REMAKE DE LA GUERRA FRÍA. La visión rusa del estado de salud política del planeta
El general Nikolai Platonovich Patrushev es ladero de Vladimir Putin desde que ambos descollaron en la KGB de Leningrado, la actual San Petersburgo. Y es actualmente y desde hace mucho tiempo su mano derecha en temas de Seguridad y lucha contra el terrorismo. Habla aqui entre otros muchos temas del estado de las relaciones rusoestadounidenses luego de que el presidente Biden calificara a Putin de «asesino»; del «síndrome de Hiroshima», la incapacidad de los gobiernos norteamericanos de autocriticarse y el negacionismo de sus responsabilidades en tragedias como aquella y su apuesta a una cultura de masas que borre de la mente de los descendientes de las víctimas el recuerdo de lo sucedido. También de las fundadas sospechas de que Estados Unidos instala laboratorios en países cercanos a la Federación Rusa en los que se ensayan armas biológicas, y de que mientras Rusia destruyó todas las armas de ese tipo tal como se había acordado, Estados Unidos se resiste a terminar de hacerlo; que el neoliberalismo solo funciona para una minoria de la población desentendiéndose del resto; que Rusia siempre considero que la Humanidad es una sola e indivisible; que quien ingresa a la OTAN resigna su soberanía, y dejó flotando preguntas tan urticantes como «¿Qué pasó con los activos de Libia tras el asesinato de Gadafi? y ¿Dónde están las reservas de Venezuela que desaparecieron tras el intento de derrocar de Maduro?
«Esperamos que el sentido común se imponga en Washington”
YELENA CHERNENKO / KOMMERSANT (nº 61)
Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos están en su nivel más bajo desde el final de la Guerra Fría. La situación, ya de por sí caldeada, se ha deteriorado aún luego de que al ser entrevistado el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, hizo comentarios sarcásticos sobre su homólogo ruso, Vladimir Putin. El Secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolai Patrushev, habló el miércoles 7 con la reportera de Kommersant, Yelena Chernenko, sobre las condiciones en las que Moscú está dispuesto a cooperar con Washington en el futuro.
– Permítanme comenzar con Ucrania. En los últimos días, la situación en el Donbás se ha agravado mucho. ¿Tiene Rusia «líneas rojas» que si se cruzan está dispuesta a intervenir abiertamente en el conflicto de Ucrania?
– No tenemos esos planes, no. Pero estamos siguiendo de cerca la situación. A partir de su desarrollo, se adoptarán medidas específicas.
– ¿Y a qué se debe en su opinión el actual agravamiento de la situación en el Donbás?
– Estoy convencido de que es consecuencia de los graves problemas internos de Ucrania, de los que las autoridades intentan desviar la atención. Están resolviendo sus problemas a expensas de Donbás, mientras que el dinero lleva mucho tiempo saliendo del país hacia el extranjero, la economía se sigue sosteniendo sólo por onerosos préstamos extranjeros y en endeudamiento en aumento, mientras los restos de la industria que lograron mantenerse a flote se están vendiendo a los extranjeros, como se dice ahora, a «precios democráticos». Incluso todo el famoso chernozem (tierra negra, humus. N. del E.) y toda la madera se exportan por ferrocarril, lo que deja al país también sin ese activo.Y a cambio sólo reciben esas tartas que los americanos repartieron en Maidan.
– En cuanto a los estadounidenses: ¿cuán grave fue el golpe a las ya tensas relaciones entre Moscú y Washington tras la escandalosa entrevista del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en la que respondió afirmativamente a la pregunta de un periodista sobre si su homólogo ruso era un «asesino»?
– No es por establecer paralelismos, pero hace exactamente 75 años, en marzo de 1946, Churchill, en presencia del presidente Truman, pronunció el famoso discurso de Fulton, en el que declaró enemigo a nuestro país, su reciente aliado en la coalición antihitleriana. De este modo, se dio inicio a la Guerra Fría.
– ¿Está diciendo que también se avecina una nueva era de confrontación prolongada, siempre al borde de la guerra?
