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BOLIVIA: Fue una chirinada, no un autogolpe

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Mientras Milei escala su maledicencia sobre el presidente Lula, el presidente de Bolivia, Luis Arce, retira su embajador en protesta por las desafortunadas declaraciones del gobierno argentino sobre que la chirinada encabezada por el destituido general Zuñiga habría sido un «autogolpe» (ver debajo de la nota principal). Desgraciadamente, el comunicado de la oficina del Presidente (no del Ministerio de Relaciones Exteriores, que parece estar pintado) estuvo precedido por dichos en ese sentido de periodistas argentinos «progres» y por los de Evo Morales, quien era el enemigo nº 1 para Zuñiga, que quería proscribirlo y encarcelarlo.

Dudo que Zuñiga se hubiera atrevido a marchar sobre el Palacio Quemado y embestir su puerta principal con una tanqueta si no existiera una tan feroz como irrazonable interna entre el presidente Arce (y su vice, David Choquehuanca) y Morales, lo que permite extraer un conclusión básica y elemental, aplicable a nuestro movimiento de liberación nacional: «Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera…».

Esta es la versión, sintetizada por el secretario de redacción de Tiempo Argentino que me parece tan razonable como verosímil:

Un general que escucha la voz de Dios

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Juan José Zuñiga, un hombre que se cree iluminado y declató su odio a Evo Morales, pretendió romper el orden constitucional.

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El general Juan José Zúñiga Macías, potosino de Uncia, integraba un grupo denominado Pachajcho. Más de una vez declaró su «odio a Evo Morales». El lunes, el expresidente acusó al militar de comandar un plan para eliminarlo físicamente. El martes, el comandante respondió por TV: «Morales no puede volver a ser más el presidente de este país». Y berreó: «El Ejército va a dar fiel cumplimiento al mandato del pueblo. Lo digo: la voz del pueblo es la voz de Dios”. Por la noche, corrieron rumores de destitución.

El miércoles a la tarde, llegó a la plaza Murillo, mientras la habitual guardia que custodia de la Casa Grande del Pueblo y el Palacio Quemado desaparecía por la calle Bolivar. Como un rock-star, antes de ingresar, anunció a los medios que iba a «restablecer» la democracia y que liberaría a «todos los presos políticos», por caso, la expresidenta interina Jeanine Áñez y al gobernador opositor Luis Fernando Camacho. En términos muy parecidos a los que manejan los libertarios de la región habló de «recuperar la libertad» ante los que se «apropiaron del Estado» y anunció la designación de un «nuevo gabinete».

De inmediato dio la orden. En forma brutal y patética un tanque derribó la puerta de ingreso del actual edificio presidencial que reemplazó a la antigua sede, distante pocos metros. El presidente Luis Alberto Arce Catacora se hallaba en su despacho en uno de los pisos superiores. Su ventanal da a El Alto. Decidió bajar para enfrentar a los golpistas. Consultó a su gabinete si tenía un respaldo pleno. La respuesta fue una ovación.

El momento más crítico fue cuando en los pisos inferiores del edificio se enfrentó con los golpistas, acompañado del ministro de Defensa, Edmundo Novillo. Zúñiga iba al frente con el comandante de la Armada, Juan Arnez Salvador, a su lado. Ambos revelaron su rebelión. Distinto ocurrió cuando Arce encaró al comandante de la Fuerza Aérea, Marcelo Zegarra, quien se amilanó ante la requisitoria presidencial, inesperada para ellos. El presidente manifestó con autoridad: «Están a tiempo». Cuando se resquebrajó el frente golpista comenzó a fracasar la asonada.

Los tres habían participado del ridículo ingreso a bordo de la tanqueta. Horas después, Zúñiga y Salvador eran detenidos e imputados por terrorismo y alzamiento armado, junto a otras 17 personas: 13 militares fugaron. Zegarra también fue degradado pero participó del acto de posesión de los nuevos comandantes en la misma Casa Grande.

Antes de ser detenido, Zúniga denunció que se había reunido el domingo con Arce y que allí el presidente había tramado un «auto golpe». El militar y el mandatario se conocían. Había sido nombrado por el propio Arce como comandante del Ejército en noviembre de 2022. Desde el gobierno admiten que había una «relación cordial». Pero dan como ejemplo la buena conexión entre Evo Morales y Williams Kalliman, el jefe de las FFAA, quien luego fue uno de los principales ejecutores del golpe de 2019. También arriesgaron mencionar el caso de Salvador Allende-Augusto Pinochet y el Tanquetazo del 29 de junio del ’73, meses antes del horrendo golpe del 11 de septiembre.

