Causa AMIA. Un reconocimiento de Verbitsky que no satisface, en tanto la piedra basal del encubrimiento permanece incólume

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Un soldado afgano observa un coche bomba detonado en el aeropuerto de Jalalabad por el Taliban. Los restos son siempre fácilmente identificables... excepto en Buenos Aires... porque no hubo tales coche-bombas.
Un soldado afgano observa un coche bomba detonado en el aeropuerto de Jalalabad por el Taliban. Los restos son siempre fácilmente identificables… excepto en Buenos Aires… porque no hubo tales coche-bombas.

Me desperté este domingo con mensajitos de amigos que me informaron que Horacio Verbitsky me mencionaba elogiosamente en su habitual artículo dominical, que en esta ocasión tituló con un doble juego de palabras ¿Hasta dónde Irán Nisman y CÍA” . Agradezco el reconocimiento, pero me  temo que HV -que no suele dar puntada sin hilo- me mencione para de paso intentar la epopeya de blanquear a Raúl Kollman, que hasta hace muy poco respondía al tándem Stiusso-Nisman, y que casi todas las veces que escribe sobre el atentado a la AMIA dice, repite y reitera que lo único seguro es que hubo una camioneta-bomba y un chófer suicida, lo que es rematadamente falso y constituye ni más ni menos que la piedra basal del encubrimiento: la añagaza tempranamente acordada por los gobiernos de Israel y Argentina -con la bendición del de Estados Unidos- que denunció el propio Verbitsky hace más de diez años, cuando se cumplían diez del ataque.

Algunos comentarios a lo publicado hoy por el gran periodista:

La “pista siria” en realidad debería llamarse la pista de la familia política y otros personajes del entorno del presidente Menem, como explicó tempranamente, en noviembre de 1994, el gran periodista Rogelio García Lupo, al celebrarse una reunión sobre los ataques terroristas producidos en Buenos Aires en las salas A y B del Centro Cultural San Martín. García Lupo tenía información de primera mano acerca del involucramiento de la familia política de Menem en el atentado a la AMIA. Coincidentemente, la ex secretaria de Emir Yoma, Lourdes Di Natale (muerta luego a causa de una sospechosíma caída al vacío a un patio interior del edificio en el que vivía) le dijo a este periodista que en ocasión de producirse el atentado a la Embajada de Israel (17 de marzo de 1992) Emir Yoma recibió a Alfredo Yabrán en sus oficinas de la calle Florida y ambos se sentaron en una ventana interior que daba hacia la Embajada a conversar hasta que se produjo la explosión que, todo indica, sabían de antemano que se iba a producir. Esa noche, Monzer al Kassar hizo una fiesta en su amplio departamento de la Avenida del Libertador.

Yendo al atentado a la AMIA: Quien escribe denunció puntualmente ante el juez Galeano a quienes dejaron en la puerta de la mutual hebrea un volquete que explotó casi simultáneamente con otro artefacto explosivo colocado en el interior y anteriormente habían comprado 10 toneladas de amonal -el explosivo utilizado para demoler la AMIA y matar 85 personas-; así como a quienes habían dejado aparcada en un megaestacionamiento de las inmediaciones de la AMIA una Trafic señuelo -unos jóvenes de San Telmo vinculados a la Policía Federal- y también al médico del Presidente Menem – a quien éste le había conferido status de secretario de Estado- Alejandro Tfeli, explicando por escrito y de viva voz en una sesión de la Comisión Bicameral de Seguimiento de las Investigaciones de ambos atentados (a la que lamentablemente no asistió Cristina Fernández de Kirchner) cuál había sido su intervención en los preparativos del ataque. Había investigado el ataque por cuenta de la propia AMIA y en 1997, al aparecer su primer libro referido al tema (AMIA, El Atentado. Quienes son los autores y por qué no están presos) había denunciado en Madrid y ante el juez Baltasar Garzón, el papel que le cupo a policías federales provenientes de los “grupos de tareas” de la dictadura en la colocación y detonación de los artefactos explosivos. También había logrado que el sirio-argentino Jacinto Kanoore Edul admitiera frente a las cámaras de TV haber llamado a Telleldín, lo que había negado en sede judicial.

Con la autoridad moral que todo ello me da quiero dejar en claro que aunque hay indicios concordantes acerca de que el tráficante sirio de armas y drogas Monzer al Kassar (hoy preso en los Estados Unidos por un cargo fabricado: su supuesta intención de venderle armas a las FARC), debo decir que no hay elementos para acusar al gobierno de Siria, y que si no los había entonces contra el presidente Hafez al Assad, muchisímo menos los hay hoy contra su hijo, el presidente Bachar Assad, cuyo gobierno soporta la agresión mancomunada de los terroristas de ISIS, rabía Saudí, Qatar y Turquía, y con apenas un poco mas de disimulo de Estados Unidos y de Francia.

Como demostraron los despachos de la Embajada de los EEUU publicados por Wikileaks, Nisman no avanzó un milímetro en esa pista no sólo por su falta de voluntad de hacerlo, sino también por la prohibición expresa de aquella, a la que sometía sus iniciativas. Y porque tampoco Israel y la DAIA querían ni quieren que se avance en esa dirección.

