EL ANTÍDOTO contra la plaga de negacionistas y apologistas de la dictadura: Historias Desobedientes

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Son hijos y nietos de genocidas dispuestos a que no se salgan con la suya.

Lo venía rumiando este fin de semana: Al no impedir el acto de tácita apología de la dictadura de Videla y Cía consumado por  la candidata diz que “libertaria” Victoria Villarruel con el apoyo del bloque de legisladores porteños de Juntos por el Cambio, el comando electoral de la LLA cuyo  “jefe” es Karina Milei cometió un error fatal, se fue al pasto. En términos futbolísticos, adelanto mucho la pelota y corre un enorme riesgo de que se la quiten porque hay sobrados ejemplos de que el grueso de la población repudia a la dictadura exterminadora y las políticas destructoras de lo que quedaba del Estado de Bienestar implementado por el peronismo original.

Para colmo, el episodio ayudó a exponer a la luz que la pretendida adalid de la “familia militar” no tiene nada que ver con nada que huela a defensa de lo nacional, y que era quien organizaba visitas a Videla mientras éste purgaba su condena.

Si los genocidas cuentan con un  par de dudosos guerrilleros que se han  pasado alas huestes de quienes torturaron, violaron, asesinaron y se apropiaron de bebés, el campo nacional y popular cuenta con un nutrido y creciente grupo de hijos y nietos de genocidas dispuestos a dar testimonio de su repudio absoluto a los crímenes que han perpetrado sin la menor muestra de ulterior arrepentimiento.

Argentina es un país excepcional donde no sólo se han constituido Madres y Abuelas de Plazo de Mayo e HIJOS, sino que el repudio a la dictadura exterminadora se ha extendido a sus propios hijos, lo que yo sepa no ha ocurrido en ninguna otra parte.

En estos pensamientos anduve este fin de semana lejos de la ciudad, y al regresar me topé con esta nota, que como todas las que tienen como protagonistas a los miembros de Historias Desobedientes (grupo fundado por Analía Kalinec y otras hijas de represores) merecen largamente ser difundidas.

“Yo soy nieto de genocidas”

Nicolás Ruarte narra cómo se enteró desde pequeño que sus abuelos maternos y paternos fueron militares genocidas (foto: Infobae).

 

POR LUIS ANGIO / TRAMAS

Días pasados la candidata a vicepresidenta de la Nación por La Libertad Avanza, Victoria Villarruel, convocó a un acto en la Legislatura porteña para reivindicar los crímenes cometidos en la dictadura y negando el genocidio, convocando a realizar un “homenaje a las víctimas del terrorismo”

Para hablar sobre ese tema y su experiencia personal entrevistamos a Nicolás Ruarte, nieto de un militar genocida condenado por crímenes en los años de la dictadura cívico-militar eclesiástica, Luis Jorge Arias Duval y de Orlando Miguel Arcángel Ruarte (N. del E.: quien, entre otras cosas, habría sido, con el grado de coronel, interrogador en “El Campito”, en Campo de Mayo) que estuvo con prisión domiciliaria y no pudo ser juzgado.  Nicolás es integrante del colectivo Historias Desobedientes y es uno de los autores de Escritos desobedientes. Historias de hijas, hijos y familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia.

Aqui cuenta su historia, cómo fue su infancia en una familia de militares, cómo decidió ahondar en el conocimiento de los crímenes cometidos por sus abuelos y otros genocidas.

Como familiar de genocidas, ¿querés contar cómo es tu historia teniendo en cuenta que estás en la vereda de enfrente de la candidata a Vice presidenta por la Libertad Avanza, Victoria Villarruel?

Yo soy nieto de genocidas. Vengo de una familia de mucha tradición militar, tengo varios familiares implicados en el genocidio, en la represión del Estado, de parte del Ejército y de parte de la Marina y formo parte de Historias desobedientes desde hace seis años.

