EMERGENCIAS, pollo, sidra y revolución: Boot comenta a Roberto Caballero (con video gracioso al final)

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Vuelvo a subir al tope esta nota de hace unos días porque me parece superpertinente en momentos en que recrudecen los ataques, reproches y recriminaciones entre el kirchnerismo “puro” y los movimientos sociales.

El domingo celebré el cumpleaños de un amigo muy querido por lo que no leí los díarios con profundidad y se me pasó una de las notas principales de Tiempo Argentino, la de su ex director Roberto Caballero. La leí luego de que en el trabajo una compañera me comentara que Cristina la había replicado y que a ella le había parecido “gorila”. Me sentí identificado con las críticas que Caballero le hace a la CGT y más puntualmente a Juan Carlos Schmid, su primus interpares, aunque algo desconcertado de que lo contrapusiera a Moyano, ya que Schmid, si la memoria no me falla, siempre fue la sombra del camionero. No obstante, en esa lectura rápida, en la que me identifiqué emotivamente con el autor, me llamó la atención que no comentara la decisión de La Cámpora de no sumarse a la convocatoria de los movimientos sociales (auspiciada por el Papa y respaldada por la CGT, a mi juicio, pour la galerie y para descomprimir, para salvar la cara ante su contumaz negativa a enfrentar al Gobierno). Me recordó la decisión de la conducción de Montoneros de no concurrir a la manifestación convocada por la CGT y las 62 Organizaciones post “Rodrigazo” a mediados de 1975 (decisión que, dicho sea de paso, fue ampliamente desobedecida por las bases de la organización)  que provocó no sólo la eyección del gobierno del ministro Celestino Rodrigo sino también la de su mentor, José López Rega, ministro, jefe político de la Triple A y secretario privado de la presidenta “Isabel” Perón.

En cualquier caso: que una organización que se considera revolucionaria no acuda a una manifestación de los pobres y excluídos me parece absurdo.

Le encargué a Teodoro Boot un comentario sobre la nota de Caballero. Boot ya la conocía porque se la había reeenviado otro compañero militante que al hacerlo también la había calificado de “gorila”. Boot me dijo que por nada del mundo quería pelearse con Caballero ni con ningún otro compañero, que meter cizaña o enzarzarse en disputas subalternas en momentos en que es necesario sumar para ver de frenar un proceso de desguace y destrucción del Estado y la Nación es un crimen, pero no obstante, ante mi insistencia, comentó el texto.

A continuación, el texto de Caballero que Cristina replicó, y luego el comentario de Boot.

Y de yapa, al final, un racconto serio de lo arrancado por los movimientos sociales al Gobierno y un video muy gracioso del que no se quien es el autor, y si se lo hizo en serio o en broma, aunque me inclino por esto último. Igualmente, aun pensando que se trata de un video humorístico, no se si habla mal o bien del Partido Justicialista, o del peronismo. Puede pensarse que se vurla, puede pensarse que lo ensalza. JS

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Evita reparte pan dulce y sidra

La emergencia social y la emergencia política

 

Por caso, el discurso del viernes 18 de Juan Carlos Schmid –el triunviro mayor de una CGT cuya cúpula es atávicamente antikirchnerista– dejó expuesta una prédica entre errática y contradictoria, porque ven la emergencia social pero no la política. Porque al pedir perdón por no haber registrado durante todos estos años a los trabajadores de la economía informal, se excusó diciendo que a los sindicalistas no les parecía necesario ese reconocimiento, porque en la Argentina hasta no hace mucho había trabajo y la desocupación era baja. Las dos cosas que dijo son ciertas. Eso ocurrió durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Tan cierto como decir que la informalidad y la destrucción de empleo crecieron a paso veloz desde que Mauricio Macri es presidente, sin que la CGT haya resuelto un paro para reclamar la reapertura de paritarias o la baja del Impuesto a las Ganancias, con un nivel de comprensión y acompañamiento de las políticas gubernamentales que sorprende. Sin embargo, en su discurso, donde hubo espacio merecido para Perón, Evita, los socialistas y hasta Yrigoyen, los Kirchner ni siquiera fueron mencionados. Eso es lo de menos: tampoco se rescataron las políticas públicas que permitieron crear trabajo y los salarios más altos de la región, al menos, para los trabajadores conveniados que la CGT representa. ¿O, acaso, qué gobierno rehabilitó el instituto paritario? ¿Durante qué administración los sindicatos volvieron a incrementar el número de afiliaciones que el neoliberalismo les había podado? ¿Cuándo, desde la reconquista de la democracia, el reparto del PBI benefició tanto a los trabajadores como en estos últimos años? Ni la revolución ni nada: políticas destinadas a corregir, con intervención estatal decidida, el país desigual heredado del período neoliberal anterior a este.

