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DIARIO NUEVO SUR – FACEBOOK. Después de más de un cuarto de siglo, quedó el amor

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En la foto Juan Carlos Junio, Carlos Aznárez, Eduardo Luis Duhalde y Enrique Dratman miran el primer número (o el número cero, no lo recuerdo) del diario.

Comparto piso con Rodolfo Luna -que diagrama el Reporte Nacional, el diario de noticias nacionales e internacionales que Télam hace para los diarios del interior- que escribió este bello texto saludando la aparición de una lista abierta de Facebook que se llama Nuevo Sur para todos los que integraron aquel efímero diario que salió en 1989 después del ataque al cuartel de La Tablada y cerró  a fines de 1990, meses después de la caída del muro de Berlín. En el ínterin pasó de todo, varios brotes hiperinflacionarios, y el reemplazo del equipo original, encabezado por Eduardo Luis Duhalde y Rodolfo Mattarollo, Carlos Áznarez y Jorge Luis Bernetti (aunque el segundo de a bordo era Isidoro Gilbert, que representaba al Partido Comunista, que era el que ponía La Plata) por otro, al que le tocó la desagradable tarea de acomodar los sillones y pagar las indemnizaciones, encabezados por Juan Carlos Junio y Néstor Wassaf. No todo fue idilico y hubo internas duras, y además el final fue traumático porque hubo huevazos contra el frente  del Partido Comunista y la inflación licuó en gran medida las indemnizaciones pero el paso del tiempo hizo que yo recuerde aquellas agitadas épocas con mucho cariño. Al fin y al cabo, y como la realidad se encargaría de demostrarnos con contundencia de nocáut, la salida del diario fue una epopeya heroica… y absurda, ya que se hizo con fuerte respaldo de un bloque comunista (el papel era soviético, donación de los sindicatos de la URSS) que rápidamente se desplomó y para amigarse con un Carlos Saúl Menem… que se creía iba a hacer un gobierno ortodoxamente peronista, tal como el patilludo candidato había prometido en sus campañas electorales (la más importante fue la de 1988, la interna del Partido Justicialista que Menem le ganó a Antonio Cafiero). Así las cosas, el diario iba a salir con Enrique Symms -secundado por Ricardo Ragendorfer, Marta Dillon y Ariel Barlaro- como jefe la sección «policiales» , pero unos días al ser entrevistado, Symms dijo que el diario cubriría más bien las noticias «delincuenciales»… y se tuvo que ir. Lo reemplazó el recordado Cacho Novoa, y cuando se fue el equipo de Duhalde, Novoa aprovechó y también se rajó y me pidieron que lo reemplazara yo (hasta ese momento, como redactor especial, retozaba en la llanura… pero me dieron captura).  Además de los ya mencionado, conmigo ingreso a Policiales Willy Villalobos., que venía de Coordinación. El único que tenía un comportamiento previsible, incluyéndome, era Barlaro. Así y todo, el nuestro era un boletín que recordaba a diario las maldades de policías como Carlos «El Duque» Gallone, Luis Abelardo Patti y sus amigos, las andanzas de militares asesinos como Héctor Pedro Vergés y de sindicalistas como «El Caballo» Suárez, que entonces tenía como ladero a Carlos Ernesto «El Indio» Castillo. Ha pasado mas de un cuarto de siglo y todos los nombrados están presos, pero entonces eran muy peligrosos. Y aquella Armada Brancaleone dio la talla.

Me alegra mucho que la mayoría de los que pasamos por aquella redacción nos sintamos amigos.

Los dejo con Rodolfo Luna:

Sur, paredón y después

 
Para quienes teníamos apenas unos pasos en el periodismo, Sur fue una escuela generosamente mayor que la estrecha cuadra de su redacción. Jamás fue más literal eso de codearse con maestros. Uno entraba y ya estaba aprendiendo, pegadito a esos monstruos. Aprendía escuchándolos, viéndolos trabajar. La pasión del oficio flotaba más densa que el humo del pucho, te impregnaba la piel y el asombro.
Nunca después laburé con el respeto y la libertad que me esperaba todas las tardes sobre mi tablero, junto a los lápices, escuadras, reglas de cálculo y hojas pautadas. Me recibía la sonrisa franca de Fede, la puteada pronta del Viejo Sierra, el huraño silencio de Mainardi, la juventud desfachatada de Matilde, los ojitos achinados del Negro Maizares, la mirada de otros cielos y algo triste de Regine, la chanza sureña asomando de costado por los dientes de Oscar, la parsimonia de oso bueno de Tomate, su humor cordobés, la gestualidad de ratoncito de Pablo.
Las páginas salían como sale un buen asado. Calentitas, a punto, cocinadas sobre las brasas de la charla con el editor, siempre apurando el fuego. Al borde de la mesa de dibujo, a la luz de la lámpara de brazo, maduraron varias amistades. paredón
No fue propiamente un paredón, fue un Muro que se derrumbó allá en Berlín y los escombros cayeron sobre el proyecto del diario. Sur fue efímero pero intenso, como los amores de fuego. Su breve historia caminó el filo de una visagra de la Historia. Se cayó el Muro. La izquierda ganó en Monteros –Tucumán– y Carlos Menem en el resto del país. Se montó el escenario para el show de impunidad de los represores. Los carapintadas de Seineldín cruzaron los últimos tiros con la democracia a pocas cuadras de la redacción. Se pusieron en venta las joyas de la abuela. Dos hiperinflaciones huracanaron sus vientos desertificando el país. La del Patillas se llevó las indemnizaciones que terminamos cobrando luego de marchas y ollas populares sobre el asfalto de verano de la avenida Entre Ríos, el Che mirándonos perplejo desde el mural del Comité Central del Partido Comunista Argentino. Me compré un radiograbador con la última cuota. De una sola casetera, no vaya a creer. y después…
Después siguió la vida. Empecinada de amores, de hijos y de nietos. Como corresponde. Los trabajos fueron y vinieron. Nos fuimos y nos fueron. Luchamos, seguimos luchando. Como corresponde. Un viento nuevo trajo lluvias impensadas estos últimos doce años, abonando sueños, reverdeciendo anhelos. Y ahora estoy acá en el muro del FB (¿Frente de Base?, ¿Federación Barrial?, ¿Fumones Bostezando? hubiera preguntado en los noventa), enhebrando palabras y recuerdos, bajo otras nubes oscuras (como en los noventa). No sé atravesar tormentas sin los compañeros.

 

 

 


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