| | |

ATENTADO A LA AMIA. El Gobierno insiste con el «juicio en ausencia» a los funcionarios iraníes, dando por hecho que los argentinos estamos lobotomizados y no recordamos siquiera que cenamos ayer (con video)

Compartí

Ante el disparate dado a conocer hoy de que el gobierno de los hermanos Milei y Patricia Bullrich, a instancias de los genocidas de Israel y de sus cómplices locales, se propone enviar al Congreso una ley para juzgar en ausencia a los altos funcionarios iraníes y a los ciudadanos libaneses a los que se acusa de haber instigado, organizado y ejecutado el atentado que demolió la AMIA y mató a 85 personas, y tras recordar que semejante iniciativa fue calificada reiteradamente de anticonstitucional por destacados juristas, me complazco en re-publicar el post subido por Gustavo Sylvestre a su blog «La Realidad» hace dos años, el 25 de julio de 2022.

Luego, una nota de Ricardo Ragendorfer, lo que publiqué en «Caso Nisman…» y un comentario.

Sergio Burstein: «Jorge Knoblovits le dijo a Héctor Timerman que se dejara de embromar con el Memorándum porque no había pruebas de lo sucedido»

El integrante de Familiares y Amigos de Víctimas del atentado a la AMIA reveló que el propio dirigente de la DAIA, Jorge Knoblovits, le pidió al entonces canciller Héctor Timerman ir por otras hipótesis, alternativas a la pista iraní.

Tras las revelaciones hechas por el New York Times en los que asegura que la (sic) Mossad ahora da por tierra con la tesis de una participación iraní en los atentados a AMIA y a la embajada de Israel en Buenos Aires, el dirigente de la comunidad judía, Sergio Burstein, dialogó con Gustavo Sylvestre en Radio 10 y reveló palabras dichas por el entonces titular de la DAIA, Jorge Knoblovits, quien en su momento le había reclamado al ex canciller Timerman ensayar camino diferentes en la investigación al reconocer el poco éxito de la hipótesis de la pista iraní.

Así, Burstein reveló que en uno de los últimos actos de Héctor Timerman como canciller y en una reunión con representantes de la DAIA, Jorge Knoblovits (N. del E.: quien preside la DAIA desde fines de 2018), le dijo: “¿Por qué no te dejás de embromar con esto del Memorándum, a ver si todavía viaja (a Irán) Canicoba Corral y resulta que no hay pruebas, de qué nos disfrazamos?”.

Knoblovits y Waldo Wolf. Miente, miente que algo queda. Abajo, en la reunión con el canciller Timerman.

Atentado a la AMIA: el día que el nuevo titular de la DAIA puso en duda la autoría de Irán

“Desde hace más de 15 años vengo insistiendo en esto y desafiaba a cualquiera a que presente una sola prueba judiciable para poder señalar a estos ciudadanos iraníes acusados de ser los que supuestamente planificaron y llevaron adelante estos atentados, y nadie me pudo tapar la boca. Finalmente tenía razón, porque quien lee la causa se da cuenta de que no existe una sola prueba, nunca existió”, insistió Burstein.

“¿La Mossad puede sostener durante 28 años el tema de que Irán fue responsable del atentado a la AMIA gratuitamente? Esto fue una confabulación, un armado y los intereses son medios hegemónicos y políticos, por lo general que hoy están en la oposición (al gobierno de Alberto Fernández) con la complicidad de la DAIA y la AMIA”, remarcó el Burstein.

«El gobernador Gerardo Morales dijo en su momento para qué queremos el Memorándum si ya sabemos que fue Irán, el común de la calle dio por sentado que los responsables del atentado a la AMIA eran los iraníes, es algo muy difícil de revertir cuando hay un conglomerados de intereses, donde se conjugan medios hegemónicos, políticos e instituciones que dicen representar a la comunidad judía argentina. Somos varios los que decimos que la DAIA no nos representa y termina siendo una embajada paralela de Israel”, finalizó.

………….

Lo que da pie para que se pronuncie el Llamamiento Argentino-Judío y quienes investigaron el tema de los atentados, especialmente el cometido contra la DAIA, que presidía el banquero Rubén Beraja y funcionaba dentro del edificio de la mutual judía.

En cuanto a mi, estuve reunido con el agonizante ex canciller Timerman en su casa, a instancias de Burstein. También estuvo Ricardo Ragendorfer. Timerman nos quería conocer y Sergio quería que ambos fuéramos testigos de lo que Timerman tenía para decirnos.

