EXCEPCIONAL: Venezuela, dictaduras, genocidios y frivolidades
Un análisis y un debate imprescindible. Acerca de los muchos que se hacen los distraídos, los tontos, que fingen demencia para no ver o hacer que no ven cosas harto evidentes excepto para quienes usan anteojeras y se desesperan por no ver.
Dictaduras y frivolidades: Maduro, Venezuela y un poco de purpurina
Debajo de esta nota va otra con datos duros que matan relatos. Y aquí mismo un gran video de Pablo Iglesias, la rusa acriollada Inna Afinogenova y el gran equipo de «La Base»:

POR JUAN CARLOS MONEDERO (Profesor de Ciencia Política en la UCM).
El Oscar a la mejor película internacional en 2024 fue para La zona de interés, una película de Jonathan Glazer sobre el Holocausto donde no aparece por ningún lado el Holocausto. Esa es precisamente su magia. Porque, aunque no lo ves, hacer como que no está ahí sería una canallada o una frivolidad, que en este caso sería lo mismo. Narra la vida cotidiana de Rudolf Höss, comandante de Auschwitz-Birkenau, un ario convencido de que los judíos y los enemigos del Reich no eran seres humanos con derechos. La película no cuenta las tareas del CEO del konzentrationslager, un centro de exterminio que apenas es una intuición inquietante a lo lejos. La película transcurre en el chalet adosado del campo, donde Höss vivía junto a su familia, en una vivienda idílica con música, flores, sirvientes, armonía e incluso libros. Allí, Hedwig, su esposa, se dedica a cuidar el jardín y atender a los niños. Cuando el honrado padre de familia regresaba del duro trabajo, salía a pasear con sus rubios hijos, los llevaba a pescar y a nadar en el río, mientras los educaba en las verdades nazis de la vida.
Parte de la cotidianeidad de la familia consistía en repartirse los bienes robados a los prisioneros. No sale en la película, pero Hermann Josef Abs, quien fungiera como portavoz internacional de los derechos de propiedad en los años cincuenta del siglo pasado, presidente de la Sociedad Alemana y jefe de Deutsche Bank, fue bajo el régimen nazi el supervisor de la expropiación de los bienes de los judíos. Para qué desperdiciar esa experiencia.
Al otro lado del muro se oyen a veces disparos, algún que otro grito ahogado, ruido de trenes, puertas de metal que se cierran. Nada que perturbe la idílica tranquilidad del hogar. Es verdad que también se ve el humo a lo lejos, más allá del muro. De hecho, la madre de Hedwig, de visita, se horroriza y antes de marcharse le deja una carta a su hija. Pero la mujer del comandante del campo prefiere prenderle fuego a la carta. Ojos que no ven, corazón que no siente.
En los campos de concentración no cabía la posmodernidad. Era todo muy estructuralista. ¿Cómo frivolizar en un campo de concentración? ¿Cómo no ver la contundencia de lo material en una dictadura? La posmodernidad vive en el escepticismo hacia la objetividad, piensa que la verdad es algo fragmentado y que lo relativo y lo plural son cosas esenciales. Nada que objetar cuando se estaba discutiendo con los manuales de marxismo-leninismo soviéticos. Pero el énfasis en la relatividad y la fragmentación terminan desactivando los proyectos emancipatorios colectivos. Al final se diluyen los marcos para entender las opresiones globales y para imaginar transformaciones sociales profundas. La purpurina es divertida, pero nadie se suicida con sombrero. Mucha gente del mundo LGTBIQ ha olvidado las luchas de quienes ganaron sus derechos y hoy vota a la derecha y a la extrema derecha. Coinciden también en condenar lo que el discurso neoliberal dice que son dictaduras.
Hay una izquierda que toca de oído (es decir, que construye su ideología con lo que escucha en los medios de comunicación). El riesgo de que terminen sirviendo en la casa de al lado del campo de concentración es muy alto. Aunque dejen algunos alimentos en el bosque para que algún prisionero los encuentre.

Este día 10, una banda paramilitar entró en un campamento del Movimiento Sin Tierra de Brasil, matando a dos personas e hiriendo a otras seis. En el mundo hay muchos campos de concentración, aunque no los veas. Millones de seres humanos están en alguna suerte de campo de concentración, condenados a la miseria, a una menor esperanza de vida, a la enfermedad, a la marginación, a la violencia. Sufren todo tipo de agresiones. De clase, de género, de raza, de religión. Quien frivolice con esto es un imbécil. Los multimillonarios del mundo no lo serían si no existieran tantos pobres.