Lo que me trae Victoria Villarruel  y todo este resurgimiento del negacionismo por un lado es un dejavú de todos los mismos puntos de vista que uno escuchaba dentro de la familia militar y, por otro lado, es un desafío a la militancia y a la democracia. Porque parece que esta gente resurgió, que la sociedad se derechizó.

Para mí no es que la sociedad se derechizó y de pronto aparecen estos personajes. Siempre estuvieron. Pero durante mucho tiempo estuvieron escondidos porque el discurso político no los habilitaba para este tipo de cosas. Sus opiniones eran censuradas o dejadas de lado rápidamente y muchos de ellos, dándose cuenta, no las decía en público. Sí las seguían diciendo adentro de sus casas , yo las he escuchado muchas veces.

¿Cuántos años tenés? ¿A partir de cuándo fuiste tomando conciencia de estas historias en tu familia?

Tengo 33 años y empecé a tomar conciencia, el puntapié inicial, cuando cayó preso mi abuelo materno. Yo tenía trece años, estaba por cumplir catorc, cuando se reactivaron las causas a raíz de la derogación de las leyes de obediencia debida. Antes de eso no   sabía casi nada de la dictadura, la había visto en el colegio como una línea de tiempo. Acá hubo un gobierno militar, acabó otro gobierno, sin adentrarnos en ningún detalle más.

Me empecé a enterar muy de a poco, un proceso de muchos años, a tratar por un lado escuchar las opiniones de mi familia y lo que decían al respecto y por otro lado empezar a averiguar por mi cuenta, a escuchar las cosas que contaba una profesora del secundario o personas con las que me cruzaba. Fue un proceso largo,  de muchos años.

 ¿Quién era tu abuelo materno?

Mi abuelo materno era Luis Jorge Arias Duval, que fue del Batallón 601 de Inteligencia. Fue jefe de una central de reunión del Batallón. Fue condenado por la causa de contraofensiva Montoneros, en la que también se enjuició a (el general, Cristino) Nicolaides y varios militares más por la desaparición de ocho militantes y la de Silvia Tolchinsky,  la única sobreviviente.

 Juicio Contraofensiva montonera. Foto: Luis Angió

¿En ese momento vos convivías con tu familia, como lo tomaron ellos?

Me independicé y me fui de casa de mis padres más o menos a los 19 o 20 años. En cuanto pude. La relación con mi familia fue difícil en algunos momentos,  en otros no. No es que tenía catorce años y empecé una revolución dentro de mi casa. Recién me pude unir a Historias desobedientes cuando tenía 27 años. Entonces, desde los catorce años hasta una edad adulta en la que pude  afianzar estas banderas y posturas. Salir a militar esto fue el final de un proceso de largos años.

En un principio, al menos cuando era chico y adolescente, lo que más hacía era escuchar los argumentos de mi abuelo, de mi familia, lo que se discutía en la mesa familiar. Se discutía esto porque obviamente la realidad iba impactando en la causa de mi abuelo, nos íbamos enterando cosas, viendo resoluciones, se iba haciendo cada vez más inminente que efectivamente lo iban a condenar. Toda esa situación, lo que duró la causa, fue muy estresante. Mucho tiempo y de ir y volver. Y, personalmente, un proceso muy de no entender muchas veces, muy de tratar de averiguar desde la pura curiosidad,  no desde una postura política, porque a los catorce o quince años no podés tener una postura política definida.

Esta pregunta es muy íntima, si queres la respondes o no. En ese momento tu familia empieza a conocer y sale a la luz el juicio a tu abuelo. ¿ cómo  les cae a ellos, lo aceptan, lo entienden, sabían lo que había pasado y dicen bueno, está bien condenado, o no? ¿ O como Villarroel, son todos negacionistas?

No puedo definir   a mis familiares. Hace muchos años que no tengo un trato seguido con esa parte de la familia. Solo tengo trato con mis padres y mi hermano. No quiero poner  en palabras de alguien cosas que es un proceso a veces muy largo y doloroso para uno.  Muchos años, desde que me independicé hasta que empecé a militar políticamente a mis veintiuno o veintidós años, intenté…  fueron muchos años donde creí que podía acallar esto, que podía hacerme el boludo, seguir con mi vida e ignorar el tema. Y me terminé dando cuenta de que era imposible. Te pesa. Sentía que tenía que hacer algo al respecto, que no podía quedarme callado.

