EXCLUSIVO: ¿Quién es el argentino que asesoró al presidente Santos, reelecto en Colombia?
El presidente Santos fue asesorado por el experto argentino Ángel Beccasino*, prácticamente desconocido en el país
El argentino Ángel Beccasino Jugovac fue uno de los dos responsables de la victoriosa campaña electoral en la que el presidente colombiano Juan Manuel Santos logró la reelección ante el candidato uribista Oscar Iván Zuluaga, que lo había vencido en la primera vuelta. Ya lo dice el refrán: «Nadie es profeta en su tierra»: Aunque acredita una vastísima experiencia como publicista y es autor de una larga serie de libros sobre éste y otros oficios terrestres, ningún medio nacional parece haber reparado en ello, acaso porque Beccasino se marchó del país en 1975, cuando era joven.
Mientras el otro asesor estrella de Santos, el español nacionalizado mexicano Antonio Solá proviene de la derecha española, basa su fama en las victoriosas campañas de Felipe Calderón a la presidencia de México; del actual presidente de España, Mariano Rajoy; asesoró en la Argentina a Francisco De Narváez y es considerado «el rey de la guerra sucia» aplicada a las contiendas electorales, Beccasino se encuentra ideológicamente en sus antípodas.
Y es que, entre otras muchísimas cosas (tiene varios discos de «world music» y libros de fotografía artística en su haber) Beccasino fue asesor y amigo personal de Carlos Pizarro, jefe del Movimiento 19 de abril (M-19), el grupo guerrillero que inició «la dejación» de las armas para reintegrarse a la vida política civil, a fines de los años ’80.
Aquella vez, aunque Pizarro fue asesinado en momentos en que competía con buenas posibilidades por la Presidencia de Colombia, los guerrilleros del M-19 cumplieron su promesa y no volvieron a empuñar las armas.
El dato no es menor, pues hay consenso general en que lo que se decidió en la elección de ayer es la posición que tomaron los ciudadanos respecto a las avanzadas negociaciones de paz que se realizan en La Habana entre el gobierno de Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la mayor guerrilla del país, activa desde hace más de medio siglo, y las que se ha anunciado esta semana comenzarán de modo inminente con el segundo grupo guerrillero, el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Beccasino, autor entre otros muchos del libro «La guerrilla en Colombia: ¿Tendrá futuro el pasado?», es un experto en el tema.
Emergencia
El primer tramo de la campaña de Santos estuvo dirigido por el famoso «gurú», psicólogo y publicista J.J. Rendón (que se atribuye haber asesorado a los candidatos de 28 elecciones presidenciales y haber cosechado sólo dos derrotas, y al que el gobierno de Venezuela acusó repetidamente de fabricar todo tipo de incidentes en procura de justificar una intervención militar) y terminó con su precipitada salida de escena luego de fuera acusado de haber embolsado dinero provenientes del narcotráfico en 2010.
Convocados de apuro, Beccasino y Solá no pudieron evitar que el candidato vicario del ex presidente Álvaro Uribe (imposibilitado legalmente de candidatearse) Óscar Iván Zuluaga venciera a Santos por el 29.26% de los votos contra 25.67% de los votos emitidos en un marco de fuerte abstención. Fueron ellos los que tuvieron la tarea de revertir esta situación.
Y lo hiceron tras encontarse con un duro panorama: A tenor de los resultados de la primera vuelta, todo indicaba que o bien a la mayoría de los colombianos las negociaciones para pacificar el país (que se encuentra en un estado de guerra civil asordinada, de baja intensidad, desde hace 66 años, cuando el candidato liberal a la Presidencia Jorge Eliecer Gaitán fue asesinado, lo que desató «El Bogotazo») le eran indiferentes, o bien que preferían la política de «mano dura» del tándem Uribe-Zuluaga, partidarios de proseguir el combate contra la guerrilla hasta su rendición incondicional.