En las casas de al lado de los campos de concentración, como si no pasara nada, viven diferentes personajes. Ahí están los altos mandos nazis y sus familias, que, obviamente, se benefician de los prisioneros. Los ignoran como personas, pero se quedan con sus bienes y tienen ese buen puesto para gestionar su exterminio y su esclavitud. También están los empleados de los nazis, que son los que se encargan de que todo esté en orden. Hay alguna gente valiente. Como decía, en La zona de interés, dentro de la casa, hay una mujer que esconde en el bosque alimentos para que los prisioneros puedan encontrarlos y alimentarse. Se juega la vida. Aunque no cambia las cosas. Algo es algo.
En América Latina, en África, en Asia y también en Europa, hay líderes que viven en la casa de al lado del campo de concentración. No se les ve siempre, pero también viven de los respectivos campos de concentración. Son personas respetables que no se manchan las manos, van bien vestidas, son elegantes, han estudiado en colegios y universidades elegantes, comen elegantemente, hablan elegantemente, se divorcian elegantemente y toman decisiones elegantemente a través de elegantes y caros bufetes de abogados. Sin los campos de concentración financiándoles la elegancia, no serían tan elegantes.
Están, por lo común, al servicio de los EEUU y de su propio statu quo. El entramado es complejo. Zuckerberg acaba de arrodillarse ante Donald Trump y le ha prometido que se va a notar menos el campo de concentración que esconden Facebook e Instagram. Que no va a ser menos que Elon Musk. José Raúl Mulino, el presidente de Panamá, dice que va a ayudar todo lo que pueda a Trump para eliminar a cualquier rebelde, aunque EEUU le quite la soberanía a su país. Y Trudeau, antes de marcharse, dice que los EEUU son amigos, aunque Trump quiera anexionarlos como la provincia 51. ¿Han dicho algo los que criticaban el anexionismo ruso? Son los que condenan a Venezuela al tiempo que te dicen que el integrista del ISIS que hace unos meses cortaba cabezas a machetazos, ahora, con traje y barba recortada, es un hombre de bien.
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Digresión del editor: Ya sabemos que hay medios que trabajan para las embajadas a las que el presidente Milei rinde pleitesía, pero la revista Anfibia tiene reputación de progresista, aunque está financiada parcialmente por la NED (National Endowment for Democracy) públicamente vinculada al Departamento de Estado y apenas veladamente a la CIA. Así las cosas no parece casual que su subdirector, Ernesto Picco, haya hecho una nota junto a la periodista venezolana Ronna Risquez (que refrendó el embeleco de la detención de María Corina Machado en vísperas de la asunción de un nuevo mandato por parte de Maduro) al cumplirse un mes de la detención en Venezuela del gendarme argentino Nahuel Gallo. Esa nota, que pueden leer aquí; se centra en tres hipótesis acerca de los motivos que pueden haber conducido a la detención de Gallo; que iba a ver a una amante con la que había convivido y hasta tenido un hijo (a pesar de tener esposa e hijos en Mendoza); que el Ministerio de Seguridad (es decir, Patricia Bullrich) había autorizado ese viaje por negligencia y burrez por no haber considerado que podía pasar lo que finalmente pasó, y por último, que lo hayan entregado adrede para tener un motivo de belicosidad con el gobierno venezolano. No siquiera consideran, ni mencionan la posibilidad de que, como ha denunciado el propio presidente Maduro, Gallo haya podido ser parte de una conspiración junto a mercenarios colombianos y ucranianos cuyo objetivo era asesinar a la vicepresidenta Delcy Rodríguez en vísperas a la asunción de un nuevo mandato presidencial por Maduro. Los dejo con Monedero:
Fuera del campo de concentración y de la casa adosada, están los que quieren asaltar el campo de concentración y liberar a los presos. No se les ve en la película. Polonia ha celebrado el aniversario de la liberación del campo de Auschwitz-Birkenau y no ha invitado a los rusos que fueron quienes lo liberaron. Los que cuestionan el discurso oficial son catalogados de enemigos de la democracia y de la libertad por los jerarcas nazis, por el comandante del campo y su familia e, incluso, por alguno de los sirvientes de la casa.
N. del E.: Mientras tanto, respecto al mayor genocida del siglo XXI…

El mundo enfrenta grandes retos: los conflictos por los bienes comunes y la creciente desigualdad; el colapso medioambiental y la transición energética; los cambios geopolíticos, las guerras consecuentes y el impacto del narco-colonialismo; el vaciamiento de las democracias representativas; la deuda financiera, que tiene la última palabra cuando las cárceles del lawfare –la guerra jurídica–, y el control de los medios de comunicación no son suficientes.