Vos tenes otro familiar, tu abuelo paterno, que vos llevas su apellido, Orlando Miguel Arcángel Ruarte, que hasta su muerte estuvo en prisión domiciliaria, y no fue juzgado por no poder afrontar el juicio..

A mí nunca me pesó el apellido.  Tengo compañeros que dudan de cambiarse el nombre. Yo creo que mi apellido es anterior a lo que hayan hecho mis abuelos, viene de más tiempo atrás y en cualquier caso mi misión, mi idea militante es transformar ese apellido en otra cosa, que si lo buscan el apellido sea conocido por otra cosa que los crímenes atroces.

Respecto a lo de Victoria Villarroel, al acto que convocó, ¿Por qué salir ahora y hacer toda esta propaganda?

Fue una provocación, se sienten envalentonados y empoderados por haber ganado las PASO. Sienten que hay una  parte de la sociedad, que los apoya, es multifacético. No creo que la mayoría de la sociedad esté a favor del genocidio. Ha sido un voto bronca y de otros factores más complejos que ella aprovecha porque  tiene sed de venganza. Esto es lo que siento. De ella y de lo que recuerdo de ciertos familiares. Cuando fueron los juicios se sintieron atacados. Sintieron que fue una ofensa a los militares que creen que lo que hicieron estuvo bien. Ellos no están arrepentidos, creen que lo que se hizo fue necesario, y al ser enjuiciados  se se sienten   atacados. Creen que lo hecho por el kirchnerismo fue una venganza montonera. Victoria Villarroel encarna eso: una venganza contra quienes considera que son sus enemigos.

¿No es un sector de la sociedad que impulsa la teoría de los dos demonios?

Es más que eso. Su objetivo más allá: es aplastar al kirchnerismo y a la izquierda . Milei lo dijo muy claramente: su enemigo es la justicia social. Ellos planean aplastar todo lo que implique justicia social.

Sos integrante de Historias desobedientes. Contá cómo trabajan, cómo están manejando este tema, como lo difunden, quiénes son los integrantes.

El número exacto de integrantes se me escapa, los activos somos unos treinta, pero los que se han acercado al colectivo más de cien. Aparte, el colectivo desprendimientos, otros naceres en Uruguay en Chile. Hay una Historia desobediente naciendo en Brasil, también en Paraguay. Se empezaron a acercar de otros países, y de todas partes de la Argentina. Obviamente el núcleo fue en Buenos Aires porque las fundadoras son todas de Buenos Aires.. Fueron un grupo de mujeres, dato no menor por todo lo que implicó la marea verde y el feminismo. El colectivo se formó tal luego de ese impulso feminista y, durante el macrismo,  en el momento del 2×1 a los genocidas. Ese fue el primer momento en que el colectivo salió efectivamente a decir “esto es demasiado, hay que hacer algo, al menos tener voz”. Muchas compañeras se enfrentaban al hecho de que sus propios padres iban a ser liberados.

Mencionaste que en el juicio de la contraofensiva montonera declaró Pablo Verna, miembro de Historias desobedientes. ¿Cómo sienten ustedes que no se pueda declarar contra un familiar directo?

Pablo lo pudo hacer, pudo declarar porque el padre no estaba involucrado. Fue decisión del tribunal que él pudiera declarar, pero fue una excepción. Por la ley argentina no se puede declarar en contra de sus familiares salvo que se trate de una víctima directa. Nosotros tenemos un proyecto de ley del cual el autor fue Pablo para que en casos de represión y en casos de genocidio, o sea, de Terrorismo de Estado, se pueda declarar. Tenemos muchos compañeros que no tienen la  posibilidad de salir y dar la cara para dar notas. Que no pueden  salir a militar sin miedo justamente porque sus familiares siguen libres, porque nunca fueron enjuiciados a pesar de que en muchos casos les hablaron y fueron honestos con sus propias hijas e hijos sobre los crímenes que cometieron. Esta gente está libre y no tiene ninguna condena social ni nada y nuestros compañeros tienen miedo de declarar porque si lo hacen pueden ser objetos de denuncias de calumnias e injurias,  de represalias, entonces tenemos un proyecto de ley presentado en ese sentido para que en estos casos sea aceptada esa denuncia.

