Monicelli: El último acto del maestro

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Los italianos lloran a Mario Monicelli, un día después del suicidio del cineasta de 95 años, «el último gigante de la comedia italiana» con cuya desaparición se pone fin a toda una época.
«Monicelli, trágico adiós, el último grande de la comedia a la italiana se va», «Trágico adiós a la vida de Monicelli», «Adiós al maestro», eran algunos de los titulares de la prensa italiana este martes que rindió homenaje en sus primeras planas al maestro de la comedia italiana, autor entre otras películas de «Amici miei» (amigos míos) y «La moglie ingenua e il marito malato» (La mujer ingenua y el marido enfermo).
La Stampa recuerda «la mirada cáustica» del cineasta, mientras que La Repubblica saluda al «Balzac del cine».
«Ayer terminó una época. Nadie mejor que él nos ha contado la historia de Italia. Después de él, el silencio», estima Vincenzo Cerami del diario Il Messaggero.
Para el editorialista del Corriere della Sera, Paolo Mereghetti, Monicelli era a la vez «el heredero del neorrealismo y de la commedia dell’arte, que se reía de las miserias humanas».
Monicelli, recuerda el diario, declaraba que «la muerte es una fuente sublime de lo cómico» y «la comedia es perversa e incluso sin piedad». El cineasta, que sufría de un cáncer, se arrojó el lunes en la noche del quinto piso de un hospital romano donde era atendido.
La actriz Stefania Sandrelli, que trabajó cono él en «Esperemos que sea una mujer» y en «El macho oscuro», reconoció en la muerte de Monicelli «un gesto extremo de libertad, de anticonformismo».
«En sus certezas había siempre una parte de duda, en su sonrisa siempre más compasión», estimó.
El diario de izquierda Il fatto quotidiano saludó a este «revolucionario sonriente» recordando que hace poco este anciano repetía que «en Italia hace falta una revolución».

Los estudiantes, que protestaban el martes contra los recortes presupuestarios, decidieron dedicarle su jornada de acción.
El cuerpo del cineasta será llevado «para una última despedida» a Monti, barrio del centro de Roma donde vivía, y luego a la Casa del Cine «donde todos aquellos que lo deseen pueden rendirle un último homenaje», anunció su sobrino Niccolo Monicelli.
«No es un fin trágico, es un hombre que ha vivido», declaró a los periodistas en momentos en que se encontraba en la cámara mortuoria en compañía de la esposa del cineasta, Chiara, y de sus tres hijas.
Cuando se le preguntó si el cineasta había dejado algún mensaje antes de morir, Niccolo Monicelli dijo: «Me parece que él ha dejado ya muchos mensajes. Hay que recordarlo por sus películas».
Según el Osservatore Romano, diario del Vaticano, «no sólo la comedia sino el cine italiano le debe mucho a Mario Monicelli».
El diario titula su artículo consagrado al realizador desaparecido: «Los personajes ‘pequeños, pequeños’ que hacen importante la historia», en referencia a la película de Mario Monicelli «Un burgués pequeño, pequeño».

El Osservatore recalca que «es gracias al realizador de Viareggio y a otros pocos de su generación – Dino Risi, Luigi Comencini – que la comedia se volvió no sólo menos ligera, más amarga, con maldad y algunas veces cínica, sino también adulta, al punto de alcanzar un contenido narrativo, dramatúrgico y expresivo perfecto para interpretar a este país complejo y lleno de contradicciones que va de la posguerra a la época del boom económico y más allá».
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