– Hablando de investigación al poder, ya se cumplen quince meses del inicio del juicio oral por encubrimiento, donde la querella de la DAIA está representada por dos abogados. En base a lo que sus letrados les van informando, ¿cómo van viendo el desenvolvimiento del proceso?
– Éste es un tema sumamente complejo porque hay distintas versiones e interpretaciones de lo que sucedió. Yo he recibido una dura crítica de Memoria Activa por decir algunas cosas y bueno, hay que esperar el avance de la causa por encubrimiento, que es realmente muy difícil. A medida que se van conociendo nuevas cosas y declaraciones… La verdad que no es el tema sobre el cual más me gustaría opinar en este momento porque está involucrado un ex presidente de la DAIA [por Rubén Beraja] y, por otra parte, desvía la investigación principal. Es decir, creo que hay que investigar todo, pero la investigación principal no es la causa del encubrimiento, sino la del atentado y ésta no tiene los avances que debería. Por eso estamos propiciando la ley del juicio en ausencia, con todas las críticas que tiene y no solo de algunas organizaciones de familiares. Apoyamos la tarea que diariamente está haciendo el doctor Mario Cimadevilla, un ex senador y miembro del Consejo de la Magistratura, con todo su equipo [de la Unidad Especial de Investigación del Atentado a la AMIA del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos], porque creemos que es un medio legal para destrabar la causa.
– En su momento se había deslizado su nombre como un nexo entre la DAIA y los diferentes grupos de familiares de víctimas, para tratar de acercarse a ellos y limar asperezas. ¿Efectivamente se abocó a la tarea?
– Es una pregunta muy compleja. Tenía un socio [ya fallecido], Héctor Gerardo Umaschi, quien hace muchos años fue secretario [general] de la DAIA y después, juez de la Cámara Federal. A través de él pusimos a disposición este estudio para que se reuniera Memoria Activa en sus inicios. Estamos frente a la plaza Lavalle y yo los apoyé mucho, e incluso algunas veces hablé en [los actos semanales que hacía años atrás]. Le tengo un afecto especial, pero cuando estás en actividad en una institución a veces se produce lo que se conoce como el “efecto Baglini”: cuando uno está en la calle opina cosas que después, cuando sos funcionario y tenés que lidiar con la realidad, no son como pensabas… Estuve muchos años en otros períodos de la DAIA y fui cinco años secretario de Asuntos Legales, pero cuando asumí como vicepresidente comencé a investigar por mi cuenta algunas cosas y a confrontar información, y la realidad es que en algunos temas fui cambiando de opinión. En un reportaje hace un par de meses dije que el juez [destituido por su desempeño al frente de la investigación del atentado, Juan José] Galeano pecó de inexperiencia y eso me acarreó una crítica terrible de Memoria Activa, que dijo que soy un encubridor de él y de Beraja y fue viralizado por las redes sociales… Esto genera que yo, que siempre fui muy respetuoso de los grupos de familiares e intenté reunirme con ellos, ya no creo que pueda realizar esa tarea; ésta es la verdad. Sin perjuicio de que eso, estoy en contacto con la presidenta y la [secretaria] de Memoria Activa, pero ellos están enojados conmigo…
– ¿Cuánto tiempo se reunió Memoria Activa en su estudio?
– Creo que funcionó acá los dos primeros años.
– ¿Y por qué se fue? ¿Hubo algún cortocircuito?
– No. El tema es que la esposa de Umaschi, Lydia, era la presidenta de Emanu El y Sergio Bergman, que estuvo en los primeros años de Memoria Activa, era el rabino. Yo los seguí apoyando muchísimos años. No vivo enojado ni odiando a la gente, así que para mí es un hecho superado…
– ¿Y con los otros grupos, 18J y APEMIA, cree que es posible algún acercamiento o esa “mancha” lo complicará?
– No, es difícil. Memoria Activa apoyó, creo que de buena fe, el Memorándum, del cual la DAIA estaba en contra. APEMIA considera que el atentado solo se puede solucionar por medio de una comisión especial de investigación en el área parlamentaria. Existe una deuda enorme de la Justicia argentina con la sociedad, pero soy abogado, tengo formación jurídica y no creo en las comisiones especiales. Investigar es la obligación de los jueces y los fiscales, y si son malos, habrá que someterlos a juicio político, pero el país tiene tres poderes y tienen que funcionar.
– ¿Y respecto de 18J?
– Realmente no considero que sea un interlocutor válido. Estuvo muy asociado a prebendas del Gobierno anterior y me parece que no es el mejor exponente de los intereses de los familiares…
– Le cambio totalmente de tema: ¿establecen algún tipo de contacto, con relativa periodicidad, tanto con el juez Rodolfo Canicoba Corral como con la Unidad Fiscal?
– No. Ellos tienen sus obligaciones y deben cumplirlas, no nos reunimos con ellos.
– ¿Por qué no lo hacen si son querellantes, lo cual les da la posibilidad de acceder a la causa?
– Mi criterio -y no soy el dueño de la verdad- es que en el proceso argentino las partes de un juicio tienen que hacer sus peticiones por escrito y los jueces no deben estar sometidos a lobbies ni presiones de cualquier tipo. Nunca fui partidario de un acercamiento muy grande con jueces ni fiscales porque después, cuando dictan una resolución que te resulta adversa y tenés que apelar, criticar, presentar agravios y decir cosas, los maridajes con los funcionarios resultan inconvenientes. Me parece que cosas de oído, de un lado y otro, en causas de esta naturaleza, que tienen una alta significación pública, no son lo mejor. Hace 45 años que ejerzo la profesión, litigo mucho, conozco cómo funciona Tribunales y sé que muchos lo hacen, pero justamente, los problemas que tuvo la Justicia argentina consistieron en que los jueces y los fiscales fueron permeables a presiones del poder político.