IMPOSTURAS / 1. Un límite imposible de traspasar: Luis Rubeo padre, falso prócer del PJ
El fallecido Luis Rubeo fue asesino de peronistas, buchón del Batallón 601 de inteligencia del Ejército y de la CIA y activo promotor tanto de la Triple A como del golpe del 24 de marzo de 1976.
Con la verdad no ofendo ni temo. Jose Gervasio Artigas
Tengo plena conciencia de lo inoportuno de lavar los trapos sucios del movimiento nacional ¿de liberación? al que pertenezco desde antes de cumplir los 14 años, y más en momentos en que es imprescindible la mayor unidad posible para evitar que los neos (neoliberales & neofascistas diz que “libertarios”, ni verdaderos liberales ni verdaderos fascistas) se encaramen en la cima del Estado para destruirlo y dejarnos inermes ante las corporaciones transnacionales.
Pero, aun así, si hay algo que deberíamos tener claro: no podemos hacer lo mismo que nuestros enemigos excepto que queramos –dios no lo permita– seguir el camino de la tránsfuga Patricia Bullshit y terminar, como ella, que estuvo detrás del fusil que mató por la espalda a Rafael Nahuel y de la pistola que se percutó frente a la cara de la líder de nuestro movimiento.
Quienes deploramos que el canalla de Carlos Pedro Blaquier haya muerto impune después de haber sido protagonista del secuestro manu militari de más de trescientos trabajadores del ingenio jujeño de su propiedad, Ledesma, y vecinos del pueblo de Libertador General San Martín en cuyo ejido municipal se encuentra, con el saldo de la desaparición de más de treinta de ellos, no podemos imitar la conducta cómplice y encubridora del carcelero de Milagro Sala y de los grandes medios.
Me refiero al silencio, lágrimas de cocodrilo e incluso complicidad ante la muerte del octogenario Luis Rubeo (padre), quién surgido del sindicato de la carne de Rosario, fue tres veces diputado nacional por Santa Fe y también senador nacional por dicha provincia.
Porque está archirecontraprobado que se trató de uno de quienes dieron nacimiento al segmento rosarino de la organización terrorista paraestatal Alianza Anticomunista Argentina (AAA), más conocida como Triple A e instigador del asesinato de Constantino Razzeti, bioquímico, farmacéutico y militante peronista ejemplar (recomiendo leer la ficha biográfica escrita por Roberto Baschetti), crimen del que hay frondosas y lapidarias pruebas sobre su protagonismo, a pesar de la protección judicial que le permitió morir tan impune como Blaquier.
Es más, También está claro –y hay sobradas pruebas– de que Rubeo era al mismo tiempo colaborador de la inteligencia del Ejército y de la CIA (si, de la Central de Inteligencia de los Estados Unidos, “la compañía”, vínculo certificado por quien fuera el jefe de su estación en Buenos Aires) y que también fue –junto a otros legisladores, por ejemplo el rosarino Luis Sobrino Aranda, vinculado al Servicio de Inteligencia Naval– activos protagonistas del golpe de marzo de 1976.
En fin: Rubeo fue un infiltrado en el movimiento, un enemigo mortal del peronismo en cuanto movimiento de liberación nacional.
Y no creo que quienes han escrito esquelas y notas necrológicas lamentando su deceso lo ignoren.
Puede debatirse como acaban de hacer en el programa “Caníbales” (C5N los domingos por la noche) mis amigos Pedro Peretti y José Manuel Ubeira si está bien que Wado de Pedro entreviste y se saque fotos con el gangster de Luis Barrionuevo (coincido con Peretti que no lo pudo hacer sin el acuerdo, o incluso el mandato de CFK, pero también con Ubeira en que esa foto es un balde de agua fría, destrempante y piantavotos) pero no encuentro ningún argumento para ignorar y mirar para otro lado a la hora de glosar la trayectoria de un claro enemigo del pueblo.