La deriva cegetista, la ausencia de autocrítica, en realidad, los lleva ahora a las orillas salvadoras del Papa Francisco, que todo bendice en el Año de la Misericordia. Ocurre que este sindicalismo no puede sintetizar nada positivo de una experiencia que lo tuvo, mal o bien, como protagonista y beneficiario, porque su horizonte de miras no abarca al país en su conjunto sino que llega hasta la pura matemática sectorial y la acumulación al interior del peronismo sidecar de cualquier ola que existe, también, desde siempre.

No es un asunto de mezquindad. Excede la cuestión de los personalismos. Se trata, nada menos, que de una profunda crisis dirigencial: no hay renovación, ni talento para encararla, ni ganas de generarla. Son, también, los mismos de siempre, defendiendo lo de siempre, con idéntica herramienta táctica: ladrar para negociar en la corta, mientras a la larga el país se va a al tacho. ¿No pasó eso en 2001? Mientras la CGT oficial cabildeaba para ver si llamaba a un paro, la sociedad lastimada por políticas excluyentes salió a la calle sola y tumbó a un gobierno, a un costo altísimo: 30 muertos. ¿Alguien conoce la autocrítica de la CGT por esa ominosa ausencia en la representación de los sectores vapuleados por políticas inhumanas durante casi una década? Este señalamiento, valga la aclaración, no incluye a Hugo Moyano, en particular. El sí enfrentó el neoliberalismo. Eso quiere decir que había otra posibilidad, que no era una fatalidad el sindicalismo colaborativo con los gobiernos que hacían daño a los trabajadores. Y por eso Moyano estuvo al frente de la CGT durante buena parte del kirchnerismo, sosteniendo sus políticas hasta que abandonó ese lugar de interlocutor privilegiado para replegarse hacia su zona de confort: la del sindicalismo tradicional, que cuando vio que no le podía sacar al kirchnerismo nada más se volvió rabiosamente antikirchnerista. Hoy todos son un poco el Momo Venegas o Luis Barrionuevo, aunque en el pasado hayan querido marcar distancias.

La inconsistencia política del sindicalismo actual frente al gobierno neoliberal se manifiesta en su extremo centro discursivo tamizado con una combatividad retórica carente de amarre en la realidad real de sus representados, todo bañado en una supuesta jerigonza clerical leída solamente en clave conservadora de la gobernabilidad macrista. La supuesta negociación para acumular “poder social”, que Schmid planteó desde la tribuna en la Plaza del Congreso, impone dos preguntas simples, hoy sin respuesta: ¿Quién acumula, mientras tanto, el poder político? ¿Y para qué?

Por otra parte, abordar el debate sobre la pertinencia o no de apoyar la Ley de Emergencia Social, o participar de la marcha que la reclamaba, desde el uso que le dan las dirigencias sumisas que sueñan con ser la rueda de auxilio del descarte que producen las políticas económicas oficiales, merece una discusión más profunda. Está claro que es un paliativo, como el famoso bono pautado con el gobierno. Pero no dejó de ser, la movilización del 18, una marcha de protesta más contra los planes neoliberales y sus consecuencias, para la mayoría que se concentró frente al Congreso de la Nación y participó de la jornada con consignas propias, sin estar enamorada de esa dirigencia convocante, excesivamente dialoguista y comprensiva de los padres del modelo de exclusión.

Está claro que no son las políticas de asistencia o de caridad las que van a resolver los problemas de fondo de los trabajadores formales e informales, sino otras políticas económicas radicalmente distintas que ni Macri, ni Sergio Massa están en condiciones de aplicar, porque ellos mismos forman parte de un dispositivo de defensa del modelo oficial, con baja salarial, flexibilización y patrones de distribución del ingreso regresivos. Por eso han votado juntos todas las leyes que han aumentado el endeudamiento, la pobreza, la inflación, agravado la recesión y generado -en tan corto tiempo– un verdadero descalabro económico y financiero que profundizó la pobreza, el trabajo informal y la desocupación, ejes convocantes a la marcha de protesta del otro día. Esa es una contradicción que el discurso de Schmidt no explica ni resuelve, y tampoco el contenido de la Ley de Emergencia Social que, incluso, podría ser hasta vetada por el macrismo más refractario a la inversión social llamada gasto.