– Citando a Vladimir Putin puedo decir que eso no nos gustaría. Eusos y estadounidenses no tienen hoy ninguna razón para la hostilidad y ya las ideologías no nos dividen como solían hacerlo. Por el contrario, el campo de la cooperación es muy amplio. La necesidad de nuestra interacción aumenta ante la pandemia, frente a la cual se intensifican los retos y las amenazas a la estabilidad mundial. Hay una escalada de tensión militar y política en varias regiones, un aumento del extremismo y del terrorismo internacional, el agravamiento de las contradicciones interestatales, la pobreza, el hambre, una difícil situación medioambiental… La lista podría seguir y seguir, y cada uno de estos problemas conlleva una amenaza directa para la humanidad. La situación política actual es realmente desfavorable; las relaciones entre ambos países están en su nivel más bajo desde el final de la Guerra Fría. Pero la larga historia de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia demuestra que, en momentos cruciales, nuestras naciones han demostrado su capacidad para trabajar juntas a pesar de sus diferencias. Por lo tanto, seguimos creyendo que el sentido común prevalecerá en Washington y que se iniciará un diálogo sustantivo ruso-estadounidense sobre las cuestiones que, en principio, no pueden resolverse eficazmente sin una cooperación constructiva entre nuestros países.
– En otras palabras: ¿hay disposición al diálogo por parte de Rusia? ¿Sobre qué temas podría hablarse en primer lugar?
– En primer lugar, se trata del área de estabilidad estratégica y control de armas. Aquí ya hay un ejemplo positivo. Se trata de nuestra decisión conjunta de prorrogar el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START-Kommersant), que ciertamente no fue fácil para la administración estadounidense. Este logro da cierta esperanza para el establecimiento de una cooperación normal, a pesar de que los temas en sí son muy complicados y nuestros intereses no siempre coinciden.
– No conseguimos llegar a un acuerdo con la administración del anterior presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante cuatro años.
– Intentaron presionarnos, imponer soluciones que sólo beneficiarían a una de las partes: Estados Unidos. No pudimos aceptarlo, aunque mostramos nuestra disposición a comprometernos. Pero esto no fue suficiente; Washington quería dictarnos sus condiciones. Pudimos llegar a un acuerdo con la nueva administración sobre el Tratado START con bastante rapidez, y en los términos que propuso la parte rusa desde el principio.
– ¿En qué ámbitos sigue siendo posible la cooperación?
– Existe cierto potencial para trabajar conjuntamente en cuestiones como la lucha contra el terrorismo internacional y el extremismo, la delincuencia organizada y otros retos y amenazas, así como en una serie de temas regionales, entre ellos Siria, la solución de Oriente Medio, el problema nuclear de la Península de Corea y el Plan de Acción Integral Conjunto (en relación con Irán). Hay una demanda de interacción en torno a problemas humanitarios agudos como el hambre, la contaminación y la lucha contra el cambio climático. Tampoco debemos olvidar el efecto desestabilizador de la pandemia, que también podemos abordar juntos. Hace tiempo que es necesario debatir sobre la ciberseguridad, sobre todo teniendo en cuenta las preocupaciones de Rusia y las acusaciones que se nos han hecho durante años.
– Vladimir Putin envió el año pasado a la Casa Blanca una amplia propuesta de cooperación en el ciberespacio. ¿Ha mostrado la nueva administración algún interés en ello?
– En este tema no quieren cooperar con nosotros. Nos acusan de ciberataques sin ningún fundamento. No nos muestran a nosotros ni al público en general ninguna prueba de la participación de las autoridades rusas en estos incidentes, pero hacen de cuenta como que Rusia fuera el principal agresor.
– Las autoridades estadounidenses sospechan que Rusia está detrás del hackeo del software SolarWinds que supuestamente comprometió decenas de miles de dispositivos del sector público y privado en Estados Unidos.
– Esta es otra acusación generalizada contra nosotros. Nuestro gobierno no tuvo nada que ver con el hackeo. No descartamos que en algunos sabotajes informáticos participen hackers, algunos de los cuales vivan en Rusia o tengan la ciudadanía rusa, pero esto no tiene nada que ver con el gobierno. Hemos dicho en repetidas ocasiones a los estadounidenses: si tienen sospechas, envíennos información específica y la investigaremos. No lo hacen.
