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AMIA-ENCUBRIMIENTO. Beraja y la batalla del Memorando

beraja

POR JUAN SALINAS

Si el memorando firmado con Irán fue apenas un acuerdo de cooperación judicial insignificante frente al acuerdo nuclear de las potencias de Occidente con un acorralado Irán (que así, dejó de estarlo) ¿a que se debe que Israel, Estados Unidos y sus voceros locales lo hayan considerado y sigan considerando un «casus belli»? No hay otra respuesta que porque pretenden impedir que se debata el grado de implicación que tuvieron sus servicios de inteligencia en las voladuras de la Embajada de Israel y la AMIA, ejecutadas por mercenarios judeófobos locales contratados desde las inmediaciones del entonces presidente Menem.

Todo ello quedó bastante claro ayer, cuando el banquero y ex presidente de la DAIA durante el estallido de aquellos bombazos, Rubén Ezra Beraja, declaró como imputado en el juicio por el encubrimiento de la matanza de la AMIA.

Como era previsible, Beraja dijo que no tenía nada que ocultar y se victimizó, poniendo en línea como como sucesivas «detonaciones» que formaría parte de una misma serie a los bombazos contra la Embajada de Israel y la DAIA-AMIA, la firma del Memorando de Entendimiento con la República Islámica de Irán y la muerte del fiscal Alberto Nisman. De quien dijo, equívoco y grandielocuente, que fue «asesinado… por las calumnias e injurias» que se dijeron de él tras su muerte.

Su imagen temblequeante en la cuerda floja y su falta de municiones para perjudicar al Gobierno, no lograron interesar al Grupo Clarín. Hasta el punto de que el diario publicó un mísero artículito al pie de la página 28 (par), un lugar de poquísima importancia. Que, encima contrastó con la importancia que le dieron los editores al almuerzo anual de la AMIA (un central en página impar) que se centró (contra natura, ya que la AMIA es una mutual que debería contemplar todas las posiciones de sus asociados, en muchas ocasiones contrapuestas) en el execrado Memorando de Entendimiento con la República Islámica de Irán, que los cuestionados dirigentes comunitarios presetan como epítome del Mal Absoluto siendo, como es, apenas una acuerdo de cooperación judicial, como recordó el canciller Timerman.

Esta convergencia del arco opositor articulado por el Grupo (lo que incluye también al Frente de Izquierda, posiblemente mas por necesidad de prensa y miopía de sus militantes que por corrupción de sus dirigentes) detrás del objetivo de voltear a como de lugar (hoy ya lo intentan mediante dos poderes, a partir de diciembre lo intentaran con los tres) el trajinado Memorando puede parecer muy sorprendente si no se justiprecia lo mucho que le importa a los gobiernos de Israel y Estados Unidos que no se descubran en la investigación de los atentados claros rastros de la zarpa peluda de sus servicios de inteligencia. Pues, de sentarse este predente, lo sucedido podria conjeturarse de inmediato bien podría extrapolarse a otros supuestos ataques perpetrados por supuestos o reles yihadistas.

La mera constelación y concentración de sellos digitables detras de un objetivo en apariencia menor debería llamar la atención del vasto arco de los partidarios de la unión suramericana y galvanizarlos en su defensa.

Muestra rotunda del desdén de Clarín por Beraja, la notuela de marras no fue subida a la edición electrónica.

La Nación, en cambio, no rehuyó el asunto. Su crónica la escribió Hernán Cappiello, un periodista que desde siempre apuntaló la Historia Oficial demolida hace una década por el TOF 3, formando gozosa parte de la alianza entre el inicuo juez Juan José Galeano y Beraja, alianza que junto al gobierno nacional de entonces y con el apoyo de los servicios de inteligencia nacionales y extranjeros, culminó en el soborno a Telleldín para que acusara falsamente a un grupo de policías bonaerenses. Cappiello es tan chupamedias que comienza su cronica así : «Con la firmeza de otros tiempos, Rubén Beraja, ex hombre fuerte de la comunidad judía en la Argentina…». Suficiente.

Ámbito Financiero destaca ya en el título que «Beraja dijo que el juicio por encubrimiento es para acallar los reclamos de la comunidad judía»… algo tan paradójico como insólito, paradójico, ya que el juicio es un producto de la UIF Amia, es decir, de Nisman, que fue quien lo acusó.

Este punto también es destacado por Gabriel Morini en Tiempo Argentino:

Beraja sostuvo que el «juicio sustituto» al que es sometido fue elaborado por un «laboratorio gubernamental» con el objetivo de frenar los reclamos de justicia de la comunidad judía sobre la voladura, y como reacción a las críticas por el Memorándum con Irán.