Pero no deja de ser, aun en la intención macro-massista de armar su propio brazo social piquetero con dádiva y filantropía dirigida a sortear primero las Fiestas en paz, y segundo, posicionarse para el año electoral venidero, un beneficio finito que los más vulnerables, hoy los más castigados, sabrán aprovechar como nadie. Porque en algún lugar de la memoria está aquella recomendación de un viejo general que decía que aceptaran cualquier cosa del patrón o el capataz, y después saltaran la tranquera para ir a votar la lista que mejor los representara y defendiera sus propios intereses. La mayoría de esa clase le guardó fidelidad histórica y adoptó su apellido como identidad política a través de varias generaciones.

Quizá el tiempo desmienta a esta columna. Pero el viernes había en esa plaza, que fue quizá igual de convocante que la Marcha Federal de las CTA a Plaza de Mayo, votantes del 54% que llevó a CFK a su segunda presidencia. Como todo pronóstico este también puede resultar fallido, pero el año que viene, entre las opciones del electorado para castigar a las dirigencias que cedieron a la tentación de embanderarse con el retorno del neoliberalismo o titubearon en enfrentarlo, habrá listas kirchneristas y nada indica que vayan sin chance alguna a disputar el voto. Las encuestas no dicen eso. Lo sabe el oficialismo, sobre todo; y también el peronismo que arrió todas sus convicciones.

Y el año próximo no se votan políticas sociales. Se discutirá fuertemente sobre las decisiones económicas que generan incertidumbre emocional, caída del PBI y pobreza a mansalva. Habrá, nuevamente, una pelea entre modelos antagónicos: uno que genera exclusión y otro que, en la experiencia reciente, propuso exactamente lo inverso, con más logros que errores. Cuando Schmidt dice que él no revolea bolsos, sin que nadie lo aplauda ante una plaza llena, cede a la tentación de formar parte del dispositivo que cristaliza la desigualdad que tanto critica. El de explicar el todo por la parte es un verdadero tiro en el pie, como atribuirle a todo el sindicalismo la muerte de Mariano Ferreyra o los negociados corruptos de Zanola.

La nueva mayoría social que resiste como puede los resultados negativos del macrismo en su vida cotidiana va a buscar un destino político a sus ansiedades. Y va a levantar la cabeza y va a hacer un balance de todo lo que vio en este tiempo. Verá, entonces, que hubo una CGT que cambió paritarias en alza por un bonete, dirigentes piqueteros que antes se fotografiaban con CFK y después pasaron a sacarse selfies con funcionarios macristas, dirigentes políticos que traicionaron el mandato popular del último balotaje y se convirtieron en conversos increíbles, gobernadores endeudados que van a pedir una devaluación para hacer frente a los gastos corrientes y todo un paisaje desolado de representación.

Es probable que eso pase. E improbable que vuelvan a votar al original o a la copia camuflada del macrismo, después de todo lo que se ha visto. Las denuncias judiciales, los bolsos, el funcionario kirchnerista paseado en tribunales, eso que tanto obsesiona al antikirchnerismo, con escenas que lo excitan hasta el paroxismo, puede ser un búmeran. Lo maldito hoy quizá sea lo deseable del futuro. El mundo no se viene comportando como vaticinan los que saben. Las sociedades están votando contra los medios, los políticos tradicionales, las verdades reveladas, las vacas sagradas de la cultura, las economías racionalizadas y todo lo que es demonizado por esas elites.

En Estados Unidos fue por derecha. En la Argentina, a juicio de Schmid, quizá sea buscando a los que ayuden a volver a ese tiempo donde él y sus sindicalistas rollizos no necesitaban juntarse a protestar con los movimientos sociales, porque, al fin de cuentas, había trabajo y la desocupación casi no existía.

Nada está más vivo que lo que vive a través de la boca de los otros, aunque sean sus enemigos.

El pan dulce y la sidra no son antagónicos con la revolución

 

aaaaaaaaaaa-2La nota de marras provocó bastante escozor y motivó no pocas críticas y polémicas aun en los círculos que Roberto Caballero califica sin mas de “kirchneristas”, pero no seré yo quien se sume a la manía clasificatoria y diferenciadora que suele aquejar a los movimientos políticos en etapas de retroceso, así que lo dejamos ahí.