Luego varios dirigentes cercanos a Evo hablaron de «auto golpe». Desde las entrañas del gobierno recuerdan que el propio Morales, durante los primeros momentos, se asoció a la idea de repudiar la asonada y a los reclamos de unidad y movilización para defender la democracia, lo que, dicen, «marca la real contradicción».

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* Trabajó en los diarios La Prensa, Olé, La Razón, Clarín; en las agencias NA y ANP y las revistas La Deportiva (Perfil), Codex, La Perinola, Rojo y Negro, Veintitrés, Contraeditorial y Acción, entre varias otras. Escribió “Fuimos Campeones, La dictadura, el Mundial 78 y el misterio del 6-0 a Perú” (Edhasa, 2008) y “Cábalas del Fútbol, desde el ’86 hasta hoy” (Edhasa, 2018), además de diversos cuentos y ensayos. Es parte de Tiempo Argentino desde 2010.

Bolivia convocó a su embajador en Argentina y le respondió a Milei: «Son declaraciones inamistosas y temerarias»

La cancillería boliviana respondió en esos términos al comunicado que emitió el domingo el gobierno argentino. Asimismo, Bolivia llamó este lunes a consultas a su embajador en Argentina.

Luego de las polémicas declaraciones públicas del gobierno de Javier Milei sobre una presunta «falsa denuncia» de golpe de Estado, Bolivia salió a rechazar «enérgicamente» este lunes las «inamistosas y temerarias» declaraciones de la oficina del Presidente de la República Argentina (OPRA), en las que cuestionó el fallido golpe de Estado contra el presidente Luis Arce.

La cancillería boliviana respondió en esos términos al comunicado que emitió el domingo el gobierno argentino, en el que además dio por «confirmada como fraudulenta» la denuncia de Arce frente al alzamiento armado del pasado 26 de junio.

«El Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado Plurinacional de Bolivia rechaza enérgicamente las inamistosas y temerarias declaraciones vertidas por la Oficina del Presidente de la República Argentina», señaló la diplomacia boliviana en un comunicado.

En ese sentido, consideró que «las desinformadas y tendenciosas aseveraciones» sobre la «inexistencia de un golpe de Estado» fallido representan «un exceso y un negacionismo inaceptable«.

El gobierno boliviano invitó a «informarse y actuar en el marco de los principios de respeto a la soberanía y no intervención en asuntos internos de otros estados«, añadió la cancillería. En ese contexto, destacaron que la amistad entre los países «no debe ser perturbada por intereses mezquinos e ideologías fascistas«.

Asimismo, Bolivia llamó este lunes a consultas a su embajador en Argentina. «Se convocó en consulta a nuestro embajador del Estado Plurinacional de Bolivia en Argentina, Ramiro Tapia, para que se haga presente en la sede de gobierno», anunció la ministra y portavoz de la presidencia, María Nela Prada, en un pronunciamiento ante los medios.

Simultáneamente, la cancillería boliviana citó al embajador argentino en La Paz, Marcelo Massoni, para expresarle su «rechazo enérgico por las declaraciones» de la oficina del presidente Milei, añadió también la ministra interina de Relaciones Exteriores.

El gobierno ultraliberal de Milei, que mantiene muy tensas relaciones con los gobiernos de izquierda de la región, se desmarcó del respaldo internacional que recibió Arce, ante la sublevación militar de los excomandantes de las Fuerzas Armadas, a la cabeza del general Juan José Zúñiga, exjefe del ejército.

Zúñiga lideró las tropas que asediaron con tanques por varias horas el palacio presidencial, antes de replegarse. El general y los otros mandos fueron detenidos junto a otros 18 militares activos, en retiro y civiles acusados de intentar derrocar al presidente Arce.

Sin embargo, la versión oficial comenzó a ser cuestionada después de que Zúñiga, al momento de su captura, afirmara que actuó por pedido de Arce para aumentar su popularidad, lo que ha sido desmentido por el presidente boliviano.

El domingo el expresidente Evo Morales acusó a Arce, su antiguo aliado, de haberle mentido «al mundo» con un «autogolpe» por su denuncia de un alzamiento armado del pasado 26 de junio.


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