Conocí a uno de los hijos de Razzeti, Carlos (foto), en Rosario en ocasión de ir a presentar un libro. La historia del asesinato de su padre me fascinó como lo había hecho antes la del ex gobernador de Salta, Miguel Ragone. Y es que considero que ambos eran militantes peronistas ejemplares que debieran ser reivindicados por las nuevas generaciones de peronistas.
Tan pronto supe de la muerte de Rubeo me puse en contacto con él, que ahora vive en El Calafate. Carlos Razzeti hace medio siglo que lucha con denuedo para que se haga justicia, porque hasta se conoce quien disparó contra su padre y contra su madre, que logró salir viva de la balacera e identificar al sicario.
Carlos Razetti tiene en la mira y ha demandado a jueces y otros funcionarios judiciales por sus actitudes encubridoras parecidas a las de la impasible jueza Capuchetti.
Después llamé por teléfono a un importante funcionario judicial (peronista por mas señas) de Rosario. Como no le pedí permiso, omito su nombre.
Me dijo lo siguiente (transcribo):
“Carlos Razzeti tiene sobradas razones para estar furioso. Nunca jamás he visto colectada tanta prueba tanto de la existencia del hecho como de la responsabilidad de los imputados. Hay elementos más que suficientes para acreditar que fue un crimen de lesa humanidad, cometido por la Triple porque, aunque en octubre de 1973 todavía no firmase sus bombas y asesinatos así, está probado que existía desde los hechos de Ezeiza en ocasión del regreso definitivo de Perón al país en junio de ese año, y con toda claridad desde el asesinato del secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, y seguidamente, de Enrique Grynberg. «Sobre la participación de Rubeo en el asesinato de Razzeti hay pruebas testimoniales y nadie imputo a los testigos por falso testimonio. Si vos no les crees y hubiera elementos para suponer que esas declaraciones eran falsas deberían haberlos imputados por falso testimonio. Me refiero a El Chancho Lucero (N. del E.: el diputado nacional Juan Carlos Lucero, entonces al frente de la comisión parlamentaria que investigaba el secuestro y desaparición de Ángel Enrique «Tacuarita» Brandazza) y a Oscar Kopaitich. Ambos estuvieron en la cena en la que Razzetti defendió a los muchachos de la Jotapé y Montoneros a los que Rubeo y sus laderos –que también estaba presentes– acusaban de “zurdos” y “rojos”. Razzetti padre dijo entonces que lo único que esos muchachos teníam de color rojo era la sangre que habían derramado para hacer posible que Perón volviera, y en ese instante vieron las caras de disgusto de Rubeo y sus gestos ordenádole a sus matones que se fueran. Por lo visto, ya sabían lo que tenían que hacer. «También está el libro de Ignacio González Janzen, el primero que se escribió sobre la Triple A, que afirma que Rubeo se integró a esa banda criminal. Amenazados por la Triple A, Lucero tuvo que irse a Suecia y González Janzen a México. La relación de Rubeo con los servicios de inteligencia del Ejército está acreditada por un agente de la misma, Eduardo “Tucu” Constanzo (N. de E.; condenado a cadena perpetua, ver foto arriba) que incluso dijo que reportaba al ex teniente coronel Pascual Guerrieri (N. del E.: otro condenado por crímenes de lesa humanidad) y su papel de alcahuete de la CIA surge de los informes secretos del jefe de la estación de la CIA desclasificados por Trump. Está acreditado que Rubeo fue informante de la CIA en los años 1975-77, ´cuando le aseguraba que el régimen instaurado no era cruento, que los peronistas detenidos eran chorros, una cosa espantosa. Y conste que si trabajaba para la CIA en 1975, es probable que lo hiciera desde antes, cuando se vinculó con John William Cooke y viajó a Cuba. En síntesis: en la causa hay prueba como para hacer dulce. Y para que todos los que dieron sus condolencias por la muerte de Rubeo al menos se pongan colorados.
https://robertobaschetti.com/grynberg-enrique/ |