Por suerte, esta tendencia se revirtió. El viernes, ya en veda electoral, quien escribe ubicó a Beccasino en Bogotá y lo entrevistó. A continuación, extractos de la larga conversación:
-Nací en la ribera oriental del Paraná, en Diamante, pero crecí en la Patagonia, sobre el mar. En Buenos Aires estudié economía y filosofía, pero no me gradué. Publiqué un par de libros, «El Sol Quieto» y «Bufarrón Bill», al tiempo que editaba un periódico, «Tercera» -por aquello de la tercera posición- que solventaba trabajando de creativo en agencias de publicidad: Gowland, Ortiz Scopessi Ratto/O&M, J. Walter Thompson.– Durante la «dictablanda» de (el general Alejandro Agustín) Lanusse (1971-1973) fui preso por publicar una nota sobre los Tupamaros. Rodolfo Ortega Peña me sacó con un hábeas corpus. Cuando en 1974 lo acribillaron en la 9 de julio, fui a su velorio, que fue ferozmente reprimido por la Policía Federal. En la bronca de un culatazo que me calzaron,tiré la moneda para tomar una decisión: o echar un ancla, o mandarme a mudar.– Me fuí a mezclarme con gente que quería conocer: India, el norte de África, Filipinas, Tailandia, Burma, Nepal… A hacer cosas con ellos, proyectos juntos, música, luchas, textos, sin pretender ningún «por ellos» jamás. Me quedé un año en Brasil, otro en Calcuta, y otras temporadas en Barcelona, México, Los Ángeles, Beirut cubriendo la guerra, Madrid. Trabajaba en periodismo, y como creativo o dirigiendo cine publicitario para poder seguir el viaje.– En los años 80′, paulatinamente, con el crecimiento de amistades, comencé a demorarme tiempos más largos en Colombia. Y a moverme desde Bogotá, a la que hacia el fin del siglo, cuando gané la licitación para manejar la comunicación de la ciudad, agregué a su nombre una frase que hizo carrera: «2600 metros más cerca de las estrellas».– Trabajaba diseñando estrategias para comunicar gestión de gobierno, y en 1989, cuando la guerrilla M-19 comenzó a pensar en la posibilidad de intentar una negociación con el gobierno para dejar el monte e integrarse en la política legal, Carlos Pizarro me pidió que lo acompañara en ese proceso. De ahí salió un libro de conversaciones con él, «M-19, El Heavy Metal Latinoamericano», que editó esa misma guerrilla. Y el proceso siguió adelante, en negociaciones directas entre la comandancia del M-19 y Rafael Pardo, negociador por parte del Estado, que hasta hace un par de semanas fue ministro de trabajo de la administración Santos.– Aquella negociación terminó en acuerdo, culminó con la «dejación de armas», que fueron fundidas en un acto simbólico, y el M-19 se convirtió en la Alianza Democrática M-19 que logró una de las dos mayores votaciones de representantes a la Asamblea Constituyente de 1991, cuyo resultado fue la actual Constitución, que cambió en muchos aspectos a Colombia.– Comenzando el nuevo siglo entré de lleno en el campo de las estrategias de comunicación política y la conceptualización de mensajes electorales. De ahí en adelante manejé la comunicación del Polo Democrático Alternativo (que congregana a la mayor parte de los ex miembros del M-19) . Fue cuando luego de posicionar a su candidato Lucho Garzón en la elección presidencial en que ganó Álvaro Uribe, logramos colocar en la alcaldía de Bogotá, el segundo cargo en importancia del país, por primera vez en la historia de Colombia, a un alcalde de izquierda (Gustavo Petro).– En Venezuela, con Ramón Jimeno, asesoramos luego a la campaña de (Hugo) Chávez durante el referendo revocatorio de 2004, colocando en el aire el concepto «Venezuela cambió para siempre», que en un cha-cha-cha se completaba con un «Tú no quieres que esto vuelva atrás». Un cha-cha-cha que en la siguiente campaña presidencial se convirtió en tema central: Cha-Cha-Chávez.– Otra de las estrategias que me hicieron reconocido en Colombia fue la de la (ex senadora, promotora de las negociaciones de paz, desaforada por sus contactos con el FARC) Piedad Córdoba en su última campaña (cuando fue reelegida como senadora): «Que tiemblen los corruptos: Vuelve La Negra». También la del senador (uribista) Armando Benedetti, «Nos deben la justicia, y es hora de pagar», la de Jorge Iván Ospina (médico cirujano, hijo de uno de los fundadores del M-19, muerto a tiros en 1985) candidato a la alcaldía de Cali…– Reflexionando sobre estas experiencias y las de otros escribi varios libros: «Peñalosa (por Enrique, electo alcalde de Bogotá en 1997) y una ciudad 2600 metros más cerca de las estrellas», en torno a las políticas urbanas (Random House-Grijalbo Mondadori, 2000); «El Triunfo de Lucho y Pablo, o la Derrota de las Maquinarias (Random House-Grijalbo Mondadori, 2003); «La cuarta Revolución de Guayaquil» (Norma, 2005); «El Precio del Poder. Cómo se vende la imagen de un político» (Aguilar, 2005); «¿Quién le teme a Abdalá Bucaram?» (Nuestramérica, 2006); «La Nueva Política (Random House-Grijalbo Mondadori, 2008) y «¿Cómo ganar cuando todos pierden? La Crisis como Oportunidad» (Planeta, 2009).