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EL ESTADO DE LAS COSAS: Empleo y ola de despidos

La Secretaría de Hábitat y Vivienda fue disuelta, lo que resultó en el despido de 500 empleados, así como la paralización de 103,367 obras de construcción y la cancelación de 1,836 convenios. El gobierno justificó la medida como parte de una reducción del gasto público. 

Despedida

POR JORGE AMITRANO. (despedido de la Secretaría de Hábitat y Vivienda)
Ayer de tarde me llegó notificación de despido, a mi como a otros 129 compañeros más, que nos sumamos a la larga lista de destrucción masiva de lo que era el Ministerio de Desarrollo Social, ya más de 2000 trabajadores.
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Trabajé 15 años ahí, pero no tengo derecho a nada, sólo a retirar mis pertenencias. Para los que no saben, las formas de contratación en el Estado SIEMPRE fueron precarias y ahora mucho más. De esos 15 años, 5 fueron como monotributista a través de convenios del MDS con universidades, los 10 restantes fueron por Art. 9 (planta transitoria), cada año me renovaban el contrato salvo con la gestión Milei.
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Durante el último año me renovaron cada tres meses hasta diciembre, luego dos meses (a pesar de haber aprobado examen de idoneidad) y finalmente mes a mes.
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Aplicaron, y siguen aplicando, hacia adentro, un plan sistemático de fragmentación y destrucción psicológica de los trabajadores estatales, la inestabilidad permanente, la división de los grupos e instalar el miedo a la pérdida del empleo. Hacia afuera, la denostación permanente de los trabajadores estatales como castas, como ñoquis, para que la sociedad embobecida aplauda la destrucción del Estado: de la protección social, de la educación, de la salud, del cuidado, de nuestros derechos como ciudadanos y comunidad.
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Esto no quiere decir que el Estado funcionaba perfecto en todo y todas partes, sin duda, faltó muchísimo, faltó fundamentalmente darle entidad al propio Estado, jerarquizarlo, y entre otras cosas, abrir mayores canales de diálogo y participación ciudadana para generar más y mejores políticas públicas que garanticen más derechos y calidad de vida para todos.
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Estoy orgulloso de mi trabajo en Desarrollo Social, me hubiera gustado hacer más y también poder modificar aquellas cosas que veía no estaban bien. Trabaje en territorio con el Programa “Argentina Trabaja”, con los mal llamados planeros, muchos y muchas luchadores por el pan de cada día; con ellos trabajé en una diplomatura de Economía Social, acompañé el proceso de formación en la UNQUI durante un año, para la mayoría era la primera vez que entraban a la universidad, disfruté junto a ellos cada paso; trabajé en la implementación del “ELLAS HACEN”, mujeres solas pobres sosteniendo a sus hijos, mujeres golpeadas, vulneradas, violadas, sin tener nada ni lugar donde refugiarse, sostenerse, y que gracias al programa volvieron a pararse, a creer en ellas, a formarse y a construir red de solidaridad y sostén en el barrio, entre ellas mismas con apoyo del Estado. Los últimos 10 años trabajé en la Coordinación de Formación Integral, que tuvo distintos momentos y posibilidades, pero desde donde intentamos, junto con otros compañeros y compañeras, que las formaciones estuvieran ancladas a las necesidades del territorio, que se pudieran articular con otras herramientas de promoción y paralelamente trabajar en la prevención y articulación por situaciones de violencia de género.
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En este recorrido conocí muchos compañeros valiosísimos, historias de vida conmovedoras en su dignidad, algunas desgarradoras por lo injustas, también sentí impotencia de no poder responder desde el Estado todo lo que hubiera querido. Atesoro todo ese aprendizaje, compromiso y vida y es lo que me llevo.
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Necesito también, al menos, nombrar algunas cosas para propios y ajenos. Para algunos somos “kukas” por el sólo hecho defender políticas públicas de inclusión y ampliación de derechos, lo cierto es que, lo seamos o no, defendemos un tipo de Estado, el que garantiza y promueve el derecho al trabajo, la educación, la salud, la vivienda, esa es nuestra “estatalidad” y compromiso.
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Tampoco puedo obviar que en todos estos años no hubo voluntad política suficiente para jerarquizar al Estado, empezando por mejorar las condiciones laborales, ampliar los concursos de planta, cobrar un salario acorde con nuestras funciones; al menos en Desarrollo, somos (¿fuimos?) muchos con categorías que no representan el trabajo real que hacíamos.

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