– ¿Hay planes para continuar los contactos con Estados Unidos a través del Consejo de Seguridad de Rusia?
– Continúan. En concreto, a finales de marzo mantuve una conversación telefónica con el asesor de seguridad nacional del presidente de EE.
– ¿De quién fue la iniciativa para la conversación?
– Del lado americano. Por cierto, tuvo lugar en un ambiente tranquilo y de negocios, hablamos de forma bastante profunda y constructiva. Estos contactos tienen lugar a través de nuestros subalternos inmediatos y a nivel de expertos. Estos ámbitos de colaboración suelen quedar inmerecidamente relegados. Y es en este nivel donde se sientan las bases del respeto y la confianza mutuos, de los que hoy hay un déficit en las relaciones entre Rusia y Estados Unidos.
– Volviendo a la entrevista de Joe Biden. Todavía me gustaría mucho entender cómo afectará a las relaciones bilaterales esta declaración, tras la cual el embajador ruso en Estados Unidos fue incluso llamado a Moscú. ¿Lo llamarías algo sin precedentes?
– No recuerdo algo así, ni siquiera en la peor época del enfrentamiento entre soviéticos y estadounidenses. Los opositores más fanáticos de nuestro país, como Truman o Reagan, intentaron ser más comedidos en sus declaraciones públicas. Hoy, a medida que se van abriendo los archivos estadounidenses y se publican los documentos personales de sus aliados, podemos darnos cuenta de la vehemencia con la que predicaban la rusofobia a puerta cerrada. Pero entendieron que la política tiene fronteras que deben ser respetadas. Es cierto que no se puede excluir la posibilidad de que el presidente de EE.UU. haya sido provocado deliberadamente para hacer esa declaración por los círculos interesados en aumentar las tensiones en las relaciones bilaterales…
– ¿Es posible que haya otras reuniones de alto nivel después de ésta?
– No quisiéramos que este incidente minara esas perspectivas. Sin embargo, como he dicho, ha sido algo sin precedentes. Esperamos que Washington también comprenda la situación.
– ¿Y ahora qué? ¿Espera el Kremlin una disculpa?
– No. Como muestra la práctica, los estadounidenses parecen ser incapaces de admitir por sí mismos la culpa en cualquier circunstancia…
Bush padre ya había declarado públicamente que Estados Unidos nunca pedirá perdón a nadie. Para la élite estadounidense es más fácil basar cada error en una elaborada teoría que explique por qué era necesario actuar de esa manera. Yo lo llamaría el síndrome de Hiroshima. Los EE.UU. lanzaron bombas atómicas sobre Japón de forma totalmente innecesaria, aunque sabían perfectamente que el Ejército Rojo iniciaría acciones de guerra contra la agrupación japonesa en Manchuria y que Tokio estaba dispuesto a capitular. Durante tres cuartos de siglo se le ha dicho a los japoneses, y de hecho al mundo, que los ataques nucleares fueron inevitables. Incluso lo hacen sonar como una especie de castigo desde arriba. ¿Recuerdas lo que dijo Obama en su discurso en el acto de duelo de Hiroshima? «La muerte cayó del cielo». No quiso mencionar que esa muerte cayó de un avión americano a instancias de un presidente americano. La historia se está reescribiendo ante nuestros ojos. No es de extrañar que los niños japoneses no tengan ni idea de qué país destruyó Hiroshima y Nagasaki. Algunos incluso creen que fue la Unión Soviética.
– Volviendo al presente. ¿Qué espera Moscú de Washington? ¿Un gesto conciliador?
– Al evaluar las perspectivas del diálogo ruso-estadounidense en la actualidad, se debe mirar las cosas con sobriedad. Es hora de admitir que para el establishment estadounidense las relaciones con nuestro país no son decisivas. Rusia es vista exclusivamente a través del prisma de las luchas políticas internas. Y dada la difícil situación interna sin precedentes que atraviesa Estados Unidos en la actualidad, las perspectivas para el desarrollo futuro de las relaciones no son alentadoras. Sin embargo, como dije, estamos comprometidos con el diálogo en áreas de interés mutuo y esperamos que Estados Unidos muestre el mismo interés.
