ATENTADOS, CORTINAS DE HUMO Y ASESINATOS. Bonadio, el “juez Glock”, lanza el encubrimiento del encubrimiento y ejecuta al Estado de Derecho por la espalda

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No tengo palabras para calificar al juez Claudio Bonadío, a quien considero un temible delincuente polimorfo. Simplemente voy hacer propias las palabras con que la diputada Araceli Ferreyra me informó por la mañana temprano de la redada ordenada por el principal “juez de la servilleta” de Carlos Corach, quien accedió a la magistratura exclusivamente por obra y gracia del nombrado, que fue el monje negro de la presidencia de Carlos Menem y el cerebro de la segunda parte del encubrimiento de los asesinos que demolieron la AMIA. Porque fue Corach quien propuso y consiguió que en lugar de ellos fueran presos policías bonaerenses que nada tenían que ver con la aterradora voladura de la mutual judía.
No tengo palabras, digo, para describir a un prevaricador serial que llegó a la magistratura por el único mérito de haber sido el diligente secretario privado de Corach, sin haber trabajado nunca antes en el Poder Judicial, ni siquiera como abogado particular, y sin haber presentado jamás una tesis de doctorado o tan siquiera haber hecho algún aporte conocido a la jurisprudencia.

La clave de esta payasada es un nuevo encubrimiento. El encubrimiento del encubrimiento.

Escribió Araceli Ferreyra:

Bonadio no está loco. Fue separado de la causa que investigaba el encubrimiento del atentado a la AMIA porque la paralizó durante 5 años. Cambiaron de juez y por fin todo este año se desarrolló ese juicio que ya debe estar por salir la sentencia porque ya pasó la etapa de los alegatos. Tuvo muy poca difusión y los familiares tuvieron que afrontar solos el vía crucis judicial.
Con la cortina de humo del Memorándum Bonadio distrae las miradas del verdadero juicio por el encubrimiento del atentado a la AMIA donde están imputados sus jefes políticos que lo hicieron “juez de la servilleta” como Carlos Corach y Hugo Anzorreguyi; y también el comisario Jorge “El Fino” Palacios, el primer jefe de la Policía Metropolitana nombrado por Macri, según el mismo dijo, a instancias de Israel y EEUU.
Es obvio que Bonadio hace la del tero para distraer.

Porque el escándalo mayor es el ocultamiento sistemático por los medios al servicio del poder del verdadero juicio de encubrimiento, juicio en el que están siendo juzgados por encubrir a asesinos de 85 personas a un ex presidente de la nación, su jefe de inteligencia y el segundo de éste, el juez de la causa y los fiscales, dos jefes policiales que participaron de la (des)investigación e incluso el presidente de la DAIA, institución que se supone fue el principal blanco del ataque.

Hagan el esfuerzo de imaginar algún otro país en el que los medios pudieran ignorar un juicio de estas características. Verán que es imposible.

El poder es inflexible: considera necesario castigar a quienes hicieron un intento de sacar a la causa de la parálisis absoluta en la que se encontraba y se encuentra; de interrogar a los imputados iraníes y de formar una comisión de juristas inobjetables que tratara de llegar a la verdad.

A través de un instrumento, el meneado memorandum, que fue refrendado por ambas cámaras del Congreso.

Esa es la única razón por la que está hoy presos Carlos Zaninni, Luis D’Elía, Fernando Esteche y Yussuf Khalil

Y es que, tal como dijo un dirigente de la colectividad judía en un arrebato de sinceridad, “el precio de averiguar quienes fueron los responsables del atentado es mucho mayor que el de no averiguarlo”.

A las 16.30, Cristina “cantará la justa”. Quien quiera oir, que oiga.

 


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3 comentarios

  1. Por favor, quisiéramos saber quién dijo “el precio de averiguar quienes fueron los responsables del atentado es mucho mayor que el de no averiguarlo”.

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