Horacio González reflexiona en torno al nacimiento del kirchnerismo

Compartí

Hice esta entrevista a principios de mes. Les transcribo mi envio a la revista, ya que no encuentro en el portal de NU la nota publicada.

­Horacio González:
Kirchnerismo ¿nacimiento o resurrección?
“Kirchner camina entre nosotros” dijo Cristina. Y esa frase empuja a construir un gran frente social y político nacional, popular y progresista, explicó el director de la Biblioteca Nacional y referente de Carta Abierta.
Por Juan Salinas / Noticias Urbanas

Sociólogo, ensayista, antiguo militante de “la gloriosa Jotapé”, director de la remozada Biblioteca Nacional y referente de Carta  Abierta, el principal nucleamiento de intelectuales kirchneristas, Horacio González fue uno de los primeros en advertir que la muerte de Néstor Kirchner estaba ligada al asesinato de Mariano Ferreyra y que si éste es bien resuelto existen las condiciones para la eclosión de un potente movimiento kirchnerista.
Noticias Urbanas fue directo al grano.
-Es una paradoja que el kirchnerismo parezca a punto de cuajar como identidad política a partir de la muerte de Kirchner… En tus últimos escritos afirmás que un requisito para que eso pase es que se esclarezca el asesinato de Mariano Ferreyra y se castigue a los culpables.
-Asombran los efectos que tuvo la muerte de Kirchner. Una cosa era el Kirchner encerrado en Olivos llamando a todo el mundo desde su celular y otra cosa es ahora que “camina entre la gente”, como dijo Cristina. Aquél Kirchner pertenecía a la operación política habitual (aunque hecha con un grado de excepcionalidad muy interesante), y éste a la elaboración de una leyenda. Acá, claro, se presenta un problema. Siempre habrá quién diga que no hay derecho a elaborar nuevas leyendas habiendo tantas que cumplen un papel asfixiante en la política argentina. Podemos responder que nadie elabora premeditadamente una leyenda. Que pertenecen al pensamiento social colectivo. Hay, sí, una paradoja: que en vida de Kirchner no se podía hablar de la existencia de un kirchnerismo porque Kirchner actuaba entre las líneas del peronismo, se había refugiado dentro de sus pliegues. Tendría sus razones, pero el pensamiento anterior de Kirchner era menos un pensamiento de estructuras políticas y más de gestos, de signos. Como revolear el bastón de mando, descolgar el busto de Videla…
-O tocarle un muslo a Bush después de haberle hundido el ALCA en sociedad con Hugo Chávez…
-Sí. Pero después, zas, se topó con las estructuras de comando, de dominio, de hegemonía. Y ahí encontró nuevamente al  Partido Justicialista. Que era y es un problema evidente por su naturaleza. Porque, siendo muy generosos, el PJ es un partido conservador popular… Pero una vez muerto, Kirchner, al decir de Cristina en una frase interesantísima, camina entre nosotros. La leyenda del caminante entre la multitud establece una gran diferencia respecto a las estructuras anteriores, las del PJ, y coloca a Kirchner en diálogo con porciones materiales de la vida social: la juventud, los más dispuestos a las transformaciones, los no partidarios…  Lo cual no quiere decir que no haya también un tema de herencias del peronismo. En este sentido hay una paradoja vinculada a las formas del dolor, de las cuales saben bien los místicos, las religiones y los teólogos de la política. Por más que la Argentina no viva un momento teológico-político, está esa paradoja: la muerte de Kirchner genera un gran dolor, se habla sobre el dolor, la Presidenta reflexiona sobre su propio dolor y lo distancia, diferencia lo íntimo de lo público. Y al mismo tiempo se da la paradoja de que recién ahora es posible pensar en resolver ciertos nudos de la política argentina en los que Kirchner estaba inmerso. El principal nudo es el del PJ, algo que lo sostenía, que era una fuerza propia… y que al mismo tiempo era un obstáculo. Resolver ese nudo es un gran tema de la historia argentina contemporánea.
