OPINIÓN. Todo el voto peronista a Cristina, por César Litvin (El Gato Escaldado)

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El domingo 13 de agosto nos jugamos una patriada. Ganar en la provincia de Buenos Aires resulta fundamental para poner un freno al avance neoliberal. El peronismo va por los votos que se fugaron detrás de opciones que fueron y siguen siendo funcionales al gobierno de Macri, para garantizar el triunfo de Cristina el próximo domingo.

Desde hace dos años venimos sufriendo las devastadoras consecuencias del gobierno de Mauricio Macri. Esta es una reflexión acerca del comportamiento de ciertos sectores identificados como peronistas en las elecciones de 2015. Están los que se dicen peronistas aunque su voto haya buscado intencionadamente que perdiera Cristina. Dicho de manera menos personalizada, son los que no votaron por el Frente para la Victoria. A ese primer grupo debe agregarse a los que apenas conocidos los resultados se abrieron y en nombre de contribuir a una supuesta gobernabilidad arriaron con sorprendente rapidez nuestras banderas históricas. Unos y otros fueron y siguen siendo funcionales al más aterrador y peligroso intento de restauración neoliberal conservadora de las últimas décadas, que cuenta con el incondicional apoyo de las patronales empresarias, los medios concentrados de comunicación, y de quienes siguen reivindicando el terrorismo de estado.

Acotaremos el análisis a tres facciones políticas que tuvieron una incidencia decisiva en los resultados electorales. Estamos en 2015. Comencemos por los dirigentes sindicales que le hicieron 5 paros a Cristina por el tema Ganancias, lo que favoreció y alentó en definitiva una fuga de votos hacia Macri que había prometido eliminar el impuesto. Qué fue lo que pasó. Hoy le descuentan Ganancias a más trabajadores que antes. Roma no paga traidores. Sin embargo, Hugo Moyano, la figura más relevante de la dirigencia obrera de entonces, al comienzo de la gestión de Cambiemos llegó a decir, sin ponerse rojo de vergüenza, que “si Evita lo viera gobernando diría que Macri se está volviendo peronista”. El triunvirato que lo sucedió en la CGT, si le quedara algo de dignidad debería dar un paso al costado después de su triste y patético desempeño. Bajo sus narices y su silencio cómplice despidieron a cientos de miles de trabajadores.

Otro figurín de temporada es Sergio Massa al que hoy escuchamos vendiéndose con su atiplada voz como alternativa al gobierno, cuando él ha sido el telonero permanente de todas las atrocidades cometidas por Macri desde el primer día. Se suele jactar de haber frenado a Cristina. Pobre, ¿realmente creerá que él puede frenar a la dirigente peronista más importante en décadas y que hoy sigue expresando la voluntad y la esperanza de millones de argentinos y argentinas? Lo único cierto es que Massa, puso su capital político nada despreciable por cierto al servicio del triunfo de Macri. Massa ambiciona y se imagina así mismo como el sucesor. Su espacio político ya nada tiene que ver con el peronismo aunque entre sus potenciales votantes los haya. El número es decreciente desde que formó pareja con Margarita Stolbizer, cuyos pétalos exudan un rancio aroma a gorila salvaje, y cuyo único objetivo es atacar a la ex presidenta cumpliendo la máxima goebeliana de miente, miente que algo quedará.

Por último, lo de Randazzo da vergüenza ajena. Ya en 2015 mostró la hilacha, cuando no quiso ser candidato en la provincia de Buenos Aires, facilitando de ese modo el triunfo de Vidal, su actual “ángel de la guarda”. Triste, solitario y final, para otro que no leyó a Perón y quiso ser más de lo que debía ser. Fue el mascarón de proa de la intentona quintacolumnista de un movimiento que lleva por nombre el de una mujer que si algo despreciaba profundamente era la traición. Pero su maniobra fracasó estrepitosamente. Jorge Taiana su dirigente más relevante dio una ejemplar muestra de lealtad, y hoy acompaña a Cristina en la lista de senadores de Unidad Ciudadana. Este nuevo frente político y social se nutre de las expresiones políticas más diversas. Pero, una vez más, el peronismo es el factor aglutinante y decisivo a la hora de sumar voluntades y votos que sustenten una victoria. En 2015 se produjo una cierta diáspora del voto peronista. Si en esta oportunidad se logra revertir esa tendencia centrífuga el triunfo está asegurado. En estas elecciones hay mucho en juego. Si no queremos traicionar la memoria de Perón y Evita; si queremos honrar a nuestros muertos y desparecidos; si queremos parar a Macri y sus políticas de ajuste, hambre y represión, hay una sola opción posible. El 13 de agosto, demos el primer gran paso para avanzar hacia la victoria en octubre. Todo el voto peronista a Cristina.


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2 comentarios

  1. Estimo que se refiere justamente a revertir la diáspora peronista. No soy peronista pero lo interpreto así.

  2. Massa es Macri, de eso no cabe duda al menos desde ’13 (cuando éste último se bajó de las legislativas para darle todo el caudal de voto de centro a derecha al primero). CFK lo sabe bien, es hace años la mente política más adelantada de este país. La candidatura de Randazzo (sea impuesta por el mentimedio o simple vanidez del candidato) no deja de ser funcional a CFK, paso a explayarme. CFK tiene un 30% de núcleo duro e intransigente, pero a su vez un alto grado de desaprobación. El tipo que hoy vota a Randazzo, jamás votaría a CFK (son los tipos que ven al peronismo desde la derecha, entienden que Menem es peronista pero para ellos CFK es marxista leninista). Al poner a Randazzo en la cancha, el voto que sale a disputar éste desde dentro del peronismo es el de Massa, lo cual fuerza a Massa a disputarle electorado a Macri (entendiendo que el núcleo kircherista es infranqueable y ante la falta de una candidatura de CFK más propenso a votar a la izquierda que a la centro derecha). Ya en enero consideraba, aunque veía como una locura utópica y de difícil ejecución, una candidatura de CFK por fuera del peronismo, es una movida brillante. Si CFK saca 35% en octubre me animo a decir que tiene altas probabilidades de llegar a una nueva presidencia (al menos al 40% necesario para entrar en 1ra vuelta). Sería necesario para eso, por un lado, correr a Randazzo y candidatear desde dentro del peronismo a un gorila que vaya a disputar el voto de la derecha más intransigente (un Aldo Rico por ejemplo), cuestión de dividir aún más el electorado de derecha, garantizando que ninguna fuerza alcance el 30% en 1ra vuelta; y por otro lado, no dejar en evidencia el 40% de CFK en unas PASO (lo cual alinearía a todo el oficialismo y opoficialismo títere de los mismos patrones detrás de un sólo candidato para cuidarle los intereses al clarinetista de Hammelin.

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