al Kassar. Fue secretario general de Hezbolá hasta su expulsión. Aliado de Riad.

Una deducción lógica

Enrique Sánchez dijo que él como varios de sus compañeros del sector Grúas de Puertos se enteraron de que en ICSA Al Kassar y los saudíes vieron funcionar “un novedoso sistema de telemetría y telecontrol inalámbrico” que dicha empresa “había instalado para el Departamento de Irrigación de la Provincia de Mendoza, con base en la localidad de La Consulta, y que dicho sistema “actualmente sigue funcionando: se trata del sistema hidro-niveo-metereológico”. Ofreció a continuación detalles y gráficos sobre dicho sistema, y agregó que también se enteró “perfectamente” (información que se ofreció a ampliar) tanto que dos de los visitantes “recibieron capacitación sobre dicha tecnología” como que se armaron y se les “proporcionaron (a aquellos) un par de equipos funcionando con la (declarada) finalidad de mostrar y comercializar dicha tecnología en Arabia Saudita”.

El sistema, explicó, “estaba compuesto básicamente de un concentrador RTU y equipos de comunicación radial en la banda de UHF”. Sánchez explicó que conoce muy bien dicha tecnología ya que desarrolló sistemas similares para el control y monitoreo de gases tóxicos, y se ofreció a explicar personalmente su funcionamiento.

“Cabe destacar -continuó diciendo- que en 1992 ICSA era la única empresa que no sólo manejaba esa tecnología, sino que también representaba en la Argentina a Telesafe Control Microsystems”, con sede en Kanata, Ontario, Canadá. Uno de los equipos importados de Canadá, precisó, era el “la serie RS-6000. La unidad terminal remota TeleSAFE 6000 programable (RTU) fue lanzada en 1987 y se convirtió en la plataforma de elección para los servicios públicos en Canadá debido a su confiabilidad y facilidades de despliegue y programación. En 1992 se introdujo el TeleSAFE 6000-16X, la primera RTU inteligente de plataforma abierta del mundo para aplicaciones de telemetría”, detalló.

De todo lo cual, Sánchez concluyó que la tecnología que proporcionó al grupo compuesto por los saudíes, Al Kassar, un representante de Hezbolá (muy probablemente el disidente sheik Sobhi Tufaili, que era socio de Al Kassar en diversos tráficos ilícitos) y el misterioso argentino “pudo ser utilizada para la voladura de la Embajada de Israel”.

Una de las muchas ilustraciones que incluye la presentación. Las hay más confusas todavía.

Comentarios y desbarre

Hasta aquí, el núcleo duro del escrito de Sánchez & Sarwer, que luego empieza a desbarrar paulatinamente en cuestiones de menor importancia. Dando por buena la Historia Oficial y la utilización de una camioneta Ford F-100 como vehículo-bomba, Sanchéz destacó que ello sólo pudo hacerse de dos maneras: o utilizando dos vehículos, o mejor aun sirviéndose de tres, a fin de evitar “posibles interferencias de comunicación radial en la banda UHF”.

Recordó que ese día, al enterarse de lo que había sucedido el Sector Ingeniería de IMPSA “quedó consternado por la posible conexión con la empresa” por la reciente visita de Al Kassar y Hezbolá, hacia quienes las acusaciones habían sido automáticas. Al respecto, Sánchez recordó que fue apenas cinco días antes del bombazo que el MI-6, el servicio de inteligencia británico, hizo pública la presencia de Al Kassar en Buenos Aires. “Dudo que lo vivido en Ingeniería el día del atentado haya podido olvidarse… Recuerdo que atento a los rumores que circulaban en el sector, se nos comunicó que no habláramos más de tema, pero igualmente los comentarios continuaron”, rememoró en su presentación judicial, hace apenas dos años.

Sánchez dijo que fue luego de la muerte de Nisman que cayó en la cuenta de algo en lo que no había reparado 23 años atrás: que Cartellone operaba con explosivos “desde mucho antes” y que por su protagonismo en “la mega-obra pública” estaba vinculada con “empresas offshore, con (el entonces ministro del Interior) José Luis Manzano (…) con Raúl Moneta, el banquero de Menem”, con el propio presidente Menem, con el “Grupo Magna!” (sic) y con Franco Macri, entre otros.

Sánchez y su imaginativo abogado señalaron que las tres empresas mencionadas del Grupo IMPSA son el “motor del plan nuclear árabe-argentina que opera en el parque industrial Aderpe/Zim en Mendoza y que ha sido ocultado por el Estado argentino hasta el día de la fecha”, así como que en esa labor las tres empresas burlarían tratados internacionales y habrían tomado el “control de todo el estado” (es de suponer que en referencia al provincial) poniéndolo al servicio del JIP.

