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GENERALA LAURA RICHARDSON: Un Premio Oscar al cinismo

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En la misma semana en que la película Oppenheimer arrasó con los Oscar de la Industria de Hollywood, la generala Laura Richardson expuso ante la comisión de Defensa del Senado de su país, en su condición de Jefa del Comando Sur, otro símbolo del sistema de poder de los Estados Unidos.

Al cabo de una declaración de 37 carillas, bien podría haberse hecho acreedora de una estatuilla al cinismo, o, por lo menos, a una mirada absolutamente sesgada del sistema internacional y de la relación de los Estados Unidos con el resto de América, que es la jurisdicción del Comando militar a su cargo.

Si bien fue desplegando su artillería de falsos argumentos a lo largo de todo el documento, la primera carilla del mismo alcanzaría para el desarrollo de estas líneas. Ella comienza celebrando, como botón de muestra, los 60 años de vigencia del Comando Sur y diciendo que “desde 1963 esa institución militar ha trabajado por la paz y la estabilidad en toda América Latina y el Caribe, frente a la tiranía, la corrupción, la pandemia y los desastres naturales. Siempre estaremos del lado de quienes buscan la paz, la prosperidad y los ideales democráticos”. Ya desde ese mismo primer párrafo yo no sabía si mi sentimiento más fuerte era la indignación o la carcajada.

“En nuestros días –prosigue- la democracia está bajo el ataque global. La República Popular China y Rusia operan desconociendo las normas internacionales. Ellos perpetran la corrupción, la desinformación y los abusos a los derechos humanos”. “Mientras tanto el Crimen Trasnacional Organizado trafica drogas, armas, personas y vida silvestre, dejando a su paso inseguridad ciudadana y ambiental, muerte e inestabilidad”.

Es decir, las tres principales amenazas que presenta el documento, China, Rusia y el crimen organizado, son, para ella, las responsables de las tragedias que el propio Estados Unidos –como soporte institucional del capitalismo financiero globalizado- ha causado a la humanidad, y especialmente a América Latina y el Caribe.

“Como respuesta a ello, la Estrategia de Seguridad Nacional (que es el marco que define año tras año las principales políticas de Estado de aquel país) busca reforzar la estabilidad democrática y la seguridad en toda la región”. Y lo hace a través de la “Disuasión Integrada”, un concepto reciente que busca articular la acción de los Estados “socios, juntamente con organizaciones no gubernamentales, la academia y el sector privado”. Es decir, mediante el financiamiento por parte de las fundaciones estadounidenses a sectores políticos afines en el exterior a través de ONGs, el adoctrinamiento de jueces, periodistas, empresarios y políticos, y la manipulación de la opinión pública y la construcción del sentido común a través del control de las grandes cadenas monopólicas de medios de comunicación.

Todo esto, ya sea para ocultar los efectos catastróficos de las políticas de ajuste de sus gobiernos amigos, o para desestabilizar a los gobiernos que no le son afines y generar una voluntad de linchamiento público hacia los líderes populares que se oponen a sus intereses.

“Nuestros socios necesitan nuestra ayuda” 

Como es costumbre, y más aún cuando se cumplen 200 años de la Doctrina Monroe, en varios tramos se refiere a “nuestro hemisferio”, como si América fuera un territorio que debe situarse homogénea y obedientemente bajo su protección.

El concepto de “las Américas” o de “hemisferio occidental” no es una categoría política o geopolítica. El continente americano implica una contigüidad geográfica, pero no un todo homogéneo de valores compartidos. Nuestras tradiciones coinciden en la defensa de libertades civiles y políticas, derechos de las minorías y otros atributos del liberalismo político, pero de ninguna manera compartimos el criterio de haber detonado bombas atómicas ni de haber financiado dictaduras, ni de invadir países, desplegar centenares de bases militares, bombardear territorios extranjeros, desestabilizar gobiernos ni apropiarnos de los recursos naturales de otros países. Son valores demasiado importantes como para que no nos consideremos parte de una misma mirada de la agenda global.

Una de las obsesiones del documento de Richardson, tal vez la más profunda, es apuntar contra la “intención maligna de la agenda china”. Considera que el avance de China en materia económica a través del Cinturón y la Ruta de la Seda y el liderazgo de la tecnología 5G constituyen el prerrequisito para su influencia global. Y esta incluye la manipulación de la información, la propaganda, la censura y el autoritarismo.

“Asociarse con China deja un saldo de deuda y tasas exorbitantes de interés, así como el deterioro de la infraestructura y crisis del medioambiente”. “La República Popular China es la principal amenaza que la democracia jamás haya enfrentado”. Sólo quien ha causado al planeta todo ese listado de tragedias que describe la declaración de Richardson, es quien puede estar así de preparado para enunciarlas y ponerlas bajo la responsabilidad de su competidor geopolítico. Si no fuera porque se trata de un documento oficial del país más poderoso del mundo, uno creería estar ante una obra de ciencia ficción.

A partir de la página 9 le toca el turno a Rusia, acusada de una serie de “actividades malignas como socavar las instituciones democráticas y el estado de derecho, incluyendo campañas de desinformación, visitas de alto nivel y proyección de la fuerza militar”.