– Las autoridades estadounidenses califican a Rusia de «amenaza» para su seguridad. ¿También ve Rusia a Estados Unidos como una «amenaza»?
– Consideramos que la principal amenaza es hoy la pandemia. Por cierto, resultó ser el momento de la verdad para los Estados Unidos. Los problemas que los políticos estadounidenses han estado ocultando a sus conciudadanos, incluso desviando su atención hacia la leyenda de la «Rusia agresiva», se hicieron evidentes. Resulta que la principal amenaza para la vida de los estadounidenses no es un Moscú malévolo. En Estados Unidos, el número de muertos por la epidemia superó los 560.000, más que sus pérdidas en las dos guerras mundiales juntas. Aproximadamente el mismo número murió durante el conflicto más sangriento de la historia de Estados Unidos, la Guerra Civil de 1861-1865. Y está claro que no fue culpa de Rusia.
Estados Unidos se considera con derecho a dictar las normas a todo el mundo y a determinar los destinos de la humanidad. Sin embargo, surge una pregunta: ¿tiene este derecho un país que no protegió la vida de más de medio millón de sus ciudadanos de la enfermedad?
– En Rusia, las cifras oficiales de muertes por el coronavirus son cinco veces menores, 100.000, pero Rosstat (el servicio federal de estadísticas. N. del E.) informa que la cifra de mortalidad global es la mismo que en el año anterior a la pandemia, 500.000. ¿No significa esto que todo lo que ocurre en Rusia con el coronavirus es tan triste como en EE.UU.?
– Tenemos estadísticas oficiales sobre la mortalidad por coronavirus y no hay razón para no confiar en ellas. De hecho, no estábamos preparados para que las cosas se desarrollaran de esta manera y tan rápidamente. Nadie estaba preparado, pero salimos adelante. Y ahora ayudamos activamente a los demás, a diferencia de Estados Unidos que es egoísta. Y mientras tanto, hoy tenemos el poder de detener la marcha del virus en el planeta y salvar no miles, sino millones de vidas. Incluso gracias a las vacunas desarrolladas por científicos rusos. Por supuesto, lo primero que hacemos es vacunar a nuestra población, pero cada vez tenemos más capacidad y voluntad de compartirlas con quien quiera, independientemente de su rumbo político o lugar en el escenario mundial. Rusia nunca ha participado en juegos políticos a costa de la vida y la salud de las personas; siempre hemos considerado a la humanidad como una única comunidad global que no puede dividirse por nacionalidad, raza o creencias religiosas. «Black Lives Matter» («Las vidas de los negros importan») o «White Lives Matter» («Las vidas de los blancos importan»): que Occidente decida. Para nuestro país, el único eslogan correcto es «All Lives Matter» («Todas las vidas importan»). Nuestras vacunas son una prueba más de ello.
Una misión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no encontró ningún rastro de origen artificial para el virus. Sin embargo, la teoría de que China provocó deliberadamente la pandemia sigue estando muy extendida. Le sugiero que preste atención al hecho de que cada vez más laboratorios biológicos bajo el control de Estados Unidos están creciendo a pasos agigantados en el mundo. Y, por una extraña coincidencia, en su mayoría cerca de las fronteras de Rusia y China. Se dice que son centros de investigación donde los estadounidenses ayudan a los científicos locales a desarrollar nuevas formas de combatir enfermedades peligrosas. Sin embargo, las autoridades de los países donde se encuentran estas instalaciones no tienen una idea real de lo que ocurre dentro de sus muros.
– En la campaña de información contra Pfizer y Moderna, Washington vio un complot del espionaje ruso.
– Por supuesto, nosotros y nuestros socios chinos tenemos preguntas. Nos dicen que hay estaciones sanitarias pacíficas cerca de nuestras fronteras, pero de alguna manera nos recuerdan más a Fort Detrick, Maryland, donde los estadounidenses trabajaron durante décadas en el campo de la biología militar. Por cierto, hay que señalar que en los alrededores hay brotes de enfermedades poco características de esas regiones.