Hay una solución ¿final? de derecha a estos retos, pero lleva al campo de concentración. Hay otra, que lleva a la emancipación. Las trincheras solo tienen dos lados. Aunque la táctica sea más flexible y necesitemos ser también reformistas, además de revolucionarios y rebeldes. Si no sabes a dónde vas, te pierdes.
¿Es realmente tan importante lo que pasa en Venezuela? ¿Los que dicen estupideces sobre Venezuela saben, por ejemplo, lo que está haciendo con la democracia Noboa en Ecuador? Venezuela molesta porque se ha convertido en un símbolo que hace que se vea lo que han levantado los elegantes con mucho palo y alguna zanahoria: los campos de concentración neoliberales, el humo, los hornos y los trenes del modelo capitalista, especialmente en su fase extrema, la que representan los Trump, los Netanyahu, los Ayuso, los Milei, los Bolsonaro, los Kast, los Abascal, Meloni, Orban, Noboa y todos esos soldados de los campos de concentración. Además, le cuenta al mundo que hay que asaltar el campo, acabar con los nazis y liberar a los prisioneros.
Hay países resignados que aceptan que no pueden hacer nada o muy poco, dirigidos por líderes que prefieren vivir en el adosado al campo de concentración (para muestra, basta ver el silencio con que asisten al genocidio de los palestinos). Algunos, incluso, se juegan la vida dejando un trozo de pan o unas frutas escondidas para que las encuentren los prisioneros. Pero eso no cambia mucho las cosas.
Con el horizonte del 10 de enero, en Venezuela, los EEUU, de la mano de Biden, el que ha financiado todas las bombas que han caído sobre Palestina, junto con Trump y Elon Musk –que sueñan con prenderle fuego a todos los desobedientes y huir luego a Marte–, junto a los líderes que comandan sus respectivos campos de concentración, junto a los que prefieren vivir junto al campo sin problemas, junto a los que tocan de oído para que los medios de comunicación no se metan con ellos y ellas, han cavado una trinchera. Son los mismos que antes de las elecciones en Venezuela dijeron que no aceptaban el resultado del Consejo Nacional Electoral, los que hackearon el sistema de transmisión de datos del CNE, y, cuando el presidente Maduro presentó un contencioso electoral ante el Tribunal Supremo, se negaron a presentar las actas que obran en su poder (tenían testigos-fiscales en las 30.000 mesas). Si las 30.000 actas que tienen María Corina Machado y Edmundo González les dieran como ganadores, hace tiempo que las hubieran publicado el Washington Post, El País, Clarín, Mercurio, Semana y la CNN. No las hemos visto porque no han ganado. Y el CNE da por terminado el proceso porque ante su descalificación, dejó al Tribunal Supremo que hablara. Como en cualquier otro país. Los golpistas venezolanos son los que dicen que Venezuela es una dictadura. Es de frívolos, ignorantes o cobardes repetir esa mentira.
En ese lado de la trinchera, aunque no lo veas, están los que levantan campos de concentración, los que pagan sicarios para asesinar gente o desestabilizar países, los que negocian con los narcos, los que organizan guerras para venderles armas, los que invaden países para robarles sus riquezas o usar su territorio. Los mismos que pierden elecciones y recurren al golpe de Estado.
El presidente legítimo de Venezuela es Nicolás Maduro, más legítimo de lo que lo es Donald Trump (delincuente condenado), elegido porque un milmillonario compró Twitter y lo puso al servicio del que le ha devuelto el favor multiplicando su riqueza. Es igualmente estúpido decir que Maduro se ha «autoproclamado», cuando quien lo ha nombrado, como dice la Constitución, es la Asamblea Legislativa. En Venezuela quien se autonombró fue Guaidó, reconocido en su momento por los que hoy hablan de dictadura. Frívolos y frívolas que se olvidan de la dictadura de Franco, de Hitler, de Pinochet o de la Junta Militar argentina.
La tarea de los demócratas, te gusten más o menos los líderes, es respetar la autodeterminación de los pueblos, ayudar a acabar con las trincheras y con los campos de concentración de los que se creen dueños del mundo. Aunque eso enfade a los jerarcas y a los que viven sirviendo en la casa adosada. Le pongan más o menos purpurina o cobardía a sus renuncias.