“La desinformación de la región, de la que Rusia es culpable, está aumentando a través de los think tanks y las narrativas de medios como RT, Sputnik y Telesur.” Una vez más, Richardson se mira al espejo y trascribe en un documento lo mismo que ve, pero cambiando el nombre del país responsable, que es el suyo.

Más adelante, en el capítulo dedicado al crimen organizado, centra su atención en los carteles de Jalisco y Sinaloa en México, así como en el ELN y las FARC de Colombia, países ambos con gobiernos progresistas que no aceptan seguir a pie juntillas los designios de los Estados Unidos y han denunciado en conjunto la estrategia de la DEA. Y cuyos Presidentes son objeto permanente del escarnio por parte de los grandes medios y de los sectores opositores que guardan estrecha relación política y financiera con los grupos más reaccionarios del sistema estadounidense.

No falta la acusación a Irán de “aumentar su influencia ideológica en América Latina, a través de medios de comunicación y redes sociales comprometidos en una guerra psicológica”.

Mientras tanto, los problemas estructurales de nuestra región, de los cuales los Estados Unidos son directamente responsables, continúan y se agudizan. Me refiero, entre otros, a la crisis migratoria y a la inestabilidad crónica de Haití.

La crisis migratoria, es decir, el incesante aumento de la cantidad de personas forzadas a dejar sus territorios, resulta de la aplicación de políticas de austeridad, ajuste social y endeudamiento, impuestas por los organismos financieros que los mismos Estados Unidos patrocinan.

Y la situación en Haití, se agrava por el financiamiento externo de bandas criminales armadas y el ingreso de armas que no son ni fabricadas, ni provenientes de América Latina. El documento que firma Laura Richardson dice textualmente: “El Comando Sur continúa su apoyo a la Misión Multinacional de Apoyo de las Naciones Unidas, cuyo propósito es mantener la seguridad y contrarrestar a las pandillas.” La ayuda multilateral a Haití, en sus diferentes versiones, lleva más de dos décadas, y la injerencia de las pandillas ha ido en progresivo aumento. ¿Quién financia a las pandillas? ¿De dónde proviene la provisión de armamento? ¿Quién fabrica esas armas? Posiblemente la inestabilidad crónica de ese país del Caribe, otrora ejemplo de dignidad, favorezca mucho más a algunos intereses financieros que una posible salida soberana y democrática.

Igual de asombrosa es la sensación al leer el capítulo de Cuba. “Los alimentos, las medicinas, el combustible, la electricidad y la libertad política siguen siendo escasos en Cuba”, como si el bloqueo que los Estados Unidos le imponen a la isla desde hace más de seis décadas no fuera la causa principal de esa escasez. Y como si esa pobreza no estimulara un malestar social que luego los Estados Unidos –es decir los propios causantes- aprovecharán para justificar la condena interna e internacional al gobierno de Cuba y legitimar la intervención.

Además, el hecho de que en la Asamblea General de Naciones Unidas del 2 de noviembre de 2023, nada menos que 187 países votaran a favor de levantar ese bloqueo con la única oposición de los Estados Unidos e Israel, desmiente claramente el apego al derecho internacional que Richardson esgrime en su retórica.

Una vez más, los Estados Unidos insisten en erigirse en el manto protector de los valores democráticos de América a través de la cooperación, el entrenamiento y los ejercicios militares conjuntos, lo cual sólo ha incrementado la vulnerabilidad de nuestro territorio y la dependencia tecnológica de nuestras fuerzas armadas. Pero de ningún modo ha mejorado nuestra seguridad ni la presencia del crimen organizado en nuestros países, sino todo lo contrario.

El recientemente elaborado concepto de “Disuasión integrada”, replica dicha dependencia a través de la cooperación ofrecida, además del área de Defensa, por los ministerios de Asuntos Exteriores, Justicia, Seguridad y Comercio, sumado al Departamento del Tesoro.

El documento finaliza con la afirmación de que “el Comando Sur trabaja incansablemente a favor de la democracia y los derechos humanos, contra la ofensiva y la actividad dañina de China, Rusia y otros actores malignos, que trabajan para un sistema autoritario”. Y seguidamente proclama: “Lo primero es el pueblo”. “Si los gobiernos de la región trabajan con empresas de los Estados Unidos u otras compañías occidentales, tendrán menos probabilidad de trabajar con China”.

En fin, he tratado de dar cuenta de que, si Laura Richardson hubiera participado en el concurso de los premios de Hollywood, seguramente se hubiera hecho acreedora del Oscar al cinismo.

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* Abogado y magister en Derecho, Economía y Política en perspectiva comparada: Unión Europea y Mercosur (UNLP). Es docente en diferentes casas de altos estudios donde imparte materias vinculadas a las Relaciones Internacionales y la Integración Regional. Ha publicado numerosos libros, partes de libros, artículos en revistas académicas y medios de comunicación sobre distintas temáticas vinculadas a la política internacional. Ha sido conferencista en innumerables eventos científicos. Se desempeñó como Embajador argentino ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Fue Diputado Nacional en diferentes períodos

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