ENCUENTRO DE LA ULTRADERECHA EN MADRID confirma la estrecha afinidad entre nazis y sionistas

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Un ministro israelí y un nazi negacionista del Holocausto, unidos por Vox

El diario israelí Haaretz se hizo eco el viernes de la participación de Amichai Chikli, ministro de Asuntos de la Diáspora de Israel y de la «lucha contra el Antisemitismo», en el acto de la extrema derecha en Madrid, EuropaViva24, organizado por Vox este fin de semana.

Acostumbrados a hacer equilibrios, los mandatarios israelíes y las extremas derechas ya no disimulan su amistad. Sus proyectos ni son ni nunca fueron incompatibles, por mucho que el Estado de Israel se fundase con el telón de fondo del Holocausto. Históricamente antisemitas, y hoy, sin dejar de serlo, los herederos ideológicos de los fascismos, es decir, los nuevos nacional-populismos, han entendido que Israel no es un enemigo, más bien al contrario, es un aliado rentable.

Más aún, es un proyecto en el que reflejarse.

El periódico israelí Haaretz se hizo eco el pasado viernes de la participación de Amichai Chikli, ministro de Netanyahu a cargo de Asuntos de la Diáspora de Israel y de la lucha contra el Antisemitismo, en el acto de la extrema derecha en Madrid, EuropaViva24, organizado por Vox para este fin de semana.

La presencia del propagandista nazi y negacionista del Holocausto Pedro Varela (N. del E.: al que la propia comunidad judía de España ha calificado de «principal representante del nazismo en España») en el acto de cierre de campaña de las elecciones catalanas pocos días antes, publicado en exclusiva por La Marea, no ha pasado desapercibida para la prensa en Israel. Aunque no sorprende, pues Chikli lleva ya un tiempo de gira por los principales foros internacionales de la extrema derecha por todo el mundo, tal y como explica la periodista Rachel Fink en Haaretz, nombrando todos los encuentros ultras que lleva ya atendidos el ministro en estos últimos años.

Admirador y amigo del presidente húngaro, Viktor Orban, Chikli ha ido estrechando lazos con todos los partidos de extrema derecha posibles, incluso con aquellos en los que se han denunciado no en pocas veces el antisemitismo o las simpatías por el nazismo de sus miembros. En la Conferencia de Acción Conservadora (CPAC) en Estados Unidos, donde Chikli estuvo recientemente, la cadena norteamericana NBC también destapó la presencia de algunos conocidos neonazis. Sería una simple casualidad si no fuese porque todos los partidos de extrema derecha han ido sellando, progresiva y abiertamente, alianzas con Israel desde hace años.

Un mes después de los ataques del 7 de octubre, Santiago Abascal visitó Israel para mostrar su alineamiento con Tel Aviv. Lo mismo harían otros líderes ultras como el francés Eric Zemmour o los neonazis de Demócratas de Suecia. El resto de líderes de la extrema derecha han manifestado públicamente su apoyo a Israel, como Marine Le Pen, Giorgia Meloni, Donald Trump, Jair Bolsonaro, Javier Milei o Geert Wilders.

 

Hasta hace no tanto, en Israel existía cierta prudencia a la hora de mostrar sintonía y buena onda con los ultras. De hecho, en 2019, el Likud obligó a el entonces director de asuntos exteriores del primer ministro Benjamin Netanyahu, Eli Hazan, a borrar un tuit de apoyo a Vox tras las elecciones de 2019.

Y es que los discursos de la derecha israelí contra los árabes, el islam y la inmigración no difieren en absoluto de los de la extrema derecha en el resto del planeta. Simbólicamente, además, Israel representa la defensa de la primera línea de Occidente, el tapón de la civilización que frena y disciplina a los bárbaros. Y el proyecto de etnoestado militarizado, autoritario y de apartheid que muchos ultras quisieran para su país.

Islamofobia

El odio a los judíos que había caracterizado a las extremas derechas del siglo XX ha sido desplazado estratégicamente por la islamofobia, una formula rentable que combina la supuesta defensa de la civilización que llaman judeocristiana con las políticas antiinmigración.

Esta semana, la cadena CNN realizaba un reportaje de investigación en el que desvelaba la identidad de varios de los atacantes a la acampada en solidaridad con Palestina en la Universidad de California, en Los Ángeles. Una turba de ultraderechistas asaltó el campamento y apaleó a varias personas que mostraban su solidaridad con Palestina.

No ha sido la única concentración atacada con violencia por activistas proisraelíes, muchos de los cuales han sido identificados como miembros de grupos nazis y racistas. Y es que ya no son sólo los líderes ultras quienes formalizan estas alianzas. Son también los grupos violentos de jóvenes neofascistas que se enfrentan a los propalestinos, hacen el sonido del mono ante una activista negra en Mississippi o enarbolan banderas de Gadsden, las de los ultracapitalistas mal llamados libertarios que se ven en los mítines de Milei y de cada vez más actos de la extrema derecha.

El propagandista nazi y negacionista del Holocausto que asistió al acto de Vox, Pedro Varela, se sentó esta misma semana ante un juez. Está acusado de pertenencia a organización criminal, enaltecimiento, justificación y negación del Holocausto y delitos de incitación al odio contra judíos, inmigrantes, musulmanes y homosexuales.

Varela se presentó como un simple librero víctima de un ataque totalitario a la libertad de expresión. Su abogado era un antiguo camarada suyo en el neonazi Círculo de Amigos de Europa (CEDADE), José María Ruiz Puerta, que fue, a la vez, miembro de Vox en la localidad madrileña de Parla.

A principios de este año, el Centro para el Estudio de la Judería Europea Contemporánea de la Universidad de Tel Aviv publicó un informe que afirmaba que el Ministerio de Asuntos de la Diáspora y Lucha contra el Antisemitismo que representa Chikli “carece de visión y sustancia” y que, además, se estableció “por razones mezquinas”. Y es que la instrumentalización del antisemitismo para perseguir toda crítica a Israel queda muy mal cuando lo haces cogido de la mano de todos los racistas, ultranacionalistas y filonazis del planeta.

A la fiesta ultra de Madrid que ha montado Vox estuvieron invitados, además de Javier Milei, presidente de Argentina; José Antonio Kast, el candidato de la extrema derecha chilena; y la francesa Marine Le Pen, presidenta de Agrupación Nacional. La presencia de nazis y fascistas en todos los partidos que estos lideran no es ningún secreto, y tampoco un problema para Chikli.

Vox ha sido capaz de hacer coincidir esta misma semana ante sus huestes a uno de los mayores propagandistas nazis y negacionistas del Holocausto y al ministro israelí responsable de combatir el antisemitismo en el mundo. Para este, bailar con neonazis no es bailar. Es como estar bailando solo, como dice Sergio Dalma. Porque los nazis, para los sionistas, hoy son otros. Los que denuncian el genocidio en Palestina y los que critican a Israel. Y porque solo es como se está quedando Israel ante el mundo, perdiendo día tras día la batalla de la propaganda.

 


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