La puesta en escena de María Corina Machado y la asunción de Nicolás Maduro
POR CARLOS FAZIO (periodista uruguayo radicado en México)
El 10 de enero, en Caracas, Nicolás Maduro juró ante la Asamblea Nacional y 120 delegaciones internacionales como presidente de la República Bolivariana de Venezuela, para un tercer mandato (2025-2031). Al asumir advirtió por qué las grandes potencias del Occidente colectivo, y en particular Estados Unidos, no lo quieren al frente de su país. Refiriéndose al valor simbólico de la banda presidencial que le había impuesto el presidente de la Asamblea, Jorge Rodríguez, dijo que “este poder no me lo ha dado ningún gobierno extranjero, ni un gobierno ‘gringo’, ni de la oligarquía de los apellidos, del supremacismo, del imperialismo. A mí no me ha colocado como presidente el gobierno de Estados Unidos. Soy del pueblo, el poder le pertenece al pueblo y al pueblo me debo”.
Recordó que el gobierno de EEUU convirtió el evento electoral del pasado 28 de julio en una “elección mundial” y quisieron utilizar la “diplomacia del engaño” mediante lo que catalogó como la política “de la zanahoria y el garrote”, pero el pueblo les ganó y no pudieron impedir su toma de posesión. “¡El fascismo está derrotado, la oligarquía está derrotada!”, enfatizó. Por ello, advirtió que frente al “monroísmo” de Washington, los venezolanos tienen la “diplomacia bolivariana de paz”, para “hacer respetar la paz”.
Durante el mensaje se refirió al plan de las Siete Transformaciones (o 7T), que ha catalogado de “multiforme”, y corresponde a un modelo de mejoramiento del desarrollo nacional basado en las propuestas recogidas de distintos sectores de la sociedad frente a retos como “las sanciones, la persecución y el bloqueo” de EEUU, Canadá y la Unión Europea.
Entre esas transformaciones por realizar, destacan, en el plano político, el impulso de nuevos métodos de gobierno y la profundización de la democracia directa y el autogobierno popular, y en el plano internacional, ante la emergencia del nuevo mundo multipolar y multicéntrico, incorporar a Venezuela a la vanguardia de la nueva geopolítica de paz, cooperación y desarrollo junto a los Brics, lo que implica la reconstrucción de PetroCaribe y “salvar a la Celac del fascismo divisionista y del pitiyanquismo”.
Destacó, también, que el chavismo ha ganado 29 de las 31 elecciones realizadas desde diciembre de 1998, y dijo que ese movimiento es hoy “un proyecto histórico forjado como democrático y popular, que recoge una ideología nacionalista, latinoamericanista y caribeña”. Asimismo, el mandatario de 62 años anunció que llamará nuevamente al diálogo multisectorial y que esa misma jornada firmaría un decreto para crear “una amplia comisión nacional e internacional” que se encargará de trabajar en “una gran reforma constitucional” para ir a un proceso de “democratización” del Estado.
Tranquilidad interior, pese al barullo externo
Desarticulado el entramado de acciones internas y externas dirigidas a fracturar el apoyo ciudadano y militar al chavismo y evitar la realización del acto de investidura, el E10 transcurrió en paz. Los días previos a la asunción de Maduro, el país había permanecido en una relativa calma y sin cambios reales en el terreno político, con un sector extremista que improvisaba, a contrarreloj, cada paso que daba utilizando como instrumentos de la guerra irregular, operaciones psicológicas y movimientos de reingeniería de la percepción desde el extranjero. Maniobras en las que participaron influyentes medios anglosajones como el neoyorquino The Wall Street Journal (WSJ) y el londinense Financial Times (FT), en connivencia con el saliente gobierno de Joe Biden −quien el 6 de enero recibió a Edmundo González en la Casa Blanca− y políticos republicanos con ascendencia en la próxima administración de Donald Trump, como Michael Waltz, próximo Asesor de Seguridad Nacional del magnate inmobiliario.
En ese sentido, y a los efectos de ir acumulando una masa crítica con fines desestabilizadores golpistas, tras el encuentro entre Biden y González en Washington, Machado llamó a sus seguidores a través del WSJ, “a desafiar a los servicios de seguridad” del Estado y la “amenaza de arresto”, saliendo a las calles “en familia” −cuando ella tiene a sus hijos a buen resguardo en el extranjero− para “denunciar las medidas autoritarias” del gobierno.
La perturbación de la paz y la cotidianidad de la población venezolana ha sido un plan continuado de Machado y sus padrinos desde las elecciones presidenciales del año pasado, incluidos sabotajes a la industria energética del país. Machado ha sido adalid de las sanciones económico-financieras ilegales y medidas coercitivas unilaterales y extraterritoriales de EU y la Unión Europea, junto con la promoción de invasiones e interferencia extranjera en los asuntos internos de Venezuela −invocando la aplicación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) en varias ocasiones−, de allí que sus llamamientos a la movilización insurreccional de los jóvenes deban inscribirse en la lógica de las tácticas de guerra asimétrica y de carácter criminal, en un escenario que busca la confrontación directa con las autoridades y la imposición de una agenda de perturbación política, con el acompañamiento internacional de las vocerías estadounidenses y sus vasallos latinoamericanos y de la vieja Europa.