Morini termina su crónica así:

«Nisman fue asesinado por la calumnias, la injuria, el desprestigio y la injusticia», lanzó sobre el tramo final de su indagatoria que continuará la semana próxima. «Nisman era parte de la causa AMIA y Nisman murió por la causa AMIA», cerró Beraja, que al pasar, hizo referencia a Antonio Stiuso, sobre quien consideró «paradójico que la persona que tuvo el rol para modificar el resultado del juicio, ahora parece ser encubridor».

Escribió Ailín Bulentini en Página/12:

(Beraja) se la agarró con “los acusadores” que lo “incluyeron” en el expediente, quienes “en el afán de hacerme entrar por alguna ventana, han recurrido a una derivación de la figura de peculado, complicidad psíquica, casi ridícula, forzadamente construida, sin elementos serios”. No identificó a cuáles de las partes acusadoras –son seis en el juicio– dirigió sus críticas, aunque salvaguardó a Memoria Activa, con la que aclaró tener “cosas en común”.

Al respecto, Ámbito Financiero puntualizó que Beraja «se lamentó por haber sido querellado por la agrupación Memoria Activa y dijo que él había ayudado a conformarla con los familiares de las víctimas del atentado.»

A otros les sonó a que les estaba ofreciendo la posibilidad de un arreglo.

Beraja también dijo que la causa AMIA está «contaminada por la política», lo que es una tautolgía, ya que se trata de una causa política desde sus oscuros orígenes, todo indica que vinculados al narcotráfico, y de la A hasta la Zeta.

Agregó que le preocupa «este juicio porque se lo presenta como sustituto del verdadero juicio de AMIA», en obvia referencia a la causa por el atentado, que consideró “dormida», sin entrar en deralles acerca de cuanto hizo la DAIA para que quedase en estado cataléptico.

Los dirigentes que lo sucedieron al frente de la DAIA fueron al subsuelo de Comodoro Py para apoyarlo. Jorge Kirszenbaum confirmó que estaban allí que lo hacían porque Beraja estaba en el banquillo de los acusados “por una acusación injusta”.

“La DAIA –afirmó– fue víctima del atentado y no participó de ningún encubrimiento”, negación que revela que la entidad se siente afectada por las crecientes acusaciones de que desde un primer momento y sistemáticamente se ha opuesto a culaquier medida que tenga la posibilidad de esclarecer los hechos que culminaron con la demolición con explosivos de la mutual judía y de sus propias oficinas.

Kirszenbaum dijo que en agosto de 1993, vale decir casi un año antes de la voladura de la AMIA, el jefe de la SIDE, el hoy procesado Hugo Anzorreguy, citó a los dirigentes de la DAIA para informarles de que la pesquisa por el atentado a la Embajada de Israel tenía como sospechosos excluyentes a Hezbolá e Irán y se aferró a la hipotesis lanzada Claudio Lifschitz, ex prosecretario del juez Juan José Galeano que denunció los turbios manejos de éste. Lifschitz, quien había ingresado al juzgado como espía («pluma») del ahora procesado comisario Jorge «El Fino» Palacios postuló una historia que dejaba al margen del encubrimiento a la Policía Federal: que la SIDE, y más concretamente el sector que respondía a «Jaime» Stiuso había venido siguiendo a terroristas iraníes que, sin embargo, habrían logrado escapar de su control y conseguido incrustar y detonar una camioneta-bomba dentro de la AMIA, motivo por el cual la SIDE habría encubierto todo. Una historia rocambolesca basada en una causa abierta por el el juez federal Alberto Santamaria a la cual la DAIA se aferra ahora como último recurso antes de que quedar en el foco de atención y en el centro de las sospechas.

La situación tiene incluso un correlato físico: Kirszenbaum y sus acompañantes, otros dos ex presidentes de la DAIA: José Hercman (quien entre 1991 y 1994 le alquiló un departamento a un iraní al que Galeano acusaba de ser terrorista, quien le había presentado a guisa de garantía una carta firmada por el embajador Hadi Soleimanpur) y el abogado Roberto Zaidenberg fueron obligados a retirarse del lugar reservado para los familiares y amigos de las víctimas del atentado por lo que debieron ubicarse en la bandeja alta, el lugar que ocupan los periodistas y familiares de los acusados.