Presten mucha atención a este párrafo de Verbitsky: “En el forum shopping de Nisman, la denuncia será considerada por el juez federal Ariel Lijo. Cuando la camarista Luisa Riva Aramayo comenzó la negociación con Carlos Telleldín para pagarle un falso testimonio. Lijo era uno de sus más próximos colaboradores. Su hermano, Alfredo Lijo, trabajó con el auditor Fernández a pedido de Riva Aramayo según el propio Fernández en un reportaje de Hugo Alconada Mon. Riva Aramayo no fue procesada con el juez Galeano porque murió en 2002”.

Tal cual. Falta explicar que “La Piri” Riva Aramayo no actuaba por propia iniciativa sino siguiendo indicaciones del secretario general de la Presidencia, Carlos Vladimiro Corach, un hombre de toda confianza de las embajadas de Estados Unidos e Israel y al mismo tiempo abogado y socio de las empresas pesqueras del empresario sirio-argentino Jorge Antonio Chividian, quien además de haber sido el financista del exiliado Juan Perón, fue el cicerone e introductor de Al Kassar en la Argentina.

Investido de la confianza de todos los actores, Corach pergeñó un truco de prestidigitación. Si metafóricamente el cuchillo homicida estaba conformado por una instigación sirio-argentina (el mango) y una ejecución local-azul-federal (la hoja), aprovechó la permanencia del remache (el detenido Telleldín) para cambiar primero el mango (por el chivo expiatorio elegido: Irán) y luego la hoja (reemplazando a los federales por los bonanerenses del comisario Ribelli, dependientes de Eduardo Duhalde, por entonces enconado rival de Menem). Puede ser que Verbitsky haya olvidado mencionarlo por pura casualidad, pero no es el caso de Raúl “Tuni” Kollman, que se olvida sistemáticamente de Corach, tanto en las notas que firma como en las que no firma.

Lo que digo viene al caso porque Verbitsky nos elogia a ambos, y a mi me molesta profundamente estar junto a Kollmann, quien hasta hace una semana defendía al tándem Nisman-Stiusso y se ha dado ahora vuelta en el aire como un panqueque, tal como expliqué aquí en varias ocasiones.

Kollman insiste en la mayoría de sus notas en afirmar machaconamente que lo único claro es que hubo una Trafic-bomba y un chofer suicida, lo que es la base de la falsa acusación contra Hezbolá-Irán, además se ser una mentira colosal: Nadie vio las supuestas camionetas-bomba ni en la Embajada de Israel (donde el experto enviado por la policía israelí, Jacob Levy, concluyó que no la hubo) ni en la AMIA (donde la enfermera Nicolasa Romero declaró enviada por un comisario de los Bomberos de la PFA que había visto una Trafic beige con volante a la derecha cuando los restos de chapa que se encontraron eran blancos), además de ser harto evidente, y así lo demostraron las pericias de ingenieros independientes, que en ambos ataques los epicentros de las explosiones (de la explosión principal en el caso de la AMIA) se produjeron adentro de los edificios, siendo con toda probabilidad introducidos los explosivos aprovechándose la circunstacia de que ambos edificios se encontraban en refacciones y las medidas de seguridad eran prácticamente inexistentes: en el caso de la Embajada se sigue diciendo una y otra vez que hubo 28 muertos cuando sólo están identificados 22, lo que parece indicar que hubo albañiles bolivianos muertos que jamás fueron identificados.

Repito y reitero: nadie vio las supuestas camionetas-bomba antes del atentado… y tampoco después. Porque en absolutamente todos los atentados con coches-bomba que se han hecho en todo el mundo, los restos de aquellos son perfectamente identificables… excepto en la por lo visto milagrosa Buenos Aires.

Igualmente, y aunque Verbitsky soslaya este nudo tan crucial como urticante (la existencia de un vehículo-bomba es la piedra basal del encubrimiento), el final de la nota de Verbitsky es a toda orquesta, pone los puntos sobre las íes e indica un camino que es preciso recorrer para “impedir la repetición de tanto bochorno”. Así sea.

PS: El periodista Bruno Yacono  me consultó para una nota que apareció hoy en Perfil, La denuncia deja dudas a los investigadores del atentado, en la que aparezco opinando que la Presidenta “no midió que el memorandum (con Irán) iba en contra de los intereses de EE.UU. e Israel, lo que fue un grave error” lo que me deja como un enemigo del memorandum en cuestión, lo que no es cierto. Considero, sí, que Cristina acaso haya subestimado las reacciones adversas que provocó en una Secretaría de Inteligencia colonizada por Estados Unidos e Israel.


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5 comentarios

  1. Que opinas de que las pruebas de nisman serian las escuchas con un agente dela side supuestamente misionero, camporista y muy cercano a la presidenta.??

  2. Yo, que los leo a vos y a Verbitsky, estoy un poco mareada, para no decir cansada, de todo este víavai. Entre la oposición y las ¿internas?, me estoy cansando. Siento que ya no tenemos información, el estado de derecho hace mucho dejó de funcionar… ¿qué nos queda?

  3. Espero, don Salinas que esté trabajando a
    “destajo” en el asunto. Madurando reflexiones y análisis antes de publicar en el medio. Bienvenida una parte de la apertura de los archivos. Pero falta más y más. Para bien de todos, inclusive (aún por las “razones de estado”) haría saneamiento de la mierda enquistada en esos organismos . Si los DDHH es un pivote de este gobierno, sería saludable abrir el avispero. La sarna que transfieren aún hoy, debe exponerse al sol, la luz y con el remedio adecuado para sacarla de raíz.
    Saluti!!

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