 

Asi recordó en enero de 2019 ese encuentro Ragendorfer, quien conoce desde la niñez a Knobovlits: El día en que el nuevo titular de la DAIA puso en duda la autoría de Irán: 

El 18 de diciembre pasado asumió la nueva conducción de DAIA, encabezada por Jorge Knoblovits. Fue en el Hotel Intercontinental, ante mil invitados que incluían altos dignatarios del régimen macrista; entre ellos, la ministra Patricia Bullrich, quien al tomar la palabra, soltó: “Sería muy importante para nosotros tener un juicio en ausencia”. Se refería a los funcionarios iraníes sospechados por el atentado a la AMIA.

Tal alternativa –no contemplada por las leyes argentinas– ya había sido deslizada con insistencia en 2013 por el entonces presidente de la DAIA, Julio Schlosser, durante una reunión con canciller Héctor Timerman, a propósito del Memorándum con Irán.

Aquel cónclave fue reconstruido por Timerman el 10 de febrero del año pasado en su piso de la calle Castex, frente a la Plaza Alemania, al recibir –ya convaleciente y con arresto domiciliario– al autor de esta nota; también estaba el dirigente de Familiares y Amigos de Víctimas de la AMIA, Sergio Burstein, y el periodista Juan José Salinas. Los detalles vertidos por él adquieren ahora una significativa relevancia.

Schlosser había concurrido al despacho de Timerman en la Cancillería con el vicepresidente de la AMIA, Waldo Wolff (hoy diputado de PRO), y el entonces secretario general Knoblovits. Al ministro de Relaciones Exteriores  lo acompañaba el secretario de Culto, Guillermo Oliveri.

Los visitantes no creían que el acuerdo con Irán para interrogar allí a los presuntos responsables del atentado pudiera guiar la pesquisa hacia la verdad. También invocaron “impedimentos estratégicos” no debidamente aclarados. Y al respecto, Schlosser esgrimió un notable argumento: “Los muertos ya están muertos, Héctor; hay que pensar en los vivos”.

Wolff, a su vez, permanecía mudo, con los ojos clavados en el suelo.

Y Knoblovits, abogado de profesión, iba levantando temperatura. Hasta que, de pronto, saltó de su asiento, al grito de: “Si Canicoba Corral (el juez de la causa) va a Irán y le dicta a los acusados la falta de mérito porque la prueba no alcanza, ¿de qué nos disfrazamos?”. Y remató: “¡Eso sería inaceptable!”.

Schlosser entonces le ordenó con un parpadeo que se llamara a silencio. Wolff continuaba con los ojos clavados en el suelo.

¿Qué temía realmente Knoblovits? ¿Acaso no estaba convencido de la autoría iraní del atentado?

Tanto las circunstancias de esa reunión como el registro textual de los diálogos fueron confirmados a este diario por Oliveri.

A un lustro de semejante “sincericidio”, el doctor Knoblovits alcanzó la cima de la DAIA. Su entronización coincidió con la agonía de Timerman. El ex canciller exhaló días después su último suspiro. Vueltas del destino.

La causa por el Memorándum (instruida por el juez Claudio Bonadío) es un himno al desplome del estado de Derecho. En tal marco, el procesamiento de Timerman requirió, por su debilitada salud, una dosis extrema de crueldad. Era como si pesara sobre él una condena a muerte no escrita en el expediente. Y en aquella crucifixión, el rol de la DAIA fue particularmente vil. Porque sus jefes no fueron cómplices pasivos (como en el caso del martirio sufrido por su padre, Jacobo Timerman, durante la última dictadura) sino los artífices de su desgracia, en tándem con la servidumbre judicial del macrismo.

De hecho, fue aquella dirigencia la que lo querelló en base a una trampa tendida por el ex presidente de la AMIA, Guillermo Borger, al grabar de modo clandestino en 2013 un diálogo telefónico con él, donde –en su condición de funcionario– se lo escucha decir en referencia a Irán: “¿Y con quien querés que negocie? ¿Con Suiza?”. Esa frase fue su pecado. Cabe destacar que es la primera vez desde la vuelta de la democracia que en los tribunales se convalida el uso como prueba de una comunicación intervenida en forma ilegal.

Es raro que justamente Knoblovits no haya dicho nada al respecto, dado que él mismo supo padecer esta clase de canalladas en carne propia.

En enero de 1998, el noticiero de Canal 9 emitió imágenes filmadas con cámara oculta que mostraba a Knoblovits al coordinar con Ricardo Manselle, un testigo del caso Cabezas, el guión de un nuevo testimonio diametralmente opuesto al que ya había brindado, que comprometía a Alfredo Yabrán.

“En tu nueva declaración vos tendrías que decir que fuiste presionado por la institución policial y la revista Noticias”, le indicó Knoblovits mientras engullía una medialuna. Y agregó: “Con una vez más que aparezcas en los medios cambiando tu testimonio no vas a tener problemas. Todos te van a creer. Yo soy un abogado de prestigio”.

Lo cierto es que Manselle salió otra vez en los medios, pero acusando a Knoblovits de ofrecerle 60 mil dólares para despegar del caso a Yabrán.

Knoblovits salió indemne del asunto. Si bien el juez que instruía el expediente por el asesinato del fotógrafo tomó por válidas esas imágenes, en 1999 la Justicia entendió que la denuncia contra el actual dirigente comunitario era falsa. El juez Daniel Turano sobreseyó a Knoblovits y dio a entender que fue el propio Manselle quien intentó poner en marcha una negociación para cambiar su declaración a cambio de dinero.

Sea como fuere, Knoblovits demostró con su asesoramiento ser un gran alquimista procesal.

Casi tres lustros después, ya entregado a su carrera política en la DAIA, supo además exhibirse como un hábil tejedor de relaciones.

A principios de 2015, se entrevistó con el embajador de Estados Unidos, Noha Mamet, para dejar constancia de su preocupación ante el “populismo” que por entonces flotaba en la Casa Rosada. Su siguiente paso fue embarcarse en una gira por varias ciudades norteamericanas sin otro propósito que denostar a Cristina Fernández de Kirchner, acusándola del asesinato del fiscal Nisman y de integrar una alianza secreta con Venezuela e Irán. También se contactó con la American Israel Públic Affair Commitee (AIPAC), un conglomerado de la derecha judía estadounidense vinculado a ciertos popes de los fondos buitres; entre ellos, el famoso Paul Singer. Y no se privó de dar una conferencia con el cubano-estadounidense Carlos Montaner, un histórico anticastrista, con quien se comprometió públicamente en variadas epopeyas.

Pero aún flota un interrogante sobre su figura: ¿De qué se hubiese disfrazado si el juez volvía de Irán con las manos vacías?

         Una tapa alternativa de La infAMIA hecha por Eduardo Rey.

….

También yo me referí al encuentro con Timerman en mi libro La infAMIA (pág. 80 en adelante):

La conversación con Timerman fue muy amena y merece ser reproducida en extenso, pero en lo que a nuestro tema se refiere, importa señalar ahora que Timerman elogió la decisión y valentía de la Presidenta (CFK), aunque admitió que ni él ni ella habían calculado correctamente la magnitud de la reacción que generaría el Memorándum de entendimiento con Irán en Israel y Washington, fogoneada por AIPAC (The American Israel Public Affairs Commitee), el poderoso lobby israelí.

(…) comentó que el trato con el canciller iraní Alí Akbar Salehi le resultó fácil porque Salehi había vivido en Argentina y educado a sus hijos en un colegio católico de Buenos Aires, y que después de verlo «al día siguiente, en Estados Unidos, estuve en un desayuno con el canciller israelí, Avigdor Lieberman, a quien conozco desde hace años y con quien nos tuteamos. «¿Para qué querés hacer un juicio si ya se sabe que Irán es el culpable?» me preguntó. Y yo le repregunté: «¿Quién lo declarñoi culpable»?. LKieberman me dejó asombrado con su respuesta: «La opinión pública…». Lo que pinta como la derecha internacional utilizó el caso. No les importa que haya un juicio ni que se sepa la verdad».

Timerman también habló de la visita que le hicieron las autoridades de la DAIA en abril de 2014 para hablar del Memorándum. Los visitantes fueron Julio Scholosser, Waldo Wolf y Jorge Knoblovits (entonces) presidente, vicepresidente y secretario general de la DAIA respectivamente. Con Timerman se encontraba en su despacho del Ministerio de Relaciones Exteriores Guillermo Olivieri, secretario de Culto. Timerman se felkicitó de ello porque, dice, Olivieri es testigo de la veracidad de la escena (…) Wolff –al que tanto le gusta aparecer en los medios– no abrió la boca (…) la voz cantante la llevó Knoblovits, un experimentado abogado que alguna vez trabajo para Alfredo Yabrán y fue denunciado por cohecho.

En un momento, Knoblovits me increpó. «¿Qué pasa si va Canicoba Corral a Irán y la prueba no alcanza?», algo que por cierto ya había pasado cuando el ex embajador Hadi Soleimanpour fue detenido en Inglaterra. Le estaba contestando que estábamos en un estado de derecho y que no se puede condenar a nadie sin pruebas cuando Schlosser me interrumpió: «Ah, bueno, es ue vos pensás en los muertos y los muertos ya están muertos. Hay que pensar en los vivos». Me dejó estupefacto.

(…) Una vez estaba conversando con «El Chango» Héctor  Icazuriaga (entonces secretario de Inteligencia) y cuando le hablé de nuestra intención de llegar a un acuerdo con Irán que permitiera interrogar a los acusados, me dijo «No lo hagas, cuídate mucho. La causa AMIA es como la kriptonita. El que la toca cae fulminado».

………………………………………………………………….

Icazuriaga no exageraba.  Muchos se dieron cuenta que contradecir la mentirosa historia oficial podría frustrar sus carreras o perder sus empleos, tal es el caso de Jorge Lanata y Joe Goldman, autores de Cortinas de humo, que pusieron en tela de juicio la existencia de camionetas-bomba tanto en el bombazo contra la Embajada de Israel como contra la DAIA-AMIA; Gabriel Levinas, que escribió todo un libro, La ley bajo los escombros para demostrar la inexistencia de la supuesta Trafic-bomba y el direccionamiento delictivo de la investigación hacia un callejón sin salida, para no hablar de los periodistas de los principales diarios que aceptaron limitarse a difundir exclusivamente la mentirosa Historia Oficial que les filtraban el juez Juan José Galeano y Rubén Beraja, ambos condenados como encubridores.

No fue mi caso, pronto cumpliré tres décadas de perseverar en tratar de descubrir los secretos de unos atentados que tantos se empeñan en tapar, y que por razones prácticas otros muchos tratan de olvidar. Desde que a fines de octubre o principios de noviembre de aquel mismo año, 1994, Pedro Brieger convenció al presidente de la AMIA, Alberto Crupnicoiff, de –ante la manifiesta falta de voluntad de los policías federales encargados de la investigación de llevarla a cabo– conformar un equipo de investigación propio y seguidamente me encomendó la tarea de armar dicho equipo (él aportó cuatro estudiantes de TEA, yo conseguí la contratación del jefe de documentación del CELS y de Hernán López Echagüe, que por haber sido golpeado tenía custodia policial… al mando de un oficial que estaba encargado de investigar el atentado.

Dicho equipo duró apenas un mes y medio de prolífica labor. Beraja le dijo a Crupnicoff que convocaban a ambos desde Tel Aviv, y al regreso de ese viaje, Crupnicoff le avisó a Brieger que no había dinero para solventar el equipo que fue disuelto. Quien vino a retirar la fotocopiadora y otros elementos provistos por la AMIA a la oficina que había alquilado Pedro fue el único agente del Mossad que yo tenía identificado.

Pedro extrajo conclusiones lógicas del episodio y se alejó de la investigación, al igual que López Echagüe y los dos alumnos varones de TEA. Con les demás busqué una revinculación con la AMIA a través de su abogado Luis Doibniewski, y gracias a su apoyo, la AMIA siguió solventando nuestra investigación, claro que a un costo mucho menor y bajo el control  de Diobniewski, único canal que teníamos para acceder al expediente judicial.

A mediados de 1997, cuando seguía gozando del apoyo reticente de la AMIA a pesar de la oposición de Sergio Szpolsky, publiqué mi primer libro sobre el tema. Fue en editorial Planeta, y el titulo lo puso acertadamente quien era entonces su editor, Pablo Avelluto: El Atentado.  La bajada fue mía: Quienes son los autores y por qué están presos.

 

El libro fue ostensiblemente boicoteado por la DAIA, que consiguió que Planeta no informara de su aparición en su house organ mensual y seguidamente que lo descatalogara.

Pronto me iba a dar cuenta, gracias a Carlos De Nápoli, que no había habido ninguna Trafic-bomba sino dos  Trafics señuelo. El libro también tenía otra falla: no había logrado impugnar –aunque si relativizar– el desvió de la investigación a partir de la «causa Brigadas», echarle las culpas a policías bonaerenses para difuminar el protagonismo de policías federales, lo que se consiguió primero amenazando a Carlos Telleldín y luego pagándole 400 mil dólares y otras canonjías para que acusara falsamente al comisario Juan José Ribelli y sus hombres, maniobra pergeñada por Carlos Corach con la complicidad del juez, los fiscales, la SIDE y Beraja.

Pasaron ocho años hasta que pude volver a referirme al atentado, aunque más no fuere tangencialmente. En Narcos, banqueros y criminales. Armas drogas y política a partir del Irangate, describí el contexto internacional en el que habían tenido lugar los atentados, y la íntima relación entre el de la AMIA con el derribo de un avión en Panamá al día siguiente, y como éste estaba claramente vinculado al tráfico de cocaína colombiana a Italia y el lavado de su producto por banqueros e instituciones judías.

Gracias a que había pronosticado que (ante la imposibilidad de acompañar al juez Canicoba Corral a a interrogar al ex presidente iraní, el ayatolá Akbar Hashemí Rafsanjaní​ y otros altos funcionarios iraníes a los acusaba por no tener la más mínima prueba de que hubieran haber ordenado el ataque a la AMIA) antes de viajara a Teherán​ era probable que el corrupto fiscal Nisman se suicidara, al ocurrir esto accedí a una módica fama que me permitió volver a la carga con los atentados con dos libros, Caso Nisman, secretos inconfesables (en el que abordé en profundidad el atentado a la Embajada de Israel) y La infAMIA. Es decir que, además de una larga serie de haber publicado una larga serie de artículos sobre los atentados, muchos de ellos en Nueva Sión, publiqué cuatro libros (o si se quiere, tres y medio) en los que abordo el tema. Y aunque sea kriptonita, todavía no me he muerto.

A fines de 1997 viaje a Madrid  para denunciar ante el juez Baltasar Garzón que en el atentado a la AMIA habían sido protagonistas policías federales y «plumas» (miembros de su servicio secreto) que habían tenido actuación en los «grupos de tareas» que participaron del genocidio en épocas de la dictadura.

Mercenarios que habían sido contratados por personas muy cercanas al presidente Carlos Menem.

Lo primero quedó muy claro cuando Miriam Lewin y Horacio Lutzky publicaron Iosi, el espía arrepentido, con la confesión exhaustiva de José Pérez ( un infiltrado de la PFA en la colectividad judía, que llegó a ser directivo de la Organización Sionista Argentina) y en la muy recomendable serie de ficción (ma non troppo) homónima dirigida por Daniel Burman.

Pero a pesar de todo,los Milei, Patricia Bullrich, Mariano Cúneo Libarona & Co. han resuelto fingir demencia y tomarnos de boludos. Como si estos libros nunca hubieran existido, como si los juicios (por el atentado y por su encubrimiento) jamás hubieran tenido lugar.

Incluso tienen el tupé de exhumar viejos ¡de hace dos décadas! «papers» del Mossad traducidos al spanglish por la SIDE y presentarlos como nuevos.

La derecha liberticida parece creer que la inmensa mayoría de la población no tiene memoria de nada. Ni siquiera de lo que cenó ayer.

Creo que semejante proyecto de ley como el anunciado hoy por los ministros Bullriuch y Cúnmeo Libarona es una cortina de humo, un señuelo distractivo como lo fueron las supuestas camionetas-bomba., y que no será aprobado por el Congreso, pero que su propósito es cimentar la difundida creencia de que Irán es un estado terrorista… aunque no haya ninguna evidencia.

En cambio si la hay, y mucha, de los actos terroristas de los gobiernos ante los cuales Milei y su ministros se prosternan. Pero esto es otra historia.

………..

Aquí, la entrevista que me hizo Sebastián Salgado, de Hispan TV:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando la presidente Cristina Fernández de Kirchner instó a su


Compartí

Publicaciones Similares

2 comentarios

  1. Vos también estás lobotomizado Betito!

    Si no recordás como Horacio Lutzky y Jorge Elbaum se te fueron encima en los medios comunitarios cuando volviste sobre los pasos del marido de Beatriz Gurevich, la que suspendió la reunión de Proyecto Testimonio del 18 J.

    https://visavis.com.ar/2018/10/31/el-pajaro-oscurece-sus-plumas-apuntes-sobre-infamia-de-juan-jose-salinas-por-horacio-lutzky-y-jorge-elbaum/

    La pareja trabajó en el Centro de Estudios Judaicos de la calle Ayacucho (luego IWO, obviamente) en los años 80 bajo la dirección de David Schers de la Universidad de Tel Aviv. Pedrito Brieger también estuvo allí hasta que lo echaron según conto a Yomal y Presman.

    Luego Schers siguió trabajando con Shlomo Sergio Slutsky en Tel Aviv.
    Slutzky fué el primero que le enchufó el bardo a Irán a través de las páginas de los progres garcas de Nueva Sión en 1992.
    Quienes dirigían editorialmente Nueva Sión en ese momento y que anunciantes tenían podes fijarte en el repositorio de la colección en Miami donde vive el querido y digno Mario Diament.
    Gracias por abrir puertas indispensables Betito!.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *