Obviamente, este artículo fue publicado antes de que la jueza Palmaghini se desdijera y derritiera como un helado al sol inclinándose por las “razones” que esgrimio el delicuente polimorfo de Stiuso, en detrimento de lo actuado por una fiscal de La Nación lo que días atrás había respaldado explícitanente. El argumento de que Fein no puso en la anterior declaración lo que Stiuso le dijo, a pesar de que este avezado truhán firmó las tres carillas en conformidad, no resiste el menor análisis. Hay tantos argumentos para que la causa Nisman pase a la justicia federal como los que yo tengo para reclamar un lugar en el plantel de astronautas de la NASA. JS.

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POR DANIEL SCHNITMAN

El fiscal Natalio Alberto Nisman nació judío pero no vivió como tal. No formó una familia judía. La lujuria, los excesos y el  maltrato a sus empleados eran parte de una personalidad muy alejada de los preceptos más nobles del pueblo mosaico.

Tampoco murió por judío.  No defendió ninguna causa judía. Al contrario, estafó y engañó a familiares de las víctimas del atentado a la AMIA y hasta a algunos dirigentes que con buenas (ingenuas) intenciones confiaron en él.

Nisman no era sionista, recién visito Israel en 2007 llevado de gira por el argentino de ideas ultrasionistas Gustavo Perednik en sus exposiciones “antiterroristicas”. Nisman ya había inculpado, sin fundamento alguno, como sospechosos del ataque a AMIA a funcionarios iraníes. La derecha del Estado Hebreo usó esa denuncia para demonizar a su archienemigo: Irán.

Nisman entró en la causa AMIA en 1997, y se unió desde entonces a las tropelías del ex juez Galeano y los fiscales Mullen y Barbaccia quienes hoy están siendo enjuiciados por encubrimiento de (los asesinos que cometieron el atentado, junto al ex presidente de la delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) Rubén Beraja.

El RELATO OFICIAL comenzó el 19 de julio de 1994 cuando Yitzhak  Rabín (primer ministro israelí)  y Carlos Menem acordaron según el cable EIGRA 010365 de las 6.29 Hs. coincidir en  “COORDINAR INTERPRETACIÓN DEL ATENTADO Y PRESENTAR UNA VERSIÓN UNIFICADA”, o sea, culpar a la República Islámica de Irán por los bombazos en Pasteur 633.

La razón  o una de las razones fue que entre Israel y Siria se estaba por firmar el acuerdo por las alturas del Golán, que pacificaba la zona. De conocerse quienes habían encargado el ataque, esa firma se hubiera postergado. De todas maneras, es sabido, poco después el primer ministro Itzhak Rabin fue asesinado por un extremista vinculado al Shin Beth y el Golán sigue hoy en poder de Israel.

La DAIA de Beraja y Zaidemberg, junto a Carlos Corach  (ministro del interior) y  Hugo Anzorregui (jefe de la SIDE) acordaron con los jueces y fiscales pagarle 400 mil dólares a Carlos Telleldin para que mintiera y acusara a policías de la bonaerense de haber sido los autores materiales del ataque.

Beraja  y Alfredo Neuburguer (asesor político de DAIA en funciones hasta hoy) recibían directivas del FBI americano, Irán era “el eje del mal” y la novela libreteada por Anzorregui/Miguel Ángel Toma, a, basada en un fantasmagórico coche bomba que nunca explotó en la AMIA y un suicida que nunca conoció Buenos Aires.

El Banco Mayo y sus filiales en paraísos fiscales (Islas Caimán, Panamá, Vírgenes Británicas) lavaba dinero del tráfico de drogas y armas, diagramados ambos por dos sirios amigo del gran riojano y su familia política: Monzer al Kassar el tráfico, Ibrahim al Ibrahim el lavado.

Hoy el mapa de la Real Politik cambió. Los iraníes firmaron un importante acuerdo nuclear y comercial con las potencias del mundo y los policías bonaerenses fueron puestos en libertad porque se descubrió la maniobra urdida (también con la complicidad de Nisman) que los tuvo recluidos durante años.

Nisman usó el dinero público para su lujuria.  Los depósitos de cientos de miles de dólares  hallados en las cuentas bancarias de EEUU confirman que muchas cosas suyas que faltan conocer.  Nisman decía estar amenazado, pero paseaba sin custodia alguna por el mundo con señoritas provistas por Leandro Santos, un caralisa detenido en el 2012 por Interpol vinculado a la Prostitución VIP en Uruguay.

El canibalismo argentino también aprovechó el deceso de Nisman e influyó en el resultado electoral que alejó del gobierno a los “asesinos” kirchneristas.
Para la Jueza Fabiana Palmaghini, que investiga la muerte de Nisman: “no hay pruebas de que lo hayan matado”. No hay ningún indicio ni mucho menos prueba material concreta que sostenga seriamente la posibilidad de un homicidio. El fiscal Sáenz en cambio, en su frenética búsqueda de notoriedad  tampoco las aporta. Y mucho menos traza el perfil de un supuesto autor.

El caballito de batalla de los fiscales y la querella para sostener que Nisman fue asesinado es una pericia realizada sobre el arma en Salta. Si hubiese dado negativa, como sostienen, no implica que no se haya disparado. El estudio afirma que “Sobre las muestras analizadas, se hallaron partículas consistentes con residuos de disparo, las que son definidas como aquellas que pueden estar asociadas con la descarga de un arma, pero también podrían originarse a partir de otras fuentes no relacionadas con una deflagración de armas”.

Sobre esta frase se colocan maliciosamente aditivos supuestamente eficaces, y así, esperan desviar la acción del motor de la justicia y la verdad.

El relato de Clarín/TN y La Familia Judicial: SON LA NADA. Buscan darle heroicidad a un fiscal habituado al copy paste de lo escrito por el FBI, con una fortuna inexplicable, una fiscalía con empleadas prostituidas, champagne,  continuos viajes turísticos por el mundo y CERO en investigación del atentado

Ese corrupto, que terminaron de desequilibrar Patricia Bullrich y Laura Alonso NUNCA será  un prócer.

Su ex mujer, con turbio manejo del juzgado federal sanisidrense, da como prueba de homicidio a que “el 80 por ciento de la gente cree que a Nisman lo asesinaron”.

Ahora lo que debería hacerse, es re-abrir la denuncia de Nisman contra los ex funcionarios del gobierno Kirchnerista,  para verificar que no tiene fundamento alguno, y que no existen esas “pruebas faltantes para usar más adelante”, como han dicho algunos desvergonzados.