Llegado a este punto, y respecto al argentino que acompañaba a Al Kassar y los saudíes del Grupo JIP, Sánchez admitió que sus sospechas se concentran en “Jaime” Stiuso porque “el sistema utilizado no sólo debió ser instalado en dos o tres vehículos (…) sino también porque la comunicación utilizada para conectar (concentrador-RTU)” es “radial en banda UHF” y “necesita ajustes previos, consideraciones técnicas de comunicación, como sintonía de frecuencia de operación o portadora de la señal de disparo, y esto tiene que ser realizado por dos o tres personas” y, en fin, porque “es necesario un perfil electrónico, con conocimiento sobre comunicaciones radiales en banda UHF.”, perfil que, obviamente, no reúne el profesor D’Elía.

Sánchez y Sarwer se muestran a continuación obsesionados con Stiuso, hasta el punto de sostener contra toda lógica que “es el factor común más relevante de un plan macabro (…) contra el Estado de Israel y la comunidad judía”. Momento en que queda claro que mordieron la banquina y se fueron al carajo, puesto que está demostrado fehacientemente que Stiuso es desde hace décadas un diligente sirviente de Israel, hasta el punto de haber dirigido a comienzos de 1994 –previamente a a voladura de la AMIA– la intervención ilegal de los teléfonos de la República Islámica de Irán, y remitido los casetes con más de 30.000 horas de conversaciones a Israel vía Mossad sin haberse quedado copias de ellos, según admitió hace más de una década, cuando se realizó el juicio de la AMIA que demostró que la Historia Oficial no era más que “un armado al servicio de políticos inescrupulosos”. Por lo demás, Stiuso sigue haciendo actualmente negocios con empresarios israelíes estrechamente vinculados a sus servicios de inteligencia.

Lo narrado sucede en la página 25 del escrito, que como ya se ha dicho tiene 69. A partir de allí no aparece -al menos a primera vista- nada relacionado directamente con los atentados, apenas referencias al banquero saudí Gaith Pharaon y a Monzer Al Kassar; a diversos funcionarios del gobierno menemista; a un supuesto “Grupo Mafioso Nanclares” en relación al plan nuclear argentino, a la N’Dranghetta (mafia  calabresa), al lavado de dinero, a los atentados del 11 de septiembre de 20o1, a una larga serie de asesinatos cometidos en Argentina; a supuestos agentes saudíes en Argentina… entre quienes nombra al ex vicecanciller Héctor Timerman y al ex vicepresidente Julio Cleto Cobos.

En fin, que se diría que Sánchez y su abogado dedicaron las 3/5 partes finales de su escrito a desmerecer la importante información que aportaron al principio, muy merecedora de ser investigada.

Mientras proliferan los negocios

Continúa la danza de los muertos y los preparativos de la farsa de los “vivos”: el juicio en ausencia o auto fe de sin cuerpos que escarnecer

 

Escribo estas líneas antes de que se realice el acto de los fariseos judíos y gentiles en la plazoleta de Arroyo y Suipacha. Como ya escribí ayer, los medios, y particularmente la prensa escrita, no logran de ponerse de acuerdo, a 25 años de lo sucedido, en cual fue el número de muertos. Ayer, por ejemplo, un compañero me dijo que oyó al entonces jefe de prensa de Jorge Cohen, que sobrevivió al atentado casi de milagro, decir que los muertos fueron 29, lo que me dejó estupefacto… ¿Dónde pensara Jorge que están los siete que dice que faltan?

La incómoda verdad es que inicialmente se consignó que hubo 29 fallecidos, luego 26, y finalmente, en 1999, la Corte Suprema estableció formalmente que hubo sólo 22 víctimas fatales.

Lo que no fue óbice para esta semana, el primer ministro israelí Bibi Netanyahu dijera que los muertos fueron 29 y lo mismo hicieran los voceros de la Embajada de Israel al informar sobre la serie de ceremonias conmemorativas.

Así las cosas, tengo curiosidad por lo que va a decirse en el más que predecible acto que se realizará dentro de unos minutos (me enteraré después, porque ahora tengo que salir).

Ayer por la noche revisé todos los despachos emitidos sobre el tema por la agencia Télam en los últimos días. Hago un breve racconto, yendo desde el más antiguo al último.

Previsiblemente, Netanyahu dijo que ya entonces, en 1992, “advertimos que el monstruo del terrorismo estaba creciendo bajo tutela de Irán”, y añadió que “esa enfermedad que despliega sus tentáculos por Medio Oriente y por todo el mundo aún existe” hasta el punto de que “desde el atentado, Irán, a través de su delegado, Hezbolá, ha creado una red terrorista que se extiende por más de 35 países (…) Irán es el generador de terrorismo más grande del mundo”.

Es una lástima que los actos terroristas de Hezbolá-Irán brillen por su ausencia. Hasta el punto de que en su intempestiva visita a Washington en 2015 Netanyahu solo pudo nombrar sus supuestas responsabilidades en los cometidos en Buenos Aires.

El embajador de Israel en Argentina, Ilán Sztulman, destacó la “afinidad personal muy fuerte” entre Macri y Netanyahu, y dijo que hablan por teléfono a menudo. Agregó que hay cien mil argentinos viviendo en Israel e “incluso parlamentarios argentinos” (¿se referirá a Wolff?)