Pasa que no pocos integrantes de ese difuso “espacio” que Caballero llama (y nosotros dejamos ahí) “kirchnerismo” han tildado su nota de “gorila”, lo que no deja de ser una paradoja. Pero ocurre que muchas veces, a falta de mejores calificativos y de voluntad de profundización y análisis, por pereza se apela al término “gorila” para referirse a algo que no nos gusta, nos repugna o suponemos surgido de las cavernas del enemigo.

Compelido a comentar la nota por el editor de Pájaro Rojo, no puedo descansar en el cómodo recurso. Es que el escrito de Caballero no me parece gorila, sino insustancial, surgido de la supuesta necesidad de justificar a Cristina, tan artificial y caprichosa como la de quienes pretenden que es preciso defenestrarla.

Desde luego, el escrito de Caballero es bienintencionado, pero hijo de una concepción equivocada de la revolución (porque hay que recordar que quienes bregamos por la liberación nacional y la justicia social somos revolucionarios, no kirchneristas o peronistas o hinchas de Argentinos Juniors), y en el peor, de un sistema de prejuicios liberalizquierdistas.

Dejando esto de lado, en virtud del respeto y la credibilidad básica que merece todo compañero por el hecho de estar de nuestro lado y enfrentando a los mismos enemigos, opino que es fruto de una confusión ideológica y conceptual ligada a cómo se construye (y digo construye y no “hace”) una revolución.

Como atenuante, hay que decir que la nuestra, la de los setentistas, es una generación muy influida por la teoría del foco, un absurdo que en su momento precipitó muy serios errores.

Una digresión: sospecho que el Che nunca entendió la naturaleza y los mecanismos internos de la revolución que protagonizó. Suena loco, pero parecería que fue así, ya que Fidel nunca se diferenció demasiado de Lázaro Cárdenas, Pepe Figueres, Getulio Vargas o Perón, pero tampoco se diferenció de Mao o Ho Chi Minh, que proponían tesis opuestas a las del foco: la liberación nacional no es un golpe de mano; por el contrario, se va construyendo desde el seno del pueblo, en el pueblo y con el pueblo. En consecuencia, tiene que respetar sus tiempos, y más todavía porque es necesario nuclear a los más diversos sectores sociales e intereses que a uno le sea posible nuclear, lo cual, obviamente, va en contra de cualquier clase de pureza y apuro.

En este plano, si uno se toma en serio lo que dice con buena leche pero poco tino Caballero (pues arma una mezcolanza incomprensible con lo que no puede digerir) se vuelve zonzo y suicida. Y es que su “análisis” confunde las distintas lógicas y tiempos de diferentes espacios que, no por ser diferentes, tienen por qué ser divergentes.

La reconstrucción del frente nacional transita por al menos tres espacios en los que se debe trabajar en forma simultánea: está claro (y no se entiende por qué Caballero insiste en lo que es evidente para todos como si se tratara de un punto de controversia) que el pueblo conseguirá vivir mejor, con más derechos y seguridades, si pudiéramos retomar una política nacional y popular. Nadie discute esto. Ahora bien, el modo de llegar a esto es, mientras nos dejen, electoral, lo cual exige hacer acuerdos políticos y lanzar propuestas electorales que nos permitan ir construyendo una nueva mayoría.

Pero hay otro espacio, llamémosle social, el de la protección y defensa de los derechos sociales, que también supone construir mayorías, pero se trata de mayorías diferentes, de otras mayorías. ¿Cual es el propósito de estas luchas sociales? Lo que Emilio Pérsico ejemplificó impecablemente para definir el sentido de la marcha de días pasados, y no se entiende por qué despertó tantas iras “kirchneristas”, así entre comillas. Dijo más o menos algo así como “No estamos aspirando a volver al proyecto del año pasado. Estamos peleando por un àn dulce, un pollo y una sidra”.

Ocurre que mientras vamos construyendo la mayoría política suficiente para volver a ganar las elecciones y llegar a la posibilidad de retomar un proyecto de liberación nacional, los compañeros tienen que tener su sidra y su pollo para fin de año, tienen que poder garantizar sus derechos sociales y laborales, sus derechos humanos, como el acceso a la salud, la educación y la vivienda, necesitan defenderse. Y esa, la defensiva, es la naturaleza de las organizaciones gremiales, tanto si nuclean a los trabajadores formales y se llaman “sindicatos”, como si agrupan a los informales, desempleados y marginados y  en forma bastante redundante, se dan en llamar “organizaciones sociales”.