Beraja dijo que el juez Santamaría (con jurisdicción sobre el aeropuerto de Ezeiza y por entonces estrecho allegado de Alfredo Yabrán, que en la práctica lo controlaba) le dijo que al menos desde abril de 1994 tenía información referente a que se podía producir un nuevo atentado contra un blanco judío.

Luego de criticar a la Corte Suprema por sus resistencia a dar por acreditado que el atentado a la Embajada de Israel había sido ordenado por funcionarios iraníes, Beraja dijo que canciller Guido Di Tella le dijo: “Sabemos que los iraníes están detrás del atentado, pero no tenemos elementos para evitar una represalia”. Di Tella, difunto, no lo contradecirá.

Beraja criticó incluso al presidente Menem por no expulsar al agregado cultural de la Embajada de Irán, Moshen Rabbani, al que, sin embargo, más tarde su gobierno impediría entrar al país cuando regresaba de sus vacaciones en Irán, obligándolo a tomar un avión de regreso a su país natal, y naturalmente, al presidente Kirchner, quien siempre destacó su nula vocación de llegar a la verdad, y a la firma del memorando con Irán, bête noir de la entente entre los halcones de Estados Unidos e Israel.

Nisman

A pesar de que lo puso en el banquillo, Beraja dijo que Nisman era su amigo y como ya se informó consideró que murió “por la causa AMIA, asesinado por las calumnias, las injurias y el desprestigio» y volvió a arremeter contra el memorando: “La pregunta es si el acuerdo fue beneficioso o perjudicial para para alcanzar la verdad y la justicia”, una pregunta tan vacua como capciosa porque el mismo es objeto de una discusión judicial sobre su constitucionalidad y jamás se aplicó, siquiera parcialmente.

A continuación, transcribo el final de la crónica que escribió Milva Benítez (no tengo el gusto) en Infojus:

Sobre el pago a Telleldín Recurriendo a sus apuntes solo para leer alguna resolución judicial o nota periodística, Beraja hizo referencias a la neurociencia, usó metáforas, dijo que este juicio parecía un “cuadro del teatro absurdo” y repasó estrategias de marketing. Apuntó, principalmente, contra Claudio Lifschitz, el ex secretario del juzgado Federal 9 que en 2000 habló en los medios sobre el encubrimiento. Y que luego –judicialmente- contó una serie de reuniones del dirigente comunitario con Galeano con motivo del pago a Telleldín. En una de sus declaraciones, Lifschitz contó que en 1997, después de que Galeano mantuviera una reunión con Telleldín, Beraja fue hasta el juzgado para conocer el resultado. “Vio la filmación”, aseguró el testigo y dijo que entonces supo Beraja de la pretensión de Telleldín de cobrar para ampliar la indagatoria con la que terminó señalando falsamente a los policías. Hoy negó tal encuentro. Apuntó contra el testigo: “En todo caso es un delito que él conoció, y consintió”, dijo y reclamó la nulidad de las declaraciones de Lifschitz, a las que se refirió como “relatos imaginarios”. Justificó las reuniones con Galeano: dijo que, como representante de la querella, querían estar al tanto de la investigación. En 1996, Beraja reconoció haber mantenido negociaciones con el entonces abogado de Telleldín, Víctor Stinfale para concretar la edición de un libro en el que el reducidor de autos presentaría su versión de lo ocurrido. Jamás se publicó. Stinfale también está imputado en este juicio y se negó a prestar declaración indagatoria en la audiencia anterior, donde sí lo hizo la ex esposa de Carlos Telleldín, Ana María Boragni, acusada de cobrar el pago de 400 mil con fondos reservados de la SIDE. En su declaración, Telleldín recordó la presión que tuvo luego de una reunión que mantuvo con Beraja y otros dos abogados de la DAIA. «Haga lo que tenga que hacer y vaya a su casa», le dijo Beraja. En esa reunión se mencionó a Memoria Activa, organización a la cual las autoridades de la comunidad judía mantenían «aislada de las negociaciones que se llevaban a cabo», contó Telleldín. El próximo jueves el ex presidente de la DAIA continuará su declaración ante los jueces del Tribunal Oral Federal 2. “Esperamos poder hacerle las preguntas que tenemos atragantadas”, dijo a Infojus Noticias Laura de Ginsberg, la titular la Agrupación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA (APEMIA), que participa de la querella. Cuando la bomba derrumbó la sede de la mutual, su esposo, José “Kuky” Ginsberg, era el jefe del área de Sepelios en la entidad. Desde ese día ella busca respuestas y justicia.

Más información en: http://www.infojusnoticias.gov.ar/nacionales/beraja-esta-es-una-causa-contaminada-por-la-politica-10119.html

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