En esa estrategia se inscribe, también, el Financial Times, vocero del gran capital financiero anglosajón, que en un editorial publicado el 6 de enero llamó a Trump a resistir “las voces de sirena en las comunidades petroleras y de tenedores de bonos” que lo instan a llegar a un acuerdo lucrativo con Maduro. En cambio −sugirió el FT−, Trump debería escuchar a figuras como Marco Rubio, el designado secretario de Estado, o a Mike Waltz, su elegido como asesor de seguridad nacional, quienes han abogado por “eliminar el apoyo militar a Maduro”, (sic) endureciendo el bloqueo económico-petrolero y las sanciones a Venezuela, reeditando la campaña de máxima presión de la era Trump 1.0. El medio británico recomendó a la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC), que depende del Departamento del Tesoro, cancelar todas las licencias de sanciones otorgadas por la administración Biden a Chevron y otras compañías petroleras que les permiten operar en Venezuela.
En ese contexto, según difundieron el diario venezolano El Nacional y la emisora Costa del Sol 93.1 FM, el 6 de enero Machado llamó a la protesta del día 9 aduciendo que “Maduro no se va a ir solo, hay que hacerlo salir con la fuerza de un pueblo que no se rinde jamás”, ya que “paralizados” no habrá cambio. Exhortó: “Sal, grita, lucha. Es el momento de pararnos firmes y hacerles entender que hasta aquí llegaron, que esto se acabó. No hay excusas, no hay mañana si no luchamos hoy. La libertad se alcanza cuando vencemos el miedo. Yo voy contigo.” Además, acompañó su video con un mensaje en el que indicó: “Esta es la señal. Este es el día (…) Venezuela te necesita (…) Yo voy contigo. Este 9 de enero, todos a las calles, en Venezuela y el mundo”.
Un fallido “Dia D”
Sin embargo, la denominada Operación “Marcha final” de María Corina Machado terminó en un gran fiasco. El jueves 9 de enero, víspera de la asunción de Nicolás Maduro para un tercer mandato presidencial, era el día señalado por la dirigente del partido de extrema derecha Vente Venezuela para salir de la supuesta “clandestinidad” que mantenía desde agosto anterior, y buscar posicionarse como la Guaidó 2.0 de un eventual nuevo intento de la entrante administración Trump para un ‘cambio de régimen’ en el país bolivariano.
Ante la visible incapacidad física de su delfín, Edmundo González, para asumir la responsabilidad de otro gobierno títere en Venezuela, todo indica que, en la coyuntura, Machado se jugaba los últimos cartuchos para llegar al poder. Según consignó Guillermo Cieza, Machado es pariente, por parte de padre, de las familias Zuloaga y Blanco y por parte de madre de los Parisca Pérez y Mendoza, lo que la exhibe como una conspicua representante de la alta burguesía venezolana, con un árbol genealógico que viene de la colonia española. “Son los que gobernaron el país, con los breves interregnos del liderazgo de Simón Bolívar y los años del chavismo” (ver “Venezuela: María Corina se juega el resto”, tramas.ar/La Haine, 09/01/2025). Además, ha tenido derecho de picaporte en la Casa Blanca desde la administración de George W. Bush al presente y está vinculada al sionismo israelí, a los partidarios de Uribe en Colombia, Bolsonaro en Brasil y Milei en Argentina. El interés de EEUU porque tenga éxito tiene obvias motivaciones geopolíticas y económicas.
No obstante, su “Día D” fracasó y con ella su épica triunfalista: en la escuálida concentración efectuada en la calle Élice del municipio Chacao, el más rico del país y bastión tradicional de la oposición al este de Caracas, hubo más periodistas que gente. Por lo que el acto proselitista, diseñado para provocar una conmoción política de tipo insurreccional que reposicionaran al alicaído autoproclamado presidente electo, Edmundo González Urrutia, y a su mentora María Corina Machado, terminó desinflándose sin pena ni gloria. Y, de paso, dejó a los ex mandatarios y capos políticos iberoamericanos de la ultraderecha internacional, literalmente colgados de la brocha.
Según consignó en su página web el medio venezolano Misión Verdad y apuntamos arriba, días antes de la concentración María Corina Machado, Edmundo González y algunos actores políticos y comunicadores de la esfera extremista habían promovido una serie de metamensajes tales como “Es la hora”, “Esto se acabó”, “Estas son las señales”, etcétera, que, en teoría, como parte de la guerra cognitiva y el fascismo cibernético, pretendían generar una reacción catalizadora en el antichavismo.
Esos enunciados estaban signados y complementados por un contexto de saturación pseudoinformativa, con narrativas golpistas dirigidas al alto mando de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana –a la que Machado y sus seguidores han despreciado desde que se activó el Plan Bolívar 2000–, impulsadas por la proliferación de noticias falsas (fake news), relacionadas con supuestos alzamientos castrenses y la intervención de fuerzas extranjeras.
No obstante, ya entrada la noche varias horas después de la jura de Maduro ante la Asamblea Nacional, no se había registrado ninguna acción de terrorismo urbano de tipo guarimbero en el territorio venezolano, como las que protagonizaron los llamados “comanditos” (grupos de choque) de Machado tras los comicios presidenciales los días 28 y 29 de julio de 2024. Eso parece indicar que, en la coyuntura −tal como señaló Misión Verdad−, los círculos violentos de la ultraderecha venezolana “carecen de capacidades de dominio de calle como espacio político”, debilidad que quedó expuesta “en lo cuantitativo, en lo orgánico y en lo simbólico, sin épica destacable y sin significado o incidencia en el desarrollo de la política de cara al 10 de enero”.
La de la carterita azul y su falso positivo
Lo que siguió luego del desesperado y fallido intento de Machado de reflotar su imagen tras 133 días de inactividad pública, no fue su regreso triunfal a las calles sino la puesta en escena –a través de mensajes en sus cuentas en X e Instagram, multiplicados en las redes sociales por el Comando ConVzla y Vente Venezuela–, de que su caravana había sido “atacada” por agentes de la seguridad del Estado y ella estaba “secuestrada”. Sin embargo, cuando la “noticia” recién empezaba a ser tendencia, se acabó: pocos minutos después la propia Machado difundió un video donde aparecía semioculta bajo una capucha negra, afirmando: “Estoy bien, estoy segura. Hoy es 9 de enero. Salimos de una concentración maravillosa. Se me cayó mi cartera, una carterita azul donde tenía mis pertenencias, se me cayó en la calle. Ya estoy bien, a salvo. Y Venezuela será libre».
El montaje fue calificado por el fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, como una “funesta operación psicológica” diseñada para desatar la violencia en el país de cara a la reasunción de Maduro el día siguiente; una “mediocre operación encubierta de bandera falsa”, la llamó el fiscal venezolano (y el canciller Yván Gil) que por su propio rasgo y cualidad podría considerarse una “simulación de hecho punible”, al informarse falsamente, desde “una plataforma que responde a intereses apátridas”, que Machado había sido interceptada y detenida por elementos gubernamentales durante una concentración de la oposición.
Ante la “nueva simulación” de Machado, que activó la mediatización de la (des)información y su viralización inmediata a nivel internacional –apelando otra vez al uso de la política como espectáculo–, Saab aseveró que la histriónica dirigente ultraderechista sufre de un “narcisismo social exacerbado para llamar la atención”, lo que es “indicativo” de que padece de Trastorno Límite de Personalidad (TLP) o Borderline. (Años atrás, la dirigente de Vente Venezuela protagonizó un audio [filtrado] en el que admitía a su madre, María Parisca, simulaciones sobre un supuesto atentado en su contra. En esa conversación, le aseguró: “Mami, estoy en la oficina. Estamos bien. Pero mira, va a salir una noticia de que estábamos en la 23 de enero y nos lanzaron unos tiros y unas cosas, para que sepas”).
El fiscal denunció, que, dado que en “forma automática” dirigentes de la derecha mundial se pronunciaron sobre el bulo (des)informativo –incluida, según El País, la élite de los partidos españoles Popular y Vox: Aznar, Rajoy, Díaz Ayuso, Núñez Feijóo, Santiago Abascal y Cayetana Álvarez de Toledo, quienes acudieron a la madrileña Puerta del Sol a expresarle apoyo–, la escenificación de Machado era indicativa de “una premeditación y coordinación a nivel internacional”, por lo que, dijo, “han vuelto a hacer el ridículo al difundir una nueva infamia”.
A su vez, el ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz de Venezuela, Diosdado Cabello, calificó como falsa la supuesta agresión contra Machado, tras su reaparición en público en un mitin. “Es un fake new. Lo tenían preparado desde hace tiempo: decir que la habían capturado para ver si con eso tapaban el desastre, sabían que no tenían convocatoria (de la marcha opositora). Salieron ex presidentes (…) [Machado] es una mentirosa compulsiva. Estaba en su casa”, declaró Cabello a Telesur mientras participaba en una marcha de apoyo a la investidura del presidente Nicolás Maduro.
Cabello también acusó a la oposición de tratar de orquestar un caso de “falso positivo”. Dijo que “ella está loca porque nosotros la capturemos. Ese era su plan: decirle al mundo que fue arrestada para ver qué generaba. Como vio que no causó nada, tuvo que salir con el rabo entre las piernas, y grabó un video diciendo que estaba bien, que se le había perdido su cartera azul”.
Por su parte, la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, aconsejó a la “desquiciada” Machado buscar “un oficio y ponerse a trabajar antes que la locura la consuma”. Dijo: “¿A quién se le ocurre montar semejante show para tapar el estruendoso fracaso de su convocatoria del día de hoy? (…) El ridículo mundial no alcanzó sus anhelos”.
La maquinaria mediática entra en acción
Cabe apuntar que, en rigor, circunscrito al campo de las operaciones psicológicas, la puesta en escena de Machado logró su finalidad de saturar la agenda informativa, producir un efecto victimizador e impulsar un mayor grado de injerencia extranjera. De allí que tras la difusión de la fake news por los ‘comanditos’ de Vente Venezuela, de inmediato, sin verificar las fuentes de información, agencias internacionales como la estadounidense AP y la francesa AFP y diversos medios en español, como el diario El País de Madrid, la cadena colombiana Caracol (propiedad del conglomerado mediático español Grupo Prisa) y el diario en línea argentino Infobae, se aprestaron a afirmar que la dirigente había sido “capturada” por el régimen de Venezuela y estaba “secuestrada”. De paso, reflotaron toda la gama de propaganda occidental sobre Venezuela, reforzando estereotipos tales como Maduro “dictador”, “autócrata”, “autoproclamado ganador”, “fraude”, “crisis política y económica del país” y recrudeciendo la retórica antichavista.
En el mismo sentido, denotando una previa complicidad con la trama, se pronunciaron los gobiernos del «libertario» Javier Milei de Argentina, el “progresista” Gabriel Boric de Chile, Daniel Noboa de Ecuador y José Mulino (Panamá), al igual que ex presidentes como Mauricio Macri, Iván Duque, Álvaro Uribe Vélez, Juan Manuel Santos, Vicente Fox y Felipe Calderón entre otros voceros políticos e influenciadores en redes de la derecha internacional. Y no podía faltar la benemérita Human Rights Watch, que, como los gobiernos de España, Italia y Panamá, también exigió la liberación inmediata de Machado.
Por su parte, supuestamente desde República Dominicana, Edmundo González Urrutia, arrogándose la posición de “presidente electo”, demandó “la liberación inmediata de Machado” a través de sus redes sociales, tachó el supuesto apresamiento de “secuestro” y advirtió a los cuerpos de seguridad venezolanos que “no jugaran con fuego”. (sic)
A su vez, el simulacro de Machado hizo que Donald Trump mordiera el anzuelo. En su primera declaración sobre el país caribeño tras su elección como presidente 47º de Estados Unidos en noviembre pasado, Trump escribió en su red Truth Social, que “la activista por la democracia venezolana María Corina Machado y el presidente electo (Edmundo) González están expresando pacíficamente las voces y la voluntad del pueblo venezolano, con cientos de miles de personas manifestándose en contra del régimen” (en inflada referencia a la concentración opositora del 9 de enero). Y recuperando la narrativa reaganeana de los años 80 sobre los contras nicaragüenses, advirtió: “¡Estos luchadores por la libertad no deben sufrir daño, deben permanecer seguros y con vida!” No obstante, su pronunciamiento de corte solidario no arrojó indicios que sugieran la asunción de un compromiso estratégico mayor ni al escalamiento del “tema Venezuela” en sus prioridades de política exterior en su nuevo mandato.
La debilidad de Machado y el enigma González
Como saldo de la menguada concentración y el posterior montaje propagandístico, que no suscitó ninguna reacción social de importancia en el territorio venezolano, Machado exhibió debilidad política, lo que podría activar recursos y dispositivos dentro del umbral de la guerra irregular (o no convencional), como otras tantas veces antes en el período 2014-2019: atentados, sabotajes, acciones terroristas o de violencia política selectiva mediante los cuales recuperar la ofensiva, en ausencia de tracción ciudadana; un contexto que poco favorece los artificios diplomáticos y comunicacionales que su pupilo, Edmundo González, en el extranjero, ya que no pudo cumplir su propia promesa de jurar y asumir en el Palacio de Miraflores.
