LA ERA DE LA BOLUDEZ: Hongos, ranas, lianas, drogas, chamanes, abusos sexuales y New Age

La ministra Bullrich quiso equiparar a unos subnormales dedicados a quemar coches con comandos terroristas a fin de justificar lo injustificable: el vallado de toda la Plaza de Mayo para evitar que nadie se acercase al presi Mau cuando este se desplazara entre la Casa Rosada y el Te Deum, donde recibió los retos del cardenal Poli, pero la policía que supuestamente conduce la desmintió. En el ínterin, se conocieron otras noticias que coinciden con este tono de farsa y la adhesión amarilla a livianos sucedáneos new age de las religiones, ya sea del gurí Sri Sri Ravi Shankar o cualquier otra boludez, una tendencia que parece imparable ante el rechazo papal al gobierno neoliberal de Mau, Peña & CEOS. Infobae (que no es confiable y que suele vehiculizar campañas de oscuras motorizaciones) denuncia ahora a Ignacio Liprandi, un titiritero milagrosamente devenido galerista que estuvo a un tris de ser ministro de Cultura de la ciudad, iniciativa que abortó por la oposición del entonces obispo Bergoglio. Son historias, ciertas o más o menos, que podrían haber sido la comidilla de los programas de chimentos que proliferan por las tardes en los canales de TV pero que por algún motivo se les escaparon al escudriñamiento de sus afanosos productores. Sus protagonistas (y temo que también la mayor parte del periodismo) forman parte de una vasta maquinaria de trivializarlo todo. Algo que para los pueblos del Amazonas es sagrado, como la ayahuasca (cuyo principio activo se obtiene de machacar unas lianas y macerar su jugo) se convierte en un talismán de snobs, de gente vacua. Para colmo la noticia se relaciona con otra, la de una «Operación Kambo» (que nos había pasado desapercibida) que muestra a a la justicia y a la policía persiguiendo, no ya a poseedores o distribuidores de pastillas, sino a sembradores de plantas y hongos, a secuestrar almácigos y maderitas embebidas de un jugo (en verdad, nadie explica de qué se trata) proveniente de una rana…parece tan descabellado como patético.
En cualquier momento meten preso a uno por tener caracoles en el jardín, so pretexto de que su baba tiene princpios activos que pueden causar trips.
Otra cosa: En la medida en que no haya denuncia de la supuesta violada, no hay, legalmente, violación. Por lo que toda esta catarata de letras es al divino botón. Como todo indica lo son las vidas de Liprandi y sus amigos.
Antes de dejarlos con las notas de Infobae señaladas, sugerimos leer esta otra nota La banalidad neoliberal, que nos envia el marplatense Pablo E. Chacón desde Mar del Plata, advirtiendo que como buen marplatense, no es peronista, ni kirchnerista pero si, cuando no está muy acelerado, un buen amigo. Para facilitarlo, reproducimos su texto después de los links de la notas de Infobae reseñadas. ¿Hace falta decir que no comulgo con su manera de tratar la palabra «populismo» ni considero acertado arremeter contra el Papa?
La ceremonia tigrense de la ayahuasca que, dicen, terminó en violación.
Operación Kambo: Ríndete, honguito, te tenemos rodeado.
La banalidad neoliberal
En diciembre pasado, una combinación de Propuesta Republicana (Pro), Coalición Cívica y los restos del radicalismo (UCR), bautizada Cambiemos, se hizo con el poder del aparato del estado argentino, después de doce años de un gobierno peronista, supuestamente de izquierda. Populismo de izquierda -si se permite el oxímoron- seguido por un populismo de derecha, el primero, condición de posibilidad del segundo.
El actual titular del Ejecutivo, Mauricio Macri, un exempresario devenido primero presidente del club Boca Juniors y luego jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires durante ocho años, tuvo la oportunidad de la prueba y el error, por ejemplo, probar al actual galerista y aspirante a chamán Ignacio Liprandi en el área de cultura. Liprandi, al parecer, no despertaba más que pasiones tristes en el actual papa, Jorge Bergoglio, Francisco, un hombre formado como jesuita, y como peronista, en Guardia de Hierro. La anécdota que se comentará, habla más del actual gobierno que del anterior, no se sabe bien hasta qué límite.
Primero, la noticia.
Imaginar al señor Liprandi en el Amazonas buscando vaya a saber qué ancestral sabiduría suena gracioso. Suena más gracioso que haya encontrado al santón que encontró. Y todavía más que existan individuos que se sometan a los precios de Liprandi y a las exigencias del santón, luego de ingerir un brebaje aguachento -que poca relación tiene con la ayahuasca del alto Amazonas- pero mucho con la banalidad con que esta clase de personajes transforma cualquier práctica, desde la política a la comunión espiritual -esa suerte de devenir otro que no se sostiene en fundamentos, orígenes, suelos psíquicos ni posesiones o contactos digitales.
De Liprandi, sobre quien años atrás circulaba la anécdota de su propia casa-museo con entradas sorpresa (a unas habitaciones llenas de penes flotantes, para el caso), podrían esperarse cantidad de historias parecidas, pero sobre sus invitados, a menos que sean de su mismo linaje, ¿qué puede esperarse?. ¿Algún Marcel Duchamp? ¿algún Néstor Perlongher? Permítanme dudarlo. Duchamp no dejó discípulos -¿puede una «instalación» someterse a las reglas de la reproductibilidad técnica? Perlongher no era un turista psicodélico sino un comprometido activista de la Iglesia del Santo Daime, como antes lo había sido de un colectivo homosexual en la época del puño de hierro del brujo López Rega, otro funámbulo de la factoría peronista.
Por cierto, el Santo Daime es una variante del evangelismo brasileño (que tanto mal, a mi juicio, le ha hecho a la ayahuasca), pero está lejos de la fuente de dónde Liprandi se trajo al santón, y está lejos de los decks en el Delta, del daiquiri y de los ornamentos ad hoc de estas ceremonias semiprivadas susceptibles de terminar en violaciones o en cosas peores. Basta recordar la película «La invitación», de Karyn Kusama, una suerte de Lars von Trier menos pretencioso que el demagogo danés..
En fin, que Liprandi sea o no hoy funcionario de Cambiemos no cambia mucho las cosas porque lo que pretendo subrayar es el aire de la época, ese que se respira en su quinta del Paraná y que poco debe a los nombres propios. En la era de la banalización generalizada, el capital ha logrado no tener un afuera, es decir, es todo, o nada, que es lo mismo, porque su poder, en lugar de coactivo es persuasivo (aunque en ese caso haya sido persuasivo y coactivo), al punto de reconfigurar las experiencias y las cosas en objetos de consumo, divertimentos en red o bien depresiones o pánicos dignos de nosografías y tratamientos farmacológicos. Judiciables o no, según el caso.
Liprandi y su chamán sexópata pasarán al olvido, como también lo harán las tres jovencitas que si alguna vez sospecharon que se debían una curación o algo así para sus almas atormentadas, ahora tendrán algo más real por delante: la justicia argentina, ese mastodonte inúltil, corrupto, viejo, mucho más viejo en sus categorías y figuras que la velocidad de la técnica financiada, muchas veces, por empresas privada. Muchas de las cuales han prestado sus cuadros al actual populismo del gobierno argentino, también sobrecargado de peronistas y de radicales, populistas populares, no sea que vaya a enojarse Francisco.