Pablo Verna declarando juicio Contraofensiva. Foto: Luis Angió

Sería importante que ese proyecto de ley sea aprobado por ambas cámaras, ya que se podría denunciar de fuentes directas muchas de las declaraciones y de las comprobaciones de esos hechos aberrantes. Como, también, que se abran los archivos. Que se sepa la verdad de todo lo que han hecho estos personajes.

Tenemos un pedido con respecto a los archivos, creo que del Ministerio de Defensa. Porque hay mucho material, legajos de los militares que fueron condenados deberían ser públicos, porque son parte de las causas judiciales. Que se publican.

El problema es que no son de acceso público. Deberían estar registrados y estar en internet. Recibimos muchas peticiones de otros familiares de genocidas que quieren saber la verdad, que quieren tener más datos. Y es muy difícil a veces acceder a esa información. Tenemos que acceder a través de petitorios oficiales, a fuerza de pedir al Archivo del Ejército que liberen esos legajos. A veces es muy engorroso y otras directamente no se puede.

Entonces queremos que esos legajos sean de acceso público para poder facilitar esa información y que otros compañeros como nosotros puedan tenerla. Nosotros tenemos un chiste de humor negro. Yo por ejemplo soy uno de los beneficiados,  de los suertudos, porque mi abuelo fue enjuiciado, o sea no hay ninguna chance de que no tenga acceso a esa información, yo desde muy chico pude acceder a la información, porque las causas son públicas y la sentencia está publicada en el sitio web de Información Judicial. De hecho, la leí casi todas porque tenía esa necesidad de saberlo, Pero muchas compañeras y compañeros   no tienen esa posibilidad.

Vos sos actor. Y dirigiste una obra que justamente habla de este tema, “Arismendi”.

Soy artista visual, director de teatro y de cine. Dirigí una obra que toca este tema. Fue un proyecto colectivo de años de trabajo. Como poco dos: uno de ensayos y otro de producción. Está basada en distintos relatos míos y de otros compañeros y compañeras del colectivo. No es una autobiográfica para nada, es una familia ficcional, compuesta como un popurrí de historias de distintos compañeros. Armamos un arquetipo de familia militar, de que vivía a raíz de los juicios. Todo ese proceso: pasar del héroe del rango militar a las crisis que hubo en la familia a raíz de los juicios, de la pérdida de aquél rango, del supuesto honor. Cosas que impactaron en esa familia.

Ahora no está en cartel. Hicimos dos temporadas y estamos planeando una tercera. Pero ahora estamos en la postproducción de la película, porque también filmamos una película en base a ese mismo guion. Ya terminamos de filmarla,  pero estoy buscando financiamiento para afrontar la edición porque necesito contratar un equipo de editores a los que dirigir.  Y en este momento el equipo  de edición soy, y no doy abasto porque editar una película es un montón.

Siempre hacemos un llamado a la desobediencia. Para que cualquier familiar de un  represor genocida (que no hace falta que sea del Ejército, puede ser de otras ramas, civil o incluso parte de la Iglesia: tenemos compañeras que son familiares de jueces,)  de cualquier parte que tuvo activa participación en la dictadura, se puede acercar al colectivo, se puede acercar a Historias desobedientes. Nosotros hacemos todo lo que podemos para dar contención y apoyo.  Muchas veces nos vienen con dudas sobre si sus familiares militares tuvieron o no que ver.

Tratamos de esclarecer lo sucedido.  Pueden buscarnos como Historias desobedientes en Instagram o Twitter . Y a mi como Nicolás Ruarte o como @ nicloasmariar.

 

 


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