-¿Cuál es tu papel dentro del kirchnerismo naciente?
-Ya se verá. Fui uno de los tantos invitados por Kirchner a participar de la escena política  que se movió alrededor de ciertos signos que destilaba la fábrica de signos que tenía Kirchner, quizá un productor involuntario de esos signos, pero aun así,  a mi juicio su producciòn de signos fue lo mejor que tuvo. Los que queríamos a Kirchner estamos inmersos en un dolor sereno, pacífico. Y también estamos inmersos en esta paradoja. Porque para mi la idea de seguir teniendo un diálogo imaginario con Néstor Kirchner es una idea duradera. Por lo que su muerte significó una herida profunda en mi propio pensamiento.
-¿Cuál es la paradoja?
-Que muchos de los obstáculos de los procesos de transformación impulsados por los Kirchner, muchos de estos nudos, provienen de quienes aparecen en una situación de apoyo.
-Precisamente, en tus últimos artículos te referiste a la imperiosa necesidad de continuar y profundizar las transformaciones, y al “desmonte de las gavillas mafiosas que ensombrecen la república”. Lo dijiste a propósito del asesinato de Mariano Ferreyra, tras estimar que su completa resolución es un requisito para que el kirchnerismo pueda nacer. Me llamó la atención que coincidieran con vos acerca del fortísimo impacto que tuvo en Kirchner el asesinato de Ferreyra tanto Jorge Altamira como Máximo Kirchner.
-La política es una. Es un despliegue de cuestiones que tienen una fuerte unidad y comparten un mismo universo, por lo que no es de extrañar que coincidamos en esta apreciación. Respecto a la política argentina, los temas del Partido Obrero están planteados con una relación causa-efecto con la cual no coincido porque presentan una fuerte condensación en temas muy arquetípicos. Pero expuestos de otra manera, ampliados, diseminados en la sociedad, son temas de gran interés. La acción de asambleas constituyentes, la custión del capitalismo y su asfixia, la configuración de espacios de pensamiento político alrededor de lazos sociales… El PO tiene un pensamiento que se atribuye un arquetipo fijo. Que desplegado históricamente es muy interesante. No coincido con Altamira cuando dice que Kirchner murió a causa de su imposibilidad de resolver el asesinato de Ferreyra, pero no me burlo de ese pensamiento. Y Máximo intuyó bien porque compartía la intimidad de Kirchner. Sabemos que Kirchner sintió fuertemente este asesinato, un crimen que atentó contra su construcción política, una construcción precaria, que no era un palacio sino algo hecho con los defectuosos ladrillos que provee la sociedad argentina. En este sentido y más allá de que eso asuste, me parece que hay que pensar ambas muertes en común.
-Kirchner había sido muy tajante al decir que era vital llegar hasta los instigadores y “autores intelectuales”…
-Y es imposible que al decirlo, siendo él, no cuestionara un modelo político que tiene profundas raíces en la historia argentina. Porque no hay que escarbar mucho para encontrar relaciones entre el palco de Ezeiza y el asesinato de Ferreyra. Por eso, éste crímen tiene una fuerte resonancia y obliga a tratarlo con la profundidad que merece, relacionándolo con una serie de hechos que hacen a la memoria política argentina. Hay que ser muy cuidadosos porque la emergencia de este matonaje, por llamarlo de alguna manera, esos muchachos que van a fiestas, que rondan el PJ y los sindicatos, la escena política, ese fenómeno a Kirchner no se le podía escapar.

– ¿Por qué decir que no se le podia escapar? 