– ¿Está diciendo que los americanos están desarrollando armas biológicas allí?
– Tenemos buenas razones para creer que sí.
– ¿Qué piensan hacer las autoridades rusas al respecto?
– Trabajaremos con nuestros socios, principalmente en el espacio postsoviético. Firmaremos con ellos acuerdos de cooperación en el ámbito de la seguridad biológica.
Debo recordarle que los estadounidenses también tienen un problema con las armas químicas. No pasa un día en la sede de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) en La Haya en el que los estadounidenses y sus aliados no presenten otro capítulo de su expediente contra las armas químicas rusas.
– Sí, acusan a Rusia de desarrollar y utilizar armas químicas, incluso contra Sergei Skripal y su hija Yulia, así como contra Alexei Navalny.
– Pero no hay pruebas, tampoco hay argumentación, sólo especulaciones, y no soportan ni siquiera la verificación elemental. Me viene a la mente la clásica pregunta: ¿Quiénes son los jueces? Rusia, de acuerdo con la OPAQ, destruyó todos sus arsenales de armas químicas y en un tiempo récord. ¿Y qué pasa con los Estados Unidos? Al principio tenían menos armas químicas que Rusia, aproximadamente un tercio, pero ya no las tenemos y ellos siguen guardándolas en sus almacenes. Lo destruyen, por supuesto, pero no con mucho entusiasmo, y han prolongado el plazo hasta 2023. La OPAQ no está muy preocupada por esta situación, no hace preguntas a Washington.
Pero, cuando hubo incidentes químicos en Siria, las conclusiones se sacaron al instante y en base a la información de los tristemente célebres Cascos Blancos. Esta organización trabajaba con tanto «éxito» que a veces publicaba sus informes incluso antes de que se produjeran los incidentes. Es cierto que la fecha y el lugar del incidente cambiaron, pero las conclusiones fueron las mismas, con Bashar al-Assad y Rusia en todas partes. Ya se sabe qué dinero recibieron por estas provocaciones los líderes de los Cascos Blancos bajo la apariencia de donaciones.
– En vísperas de la pandemia, Rusia pidió a Occidente que levantara temporalmente las sanciones contra Siria, Venezuela y otros Estados en situación humanitaria grave. Pero la iniciativa no encontró una amplia respuesta. ¿Por qué cree que es así?
– Se trata de la estrategia geopolítica que Estados Unidos y sus aliados están aplicando, arruinando el mundo entero y defendiendo su propia hegemonía como la única versión aceptable del orden mundial. Como dijo una vez el general De Gaulle con ironía: «Ponte detrás de Estados Unidos en una columna de dos, si no sufrirás grandes daños».
Los derechos humanos, el Estado de Derecho, el libre mercado, el respeto a la soberanía… los occidentales gritan estos valores en cada esquina. Pero el ensalzado liberalismo occidental es para unos pocos privilegiados. En cambio, la conversación es muy diferente con los países que Estados Unidos y Europa no consideran democráticos. Aquí se puede hacer de todo. Cualquier sanción bajo los pretextos más insignificantes, la imposición de préstamos esclavizantes, el chantaje, la confiscación de bienes, la injerencia sin escrúpulos en los asuntos internos… Por no hablar de la caza de los ciudadanos de Estados soberanos, desarrollada por la justicia estadounidense. Aquí no hay legitimidad alguna; se trata de una especie de métodos mafiosos que no tienen nada que ver con el derecho internacional.
Si un individuo o muchos estados tienen la mala suerte de cruzarse en el camino de las élites occidentales, pueden estar seguros de que ningún tratado internacional sobre inmunidad ni las leyes progresistas sobre inmunidad de la propiedad y secreto bancario les salvarán. ¿Qué pasó con los activos de Libia tras el asesinato de Gadafi? ¿Dónde desaparecieron las reservas de Venezuela tras el intento de derrocamiento de Maduro? En Occidente parece haberse convertido en una costumbre vivir a costa de la ruina de otros países. Los regímenes coloniales parecen haber caído hace tiempo, pero los hábitos permanecen. Los estadounidenses parecen haber olvidado que antes eran una colonia y que ellos mismos fueron asolados por los británicos en aquella época…
– Estados Unidos tampoco tiene siempre en cuenta los intereses de sus socios occidentales. Al menos así fue bajo el mandato de Trump. Biden prometió corregir la situación.
– Existe un término de preferencia: «ayuda americana». Un jugador recibe supuestamente una cierta cantidad de ayuda, pero en realidad pierde considerablemente. Dios no permita que ningún país esté a la altura de semejante ayuda. Pero, bueno, todo esto no empezó con Trump, sino con el presidente Woodrow Wilson. Si recuerdas, al final de la Primera Guerra Mundial, envió tropas a Europa para ayudar a Gran Bretaña y Francia. ¿Cuánto pagaron después los alemanes derrotados, pero también los británicos y los propios franceses? Sólo cuando Hitler declaró que se disponía a marchar hacia el Este, Alemania vio condonadas sus deudas.
¿Y cómo se comportó Washington en relación con los aliados durante la Segunda Guerra Mundial? Al principio de nuestra conversación recordamos a Churchill, citemos también su otra declaración, ya sobre los americanos. «Pensé que nos desollarían, que nos quitarían la carne de los huesos». Lo dijo cuando Estados Unidos le obligó a cambiar una docena de bases militares en las colonias por cincuenta destructores oxidados que estaban a punto de ser desechados. Hasta aquí la solidaridad atlántica.
– Pero eso fue hace mucho tiempo, y ahora los estadounidenses tienen un modelo diferente de relaciones con sus aliados, aunque se ha puesto seriamente a prueba bajo Trump.
– El modelo sigue siendo el mismo. Ya no es un secreto que entrar en la OTAN equivale a perder soberanía, especialmente para los países más pequeños. Algunos de nuestros socios en Europa confiesan confidencialmente que comprenden perfectamente la inutilidad del curso antirruso que se les impone, pero que no pueden hacer nada al respecto: Washington y Bruselas lo deciden todo por ellos.
Se argumenta que la alianza debe contener a Rusia. Veamos a quién retiene la OTAN en realidad. Parece que para un momento de crisis podríamos dejar de gesticular con las armas y ponernos a hacer tareas más urgentes, pero no lo hacemos. Este mismo año se incrementaron los gastos de la OTAN, se volvió a pedir que llegaran al 2% y, como resultado, el presupuesto total de la alianza ya supera en 24 veces el presupuesto militar de nuestro país.
– Pero esto es en cifras absolutas. Si nos fijamos en la diferencia real de capacidades, no es tan sustancial.
– No se puede discutir con cifras absolutas. La pregunta que surge es: ¿quién retiene a quién? ¿Están Washington y Bruselas frenando a Rusia o es su tarea frenar el desarrollo de Alemania, Francia, Italia y otros estados europeos?
– La OTAN ha declarado que las relaciones con Rusia no pueden establecerse a corto plazo.
– En general, la OTAN ya no puede llamarse un bloque político-militar. ¿Recuerdas cómo en los tiempos del feudalismo los vasallos estaban obligados a acudir al señor con sus ejércitos a la primera demanda de éste? Sólo que hoy en día están obligados a comprar armas a su patrón, independientemente de su situación económica, pues de lo contrario se cuestionará su lealtad. Todos los candidatos a la OTAN, incluidos los que participan en los programas de la Asociación para la Paz, deben tener esto en cuenta. El objetivo de todas estas iniciativas es el mismo: impedir que los actores soberanos levanten la cabeza y lleven a cabo políticas pragmáticas dirigidas a su propio desarrollo.
– Ya que hablamos de Europa, me gustaría preguntar por la reciente visita de Josep Borrell, jefe del servicio de política exterior de la UE, a Moscú. A su regreso, recibió inmediatamente un aluvión de críticas: se dijo que se había rendido ante los rusos y que había fracasado en su misión. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, anunció que Rusia estaba dispuesta a romper con Europa. ¿Es este un escenario real?
