Crooke es un experimentado ex agente del MI-6 británico y diplomático del Reino Unido nacido en Irlanda del Norte y residente en Beirut, que entre sus muchas experticias es la de haber intervenido en negociaciones entre Israel y Yaser Arafat y muy especialmente el conocimiento exhaustivo de Hamás y Hezbolá. Crooke suele oficiar de puente entre Occidente y la resistencia islámica.

«Hay una oportunidad de salir del neoliberalismo financiero y retornar a las economías nacionales»

En una nota reproducida por el portal europeo Brave New Europe  con el título Trump axes a stricken world order – but there’s opportunity amidst the turmoil (Trump desmantela un orden mundial debilitado, pero hay oportunidades en medio de la turbulencia), Crooke  señala que «nos espera un futuro turbulento» pero también «una gran oportunidad para cambiar a un paradigma social alternativo».

Estados Unidos, sostiene, está abandonando la posición central obtenida gracias a los beneficios del estatus del dólar como moneda de reserva —que Trump y sus seguidores consideran casi «una maldición» porque forzó la sobrevaluación de la moneda estadounidense— porque «parece que al final los niveles de deuda importan». Para que quede claro —escribe el ex diplomático— el presidente Trump cree que no tenía otra opción: o cambiaba radicalmente el paradigma existente, a costa de un sufrimiento considerable de quienes dependen de la economía financiera, o bien dejaba que ocurriera el inevitable colapso económico de los Estados Unidos.

Ante este  dilema, su equipo optó por la «solución arancelaria» —preparada durante los últimos años— para forzar la repatriación a Estados Unidos de la industria deslocalizada. La apuesta de Trump puede o no tener éxito, dice Crooke, que destaca que corre un enorme riesgo en medio de una situación  muy drástica.

Aunque el giro adoptado por Washington provoca turbulencias globales, para el resto del mundo, señala, se abre la posibilidad de cambiar de paradigma. Porque se ha abierto una grieta en el muro tras el cual se escudaban las élites que sostienen el neoliberalismo financiero y la globalización: «no hay alternativa».

Ahora la alternativa existe: es volver a la escuela de la Economía Nacional. Crooke cita a los autores de la «Escuela de Economía Nacional» del siglo XIX quienes advertían contra los postulados de Adam Smith,  que «el resultado de un libre comercio general no sería una república universal, sino, por el contrario, la sumisión universal de las naciones menos avanzadas a las potencias manufactureras y comerciales predominantes». En cambio, señala, una «economía cerrada», permitiría a las industrias emergentes crecer y ser competitivas en el escenario global.

Crooke cita el ejemplo actual de la Federación de Rusia, que está haciendo la transición de un modelo abierto al modelo de Economía Nacional, como se desprende del discurso del presidente Putin en el congreso de  industriales y emprendedores rusos realizado en marzo.

Sostiene que se trata de un claro paradigma económico alternativo ante un orden mundial en desintegración.

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