– El mundo globalizado es un mundo fotogénico, de imágenes tomadas con camaritas a casa paso, un mundo de fotogramas permanentes. Y Kirchner era una persona de gran sensibilidad y no puede haberlo ignorado. Sabemos que se sintió profundamente vulnerado. Lo que dijo su hijo es cierto: ese disparo fue también contra él, aunque el cuerpo muerto fuera otro. Porque el hecho de que a ese cuerpo muerto lo siguiera el suyo pocos días después… Con todas las profundas diferencias que hubo entre ambas muertes. Porque la muerte de Kirchner afectó a la política nacional en su conjunto. Ocurrió en la historia plena de la Nación. Y la de Mariano Ferreyra ocurrió como quien dice al borde de las vías. Y en un sector que hasta ahora no conocíamos bien, que estaba tapado o al menos relegado: la lucha de los tercerizados que cortan las vías del tren. No parecía un hecho central de la política argentina, pero si lo tomara un gran narrador trágico, un Sófocles argentino del Siglo XXI, tendría que poner estos hechos, el marginal y el central, mancomunados.
Nunca hubiéramos estimado tanto a un tipo como Kirchner si hubiera sido incapaz de pensar estas cosas. Aunque no las dijera de este modo.

-Es un alivio ver que el asesinato de Ferreyra parece estar en vías de esclarecerse…
-Parece estar resolviéndose, sí. Están los artilugios, la lentitud propios de la justicia, pero da la impresión de que el caso está en manos de una fiscal y de una jueza competentes. Y que como en tantas novelas policiales, él o los asesinos están en la ronda de los ya detenidos. Y que es evidente que todo apunta a una estructura sindical.
– Que a su vez se imbrica con esas mafias instituidas que son las “barras bravas”. Que a su vez tienen departamentos enteros de las policías dedicados a relacionarse con ellas, departamentos con lo que, como es de pura lógica, terminan asociadas. Si en Argentina no hay maras es porque existen estas estructuras: mafias más sofisticadas.
-Para la Presidenta, gobernar va a ser tratar tanto la deuda externa y la producción de automóviles y como bien decís, también los nucleos de poder que anidan en la cultura popular. Una nuestra es una gran cultura popular por su lenguaje e imaginería, y sin embargo debe ser redimida del peso que tienen estas formas oscuras de generar poderes ocultos que hablan con sus términos. Nuestros populismos pasados deben revisar ese toque que tenían de muchas veces justificar los comportamientos más oscuros. La figura del hincha de fútbol hace mucho que no es el compuesto por Discepolín ni siquiera el retratado en los ’60 por Martínez Suárez. Es necesario desanudar las estructuras económicas de las hinchadas de hoy. Tiene que ser una polìtica nueva, porque evidentemente la trama entre sectores policiales, de las hinchadas, del empresariado del fútbol y de estamentos sindicales, no es fácil de desmontar. No imagino como deberán ser los nuevos conceptos ni las nuevas acciones que desarrollen esto, pero aún así pienso que éste el período histórico dónde puede hacerse, que no va a haber otro. Y que lo primero es derribar el lenguaje ocultador que caracteriza a la polìtica argentina.
-Raúl Zaffaroni aboga por cambiar el sistema presidencialista por el parlamentario. Otros defienden a capa y espada la concentración del poder en el Presidente, tal como consagra la Constitución. ¿Cuál es tu posición?
-Considero que el presidencialismo es la garantía de la democracia. Creo que el parlamentarismo, si se instalara en Argentina, no podría evitar ciertas formas de golpismo. Y que eso de algún modo ya quedó desmostrado. Los personajes del parlamentarismo son oscuros como (Julio Cleto) Cobos. En cambio, la herencia presidencialista es épica y transformadora.
-Sos uno de los principales animadores de Carta Abierta, que siempre procuró tener posición en lo que hace a la polìtica doméstica, la de nuestra ciudad, a la vez autónoma y capital de todos los argentinos. ¿Cuál es tu visión de su presente?  
-A la Ciudad hay que rescatarla de sí misma. Su vida polìtica es muy asfixiante. Lo dejó claro que en su momento una porción mayoritaria de sus ciudadanos haya votado a Macri. La Ciudad es muy interesante. Es la sede latente de los procesos de emancipación que van más allá de la Argentina tal como demuestra su historia. En 1810, en 1973, en momentos muy importantes de la vida polìtica argentina, la ciudad de Buenos Aires evocó a la comuna de París. Es decir, a una ciudad en la que una porción importante de sus habitantes, movilizados, encabezaron procesos emancipatorios. Hoy vive otro momento, que es la otra gran veta para pensarla: un momento en el que se destacan las fuerzas más egoístas, más tacañas, más cobardes frente a la vida social, expresadas por enjambres de taxistas que ofician de voceros del miedo.

-Lo primero sería, pues, romper ese corset de temor.

– Hay que emancipar a la ciudad de Buenos Aires del miedo, lo que no es fácil porque efectivamente hay elementos comunes a todas las grandes metrópolis contemporáneas que habilitan cierta idea de que el ciudadano debe necesariamente que tener miedo. Pero la verdad tangible es que los ciudadanos con miedo son la fuente de gobiernos autócratas, por un lado, y por otro de gobiernos empresariales y gerenciales como el que tiene hoy la ciudad de Buenos Aires. Ante esta situación, se demora en aparecer un estilo nuevo entre la oposición. El modelo de Macri consiste en confinar la política adentro de departamentos en los que se encierran ciudadanos asustados que escriben e-mails insultantes. Una política que  tuvo éxito. Y aunque no tengo nada contra los que escriben twitter, el fanatismo por el twitter de algún modo también expresa esa forma de hacer polìtica.

-¿En que puede afectar a la política ciudadana la emergencia de un movimiento kirchnerista potente?
La ciudad de Buenos Aires no puede ser una buena ciudad europea encastillada, enemiga de los inmigrantes. Hasta el momento el gobierno nacional percibió claramente que Buenos Aires tiene que ser una ciudad abierta. Si bien carece de una política clara para la Ciudad, implícitamente defiende la existencia de una ciudad porosa, en la cual los ciudadanos bolivianos y paraguayos tienen derechos, entre ellos el de que se los provea de documentos de identidad. Hay una tesión en Buenos Aires entre una ciudad que plantea la ciudadanía universal emancipada respecto a los migrantes latinoamericanos, o una ciudad atrincherada, encastillada, una fortaleza de ciudadanos asustados. Macri expresa eso y todavía no está elaborado el lenguaje capaz de producir una conversión/convulsión espiritual colectiva que permita derrotarlo.
-¿Qué es lo que hay que hacer a tu juicio para tener posibilidades de derrotarlo?
-Existe la posibilidad de honrar el legado de Kirchner si evitamos ponernos lacrimógenos y sensibleros y pensamos en los destellos que ha dejado. Hay una posibilidad cierta de forjar una alianza social y política que exprese a los sectores progresistas y nacional-populares. Debemos actuar decidididamente en esa dirección. Hoy prima una polìtica menuda, pequeña en Buenos Aires, llena de pequeñas operaciones, de runflas, de configuraciones estamentales, incluso dentro del propio kirchnerismo. Se dirá: son aspiraciones legítimas. Pero falta la gran tarea, que es la conformación de un gran frente social y político, en la Argentina y en la Ciudad. Aún no sabemos su nombre, pero si que su memoria es nacional-popular con agregados progresistas.
-“Kirchner” era hasta hace una semana una mala palabra para muchos hipócritas que ahora lo recuerdan cálidamente como “Néstor”. No cabe duda que es una marca fuerte. ¿Cómo la ves?
-La palabra “Kirchner” es muy sugestiva en estos momentos. Aunque el propio Kirchner no era partidario de generar forzados personalismos, el modo en que su muerte sacudió las conciencias juveniles y también las de nosotros, los más viejos que no estábamos dispuestos a subirnos a cualquier carro ni mucho menos a abonar el largo capítulo de la sensiblería nacional, evidentemente algo tiene que significar. Digo, significar respecto a la posibilidad de dar un golpe de timón en la sociedad argentina hacia un destino mucho más abierto y diáfano. Creo que la Presidenta está reflexionando sobre estas cosas. Muchas de las frases que dice van en esa dirección. Por ejemplo, “Kirchner camina entre nosotros”.


Compartí

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *