La lumpenización de la política
Recomiendo leer, un par de post atrás, Volver a Fanon, de Teodoro Boot.
La lumpenización de la política
Hace diez días la ciudad de Buenos Aires vivió o sufrió una triple combinación de episodios más que preocupantes que perfectamente pueden emparentarse con los saqueos registrados entre el jueves y viernes pasado. En un rincón de la ciudad se enfrentaron por enésima vez patotas de la Uocra. Alrededor del obelisco hinchas de Boca se pusieron a romper y afanar comercios. En el tercero, manifestantes que protestaban por el fallo en la causa por Marita Verón destrozaron el frente de la casa de la provincia de Tucumán. Un largo rato, como hipnotizados, lo dedicaron a tirarle piedras a la policía, como si con eso se construyera justicia o política.
Cada episodio tiene su especificidad y lo mismo los incidentes de estos días. Pero parece haber un contenido común de altísima lumpenización con patas simultáneas. La primera pata tiene que ver con un nivel lumpenización social respecto de la cual las virtudes del ciclo kirchnerista evidentemente no llegaron. Imágenes persistentes de esa lumpenización social las vemos todos los días: fieritas, cartoneros, víctimas recontras hechas polvo de sucesivas crisis que ningún ambulancia estatal (nacional, provincial, municipal) recoge. Los núcleos duros de la pobreza extrema, una suerte de pobreza del reviente, articulan, potencian y maman de otros modos de la lumpenización: la de la política, la de las prácticas sindicales, las de ciertos relacionamientos y aprietes que caracterizan los vínculos entre sectores de la sociedad con el Estado y sus programas sociales. Lumpenización también en la disputa por la explotación de los negocios: entre barras bravas con sus internas, entre ladrones de coches y policías, entre dealers y punteros.
De viernes a domingos hay un radio de veinte por veinte manzanas de Palermo custodiadas por trapitos que piden mucha guita diciendo que tienen que ponerse con la cana. De los saqueos en Rosario se dice que fueron promovidos por dealers. Los muchachos de la UOCRA se vienen cagando a tiros hace años y tal parece que lo seguirán haciendo hasta que generen alguna cosa tipo tragedia de Once. En las imágenes de muchos de los saqueos habidos en distintas localidades del país aparecen camionetas, 4×4 y autos comunes ya sea relevando la zona o acercándose a los supermercados para cargar la mercadería. En esas mismas imágenes parece que se suma gente que se dice ya que hay afano, yo también me llevo un plasma. Gente de clase media, incluso. Estos son los días en que los muchachos del camión recolector tocan el timbre tres veces por día en las casas de los barrios para pedir mucho más que un propina solidaria.
Hay en el aire una cosa muy violenta, muy pesada, muy densa que no se cortó ni con la recuperación económica iniciada en el 2003 ni con las políticas inclusivas hasta hoy desplegadas. De esa cosa violenta no se sale a los gritos, sino más bien al contrario. No se sale ni con acusaciones poco fundadas acerca de organizadores presuntos de los saqueos ni con la réplica igualmente gritona: fueron ustedes. El país entra en las fiestas y las vacaciones con muchas ganas de seguir mejorando. Para lo cual se necesita serenidad, mejor política, mejor Estado, menos acusaciones a la bartola. Hay que bajar más que un par de cambios.