– Durante la Semana Santa de este año, la campaña por la reelección del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, estaba estancada en las encuestas y en la definición del discurso. En ese momento me llamaron para ingresar al equipo de estrategas que enfrentaba a las otras candidaturas, pero particularmente a la del candidato de la extrema derecha Óscar Iván Zuluaga, herramienta política del ex presidente Uribe para su regreso al poder.– Con Zuluaga, Uribe intenta su versión de aquel histórico «Cámpora en el gobierno, Perón en el poder». Su campaña tiene como estratega general a Duda Mendoza, el que fuera estratega de Lula da Silva en su llegada a la presidencia de Brasil.– En la campaña del presidente Santos, J.J. Rendón, que estuvo a cargo de la primera etapa, tuvo que renunciar en Semana Santa, cuando Álvaro Uribe agitó a los medios denunciando la intermediación de Rendón, en el 2010, en una propuesta de entrega a la justicia por parte de un grupo de narcotraficantes. Uribe afirmó que Rendón había recibido 12 millones de dólares por la gestión, y sin presentar ninguna prueba, afirmó que 2 de esos millones provenientes del narco, los había incorporado a las finanzas de la campaña de Santos.– La contaminación que produjo la denuncia, el ruido en la agenda mediática, sumados al estancamiento de la candidatura en las encuestas, hicieron que Santos nos pusiera al frente de la estrategia general de su campaña a Antonio Solá y a mí. Nunca antes había trabajado con Antonio, que ha manejado campañas en España, los Emiratos, África, México y Centroamérica, y el trabajo en equipo ha sido excepcional en medio de una campaña de extrema dureza.– Nuestra primera decisión estratégica fue polarizar las opciones guerra-paz, alrededor de la propuesta de búsqueda de paz dialogada de Santos, frente a la guerrerista de Uribe a través de su candidato Zuluaga. La decisión que habían tomado antes de nuestra etapa al frente de la estrategia, había sido una campaña light, donde al candidato Santos se le había convertido en «Juan Manuel», buscando cercanía con la gente, y vistiendo su nombre de multiplicidad de colores. Una etapa en la que el énfasis se había puesto en repasar logros (que el gobierno de Santos nunca supo comunicar durante 4 años), y promesas que al no creerse en lo hecho se volvían poco creíbles. Y todo esto envuelto en un concepto de comunicación absolutamente racional: «Hemos hecho mucho, falta mucho por hacer», que reafirmó en la gente la creencia de que el gobierno no había hecho nada.– La otra decisión de la etapa anterior a nosotros, había sido no mostrar en ningún mensaje al candidato Santos, lo que cambiamos. Además de concentrarnos en la disyuntiva de seguir la guerra de medio siglo que lleva Colombia, o apostar de lleno a concretar el proceso de paz con las FARC, optamos por salir del «Juan Manuel» que nadie sentía real, y poner en juego su apellido, Santos Presidente. Y de una campaña sin rostro, como de candidato fantasma, pasamos a la de un presidente en acción, colocando de protagonistas además de al Presidente, a Germán Vargas Lleras, su vice.– En estos zigzags llegamos al final de la primera vuelta emparchando cosas, y perdimos por 3 puntos. La segunda vuelta, en la que estamos, refleja el trabajo para colocar las cosas en su lugar. El mensaje es: «Con paz haremos más», las piezas publicitarias confrontan a la gente con una realidad olvidada: son los hijos de las madres más pobres los que van a pelear la guerra, los que salen de ella muertos o mutilados.– La lógica es implacable: El dinero que se gasta en la guerra es el que necesita Colombia para crecer en educación, en salud, en desarrollo, en empleos. Son las fuerzas que están ocupadas en la lucha por la seguridad en el monte, las que se necesitan para aumentar la seguridad en las ciudades, enfrentando al crimen organizado.– La opción es continuar en el pasado, en el atraso, en una guerra eterna, o terminar la guerra y comenzar una nueva etapa, construyendo la paz que no ha conocido ningún colombiano hasta hoy.
*Conocí a Ángel Beccasino poco antes del asesinato de Carlos Pizarro y por intermedio de José «El Chino» Mujica, que había estado con él en el campamento del M-19 a punto de dejar las armas. Por entonces trabajaba en el diario «Nuevo Sur» y estaba muy interesado en la historia del M-19 y particularmente en la historia de su primer jefe, ya muerto, Jaime Bateman. Beccasino es, a mi juicio, no sólo un técnico muy competente, sino también un prodigio de creatividad.