– Apoyo las palabras de Sergéi Viktorovich Lavrov. No llamaremos ante puertas cerradas, pero estamos dispuestos a cooperar. Es importante interactuar con Europa. Pero unirse a Europa a cualquier precio no es una solución para la geopolítica rusa. Sin embargo, mantenemos la puerta abierta porque entendemos perfectamente que existe la situación inmediata en la que se centran los políticos occidentales y al mismo tiempo están los lazos históricos que se han ido formando entre rusos y europeos durante siglos. No sería razonable separarlos sólo porque la situación ha cambiado. Estamos dispuestos a de recibir a nuestros socios europeos alrededor y sentarnos alrededor de la mesa para abordar los principales problemas regionales. Estamos dispuestos a cooperar en una amplia gama de áreas en la esfera económica, en la ciencia, la cultura y la tecnología. Hoy, en medio de la pandemia, es especialmente importante. Ahora mismo Europa necesita ayuda. Muchos países europeos nos piden que compartamos las vacunas para salvar la vida de sus ciudadanos. Si podemos ayudar, estamos dispuestos a hacerlo.
– Tarde o temprano, ¿cree que se normalizará la cooperación con Estados Unidos y la Unión Europea?
– Dice Vladimir Putin: «Cada país determina sus propias prioridades nacionales y traza su posición en la escena mundial según su conveniencia». A nadie le interesa el diálogo por el diálogo, y menos aún un intercambio de recriminaciones mutuas. Y, sin embargo, asumimos que en la difícil situación internacional actual un escenario de normalización de las relaciones sería óptimo. No sólo correspondería a los intereses de Moscú y Washington. Sería mejor para toda la humanidad. Vuelvo a insistir en aquello con lo que iniciamos la conversación. Hoy hay una serie de problemas en el mundo que, en principio, no pueden resolverse sin una cooperación entre los principales actores del mundo: Rusia, Estados Unidos, la UE, China e India. Ya no estamos en una época en la que tener un ejército y una marina fuertes era suficiente para el liderazgo mundial. En el mundo actual, sólo ganarán a largo plazo los países que promuevan y apliquen una agenda positiva destinada no a crear líneas divisorias, sino a unir los esfuerzos de la humanidad en aras del desarrollo y la prosperidad universales. Rusia propone una agenda de este tipo y está dispuesta a aplicarla conjuntamente.
LA FICHA
Nikolai Platonovich Patrushev Nació el 11 de julio de 1951 en Leningrado. Se graduó en el Instituto de Construcción Naval de Leningrado como ingeniero mecánico (1974) y en los cursos superiores del KGB en Minsk (1975). Desde entonces trabajó en las divisiones de contrainteligencia del Departamento del KGB en la región de Leningrado. En 1992 fue nombrado Ministro de Seguridad de la República de Carelia. A partir de 1994, fue jefe de varios departamentos del Servicio Federal de Contrainteligencia, posteriormente Servicio Federal de Seguridad.
En 1998, fue nombrado subdirector de la Administración Presidencial de Rusia y jefe de la Dirección de Control Principal. Desde octubre de 1998, trabajó como subdirector del Servicio Federal de Seguridad y jefe del Departamento de Seguridad Económica. De 1999 a 2008, fue director del FSB. De 2001 a 2003, estuvo a cargo de las operaciones antiterroristas en el Cáucaso Norte.
Desde el 12 de mayo de 2008, es secretario del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa. Es presidente de la comisión interdepartamental de planificación estratégica del Consejo de Seguridad y del consejo de investigación del departamento. Dirige el consejo de supervisión de la Federación Rusa de Voleibol.
Es general del Ejército. Héroe de Rusia. Caballero de la Orden de los Servicios a la Patria; Comandante de la Orden de Alejandro Nevsky, Orden del Valor, Orden del Honor, Orden del Mérito Militar y Orden del Mérito Naval. Doctor en Derecho. Está casado y tiene dos hijos:
(Traducción: DeepL, corrección y estilo: EJVior)