Desde el brote en Wuhan China ya ha sancionado a más de 3000 cargos públicos por negligencia

La sanción más grave es el cese fulminante, la siguiente es ser rebajados a un cargo de menor relevancia. La sanción mínima es una amonestación en la hoja de servicios, que dificultará el ascenso a puestos de responsabilidad. El pueblo aplaude estas medidas. Los expertos del Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) señalan que al ser un país tan extenso, diverso, con tanta población, sistemas administrativos diferentes y enormes fronteras, “cualquier pequeño descuido o laguna en el control, podría arruinar los logros anteriores en el control de la pandemia”. Los últimos sancionados son 70 funcionarios, entre ellos jefes y subjefes del Partido Comunista, de localidades donde se vieron brotes relacionados con la variante Delta.  La Comisión Central de Inspección Disciplinaria (CCDI) del Partido Comunista de China (PCCh), instó a inspecciones estrictas y al castigo por el incumplimiento del deber por parte de los funcionarios en su trabajo contra la epidemia.  Las regulaciones disciplinarias del PCCh son más estrictas que las leyes de China. El Partido considera que este alto nivel de exigencia moral en el desempeño de las funciones encomendadas, ha mejorado en gran medida la capacidad de gestión de riesgos de los funcionarios. Asimismo, en opinión del Partido, esta disciplina permite al sistema político de China mejorar constantemente el mecanismo de selección de talentos, por delante de lo que han demostrado las potencias occidentales. No hace falta que lo digan desde China. Es evidente. En la Unión Europea, no sólo no han cesado -ni han dimitido por vergüenza- los bien conocidos incompetentes en la gestión de la pandemia de muchos países, sino que en algunos, además, los han ascendido o premiado.  MM

NOTA EN REVUELTA GLOBAL