Una cosa, la lucha política, y la otra, la defensa social, van por carriles, en tiempos y según lógicas diferentes, pero no hay ninguna razón (excepto la estupidez o la traición) para considerarlas contradictorias. Al revés: son complementarias. Pero para ser complementarias, deben ser diferentes.

Aun así, la lucha política y la lucha social son insuficientes: es necesario trabajar en un tercer plano, el de la creación de una red, un sistema de contención y protección comunitaria, para amparar a nuestros compañeros en su hábitat, en su vida cotidiana, para que los muchachos no se vean tironeados entre el narco y la cana, que no pocas veces son lo mismo. En la práctica, esta construcción (así sea llevada a cabo tanto por agrupaciones políticas como por organizaciones sociales) tiene tiempos y lógicas diferentes a la de la política y las de la lucha social: son los tiempos y las necesidades de esa comunidad.

Pasa que si no entendemos que no somos un partido político, una suma de sindicatos ni un movimiento de pacotilla, algo así como una réplica berreta del falangismo o el fascismo, sino que somos (o debemos ser, o vamos siendo) un movimiento complejo, tumultuoso y contradictorio, un frente nacional, el germen, el embrión de una nueva sociedad, si no entendemos que debemos ser la nación en su ir siendo… pues no entendemos nada.

Lo otro, que si Cristina sí, que si Cristina no, es pura tontería. Hay que construir un movimiento y un frente nacional, que es un organismo vivo, lleno de tensiones y contradicciones. Y conducirá este proceso quien sea capaz de conducirlo. Si a Cristina le da la talla, nos ahorraremos mucho tiempo y sacrificios. Si no le da, mala suerte, y a llorar a la iglesia.

Enfrentamos a un auténtico Partido del Extranjero ante el que lo peor que podemos hacer es seguir creando divisiones y sembrando cizaña por celos, prejuicios, o peleas subalternas.

Lo que logramos arrancar

Con un inmenso esfuerzo, organización y lucha, los trabajadores de la economía popular y sus organizaciones, junto al movimiento obrero organizado, logramos una importantísima conquista en el marco de un año tan malo para los humildes:

1.- El Gobierno debió reconocer la Emergencia Social y aumentar en 30.000 millones de pesos las partidas para puestos de trabajo.

2.- Se logró llevar a 4000 los programas Ellas Hacen, Argentina Trabaja y Trabajo Autogestionado a partir de diciembre.

3.-  Se logró un bono de 2030 pesos para los aproximadamente 300.000 beneficiarios de los programa de empleo del Ministerio de Desarrollo Social a pagarse antes de fin de año.

4.- Se logró un aumento del 40% en las partidas de Comedores Comunitarios y de 60% en los Merenderos Comunitarios.

5.- Se logró la distribución de un millón de kits navideños.

6.- El bono sobre la asignación universal por hijo sigue en discusión pero ya se logró un aumento sobre la propuesta original.

7.- Lo más importante: se crea el Salario Social Complementario un reclamo histórico de nuestro sector, un nuevo derecho para los trabajadores excluidos.

Somos conscientes de que se trata de paliativos frente a una situación de crisis provocadas por una economía que no está al servicio del Pueblo. La lucha no termina hasta que vivamos en un país con Tierra, Techo y Trabajo para todos, sin una sola familia pobre, sin desigualdades y con Justicia Social.

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14 comentarios

  1. A mi entender el kilombo es porque el Evita esta armando fuerza para jugar con Massa.
    Massa es el plan B por si Macri no es viable para la clase dominante.
    No lei a nadie que dijera no a la sidra, el pollo y el pan dulce. Es no a Massa y al peronismo funcional a la derecha.
    Se entiende?

  2. Del piso POLÍTICO y d CONDUCCIÓN del peronismo sólo aparece CFK, que es la que OPTÓ por el Frente popular-nacional, y la digresión la veo en los prejuicios del circunloquista, y sí, hay que tener talla más que Massa y Macri,¿?