El mismo despacho da cuenta de la existencia de un video de la campaña “25 años después, todos decimos #PazSinTerror”, impulsada por la Embajada de Israel, video en el que participan distintos artistas que aparecen “con una de sus manos la ‘V’ como símbolo internacional de la paz, y con la otra mano la palma abierta en señal de freno”.

Como saben hasta los niños de teta, la “V” no es un símbolo de paz, sino de victoria. Comenzaron a usarlo los aliados en la Segunda Guerra Mundial y en la Argentina el gesto fue resignificado por el peronismo. Entre nosotros, es un símbolo tan peronista como “la marchita”.

La agencia estatal publicó también una columna de opinión del escritor sionista Marcos Aguinis, que da cuenta de que apenas había estallado la bomba se comenzó “a elucubrar que los autores (…) habían ingresado al país (…) desde la Triple Frontera”

Aguinis ensalza la rapidez con que se desenvolvió la justicia de los Estados Unidos en contraposición con la lentitud de la local. Allí, destacó, la jueza Ellen Segal Huvelle condenó a Irán a indemnizar a los familiares de una de las víctimas” tras atribuir el atentado “a la organización Hezbollah con el apoyo de Irán. El fallo aclara que la prueba en la que se apoya para dar por ciertos los hechos mencionados es la declaración de Patrick L. Clawson, un asesor independiente de la CIA…”.

Ah, si lo dice la CIA…

Escribe didáctico Aguinis que “el 23 de diciembre de 1999 la Corte Suprema dictó una acordada estableciendo que los muertos habían sido 22 (y no 29 como se había informado oficialmente los años anteriores) y que la investigación debía orientarse a reunir las pruebas que establecieran la certeza de que el atentado había sido realizado por la Jihad islámica, brazo armado del Hezbollah, mediante un coche bomba para el que se utilizó una Ford F-100, comprada a un fotógrafo policial por un hombre con un documento a nombre de un ciudadano brasileño, Ribeiro Da Luz.”

Como puede apreciarse, para él primero están las certezas y después la ardua tarea de reunir las pruebas que las demuestren… tarea que nunca se hizo.

Del mismo modo, el majadero Aguinis dijo tener la certeza de que “Nisman fue asesinado. Este hecho intentó ser vendido a la opinión pública-imbécil como un suicidio. Semejante suicidio no es verosímil ni en una mala novela policial.”

Otro despacho informa que la Embajada de Israel no sólo patrocina un video, sino también, en conjunto con la Legislatura porteña el libro “Paz Sin Terror”, que se entregará a los alumnos de todas las escuelas públicas porteñas.

Un cable posterior informa –en el medio del texto y con lógica suspicacia–que la Corte rechazó el pedido de los querellantes de convocar a declarar a los custodios de la Federal que se retiraron de la puerta de la Embajada poco antes de la explosión”, y que fue “recién cuatro años después del atentado, (que) esos efectivos policiales fueron citados a declarar, junto al titular de la comisaría 15”, el comisario Meni Battaglia. Más sugestivo aún informa que “fuentes judiciales le confiaron a esta agencia que la Corte solicitó, hace dos años, a los servicios secretos de Estados Unidos y Europa que acercaran información sobre el atentado, pero con distintos argumentos todos ellos se negaron a colaborar con la causa.”

Este mismo despacho (el mismo que aclaró que oficialmente los muertos son 22) consigna que el entonces presidente de la Corte, Ricardo Levene, manifestó en 1996 que “el edificio había sido demolido por un artefacto explosivo colocado en su interior”.

Otro despacho informa que el texto alusivo que es leído hoy en todas las escuelas porteñas fue escrito por una comisión redactora integrada por un representante del Ministerio de Educación, uno de la subsecretaría de Derechos Humanos, cuatro legisladores -Maximiliano Ferraro, Hernán Rossi, Lía Rueda y Carlos Tomada- sobrevivientes del atentado y familiares de las víctimas.

El breve texto, que se transcribe, dice que murieron 29 personas.

También el director general de la Cancillería israelí, Yuval Rotem, dijo que los muertos son 29. Lo hizo al pedir “un cierre” del caso, es decir un anticonstitucional juicio en ausencia que condene sumariamente a Irán y Hezbolá prescindiendo de tener que probarlo.

Contradictoriamente, Rotem dijo que “nunca antes se perdieron a cuatro miembros (del cuerpo diplomático israelí)  juntos”.

Si los muertos israelíes fueron sólo cuatro ¿dónde estarían los siete que faltan? Porque no fueron ni argentinos ni residentes en nuestro país…

Este mismo despacho puntualiza que la “ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y el vicejefe del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Diego Santilli, viajaron a Israel y sellaron millonarias compras de sistemas de vigilancia fronteriza y lanchas de patrullaje.”

Ah… ¡Hubiéramos empezado por ahí!


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