El 10 de enero, tras la toma de posesión de Maduro en el Palacio de Miraflores, Machado reconoció en un mensaje el fracaso del plan desestabilizador para que Edmundo González Urrutia montara una falsa jura paralela. Dijo: “Edmundo vendrá a Venezuela a juramentarse como presidente constitucional de Venezuela en el momento correcto, cuando las condiciones sean las adecuadas”. Y seguidamente argumentó que esta decisión se debió a la orden de las autoridades venezolanas de cerrar el espacio aéreo. “Le he pedido que no lo haga porque su integridad es fundamental para la derrota final del régimen y la transición a la democracia que está muy cerca”, expresó Machado en un video.
Hoy no se sabe nada sobre el paradero de González tras su presunto paso por República Dominicana. El 9 de enero, el ministro de Interiores, Diosdado Cabello, había expuesto a la ciudadanía un presunto complot para juramentar a González como presidente en el extranjero. Según un plan encontrado en documentos confiscados al ex director del Consejo Nacional Electoral (CNE), Enrique Márquez, Edmundo González, autoexiliado en España, podría ser investido como jefe del Ejecutivo ante una asamblea de conciudadanos en una sede diplomática de Venezuela, como una extensión irrenunciable de la soberanía del país en el exterior, y dictar desde allí actos de gobierno provisionales. No obstante, Cabello recordó que según la Constitución venezolana el presidente solo puede jurar ante la Asamblea Nacional. De paso, afirmó que Enrique Márquez estaría vinculado con un agente estadunidense del FBI recientemente detenido en Venezuela, y con el yerno de González.
En cualquier variable que se presente, no está de más recordar algunas facetas non sanctas del historial de González, que no condicen con las concebidas matrices de opinión de Estados Unidos y el mundo libre, tales como “democracia”, “libertad” y derechos humanos”. Edmundo González fue primer secretario de la embajada venezolana en El Salvador entre 1980 y 1983, cuando al frente de la misión estaba Leopoldo Castillo, conocido como “el matacuras”. Ese apodo se lo ganó el embajador de Venezuela por estar comprometido en la Operación Centauro, cuando escuadrones de la muerte salvadoreños asesinaron a monseñor Oscar Romero, a cuatro monjas estadounidenses de la congregación religiosa Maryknoll y a los sacerdotes jesuitas españoles Rafael Palacios, Alirio Macias, Francisco Cosme, Jesús Cáceres y Manuel Reyes. Los nexos entre la dictadura salvadoreña de la época y el staff diplomático de la embajada de Venezuela fueron reseñados entonces por la agencia Inter Pres Service (IPS) y El Nacional.
De acuerdo con el portal Fuser News, Edmundo González fue reclutado por la CIA en 1976, cuando trabajaba en la embajada de Venezuela en Washington. Posteriormente fue asignado a la misión diplomática venezolana en San Salvador, que tácitamente operaba como una base de la Agencia Central de Inteligencia. Según documentos desclasificados por la CIA en 2009, Edmundo González Urrutia y Leopoldo Castillo “coordinaron, financiaron y dieron la orden para la ejecución de la operación Centauro, que consistió en acciones violentas del ejército salvadoreño y los escuadrones de la muerte para eliminar físicamente a las comunidades religiosas”.
A manera de conclusión
María Corina Machado y sus patrocinadores de la ultraderecha internacional no pudieron fracturar, en la coyuntura, la institucionalidad del Estado venezolano ni quebrar al mando militar de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. No obstante, tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca este 20 de enero, y con apoyo del lobby de La Florida, con Marco Rubio a la cabeza, seguirán impulsando la ruta de la confrontación y la intervención directa.
Aunque podría haber espacio para un enfoque pragmático por parte de Trump, en temas migratorios y energéticos.
A su vez, signado por una gran complejidad –y más allá de los éxitos y reveses sufridos en este primer cuarto de siglo–, puede afirmarse que el Gran Polo Patriótico va. Bajo el liderazgo carismático del presidente Hugo Chávez, primero, y de Nicolás Maduro hasta el presente, el proyecto bolivariano no sólo ha sobrevivido a todas las formas de guerra (no convencional o irregular, de color, híbrida, mediática, cibernética, etcétera) del Pentágono y la CIA, incluidos golpes de Estado fallidos, intentos de magnicidio, invasiones mercenarias y hasta los esfuerzos desestabilizadores de la inefable OEA al frente de una coalición de gobiernos latinoamericanos cipayos (Grupo de Lima), sino que ha incrementado su base social de apoyo.
No menos importante es la institucionalidad fundada en una robusta Constitución que sirve de apoyo al proyecto socialista en fase de construcción. No está de más decir que la revolución bolivariana se defiende sola. Una vez más, la alianza cívico-militar patriótica junto al chavismo movilizado en las calles, han sido clave en el sostenimiento de la paz; pero no debe menguar la solidaridad internacional. De allí que, ni un paso atrás.