  3. Excelente análisis. Comparto y lo vuelvo a pensar. Esto no es el tablero del TEG o la perinola, no se puede plantear sólo consignas de máxima (como puede ser el fin de este gobierno) y suponer que, si la “suerte” nos acompaña, el desmadre indefectiblemente ofrece el triunfo del recientemente derrotado populismo (ya me está gustando la palabra).
    No es posible penetrar en el sentido común de una población atacada durante el kirchnerismo, derrotadps algunos y estafados otros por un discurso perverso pero efectivo. Creo que la tarea de los movimientos sociales tiene ese rol de amalgamar resistencias, contribuir en una conciencia social que sepa levantarse de a poco, que perciba en ese pollo y ese pan dulce un logro. Pero sólo posible gracias a la lucha y la organización.
    Y al resto de la dirigencia/intelectualidad, su rol, no es criticar, sino acompañar con paciencia. Atentos a esa construcción allanando divergencias y no creándolas justo donde no se necesitan. Eso hay que dejárselo al gobierno. Si este pequeño recule, junto con algún otro, le da oxígeno al gobierno para un año más, será mejor, porque su caída tiene
    que venir acompañada de un triunfo político claro de un Frente popular, que habilite una pronta reforma judicial y económica.

    • Leila, me parece que hay una contradicción entre criticar las supuestas “consignas de máxima” y pedir “una pronta reforma judicial y económica”, a partir de un supuesto triunfo de un Frente Popular. Digo: si el camino del triunfo del Frente es considerando que lo que consiguió el Evita (o quien sea) es un logro extraordinario, la verdad, las reformas a la que referís están mas lejos que la luz de michetti.

  4. de la nota se omite el papel vergonzoso que la CGT tuvo este año. Negocio guita por puestos de trabajo, guita a cambio de un vergonzoso silencio. el Evita abandona a Cristina y a Hebe y no toma la calle para defender a dos mujeres que representan lo mas alto par quienes militamos en el campo popular, negocia con massa y cogobierna con Vidal en la provincia, Son la UPCN del trabajo informal. y este compañero que escribe la nota se pregunta o duda de que si a Cristina le da el cuero ? Que estan fumando ? Garronear una sidra a la oligaquia es una conquista ? Despues preguntan porque perdimos ? Que zapallitos…

  5. ¿A nadie le da prurito esta nueva etapa de injerencia desembozada de la Iglesia, nada menos que por parte del principal de Roma, que ya no intercede cristianamente sino que opera políticamente y sin tapujos en la política nacional? ¿Cuándo las jerarquías eclesiásticas jugaron en beneficio de los pobres de América Latina? ¿Cuándo? ¿No perciben el tufo a control remoto, a contrarrevolución preventiva de cualquier coqueteo futuro con los bordes del sistema, que el Vaticano se apura a implementar? La Iglesia está aterrada de que este mono con navaja de Presidente que tenemos potencie visiones de la política irreductibles. Y en consecuencia, actúa.
    ¿Cómo se entiende que muchas corrientes del Peronismo estén coleccionando, ingenuamente, estampitas?
    Respeto a Boot, me parece brillante. Pero su abc de la construcción de un frente (la conjunción de luchas política, social y de preservación de agentes sociales) es una idealidad que no siempre se activa al unísono. ¿Cómo justificamos que más allá del pan dulce, los movimientos convocados no solo se hayan burocratizado bajo el esquema Stanley sino que se hayan comprometido / pactado / sometido a no participar de reclamo social/político alguno, hasta 2019?
    Pan dulce, sí. Gofio, no. Saludos.

  6. Estoy de acuerdo con el artículo de Caballero. La CGT, no consiguió nada, las conquistas fueron del gobierno de los K. No se lo ve cómodo, ni sincero a Teodoro.

  7. En general estoy de acuerdo con Caballero;me tienen podrido los sindicalistas que sólo se miran el ombligo.Lo escuché en radio a Schmid hace 3 o 4 meses decir que el límite de ellos eran los que habían estado con “el peor ministro de economía de los últimos 50 años” y se refería a Kicillof…..
    Y todo este grupo de la CGT fue con Macri a inaugurar el monumento a Perón enfrete de la Aduana y dijeron que “Macri era más peronista que el Kirchnerismo por que le había levantado un monumento a Perón…”
    Y con la gente del Evita me duele mucho, pero me parece que están por pasarse con armas y bagajes al massismo o aún peor…
    Es un momento muy jodido,qué se yo

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