FRANCIA. Así como aquí…. Algunas razones del ascenso de Marie Le Pen:
El «voto útil» entre Macron y Le Pen y las flores para el mariscal Pétain
Tras la invasión de Francia por la Wehrmacht alemana en 1940, se formó un Estado títere de la Alemania nazi, liderado por el mariscal francés Philippe Pétain, conocido como la ‘Francia de Vichy’ o el ‘régimen de Vichy’, que estará vigente hasta la liberación del país galo por las fuerzas aliadas en 1944.
En 2018, ya durante el mandato presidencial de Emmanuel Macron, se generó una fuerte polémica debido a un homenaje con motivo del aniversario del fin de Primera Guerra Mundial, a los ocho mariscales franceses que dirigieron los combates durante el desarrollo de la misma. Uno de ellos era Philippe Pétain.
El presidente francés aseguró entonces que «Pétain fue un gran soldado durante la Primera Guerra Mundial». Añadiendo a continuación: «Tomó decisiones funestas [durante la Segunda]. No oculto ninguna página de la historia». Sin embargo, su entonces ministra de Defensa, Florence Parly, previamente había asegurado que Pétain no sería uno de los homenajeados, ya que no se encontraba, al contrario que el resto de mariscales que participaron en la contienda, sepultado en Los Inválidos.
En efecto, el mariscal Philippe Pétain, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, fue condenado a muerte. Charles de Gaulle le conmutó la pena a reclusión perpetua, siendo desterrado a la isla de Yeu, donde murió en 1951 y está enterrado. Lo paradójico de esta polémica es que Macron no fue el primero que rindió homenaje a Pétain. De Gaulle, Georges Pompidou, Valérie Giscard y François Mitterrand, enviaron flores a su tumba cada año durante sus respectivos mandatos.
Esta polémica sirve para contextualizar una problemática asentada dentro de la República francesa que no es tanto la de ocultar, sino más bien la tratar de manera hipócrita determinados momentos de su historia. Una de las principales contradicciones que también se presenta en la actualidad.
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y la liberación de Francia, se trató de presentar lo ocurrido durante esos años como una lucha entre una Francia en resistencia y unas fuerzas fascistas invasoras y extranjeras, pero lo cierto es que el colaboracionismo con los nazis no solo existió, sino que la ideología que lo favoreció estuvo asentada antes de la invasión alemana y continuó tras el fin de la misma.
Mientras que las clases populares sí fueron señaladas y perseguidas socialmente por colaboracionistas —aunque en muchas ocasiones, no hubiesen tenido otra opción— lo cierto es que, con los auténticos responsables, con los verdaderos fascistas franceses, la situación fue otra, y fueron progresivamente asimilados dentro de la V República.
El fenómeno del Frente Nacional ha servido al mismo fin. Por un lado, vemos cómo es utilizado para criminalizar a la clase obrera en su conjunto y a las zonas rurales marginalizadas, señalándolos cómo los responsables del ascenso de la extrema derecha. Sin embargo, aquellos que inventaron el voto útil contra Le Pen, son los que están favoreciendo que crezca un voto útil contra un Macron que no deja de reivindicarse a sí mismo como referente de las políticas sociales desastrosas que se han implementado durante todos estos años contra la población francesa.
Cuando la realidad es trágica, señalar un ‘outsider’ conlleva el riesgo de que este, sea verdad o no, se convierta dentro del imaginario colectivo en el representante de una alternativa, o al menos, en el representante legítimo de un voto de castigo.
Desigualdad en Francia
Francia mantiene una ruptura social geográfica, material y subjetiva. Unas fronteras que, aunque invisibles, son palpables para la mayor parte de la población.
En primer lugar, entre el mundo rural y sus grandes ciudades, es necesario destacar los ‘Banlieues‘, zonas residenciales próximas a importantes núcleos urbanos creados en los años 60, donde el conflicto cultural y de clase se refleja de forma más concentrado y evidente.
Según un informe del Institut Montaigne, más de la mitad de la población de estos barrios vive con menos de 11.250 euros al año, las personas que viven en estos vecindarios tienen dos veces más posibilidades de ser inmigrantes y tres veces más posibilidades de estar desempleados. Sin embargo, pese a estas circunstancias, la inversión pública en estos barrios es notablemente más baja que en cualquier otro lugar del país.
Aunque la desigualdad salarial se mantiene en niveles relativamente bajos, la desigualdad general ha aumentado de forma considerable en las últimas dos décadas. El 92 % de la riqueza está concentrado en la mitad de la población, y dentro de este grupo, solo el 10 % acumula la mitad de esa riqueza.
El aumento de los precios de la vivienda se une al alza en el transporte o la energía. De acuerdo con un sondeo de la organización Secours Populaire en 2023, el 45 % de los encuestados aseguró tener problemas para hacerse cargo de los gastos de transporte o para pagar sus facturas energéticas.
La conflictividad social en Francia, como en cualquier otro lugar del mundo, entronca directamente con las desigualdades sociales propiciadas por un sistema económico injusto y la aplicación de unas políticas determinadas.
Así, el gobierno de Jean–Pierre Raffarin (2002-2005) eliminó los empleos para los jóvenes y congeló los Fondos de Acción para la Integración. Por su parte, Nicolás Sarkozy inició políticas que facilitaron el abuso policial y las detenciones arbitrarias con la Ley de Seguridad Nacional, lo que aumentó la conflictividad social y la represión en los barrios más marginalizados en Francia, sobre todo los que tienen una mayoría de población de origen migrante, agudizando con ello el choque cultural.
Los recortes durante el gobierno de Macron y su polémica reforma de las pensiones, solo han profundizado una tensión social que va en aumento desde hace más de veinte años.
En este escenario, la lógica electoral francesa durante los últimos años ha girado en torno a enfrentar al Frente Nacional (ahora llamado Agrupación Nacional), formación liderada primero por Jean-Marie Le Pen, y en la actualidad, por su hija, Marine Le Pen, a través de establecer un «voto útil» en torno a la figura de Macron, que sirviese para frenar el amenazante triunfo del fascismo.
Sin embargo, se omite que ellos mismos han creado un «voto útil» contra Macron aupando a Agrupación Nacional. Un escenario que Marine Le Pen ha sabido utilizar, moderando su discurso, y aprendiendo de sus predecesores «antifascistas», que, no obstante, han llevado a cabo las mismas políticas racistas, represivas y, sobre todo, clasistas, que Agrupación Nacional defiende. Aunque eso sí, sin decirlo abiertamente.